golosisimaperu
General
- 2.154
- 3.938
- 229
- Registrado
- 11 Sep 2011
- Registrado
- 11 Sep 2011
- Mensajes
- 2.154
- Puntos de reacción
- 3.938
- Puntos
- 229
13 Years of Service
Me llamo golosisima y tengo 18 años, vivo con mi madre llamada Teresa quien actualmente tiene 42 años, mi padre nos abandonó cuando aún era muy pequeña y mi madre se ha desvivido porque nunca nos falte nada.
Nuestra vida ha sido tranquila a pesar de todo, por desgracia esto ha cambiado desde hace unos meses desde que mi madre se hizo pareja de cofrade, un hombre de 45 años a quien desde que lo conocí no me inspira confianza alguna, es un hombre de 180, corpulento, de facciones toscas que debe cuidarse en el gym, lugar donde conoció a mi madre.
Hablaré de mi madre, ella es rubia, blanca de piel, unos ojos pardo preciosos y un bien formado cuerpo que mantiene a base de dieta permanente y gimnasio. Yo soy un poco más baja que mi madre y de contextura más delgada, propia de mi edad.
Era domingo por la mañana, recién me levantaba a las 10 am y luego de una ducha, bajaba a tomar desayuno mientras escuchaba a mi madre conversar con alguien muy risueña.
-No puede ser ya estaba aquí tan temprano?- pensé para mi misma, baje molesta al verlo abrazar por la espalda a mi madre quien preparaba el desayuno. Salude secamente mientras cogía unos panes y me excuse con una visita al gym.
Pase la mañana quemando calorías y almorzando con unas amigas, coqueteamos con unos chicos como de costumbre por la tarde en un centro comercial y ya para las 6 de la tarde retornaba a casa super cansada esperando que el cofrade ya se hubiera ido de mi casa.
Llegue rápidamente a casa. Esperaba poder descansar tranquila puesto que mi madre me había mandado un mensaje diciéndome que iría de compras y demoraría.
Subí las escaleras directamente a mi cuarto, pero a mitad de camino me detuve. Había oído algo, eran ruidos desde la sala, ¿acaso no había nadie? Me acerqué a la sala con la intención de ver si era un ladrón quien estaba en casa, pero nada más ver quien era me quedé muda.
Era cofrade estaba de pie, sin camiseta. Tenía tanto odio hacia su persona que nunca me había dado cuenta del cuerpo tan definido que tenía ese hombre. Desde mi ángulo no se veía mucho más pero, tras situarme para ver mejor, casi grito de la impresión, ¡Estaba completamente desnudo! Y no solo eso, ¡No estaba sólo!
No era difícil saber que le hacía su acompañante por la cara de bobo que ponía, la respiración agitada y los gestos que hacía, se la estaban chupando.
Cofrade acompañaba los vaivenes de su amante con la mano sobre su nuca, marcándole el ritmo.
- Eso es, zorrita... Trágatela entera... - Susurraba cofrade
Ese cabrón se había traído a una zorra a casa, aprovechando que mi madre no estaba... Era obvio porque mi madre nunca consentiría que la llamaran zorrita, pero ya se había jodido, ni bien vuelva mi madre se lo contaría y ella iba a poner el grito en el cielo, por lo menos no volvería a ver a ese infeliz.
Por un momento quise entrar y gritarle su atrevimiento, pero un gemido de la mujer me causó una extraña sensación, la respiración agitada de Cofrade, así como el húmedo sonido producido entre el pene de él y la garganta de ella. Los sonidos propios de una mamada, me terminaron excitando.
- Has mejorado mucho desde la última vez. - Decía él. - Ahora te cabe entera.
Al decir eso empujó la cabeza de su "zorrita" contra su pene y la obligó a mantenerla hasta dentro durante varios segundos. La mujer se agitó un poco, debía costarle respirar y, cuando Cofrade la soltó, tragó una enorme bocanada de aire.
- Esa es mi zorrita, estás hecha una verdadera traga-penes. Te gusta chuparmela, ¿Verdad?
Como respuesta, la mujer volvió a meterse el rabo de Cofrade en la boca y, por como sonaba, lo hacía con ansia. Estuvieron unos minutos más, hasta que Cofrade tirando de sus cabellos hacia atrás le ordenó que parara, ese tipo era una bestia por tratar así a esa mujer, pero al parecer lo disfrutaba, simplemente no lo entiendo.
- Para un poco, zorra. Quiero hacértelo como la puta que eres. Tiéndete aquí. - la mujer bastante solicita, se acomodó de la manera que el cofrade le había ordenado, ella debía ser una cualquiera para dejarse tratar así, me acomode mejor para que ellos no me vieran.
