EL DESPERTAR AL SEXO
Apenas había cumplido los dieciocho años; y recién me habría al mundo, a las amistades y al por fin salir de mi casa, donde gracias a mi mamá vivía enclaustrada. Allí me di cuenta que nosotros somos como aquellos animalitos que están enjaulados y que cuando le abren la jaula deciden vivir al máximo así era YO.
Por conocer amistades y también porque que de alguna manera me llamaba la atención decidí participar en la Iglesia de mi barrio. En una de tantas reuniones juveniles conocí a un chico, no puedo negar que me llamó la atención cuando lo vi por primera vez. Imagínense lo que sentí cuando me hablo por primera vez: “Hola Melissa… Como te va… que tal… - fueron sus primeras palabras. Yo era muy tímida; y se podría decir que era uno de los pocos chicos con el que hacia una conversación que no fueran mis hermanos.
Bueno así empezó, esta nueva amistad y con el correr de los días mi primer amor, mi primer hombre, mas no mi primer beso, pues eso ya hace algún tiempo alguien me lo robó. Con Ronald -así se llamaba- hablamos de nosotros, de nuestras vidas, de lo que nos gustaba; rápidamente agarre confianza, nunca hubo maldad en mí, pues yo siempre fui sincera y le dije todo de mi con la verdad. Sin darme cuenta me estaba enamorando, pero por vergüenza no se lo decía.
En una de las tantas reuniones que habíamos quedado, decidimos no entrar e irnos por allí, aun parque para poder conversar, se podría decir que yo hacía todo lo que él me dijera, aquella vez se portó como un caballero, como el príncipe que siempre imagine. Estaba enamorada.
En nuestra segunda salida me robó un beso apenas nos vimos, me quedé helada y sin palabras, caminamos unas cuadras sin decirnos nada. Hasta que llegamos a un parque, el poco a poco se me fue acercando me abrazo y nos besamos por largo tiempo, tendría que decir que fueron minutos mágicos y que no hubiera querido que acabasen. Díganme cursi o soñadora, pero creo que con nuestra primera relación en serio todas lo somos.
Él no se declaró. En realidad nunca lo hizo, tampoco lo necesitaba, era feliz así como era esta relación, no necesitaba más solo saber que existía y estaba conmigo, aunque para él solo era una más en su vida. Así entre besos y abrazos duramos una semana. No niego que por las noches soñaba siendo poseída por él. Muchas veces amanecí mojada, me gustaba esa sensación y lo que iba sintiendo.
Un día como cualquier otro en los que teníamos nuestras acostumbradas reuniones de la parroquia, el me propuso escaparnos; sin decir nada, así que de un momento a otro… Zas! Simplemente desaparecimos, como siempre esa semana, nos fuimos a aquel parque que era testigo de nuestros besos y mis primeras sensaciones hacia el sexo. Poco a poco me fue calentando, su boca recorría mi piel, mi cuello; iba bajando hacia mis pechos; no me importaba que la gente nos mirara. Y eso que era de noche… jijiji… así de sorpresa él me propuso para ir a un hotel, me puse super nerviosa, las rodillas me temblaban y supuse que iba a morir en ese instante; obviamente no sabía que decirle, parte de mi quería ir; y la otra la parte racional solo quería salir corriendo.
Al cabo de algunos minutos solo asistí con mi cabeza, él tomó mi mano y me llevó hacia aquel lugar donde sería; pensé yo, muy feliz.
Entramos juntos, era mi primera vez, parecía que él si tenía experiencia, pues todo lo hacía muy natural, pagó por la habitación. Yo estaba a un lado, quería salir corriendo, pero también quería ser mujer en sus brazos, cuando terminó de pagar, tomo mi mano y me condujo a la habitación.
Al entrar todo era mágico, los cuadros, la cama y hasta la mesa me parecía linda. Me senté a un lado de la cama con mucha vergüenza; él me abrazo y me empezó a besar, ahora si era solo nuestro espacio, sin gente que nos mirase ni nos juzgue. Por ese momento me olvidé de mis padres, de mis hermanos, de mis amigos; solo quería que me hiciera el amor.
