Los viernes de Melissa

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por Dangolla, 8 Jun 2025 a las 00:12.

?

Estoy explorando la idea de ofrecer una zona VIP con acceso a fotos, videos y contenido exclusivo. ¿

  1. ¡Sí! Quiero ver todo ese contenido exclusivo.

    6 voto(s)
    66,7%
  2. No sé si ahora, pero no quiero quedarme afuera

    3 voto(s)
    33,3%

    Dangolla

    Recluta

    3%
    Mensajes:
    2
    Me Gusta recibidos:
    5
    Puntos de trofeo:
    1
    received_451451426492127.jpeg
    Más que una descripción, les dejaré un nombre para que busquen en redes sociales un ejemplo; así es ella físicamente. La historia está inspirada en un hecho real.
    _*****_ Bueno quise poner primero una red social de una persona, pero por lo visto me puedo meter en problemas legales. Por motivo a eso, si desean una descripción mas visual me escriben a mi correo de fans y les enviare una foto: [email protected]
    POSDATA: No fastidiar o ir a escribirle a la persona, de lo contrario no podré seguir contando relatos más profundos llenos de realidad.
    "La persona puesta en ejemplo es meramente interpretativa, no se conoce ni hace referencia al relato".
    Desde hace unos meses, los viernes dejaron de tener sabor. Antes, me entusiasmaban. Sabía que Melissa estaría sonriendo al final del día, con su bolso de deportes al hombro, hablándome de jugadas, de risas con sus amigas, de cómo había dado un buen pase o se había resbalado en el barro. Melissa... mi novia. Dulce, tímida, un poco callada, pero con una sonrisa que derretía hasta al más duro. Estudia cosmetología, pero los viernes los dedica a algo muy diferente: fútbol mixto.
    Uno de esos viernes, como a las 8 de la noche, pasé a recogerla. Me dijo que se quedaría conversando con unas amigas, así que esperé. Cuando la vi salir, noté que caminaba extraño. Tenía las rodillas rojas. Se lo pregunté.
    —“Me caí jugando”, dijo, sin mirarme directamente.
    —“¿Otra vez?”, respondí con una media sonrisa.
    Escuché que una de sus amigas se rió. No le di importancia… en ese momento.
    Con el tiempo, empecé a notar patrones. Algunas noches, Melissa evitaba el tema del fútbol. Su mochila estaba desordenada. Una vez, encontré una botella de perfume que nunca le había visto usar. Decía que era un regalo. Empecé a sentir algo raro: no era exactamente celos. Era una inquietud, una punzada detrás del estómago. Algo no encajaba, pero no quería ser paranoico.
    Hasta que un viernes decidí ir más temprano.
    Llegué a eso de las 6:10, y no fui al parque como siempre. Me quedé observando desde lejos. El campo estaba medio vacío. Vi a algunos chicos retirarse, algunos hablando en grupos reducidos. Caminé con cautela, bordeando la zona, pasando entre arbustos y árboles que rodeaban el campo. Fue entonces cuando escuché voces. No gritos, no risas... murmullos. Me acerqué con cautela, sintiendo cómo el pecho me latía con fuerza. Me oculté entre arbustos altos, y desde ahí los vi. Melissa. Mi Melissa. Arrodillada.
    Estaba frente a él, a ese tipo al que siempre vi demasiado cerca de ella.
    Tenía la cabeza inclinada hacia adelante, sus manos apoyadas suavemente en los muslos de él. Vi cómo Melissa se acercaba, hasta dejar a la vista el miembro de aquel tipo, No voy a decir que tenía un gran pene, pero era considerable como para ahogar a mi dama; a tal punto se detenía por momentos, respiraba hondo, luego retomaba. Como si saboreara su entrega. Como si lo disfrutara. En un instante, él deslizó su mano por su cuello y le bajó ligeramente el tirante de la camiseta. Vi sus pechos asomarse brevemente, suaves, expuestos al aire frío de la tarde.
    Melissa no se cubrió. No se sobresaltó. Simplemente siguió.
    Como si ese rincón oculto fuera su lugar seguro… con él. Me sentí atrapado entre dos impulsos: el de salir corriendo a gritar su nombre y el de quedarme ahí presenciando la escena hasta el final, como si una parte enferma de mí necesitara ver hasta dónde llegaba su traición. Mis emociones eran una mezcla absurda de rabia, deseo y humillación. Estaba celoso… pero también, en lo más profundo, excitado. ¡Como si mi dolor se mezclara con una especie de castigo autoimpuesto!
