El día 21 de julio de 1969 Neil Armstrong imprimió la primera huella humana, la suya, sobre la fina arena lunar y dijo su frase famosa:
—That’s one small step for man, one giant leap for mankind (Es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad).
Todo el mundo conoce la frase, conoce su descripción del suelo lunar, sabe que lo primero que hizo fue recolectar muestras de suelo y rocas.
Se sabe que
Michael Collins se quedó en la nave espacial, que
Neil Armstrong y
Buzz Aldrin estuvieron alrededor de dos horas y media en la Luna haciendo experimentos, tomando fotografías y recogiendo rocas para ser estudiadas una vez de regreso a la Tierra.
Unas palabras que fueron transmitidas a la Tierra, escuchadas por millones de personas y a las que siguieron varios comentarios más.
Los usuales entre astronautas y centro de control. Nada fuera de lo corriente. Es historia conocida que se encuentra recogida en cintas de grabación. Sin embargo…
Lo que no es tan conocido, pretende pasar por historia, no tiene nada de corriente y no está grabado en ningún lado, es la supuesta expresión que -al término del primer paseo lunar y momentos antes de introducirse en la nave- al parecer Armstrong pronunció.
Unas palabras, nada usuales en ese contexto, que durante casi 30 años han sido un misterio. Ahí va lo que dijo: “Buena suerte, Mr. Gorsky” ¿A quien se refería? ¿Por qué lo dijo? De manera oficial nadie sabía nada. Era un misterio.
Unos dicen que en la NASA llegaron a pensar que podría tratarse de un comentario intrascendente, un saludo a algún cosmonauta soviético.
Sin embargo, tras comprobarlo, no se encontró ningún Gorsky en el programa espacial soviético. Ni tampoco, por supuesto, en el estadounidense. No existía nadie con ese apellido.
Era alto secreto lunar. Es lo único que tenían, un comentario misterioso dentro de un secreto astronáutico.
Otros cuentan también que, siempre que Armstrong era preguntado por el significado de sus palabras, él se limitaba a esbozar una enigmática sonrisa y a cambiar de tema. Un misterio dentro de un secreto y envuelto en un enigma. El tiempo transcurrió y, con él, la leyenda de la frase creció.
El 5 de julio de 1995, Armstrong, se encontraba en Tampa Bay, Florida, dando una conferencia. Al final de la misma salió a relucir, cómo no, la enigmática frase de, hacía ya, 26 años.
Lo sorprendente fue que esta vez, respondió ¡Por fin! Lo hacía porque, el tal Mr. Gorsky, ya había fallecido, y el astronauta consideraba que podía ser indiscreto.
Al parecer, todo empezó cuando él todavía era un niño.
Cierto día que estaba jugando al béisbol, en el patio trasero de su casa con un amigo, una bola que éste bateó con excesiva fuerza, llegó hasta el jardín del vecino, muy cerca de la ventana del dormitorio conyugal.
Los vecinos eran los señores Gorsky.
El joven Neil fue por la pelota y, cuando se agachó para recogerla, oyó a la señora Gorsky gritar: “¡Sexo oral! ¿Quieres sexo oral? ¡Lo tendrás cuando el chico del vecino camine por la Luna!!!”.