Él me acostó en la cama, me quitó el polo, yo; inconscientemente quitaba su mano, un poco por el miedo, otro por la vergüenza. Me quede en brasier solamente; luego siguió con el pantalón, allí si hice un poco de fuerza para que no me lo quitase; no recuerdo cuanto tiempo duramos en ese pequeño forcejeo. Pero quedé totalmente desnuda ante él. Se quitó la ropa, empezó besándome el cuello, los pechos bajaba por mi ombligo hasta llegar a mi sexo. Eso me excitaba mucho. Se subió encima de mí y sobada su cuerpo conmigo; me mojaba bastante; y así sentí una penetración fuerte y rica a la vez, di un ligero suspiro, no me dolió; si sentí muchísimo placer. Lo empecé a besar. No hubiera querido que ese momento terminara nunca.
Siempre fue delicado. Y eso me gusto de él. Se movía suavemente, no fue brusco en ningún momento, no duró mucho; y cuando eyaculó se vino afuera en mi barriga; eso como que me frustró un poco pues hubiera querido sentirlo adentro.
Cuando todo acabó sentí algo de vergüenza hacia esa persona, él tomó una ducha, yo quería irme con su olor, nos vestimos y salimos juntos del hotel. Me llevó al paradero y me hizo tomar mi carro que me conduciría a mi casa. Luego de esa vez, nos vimos dos veces más, en las que me hizo el amor. Hasta allí nunca supe lo que fue un orgasmo. Después de eso, no me volvió a buscar ni llamar, me preocupe por él; pensé que podría estar enfermo o con problemas, lo fui a buscar a su casa. Y me encontré con un amigo en común justo un poco antes de llegar, rápidamente pregunté por él. Grande fue mi sorpresa cuando su amigo me dijera que hace una semana había viajado al extranjero y que era muy difícil que lo volviera a ver. Fue mi primera decepción. Más no la única.Apenas había cumplido los dieciocho años; y recién me habría al mundo, a las amistades y al por fin salir de mi casa, donde gracias a mi mamá vivía enclaustrada. Allí me di cuenta que nosotros somos como aquellos animalitos que están enjaulados y que cuando le abren la jaula deciden vivir al máximo así era YO.
Por conocer amistades y también porque que de alguna manera me llamaba la atención decidí participar en la Iglesia de mi barrio. En una de tantas reuniones juveniles conocí a un chico, no puedo negar que me llamó la atención cuando lo vi por primera vez. Imagínense lo que sentí cuando me hablo por primera vez: “Hola Melissa… Como te va… que tal… - fueron sus primeras palabras. Yo era muy tímida; y se podría decir que era uno de los pocos chicos con el que hacia una conversación que no fueran mis hermanos.
Bueno así empezó, esta nueva amistad y con el correr de los días mi primer amor, mi primer hombre, mas no mi primer beso, pues eso ya hace algún tiempo alguien me lo robó. Con Ronald -así se llamaba- hablamos de nosotros, de nuestras vidas, de lo que nos gustaba; rápidamente agarre confianza, nunca hubo maldad en mí, pues yo siempre fui sincera y le dije todo de mi con la verdad. Sin darme cuenta me estaba enamorando, pero por vergüenza no se lo decía.
En una de las tantas reuniones que habíamos quedado, decidimos no entrar e irnos por allí, aun parque para poder conversar, se podría decir que yo hacía todo lo que él me dijera, aquella vez se portó como un caballero, como el príncipe que siempre imagine. Estaba enamorada.
En nuestra segunda salida me robó un beso apenas nos vimos, me quedé helada y sin palabras, caminamos unas cuadras sin decirnos nada. Hasta que llegamos a un parque, el poco a poco se me fue acercando me abrazo y nos besamos por largo tiempo, tendría que decir que fueron minutos mágicos y que no hubiera querido que acabasen. Díganme cursi o soñadora, pero creo que con nuestra primera relación en serio todas lo somos.
