Esta historia es verídica y bastante grotesca.
Primero me gustaría entrar un poco en contexto. Vivo hace 15 años en Europa, primero estuve en Alemania, luego un tiempo en Inglaterra y hoy en día vivo en Holanda, como muchos paisanos, migré primero como estudiante y luego conseguí un trabajo. En Perú siempre viví con mi madre, hasta que ella falleció y luego viví en casa de mi padre, pero casi no tuve contacto con él ni mucho menos con la familia paterna.
Hace unos años (poco antes del COVID) volé a Madrid por una semana para ver un cliente y de pasada visitar un viejo amigo que había migrado unos años antes. Mi cumpa, un putero empedernido, me llevó, después de las chelas de rigor, a un departamento de chicas malas. Después del desfile oficial, me decanté por una "colombiana" con un tatuaje de ave fénix en el hombro, Melissa, una chica de unos 21 años era alegre pero algo reservada en su trato. Después de una palabras, me entraba la duda si era realmente colombiana, usaba muchas palabras que no usan en Colombia y el acento me parecía un poco fingido. No dije nada al respecto, la muchacha conocía muy bien su trabajo, era delgada, alta (1.70m), su cabello largo y lacio hacían un hermoso contraste con su piel blanca. Después de unas palabras, empecé a besarle los pechos, acariciar su conchita y terminó besándome, como estaba ebrio no puse ninguna objeción, terminamos cachando en distintas posiciones, cuando sonó la alarma (media hora) le dije que me gustaría pagar la hora entera, porque me había gustado y quería un "segundo round". Todo fue sin novedad, un polvo más en la vida de uno.
Pasó la semana y, antes de irme, le dije a mi cumpa para visitar nuevamente a las chicas malas y que preguntase por Melissa, la "colocha". Mi cumpa confirmó y nos arrancamos de nuevo al departamento, esta vez, ya la colochita me estaba esperando, sin más preámbulos le pedí la hora completa y empezamos, después de polvo teníamos unos minutos y me confesó que no era colombiana sino perucha, le dije que vivía en Holanda y si un día se animaba le podía hacer un tour, intercambiamos números y así terminó el tiempo.
De cuando en cuando le enviaba un whatsapp y conversábamos de cualquier anécdota. Un día me confesó que ya su tiempo en España había terminado e iba regresarse a Perú a seguir con sus estudios, le ofrecí que se venga a Ámsterdam para un pequeño tour, le dije que le enviaba el pasaje y que podía quedarse en mi depa, al principio estuvo dudosa, pero aceptó, le compré el ticket y llegó un viernes de junio. Le hice conocer Ámsterdam, La haya, Rotterdam, fuimos a Bélgica, en fin y claro tiramos de los más rico, se quedó cuatro días, incluso me tomé un par de días de vacaciones, finalmente se fue y quedó como la anécdota para contar entre amigos, yo ya estaba en mis treinta y tirarme una chibola de 21 siempre recargaba el ánimo a uno. Después de nuestra cortísima aventura de amor y muchos sexo, intercambiamos mensajes un par de veces más y luego perdí el contacto.
Hace unos meses regresé a Perú por un tema herencia. Casi por compromiso fui a visitar a mi padre, él casi me rogo para que vayamos a visitar a sus hermanas, no quise ser tan mal educado, al fin y al cabo, mi padre me había pagado mis estudios superiores en Perú. Vi a mis tías, recordaron que me habían visto una vez cuando era niño, yo no las recordaba en absoluto, me presentaron a una de mis primas, mi prima era mayor que yo, me comentó que su hija estaba estudiando y que había hecho unas prácticas en España y estaba pensando ir a Alemania, le dije a mi prima que ya no vivía en Alemania, pero podía orientarla con el tema de estudios, residencia y eso. Mi prima se dirigió rauda a la escalera y gritó: "Adrianita, hijita, ven, el primo que vive en Alemania está aquí, baja para que lo conozcas". Puta mare! casi me caigo de espaldas, la "colochita Melissa" bajaba las escaleras, con una sonrisa que rápidamente cambió como si hubiese visto un fantasma.
Apenas si pude pronunciar unas palabras "hola sobrina, qué gusto conocerte", "hola tío, mucho gusto" respondió. Durante el almuerzo apenas si cruzamos miradas, habían pasado poco más de dos años desde que se estaba atragantando con mi pinga en su boca, en mi mente se repetían los episodios de sexo en mi apartamento y en un par de hoteles que estuvimos. Melissa o Adriana terminó su almuerzo como pudo, y se despidió a la volada. Aún no se exactamente cuando regresaré a Perú, tampoco estoy seguro si habrá una segunda invitación de mi familia paterna.