UN VIAJE DE TRABAJO Y LA ROPA INTERIOR QUE ME ENCENDIÓ

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por RENZO SALAS, 1 May 2025.

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Quieren la segunda parte y un videíto del encuentro??

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    RENZO SALAS

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    Nunca pensé que aquel viaje rutinario por trabajo terminaría sacudiendo mis días. Había viajado tantas veces por proyectos similares, tantas reuniones idénticas, que ya nada parecía sorprenderme. Hasta que apareció ella, una chica guapa de unos 24 -25 años.

    La reunión estaba pactada para tres, cada uno iba en representación de la empresa que nos había enviado, pero el tercero nunca llegó. Así que quedamos solos: ella, con su energía fresca, con esa sonrisa ligera y curiosa, y yo, un hombre de base cuatro, curtido por los años, la experiencia, el trabajo… pero todavía con hambre de momentos que lo sacudan a uno por dentro.

    Cuando terminó la reunión, no quise que se acabara ahí. La invité a almorzar. Fue un impulso, pero uno que no me arrepiento de haber seguido. Durante el almuerzo hablamos de todo: trabajo, viajes, gustos, tonterías. Me gustaba cómo me escuchaba, cómo reía. No había prisa, ni necesidad de impresionar. Solo una conversación que fluía. Al despedirnos, solté una frase sencilla, pero que llevaba intención:

    —Si necesitas algo, estoy cerca. Escríbeme sin dudar.

    Claro que terminé escribiéndole yo primero. A las cinco le mandé un mensaje. Sabía que tenía que intentarlo.

    La tensión estaba ahí, flotando, apenas disfrazada de cortesía. Me respondió enseguida. Conversamos. Le propuse salir a caminar, a distraernos. Al principio dudó, dijo que estaba cansada, pero mientras seguíamos escribiéndonos, yo sentía cómo esa puerta se abría poco a poco.

    A las seis y media ya estaba en su hotel. No sé cómo, pero me dejaron subir directamente a su habitación. Cuando abrió la puerta, ella traía una toalla en la cabeza y estaba medio cambiada. La miré, sonreí de lado, entré con esa seguridad que dan los años, la experiencia. Mientras conversábamos, vi en el suelo un calzón suyo, pequeño, caído como por accidente. Lo levanté entre dos dedos, con media sonrisa:

    —¿Siempre los dejas así?

    Ella rio, con ese rubor cómplice que encendía más que mil palabras.

    Salimos a caminar. Compartimos tragos, palabras, coqueteos. La conversación empezó a volverse íntima.

    No se porque pero le hable de su ropa interior, y eso dio pie a que de a pocos empezáramos un dialogo de lo que nos gustaba sentir, de los pequeños placeres de la piel. Le confesé que usaba calzoncillos ajustados “para sentir más”. Ella me miró, traviesa, admitiendo que también le gustaba que se notara lo que llevábamos debajo. Nos estábamos desnudando con palabras.

    Cuando regresamos al hotel, lancé la excusa perfecta:

    ¿Quieres que te ayude a arreglar tu cuarto? Capaz quedó más ropa suelta… Esa fue la excusa perfecta. Subimos. En la habitación, entre risas y palabras que cada vez se volvían más cercanas, surgió la pregunta:

    Arriba, la habitación ya era un territorio nuestro. Entre risas y miradas, de pronto el ambiente se sentía rico y de pronto me dijo y tú qué llevas puesto hoy? ella coquetamente quería ver mi ropa interior, me baje suavemente el cierre de mi pantalón y me abrí el pantalón apenas, dejando que viera mi calzoncillo plomo.

    Ella se lentamente se acercó con una mirada fija, levantó mi camisa, me miró directo, deseosa. Cuando sentí su mano sobre mí, pasando los dedos por la tela, ya no hubo vuelta atrás, porque me hizo un oral, intenso, yo ahí podía percibir su respiración agitada, pero no cesaba en mamarme la pinga con intensidad.

    Me dejé llevar, deslicé mi mano dentro de su calzón. La humedad me recibió, cálida, ansiosa. Nos desvestimos con urgencia contenida. En la ducha, bajo el agua tibia, la sentí arrodillarse, tomarme en la boca, lamerme lento, profundo, hasta arrancarme jadeos.

    Pasamos a la cama. le abrí las piernas con firmeza, bajó y me hizo un oral como pocos saben hacerlo. Me succionó justo ahí, me lamía con ritmo, sin apuro, como si me estudiara con la lengua. Cuando la penetró, primero empecé despacio. Excitado podía contemplar ligeramente sus curvas, sus tetas bien duras y redondas, y la vagina bien lubricada me envolvía. Me sentía completamente dentro de ella. le hablaba al oído, le decía lo rica que estaba, y ella me pedía mas duro, y sentía mi cuerpo estremecerse con cada embestida era más profunda, más suya.

    Me miró. Se giró. y se ofreció. No hizo preguntas. mientas la cachaba de cuatro contemplaba su hermoso trasero y la explore con mis dedos la preparé. la besé la espalda, la abrí con los dedos, con mi lengua, le hice con paciencia, con esa mezcla de fuerza y cuidado que la tenia dentro.

    Cuando de pronto le pregunté pegado al oído si podía ir darle por el culo.

    Ella no lo dudó. Me se puso en cuatro y me ofreció su culo que ya estaba ligeramente dilatado, y yo la tomé con paciencia, con cuidado, con esa mezcla de fuerza y ternura que sé usar bien. Gritó, se aferró a mí, a las sábanas, a mi voz. Sentí cómo vibraba bajo mi cuerpo, cómo se rendía al momento, cómo me pertenecía solo esa noche.

    Ella gritaba a medias. Me movía con suavemente, mientras ella se aferraba a las sábanas, a mi cuerpo, al decirle putita muévete mas ella se sentía sumisa. Sentí esa noche fue más que sexo. Fue conexión. Fue con una chica quien doblaba la edad, era una mezcla de experiencia con deseos de su cuerpo, ella susurraba lo bien que se sentía mi pinga.

    La hice venir más de una vez. Y cuando finalmente caímos rendidos, entre sábanas desordenadas y toallas húmedas, mientras su respiración tranquila rozaba mi piel trigueña, pensé: lo que empezó con un simple calzón en el suelo… terminó convirtiéndose en una noche que ninguno de los dos iba a olvidar.

    Esa fue una experiencia que quería compartir con ustedes, espero les guste adjuntare unas fotos, pues soy un aficionado en escribir sobre experiencias reales que despiertan los sentidos. Me apasiona explorar nuevas formas de disfrutar la sexualidad con respeto, juego y complicidad. Si alguna chica se siente curiosa, abierta a experimentar, a explorar su cuerpo, y algún día le gustaría ver su historia escrita… no dudes en contactarme. Quizá lo que empieza como una conversación termine convertido en palabras que hagan vibrar a otros.
     

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    RENZO SALAS, 1 May 2025

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