El día que me tiré a una virgen.

Buen día a todos por aquí, cófrades. Espero les guste mi historia.
Éste era el primer día del comienzo de un nuevo ciclo en la universidad. Recuerdo llegué un poco tarde a la clase y tuve que sentarme en la parte de atrás, cosa muy rara en mí. No atiné a ver quiénes se sentaban cerca de mí porque mis amigos no andaban por ahí. Recuerdo haber atinado pocos minutos después de haberme sentado, tras la llamada de atención por parte del profesor, a voltear mi rostro hacia la señorita que se sentaba a mi costado. Era una linda muchachita de piel canela, ojos redondos y grandes, figura esbelta, senos que reclamaban constante atención y se escondían tras su escote y unas piernas que, deliciosamente, se mostraban ante la vista de los espectadores maliciosos. Por un instante sentí que ella me miró también. En un momento de la aburrida clase le pedí algo, no recuerdo qué, y atiné a sonreírle, siendo gratamente correspondido. ¿Cómo te llamas? le pregunté. María Alejandra, me respondió, pero me gusta más que me llamen Mara… Desde ese momento me dije a mí mismo que, no sabía cómo ni en qué circunstancias, debía meter a esa hermosa muchacha en mi cama. Los días posteriores me hice amigo de ella y solíamos sentarnos juntos en aquella clase que, para variar, la dictaba un cura con los ánimos algo exacerbados.
Un día el cura comenzó a hablar, no sé por qué llegó a ese tema, de la fornicación. Aquel que ha fornicado sentirá las llamas del infierno y bla, bla, bla…Yo la miré y le sonreí. Tendré que ir acostumbrándome al fuego, comenté de forma ocasional y ella sonrió pícaramente. Luego de eso comencé a hablar de sexo con ella. Yo no sé lo que se siente eso, me dijo, ¿no duele?...No si estás mojadita, le contesté, yo te enseño si quieres…Solo atinó a sonreírme. Me despedí de ella y cuando había ya caminado cerca de una cuadra me llamó y me dijo que dentro de una hora sus padres iban a salir y que no quería estar sola. Te acompañaré entonces, le dije yo maliciosamente.
Sabía que el momento había llegado. Había soñado tantas veces con ese cuerpecito redondeado, con sus senos y su pubis de virgen, con recorrer todo su cuerpo que ese día pude sentir la más pura emoción que jamás sentí en toda mi vida. Recurrí a la paja mientras me bañaba pensando en ella. Salí apurado de casa y en diez minutos ya estaba tocando el timbre de su puerta. Me abrió ella misma. Tenía puesto un escote que obligaba a sus deliciosos senos a pedir a gritos que alguien los saque de ahí y tenía puesta una faldita que no dejaba un ápice de lugar a la imaginación. De pronto, y sin previo aviso, me besó y pude deslizar mi lengua sobre la suya y, de a pocos, comencé a recorres con mis manos sus piernas, luego sus senos, suaves y fríos, le saqué las prendas y su cuerpo desnudo era una maravilla. Me voy a tirar a una virgen, pensé. Recorrí con mi lengua sus pezones erectos y la escuché gemir de placer, bajé luego a su sexo y deslicé mi lengua mientras ella seguí jadeando y gimiendo. Luego, ella se puso de pie y me tumbó sobre el sofá, me bajó los pantalones y comenzó a besar y lamer mi pene. Es torpe, pensé, no importa. Su pequeña lengua acariciaba el glande y recorría todo mi falo, degustando a placer y a desparpajo. Qué rico que es esto, me dijo. Después de un rato, me preguntó ¿me la metes?...No lo pensé un minuto y la cogí sentándola sobre mi miembro, buscando torpemente su sexo escondido y virgen. Lo hallamos y el momento de la penetración fue el momento de gloria jamás pensado. Gimió entre el dolor y el placer y, tras muchos movimientos, solo era placer. Me gusta mucho,, gemía, es lo mejor que me ha pasado…Yo besaba y acariciaba sus senos de virgen mientras ella cabalgaba y aprendía cómo encontrar su máximo placer. Luego, la eché en su sofá y encima de ella, comencé a penetrarla de manera más ruda y sin piedad. Jdeaba y gritaba de tal forma que por un momento pensé que podían habernos escuchado los vecinos. Finalmente, y a pesar de no haberlo querido, me vine, y estuve a tiempo para hacerlo es sus senos mientras su rostro angelical me miraba y me decía qué rico había sido esto, por qué no lo habría experimentado antes. Nos duchamos los dos y volvimos a repetir la faena en la ducha, luego nos cambiamos y al momento de despedirnos me preguntó: Hoy no será la única vez ¿verdad?

 

Cofrade muy buen relato. Una gran experiencia para los dos.

 

Buen relato cofra, gracias por compartirla.

 

q buen relato cofra haber si la presenta jjajaja Diablito

 

cofrade le siguio dando a la femina supongo?

 

Buen relato publicaste me gusto

 

Muy bueno el relato cofra gracias por compartirloo