    Melissa, a tal punto era su entrega que dejaba con espesa espuma y viscosa sustancia en aquel pene, con un fanatismo increíble, pura entrega, Melissa mirándolo y transformando su mirada de una tierna y angelical chica decente a toda una maldita puta jala huevos, trola experta,. Para serles sincero, nunca la había visto tan impúdica hasta en aquel momento.
    La agarró de la cabeza. Cuando él terminó la entrega de su esperma, fue directo a la boca de mi Melissa; ella alzó la vista hacia él. Sonrió con ternura. Tomó una servilleta, se limpió los labios con naturalidad, se arregló el cabello y se puso de pie como si nada. Ni una mirada a su alrededor. Ni un gesto de culpa. Solo paz.
    Yo, en cambio, seguía ahí. Hundido. Paralizado como una sombra, testigo de mi propio reemplazo.
    Pero ahí no termina el espectáculo; después de un descanso, conversar y compartir unos bocadillos, vi como ellos conversaban en voz baja, casi imperceptible. Desde mi escondite, solo podía ver el movimiento de sus labios, sus gestos, las miradas que se cruzaban. No escuchaba nada, pero algo en el lenguaje corporal de Armando lo decía todo: insistencia disfrazada de ternura. Melissa, en cambio, tenía el ceño levemente fruncido, y aunque negaba con la cabeza, su expresión no era firme… era incierta.
    Entonces ella giró un poco, dándole el trasero. Se movía con una suavidad provocadora. Melissa tenía esa forma natural de atraer las miradas, de despertar algo que no sabías que sentías hasta que lo veías reflejado en otro. En él.
    Vi cómo Armando se acercó más, rozándola con su pene erecto. Sus movimientos eran lentos, cuidadosos, como si jugara con un límite.
    El vaivén de sus caderas marcaba un compás lento y deliberado, como si cada movimiento estuviera diseñado para tentar, para provocar… y para enloquecer a quien tuviera el privilegio. Y ahí estaba él, tan cerca que rozaba sobre su enorme trasero, como si la estuviera probando… "Sin poseerla, condenado a perderse en el deseo, rozaba el límite, pero jamás lo cruzaba". No escuché palabras, pero vi el desenlace. Un temblor leve en sus cuerpos. Un gesto contenido. Y luego… silencio.
    Ella no se dio la vuelta. No lo miró. Solo se acomodó la ropa lentamente, con una calma desconcertante, como quien guarda un secreto en la piel. Después de la función, me temblaban las manos. La cabeza me iba a mil. Me costaba respirar. Pero tenía que calmarme. Tenía que hacerlo… porque, por enfermo que suene, esta vez quería entender qué sentía al estar en medio de todo eso. Quería ver hasta dónde llegaba mi propio límite O si tenía uno.
    Quería saber si Melissa tenía su propio límite; quería saber si era la puta que observé con mis ojos.
    Cuando vi a Melissa, la saludé como siempre. Con la misma voz. Con la misma cara. Y aun así, me miró raro. Como si algo en mí se hubiera quebrado aunque yo lo disfrazara bien.
    —¿Te pasa algo? —me preguntó.
    —Nada —le dije.
    Y seguimos. Caminamos como siempre. Hablamos como si nada. Como si no la hubiera visto arrodillada unas horas antes. Como si mi cabeza no estuviera gritando por dentro.
    Al llegar a casa, le dije que se quedara a dormir conmigo. Me miró un segundo y asintió, como si no pasara nada. Como si el día hubiera sido uno más.
    Ella tenía su costumbre: dormir viendo series en mi celular. Siempre con ese cuidado sutil… pero esta vez, tuve un plan. Le pedí su teléfono para buscar una serie que no estaba en el mío. Se lo di a entender como si fuera lo más casual del mundo.
    Ella se quedó dormida a la media hora. Como siempre.
    Ahí fue cuando lo hice.
    No esperé mucho. Fui directo. Y no encontré un mensaje…
    Encontré varios.
    Muchos.
    Conversaciones guardadas.
    Fotos.
    Horas.
    Fechas.
    Todo lo que no debía ver estaba ahí. Y aun así, no podía dejar de mirar.
    Todo estaba ahí. No tuve que buscar mucho. Los chats con ---Armando--- estaban fijados arriba. Había audios.
