La Bordamalo se quitó porque ya nadie pagaba capricho en Perusalém. Eran 400 mangos para una atención hasta el culo, peor aún estando ella tan rica y bonita. No dejaba que le chupes las tetas, era relojera y mecánica. Claro, te comías un hembrón, pero al final, por el trato, no los merecía. Solo pagaban capricho aquellos para quienes 400 mangos era como gastar 20 soles, pero ya si con eso te podías conseguir una kine más joven y guapa y de mejor atención, para qué te irías con la Bordamalo ¿no?
Había paganinis que, según me contó cuando me atendí con ella en Miraflores, hasta se quedaban a dormir con ella. Imagino que por la situación económica ya nadie estaba dispuesto a gastar tanto por tan poco. En especial porque ya estaba en sus treinta y tantos. Una lástima, porque es la kinesióloga más mamacita y bonita que me he comido (y eso que puteo hace veinte años), pero, nuevamente, su trato siempre ha sido inversamente proporcional a su físico: hasta el perno. Si de cuerpo y cara era un 9, de trato era un 3.