- Veo que has sido obediente y te has depilado como te ordené. Ahora prepárate que vas a recibir tu premio.
En este momento pude ver mejor a la pareja porque cofrade estaba de lado y su pareja estaba con los pies en el suelo y el cuerpo apoyado en el sofá, lo que dejaba su sexo expuesto y ofrecido, desde ahí pude apreciar que tenía su sexo depilado, pero hubo otra cosa que me dejo impactada: el pene de cofrade estaba bien parado, hinchado y era grande, bien grande, comparándola con la herramienta de mi enamorado, ¿acaso le metería todo eso? ¡Pobrecita la partida!
Cofrade usaba su pene para darle golpecitos a las nalgas de la mujer, mientras ella separaba más sus piernas y arqueaba su cuerpo ofreciendo su sexo. Pude ver atónita como esa cosa se introducía dentro de su amante y como ella lanzaba gemidos mezcla de dolor y placer, a cada momento me estaban calentando cada vez más, cerré mis ojos excitada y sin proponérmelo llevé mis manos a mi entrepierna.
No podía despegar los ojos de Cofrade, como usaba su herramienta para bombear en aquel sexo, ese ruido a chapoteo llenando el ambiente acompañado a los gemidos de la mujer, el rítmico PLAS PLAS PLAS al chocar los dos cuerpos llegaba a mis oídos; dios como disfrutaba esa mujer, me estaba masturbando como si fuera una chiquilla imaginando ser yo a quien cofrade penetraba, lejos de asquearme la idea, me calentó mas.
La mujer entre gemidos pedía más, cofrade hundió sus dedos en aquellas nalgas y la chica lanzó un gemido tan fuerte que no me extrañaría que los vecinos llamaran a la policía, cofrade tiro de sus cabellos rubios obligándola a girar y en ese momento mi mundo se cayó.
Aquella mujer que giraba su cuerpo poniéndose de rodillas, para coger el pene con ambas manos masturbarlo y abriendo su boca devorarlo, era mi madre, si era ella; tenía una sonrisa diferente, chupaba deseosa esa vara de carne como si fuera lo único en el mundo con una devoción ajena a una mujer refinada de su nivel cultural, pero era ella.
Estaba petrificada, lo peor es que mis dedos seguían moviéndose en mi sexo, estaba alcanzando un potentísimo orgasmo mientras veía a mi madre recibir chorros de semen en su rostro y boca.
Solo una idea llenaba mi cabeza mientras finalizaba mi orgasmo: La "zorrita" de Cofrade... Era mi madre.
FIN????
Nuestra vida ha sido tranquila a pesar de todo, por desgracia esto ha cambiado desde hace unos meses desde que mi madre se hizo pareja de cofrade, un hombre de 45 años a quien desde que lo conocí no me inspira confianza alguna, es un hombre de 180, corpulento, de facciones toscas que debe cuidarse en el gym, lugar donde conoció a mi madre.
Hablaré de mi madre, ella es rubia, blanca de piel, unos ojos pardo preciosos y un bien formado cuerpo que mantiene a base de dieta permanente y gimnasio. Yo soy un poco más baja que mi madre y de contextura más delgada, propia de mi edad.
Era domingo por la mañana, recién me levantaba a las 10 am y luego de una ducha, bajaba a tomar desayuno mientras escuchaba a mi madre conversar con alguien muy risueña.
-No puede ser ya estaba aquí tan temprano?- pensé para mi misma, baje molesta al verlo abrazar por la espalda a mi madre quien preparaba el desayuno. Salude secamente mientras cogía unos panes y me excuse con una visita al gym.
Pase la mañana quemando calorías y almorzando con unas amigas, coqueteamos con unos chicos como de costumbre por la tarde en un centro comercial y ya para las 6 de la tarde retornaba a casa super cansada esperando que el cofrade ya se hubiera ido de mi casa.
Llegue rápidamente a casa. Esperaba poder descansar tranquila puesto que mi madre me había mandado un mensaje diciéndome que iría de compras y demoraría.
Subí las escaleras directamente a mi cuarto, pero a mitad de camino me detuve. Había oído algo, eran ruidos desde la sala, ¿acaso no había nadie? Me acerqué a la sala con la intención de ver si era un ladrón quien estaba en casa, pero nada más ver quien era me quedé muda.
Era cofrade estaba de pie, sin camiseta. Tenía tanto odio hacia su persona que nunca me había dado cuenta del cuerpo tan definido que tenía ese hombre. Desde mi ángulo no se veía mucho más pero, tras situarme para ver mejor, casi grito de la impresión, ¡Estaba completamente desnudo! Y no solo eso, ¡No estaba sólo!