    La escuché.
    Su voz… dulce, suave, pero diferente.
    Conmigo hablaba bajito, tierna. Con él sonaba ansiosa, un poco agitada. Viva.
    En mensajes anteriores:
    Le decía que no podía creer lo que había hecho. Que fue raro… pero que al final, le gustó.
    Que al principio tuvo miedo, que le temblaban las piernas.
    Que era su primera vez haciendo sexo oral con alguien más que no fuera yo.
    Y que se sintió sucia… pero también libre.
    Libre.
    Esa palabra me reventó el pecho.
    Había fotos. 3 fotos, una de espaldas: ella de espaldas, en ropa interior, dejando ver parte desnuda de su trasero, sentada sobre lo que parecía ser el asiento de un auto.
    No se le veía la cara, pero sabía que era ella. La forma de su espalda, ese lunar cerca de la cintura. Mi Melissa. Mi novia.
    La otra foto era una selfie, tomada desde arriba, como esas que uno se toma sin pensar demasiado…
    Melissa estaba sentada en el césped. Llevaba una blusa delgada, de esas que apenas cubren. El tipo de tela que, con la luz correcta, no perdona nada. Y en ese momento, todo estaba claro. El contorno de sus senos se dibujaba con precisión. Sus pezones se marcaban nítidos bajo la tela, tensos, vivos. El escote bajo dejaba ver la curva suave de su pecho, sin caer en lo obvio.
    La tercera imagen me agarró desprevenido.
    No tenía nada que ver con las anteriores. No había contexto, solo un mensaje encima:
    "¿Qué opinas? "¿Crees que me queda el color negro?"
    La foto…
    Ella.
    De espaldas.
    Arrodillada sobre la cama en cuatro. Llevaba puesta una tanga negra, delgada, con esos dobles tirantes que cortan la cintura como si fueran parte del diseño... o parte del juego. Su cuerpo estaba ligeramente girado, lo suficiente para insinuar todo. Una mezcla entre inocencia y algo más…
    Expuesta en la cámara de otro.
    Con esa confianza silenciosa que nunca me mostró así.
    Encontré un video, pero no un video que manda ella, sino el.
    Él le manda el video y le escribe:
    —¿Te acuerdas de esto?
    En el video se ve cómo ella, desde arriba y frente a la cámara, lo está complaciendo íntimamente. Estaba dando un sexo oral; se veía claramente cómo subía y bajaba, cómo lo metía todo a la boca y lo volvía a sacar.
    Ella responde casi de inmediato, la voz con un dejo de ansiedad y firmeza:
    —¿Qué estás haciendo? ¡Borra eso ahora mismo! Te dije que no guardaras nada, esto es una vergüenza...
    Él no se inmuta y responde con tranquilidad desafiante:
    —No va a pasar a nada, relájate.
    Pero ella no cede, la frustración y el miedo en su tono:
    — La próxima vez no te dejo grabar ni un segundo, ¿entendiste?
    Él, con un dejo de certeza casi retadora, asegura:
    —No te preocupes, nadie va a verlo. Confía en mí.
    Y había más.
    Un mensaje que no pude borrar de mi cabeza:
    "¿Te gustó más que con él?"
    Ella respondió con un emoji. Uno de esos que no dicen nada… pero que insinúan todo.
    Después, un
    "No sé… Me dejé llevar".
    Me dejé llevar.
    Así lo resumió.
    Después de terminar de ver los mensajes con Armando, me dirigí a ver los siguientes mensajes,
    Vi mensajes en dos chats que me llamaron la atención: uno con Miguel y otro con Martín.
    En el de ----Miguel----, al principio todo parecía conversaciones normales… hasta que empecé a subir más. Ahí encontré cosas como:
    “La pasé rico hoy”,
    “Extraño la noche que tuvimos”,
    “La sabes chupar demasiado bien”,
    y hasta uno que decía:
    “¿Cómo aprendiste?”
    Y ella respondió sin pensarlo mucho:
    “No sé… práctica”
    “Con varios, la verdad jajaja”
    “Nah mentira… o bueno, no tanto ”
    “¿Te gustó así, o te lo hago más lento la próxima?”
    “Es que contigo es diferente… me dan ganas de hacerlo mejor”
    El luego contestó, con una mezcla de curiosidad:
    “¿Cómo así? ¿En serio has probado muchos penes?”
    “No pues… o sea, lo normal.”
    “Tampoco es como que ande con cualquiera.”
    “Pero no sé por qué me haces esas preguntas…”
    “Si lo hago contigo, es porque quiero estar contigo. Lo que hice antes no debería importar, ¿no?”