Él no se declaró. En realidad nunca lo hizo, tampoco lo necesitaba, era feliz así como era esta relación, no necesitaba más solo saber que existía y estaba conmigo, aunque para él solo era una más en su vida. Así entre besos y abrazos duramos una semana. No niego que por las noches soñaba siendo poseída por él. Muchas veces amanecí mojada, me gustaba esa sensación y lo que iba sintiendo.
Un día como cualquier otro en los que teníamos nuestras acostumbradas reuniones de la parroquia, el me propuso escaparnos; sin decir nada, así que de un momento a otro… Zas! Simplemente desaparecimos, como siempre esa semana, nos fuimos a aquel parque que era testigo de nuestros besos y mis primeras sensaciones hacia el sexo. Poco a poco me fue calentando, su boca recorría mi piel, mi cuello; iba bajando hacia mis pechos; no me importaba que la gente nos mirara. Y eso que era de noche… jijiji… así de sorpresa él me propuso para ir a un hotel, me puse super nerviosa, las rodillas me temblaban y supuse que iba a morir en ese instante; obviamente no sabía que decirle, parte de mi quería ir; y la otra la parte racional solo quería salir corriendo.
Al cabo de algunos minutos solo asistí con mi cabeza, él tomó mi mano y me llevó hacia aquel lugar donde sería; pensé yo, muy feliz.
Entramos juntos, era mi primera vez, parecía que él si tenía experiencia, pues todo lo hacía muy natural, pagó por la habitación. Yo estaba a un lado, quería salir corriendo, pero también quería ser mujer en sus brazos, cuando terminó de pagar, tomo mi mano y me condujo a la habitación.
Al entrar todo era mágico, los cuadros, la cama y hasta la mesa me parecía linda. Me senté a un lado de la cama con mucha vergüenza; él me abrazo y me empezó a besar, ahora si era solo nuestro espacio, sin gente que nos mirase ni nos juzgue. Por ese momento me olvidé de mis padres, de mis hermanos, de mis amigos; solo quería que me hiciera el amor.
Él me acostó en la cama, me quitó el polo, yo; inconscientemente quitaba su mano, un poco por el miedo, otro por la vergüenza. Me quede en brasier solamente; luego siguió con el pantalón, allí si hice un poco de fuerza para que no me lo quitase; no recuerdo cuanto tiempo duramos en ese pequeño forcejeo. Pero quedé totalmente desnuda ante él. Se quitó la ropa, empezó besándome el cuello, los pechos bajaba por mi ombligo hasta llegar a mi sexo. Eso me excitaba mucho. Se subió encima de mí y sobada su cuerpo conmigo; me mojaba bastante; y así sentí una penetración fuerte y rica a la vez, di un ligero suspiro, no me dolió; si sentí muchísimo placer. Lo empecé a besar. No hubiera querido que ese momento terminara nunca.
Siempre fue delicado. Y eso me gusto de él. Se movía suavemente, no fue brusco en ningún momento, no duró mucho; y cuando eyaculó se vino afuera en mi barriga; eso como que me frustró un poco pues hubiera querido sentirlo adentro.
Cuando todo acabó sentí algo de vergüenza hacia esa persona, él tomó una ducha, yo quería irme con su olor, nos vestimos y salimos juntos del hotel. Me llevó al paradero y me hizo tomar mi carro que me conduciría a mi casa. Luego de esa vez, nos vimos dos veces más, en las que me hizo el amor. Hasta allí nunca supe lo que fue un orgasmo. Después de eso, no me volvió a buscar ni llamar, me preocupe por él; pensé que podría estar enfermo o con problemas, lo fui a buscar a su casa. Y me encontré con un amigo en común justo un poco antes de llegar, rápidamente pregunté por él. Grande fue mi sorpresa cuando su amigo me dijera que hace una semana había viajado al extranjero y que era muy difícil que lo volviera a ver. Fue mi primera decepción. Más no la única.