No era difícil saber que le hacía su acompañante por la cara de bobo que ponía, la respiración agitada y los gestos que hacía, se la estaban chupando.
Cofrade acompañaba los vaivenes de su amante con la mano sobre su nuca, marcándole el ritmo.
- Eso es, zorrita... Trágatela entera... - Susurraba cofrade
Ese cabrón se había traído a una zorra a casa, aprovechando que mi madre no estaba... Era obvio porque mi madre nunca consentiría que la llamaran zorrita, pero ya se había jodido, ni bien vuelva mi madre se lo contaría y ella iba a poner el grito en el cielo, por lo menos no volvería a ver a ese infeliz.
Por un momento quise entrar y gritarle su atrevimiento, pero un gemido de la mujer me causó una extraña sensación, la respiración agitada de Cofrade, así como el húmedo sonido producido entre el pene de él y la garganta de ella. Los sonidos propios de una mamada, me terminaron excitando.
- Has mejorado mucho desde la última vez. - Decía él. - Ahora te cabe entera.
Al decir eso empujó la cabeza de su "zorrita" contra su pene y la obligó a mantenerla hasta dentro durante varios segundos. La mujer se agitó un poco, debía costarle respirar y, cuando Cofrade la soltó, tragó una enorme bocanada de aire.
- Esa es mi zorrita, estás hecha una verdadera traga-penes. Te gusta chuparmela, ¿Verdad?
Como respuesta, la mujer volvió a meterse el rabo de Cofrade en la boca y, por como sonaba, lo hacía con ansia. Estuvieron unos minutos más, hasta que Cofrade tirando de sus cabellos hacia atrás le ordenó que parara, ese tipo era una bestia por tratar así a esa mujer, pero al parecer lo disfrutaba, simplemente no lo entiendo.
- Para un poco, zorra. Quiero hacértelo como la puta que eres. Tiéndete aquí. - la mujer bastante solicita, se acomodó de la manera que el cofrade le había ordenado, ella debía ser una cualquiera para dejarse tratar así, me acomode mejor para que ellos no me vieran.
- Veo que has sido obediente y te has depilado como te ordené. Ahora prepárate que vas a recibir tu premio.
En este momento pude ver mejor a la pareja porque cofrade estaba de lado y su pareja estaba con los pies en el suelo y el cuerpo apoyado en el sofá, lo que dejaba su sexo expuesto y ofrecido, desde ahí pude apreciar que tenía su sexo depilado, pero hubo otra cosa que me dejo impactada: el pene de cofrade estaba bien parado, hinchado y era grande, bien grande, comparándola con la herramienta de mi enamorado, ¿acaso le metería todo eso? ¡Pobrecita la partida!
Cofrade usaba su pene para darle golpecitos a las nalgas de la mujer, mientras ella separaba más sus piernas y arqueaba su cuerpo ofreciendo su sexo. Pude ver atónita como esa cosa se introducía dentro de su amante y como ella lanzaba gemidos mezcla de dolor y placer, a cada momento me estaban calentando cada vez más, cerré mis ojos excitada y sin proponérmelo llevé mis manos a mi entrepierna.
No podía despegar los ojos de Cofrade, como usaba su herramienta para bombear en aquel sexo, ese ruido a chapoteo llenando el ambiente acompañado a los gemidos de la mujer, el rítmico PLAS PLAS PLAS al chocar los dos cuerpos llegaba a mis oídos; dios como disfrutaba esa mujer, me estaba masturbando como si fuera una chiquilla imaginando ser yo a quien cofrade penetraba, lejos de asquearme la idea, me calentó mas.
La mujer entre gemidos pedía más, cofrade hundió sus dedos en aquellas nalgas y la chica lanzó un gemido tan fuerte que no me extrañaría que los vecinos llamaran a la policía, cofrade tiro de sus cabellos rubios obligándola a girar y en ese momento mi mundo se cayó.
Aquella mujer que giraba su cuerpo poniéndose de rodillas, para coger el pene con ambas manos masturbarlo y abriendo su boca devorarlo, era mi madre, si era ella; tenía una sonrisa diferente, chupaba deseosa esa vara de carne como si fuera lo único en el mundo con una devoción ajena a una mujer refinada de su nivel cultural, pero era ella.
Estaba petrificada, lo peor es que mis dedos seguían moviéndose en mi sexo, estaba alcanzando un potentísimo orgasmo mientras veía a mi madre recibir chorros de semen en su rostro y boca.
Solo una idea llenaba mi cabeza mientras finalizaba mi orgasmo: La "zorrita" de Cofrade... Era mi madre.
FIN????