    Igual, si aprendiste con otros y ahora todo eso me lo das a mí… bien por mí.
    Solo no te vayas a olvidar quién es el que te lo hace mejor ahora.
    “Jajaja, ¿seguro que soy yo la que no se olvida?” escribió, con ese toque desafiante.
    Más arriba en la conversación, encontré mensajes que dejaban claro lo que había quedado pendiente entre ellos. Por ejemplo:
    “Hoy no vemos en la fiesta, ¿no?”
    Y luego él le escribía con ese tono seguro y provocador:
    “Lleva falda corta. Ya sabes que hoy de postre vas a recibir algo especial…”
    Ella respondía con risas y un emoji coqueto, dándole a entender que la espera valdría la pena.
    El juego entre ellos era evidente, cargado de deseo y promesas que solo ellos entendían.
    Ahora en el chat de ----Martin---- parecía que había mas que solo mensajes, parecía un juego de sadomasoquismo y un juego fantasioso que jugaban ellos.
    Martín: “Hoy serás mía. Ya sabes que tengo esos videos tuyos rebotando encima mío.”
    Martín: “Más te vale que llegues puntual.
    Ella parecía disfrutar ese juego porque no tardó en responder, mostrando una mezcla de disposición y curiosidad:
    Ella: “Claro, estaré ahí. ¿Qué quieres que lleve?”
    Martín: “La tanga corta, y un vestido que se note todo, ya sabes que me gusta verte putona. Nada más.”
    Martín: Eres mía, y vas a demostrarlo.”
    Ella respondió sin dudar:
    — Está bien papi, como tú ordenes.
    Ella empezó a enviarle fotos de varios vestidos que tenía en mente. En cada imagen, la tela se ceñía a su cuerpo, dejando entrever sus pechos a través del material, con sus piercings visibles, dando un toque atrevido y sensual.
    Ella no se quedó atrás y le envió una foto más. En la imagen, llevaba un vestido que apenas le llegaba a los muslos, lo justo para cubrir, pero con una caída tan ligera que con cada paso se le subía un poco, dejando ver piel en movimiento.
    En otra imagen, enfocaba la parte trasera del vestido, mostrando sutilmente sus nalgas delineadas por la tela, como una provocación delicada pero directa.
    Así te gusta, papi… ¿O más putona?
    Al subir más arriba en la conversación, encontré mensajes que hablaban de planes.
    “Hoy invitaré a mi amigo a pasar el rato. Le dije que tengo un juego muy entretenido.”
    “Vente a las 4 pm, solo tu top sin tirantes y esos leggings deportivos que te ciñen las curvas y dejan ver esa tanga tan descarada.”
    Ella respondía firme, tratando de marcar límites claros:
    “No, hasta ese punto no voy a llegar. No voy a hacer un trío ni loca.”
    Pero él no estaba dispuesto a dejar que la negación la salvara esta vez. Su respuesta fue fría y directa, cargada de amenaza:
    “Recuerda bien que si no me haces caso, tengo todos esos videos y fotos tuyas haciendo cosas que no quieres que nadie vea.”
    El silencio que siguió a ese mensaje pesó más que cualquier palabra.
    Era un juego donde la confianza se rompía, y el poder pendía de un hilo muy fino.
    Ella respondió con firmeza, aunque su voz temblaba un poco al escribir:
    “Martín, en serio… no quiero hacer un trío. No estoy dispuesta a eso, y no me amenaces. Este juego ya no me está gustando.”
    Pero él contestó sin perder la autoridad, dejando claro que no aceptaba un no por respuesta:
    Tú eres mi perra, Melissa, ¿entiendes?
    “Si no lo haces, mañana voy a tu casa y le enseñaré a tu mamita la niña linda que crió. Y a tu novio le mandaré todo.”
    Un silencio pesado se apoderó del chat. Las palabras de Martín eran una sombra que lo envolvía todo.
    Ella respondió con resignación:
    “Está bien, Martín, tú ganas. Voy a ir, pero será la última vez, ¿de acuerdo? “No quiero que sigamos con estos juegos.”
    Él contestó con un tono firme y dominante:
    “Melissa, mi sumisa, cómo me gusta tenerte bajo mi control. Ahora esto ya no es un juego, me encanta tu inocencia.”
    “Ahora hago lo que quiero contigo, entiéndelo.”
    “Tu coño godete esta noche tendrá un nuevo visitante; prepárate y abre las piernas para los dos.”
    A mi costado dormía la chica angelical que parecía perfecta, pura… pero después de todo lo que leí, me di cuenta de que no era tan angelical como parecía.
    La realidad muchas veces queda atrás, porque la ficción supera la verdad en formas que no esperaba.
    Todo eso me pareció tan surrealista que aún me cuesta creer que estuviera tan cerca de mí.
    Ahora entiendo por qué aquella vez, cuando le pregunté por qué iba vestida así, me dijo que iba con una amiga a una convención de anime y que se quedaría hasta la noche pasando el rato con ella.
    También entiendo por qué llegó tan cansada, desarreglada y con un olor extraño que no supe cómo explicar en su momento.
    Las piezas comenzaron a encajar, y la verdad que antes no veía ahora me parecía más clara, aunque mucho más desconcertante.
    También entiendo ahora por qué hubo días en que no quería que nos viéramos; esas excusas que antes me parecían raras ahora cobran sentido.
    Ahora lo único que quiero es disfrutar; después de todo, la persona con la que sentía un lazo emocional se fue. Así que desde ahora jugaré con ella como ella jugó conmigo.
    "Después de leer todas esas conversaciones, guardé toda la información. La descargué y la pasé a una memoria. Ahora tengo el poder y las pruebas... a milímetros de mí."
    Por supuesto, descanse y amanecí con una sonrisa al costado de ella, pero la veía diferente.
    "Cuando ella se levantó, lo único que vi fue un trozo de carne moverse. Vacío, ajeno. En los días siguientes, mientras me lanzaba excusas con la misma facilidad con la que parpadeaba, yo solo pensaba en seguirla. Seguirla… y atraparla en el acto. Ese era mi plan. En ese momento.
    "Pero cambié de opinión. Decidí algo mejor: crear mi propio escenario."
    "Me contacté anónimamente con todos con los que ella se hablaba de esa forma. Porque sí, era la perra de cada uno de ellos en secreto. Les envié un mensaje simple: ‘En tal casa, a tal hora. Fiesta. Chicas. Alcohol. Fue tan fácil como atraer abejas con miel. Ellos no preguntaron nada. Solo dijeron que sí."
    "A Melissa le dije que le tenía una sorpresa. Alquilé una casa por un día entero. Le vendí la idea de algo romántico, una noche especial solo para nosotros dos. Le hablé de pasión, de fantasías, de intimidad. Le compré algo que desde hacía tiempo imaginaba verla usar… algo que ella siempre se negaba a vestir porque decía que debía ser 'para una ocasión única'."
    (Envíen mensaje al correo y les hare llegar el link) "Era lencería. Pero no una cualquiera: lo pensé todo para que pareciera un pastel. Dulce Provocativa Un envoltorio que gritara 'deséame'. Morado, Rosado, su color favorito. Ella no sospechó nada. Se lo puso. Se sintió especial. Única. Perfecta."
    "Y yo solo pensaba en lo mismo: que todos los invitados vinieran con hambre. "Que cada uno pudiera tomar su pedazo de pastel."
    "Lo planeé todo para un domingo. Tenía que ser de noche. Tenía que sentirse íntimo, privado, como algo que sólo ocurre cuando el mundo baja la guardia. La hora: 9:30 PM."
    "Llegamos juntos. Yo primero, claro. Preparé el lugar con cuidado. Puse música suave, algo tenue. Serví tragos, bocadillos simples, algo para distraer. Melissa estaba contenta, ajena. Sonreía como si todo fuera real. Y, en parte, lo era."
    "La casa tenía calefacción. El ambiente era cálido, acogedor. No había frío que pudiera romper la ilusión. Era perfecto.
    "Los invitados comenzaron a llegar, cada uno a su hora, sin saber quiénes más asistirían. Pero había un truco: la casa tenía dos puertas. La principal, por donde vinimos nosotros. Y una secundaria, que daba acceso directo a la sala."
    "Por allí entrarían ellos."
    "Y entonces llegaron los hombres.
    Martín. Miguel. Armando.
    "Uno por uno, como piezas cayendo en su lugar."
    "Los primeros en llegar fueron Armando y Miguel, con apenas unos minutos de diferencia. Diez minutos después, ingresó Martín por la puerta secundaria, tal como se les había indicado. Ninguno se conocía. Al principio, se cruzaron miradas incómodas, murmurando entre sí con preguntas que nadie se atrevía a responder en voz alta: '¿Dónde están los demás?', '¿Esto ya empezó?', '¿Es aquí?'"
    "La casa estaba vacía, pero no lo parecía. Había música suave llenando el aire, luces cálidas repartidas estratégicamente, un aroma tenue a incienso. Todo estaba preparado para parecer una fiesta íntima y exclusiva. Cerveza fría sobre la mesa, bocadillos recién servidos. "Había color, había ritmo... había una atmósfera que sugería que algo iba a pasar".
    "Y como suele ocurrir cuando el ambiente está bien diseñado, dejaron de pensar. Dejaron de preguntar. Bebieron, comieron y, en cuestión de minutos, empezaron a reírse juntos, como si se conocieran de antes. La tensión se desvaneció como el hielo en sus vasos."
    "Yo los observaba desde mi rincón oculto, tras las pantallas. Ellos no sabían que cada movimiento estaba siendo grabado, que cada risa era parte de una obra. Eran piezas bien colocadas en un juego que sólo yo conocía."
    "Y cuando vi que estaban reunidos, relajados, listos… supe que era el momento."
    "Casi a la hora señalada. Mientras ella esperaba, sumisa, ingenua… yo me aseguraba de que cada cámara estuviera grabando. Todo debía quedar registrado". Le dije que era momento de la sorpresa. Le pedí que se pusiera el traje. Aquel que le compré. El que jamás quiso usar... hasta ahora. Le vendé los ojos y la guié hasta el centro de la sala."
    "'No preguntes nada', le dije. 'Sólo quédate de pie y siente. Voy a tocarte, y tú solo debes disfrutar'."
    "Entonces se abrió la puerta."
    "Ella salió."
    "El cuarto estaba justo al costado del salón principal, así que no tuvo que caminar mucho. Sus pasos eran suaves, casi juguetones. Iba vendada, como le había pedido, completamente ajena a todo. Sonreía. Sonreía como si fuera un juego íntimo, algo secreto entre ella y yo. "Como si estuviera sola conmigo, rodeada solo por la calidez de esa casa 'romántica'."
    "Pero no estaba sola."
    "Los tres hombres la vieron salir y el ambiente cambió de golpe. Miguel dejó de reír. Armando se enderezó en el sillón. Martín apretó su vaso como si no supiera si debía soltarlo o aferrarse a él. Ninguno dijo nada. Solo la miraron."
    "Y ella… ella avanzaba hacia ellos sin saberlo, moviéndose con esa ingenuidad dulce que alguna vez me enamoró y que ahora me resultaba casi insultante. El encaje morado que cubría su cuerpo era tan tenue que apenas podía llamarse 'ropa'. La lencería dejaba sus pechos casi al descubierto; los pezones se marcaban, tensos, visibles bajo la tela. No llevaba nada más. Absolutamente nada. Una pieza diseñada para provocar, no para ocultar."
    "Y ahí estaba. De pie en medio de la sala. Desnuda. Vendada. Sonriente. Frente a tres hombres que no sabían si estaban viviendo una fantasía o presenciando algo que no deberían."
    "El momento se tensó. Se quebró algo invisible en el aire. "Nadie hablaba, pero todo se estaba diciendo con las miradas."
    "Ella comenzó a saltar ligeramente sobre sus pies, impaciente, como una niña que espera un regalo. '¿Cuánto más vas a hacerme esperar?', dijo en tono juguetón, sin saber que su voz rebotaba en una sala que ya no era sólo mía."
    "Cada pequeño salto la convertía en un banquete en movimiento, una sinfonía de carne y encaje, provocando a ciegas, sin saber que sus gestos inocentes alimentaban la fiebre de los que la miraban.". Sus pechos rebotaban bajo el encaje fino, tensos, marcando cada curva, cada vibración. Las tiras moradas se aferraban apenas a su piel, y sus caderas, descubiertas, se balanceaban con una suavidad casi obscena. Las nalgas temblaban como si fueran ajenas a su voluntad, tan suaves y expuestas que dolía mirarlas."
    "Cada centímetro de su figura quedaba al descubierto con cada movimiento. Y ella no lo sabía. Jugaba, sonreía, coqueteaba… creyendo que sólo yo la estaba mirando. Que todo eso era para mí. Que todavía era nuestra noche."
    "Los hombres seguían congelados, atrapados entre el deseo y la culpa. Nadie hablaba. Nadie se movía. El silencio lo llenaba todo, como si el aire se hubiera vuelto espeso.
    Continuará...
     
    Dangolla, 8 Jun 2025 a las 00:12

    ¿Quieres

    Caletitas Reales
    Mejor Contenido
    Más Diversión

    ?

    #1

    edgaryn

    Sargento

    30%
    Mensajes:
    131
    Me Gusta recibidos:
    163
    Puntos de trofeo:
    27
    EXCELENTE RELATO COFRADE, siga con la elocuencia que lo destaca , deliciosa mezcla de venganza ,deseo y tambien de morbo al confrontar con el corneador..
     
    edgaryn, 8 Jun 2025 a las 02:20

    ¿Quieres

    Caletitas Reales
    Mejor Contenido
    Más Diversión

    ?

    #2

    Dangolla

    Recluta

    3%
    Mensajes:
    2
    Me Gusta recibidos:
    5
    Puntos de trofeo:
    1
    Contexto de tu foto de perfil
     
    Dangolla, 8 Jun 2025 a las 05:57

    ¿Quieres

    Caletitas Reales
    Mejor Contenido
    Más Diversión

    ?

    #3

    chikipunk

    Oficial

    71%
    Mensajes:
    272
    Me Gusta recibidos:
    105
    Puntos de trofeo:
    27
    Género:
    Masculino
    Mucho texto, buen relato cofrade cachudo !
     
    chikipunk, 8 Jun 2025 a las 06:39

    ¿Quieres

    Caletitas Reales
    Mejor Contenido
    Más Diversión

    ?

    #4

    sam peter

    Teniente

    2%
    Mensajes:
    303
    Me Gusta recibidos:
    169
    Puntos de trofeo:
    37
    Género:
    Masculino
    excelente relato brother , continua por favor no nos hagas esperar , queremos saber como quedo o que mas paso o hizo la chica.
     
    sam peter, 8 Jun 2025 a las 08:40

    ¿Quieres

    Caletitas Reales
    Mejor Contenido
    Más Diversión

    ?

    #5

Compartir esta página