Gilgamesh de Ur
Soldado
Nunca había logrado hacer gozar a mi mujer de ese modo tan completo, tan terriblemente salvaje y perturbador. Aquella chiquilla, aquella especie de lolita de Nabokov consiguió sorprenderme gratamente con ese orgasmo espectacular. Al fin se había entregado a mí, había logrado hacerla completamente mía. Si mi hermano y mi cuñada se llegan a enterar de lo que había hecho con su querida hijita estoy seguro que me matan………
Pero creo que será mejor que empiece desde el principio de la historia para que no se quede nada en el tintero. Pues bien, el testimonio que paso a contaros sucedió no hará más de cinco meses. Nos encontrábamos en pleno mes de mayo, en plena primavera aunque ya los primeros rayos solares se hacían notar. Hacía un calor bochornoso mezclado con una agradable brisa de última hora de la tarde. El sexo es hermoso y agradable cuando nos depara ciertas sorpresas inesperadas y sólo depende de nosotros mismos el aprovecharlo y deleitarnos con él.
Entrando en materia les diré que la historia gira en torno al cumpleaños de Paula, mi joven sobrina. La fiesta se celebraba en casa de mi hermano, un lujoso chalé a las afueras de la ciudad con un amplio jardín donde habían preparado una gran mesa con platos con diferentes aperitivos. Platos llenos de patatas, aceitunas, chorizo, trozos de salchichón y fuet, tortilla de patatas…..todo ello complementado con diferentes tipos de bebidas tales como refrescos así como bebidas alcohólicas para los adultos.
Así pues asistí junto a mi esposa al cumpleaños de mi sobrina Paula. Llegamos sobre las ocho y media aunque mi hermano dijo que la fiesta empezaría sobre las nueve. A mi mujercita le gusta llegar puntual a cualquier reunión o acto social al que debamos acudir, mucho más aún si se trataba de la puesta de largo de su sobrina favorita.
Paula, mi querida y dulce Paula, es una jovencita de 18 años, una verdadera muñequita, una especie de lolita más cercana a la adolescencia que a la edad adulta. Una mezcla de candidez juvenil y de sensualidad adulta. Posee un cuerpo curvilíneo que, en apenas dos años, abrirá el deseo de cualquier hombre.
El cabello lo tiene castaño claro con mechas rubias a lo largo de una amplia melena que descansa sobre su espalda. Un cuerpo de pechos pequeños y redondos como dos manzanas jugosas, ancha de caderas pero no en exceso y de piernas largas y rotundas. Lo mejor de ella es su bonito trasero que, como dije anteriormente, en apenas dos años será objeto del interés de todo el personal masculino. Sólo de pensar en su cuerpo menudito y en sus formas curvas mi polla se endurece sin poderlo evitar.
Aquella noche fue una de las más excitantes de toda mi vida, una noche llena de sexo y lujuria. Mi mente perversa y calenturienta empezó a trabajar nada más llegar al salón y acercarnos a felicitarla. Quedé hechizado por su encantadora sonrisa y por su amplio escote en el cual fijé mi mirada de forma fugaz. Tuve que disimular mi nerviosismo ante mi cuñada y mi esposa no fuera cosa que se percatasen de mis pensamientos impuros.
Paula cubría su bonito cuerpo con un precioso vestido de lino de color blanco que resaltaba sobre su bronceada piel. Se cerraba con una amplia cremallera en la espalda y dejaba apreciar sus redondos pechos gracias al generoso escote en pico que tenía. Apenas le cubría medio muslo mostrando las piernas sin ningún recato. Aquel exquisito conjunto lo complementaba con unas bonitas sandalias de alto tacón. Soy proclive a excitarme fácilmente con los encantos femeninos así que podéis imaginar la impresión que me produjo mi joven sobrina.
Siguiendo con el relato repito que Paula nos recibió con una bonita sonrisa agradeciéndonos la presencia en su puesta de largo. Nos dio dos besos en las mejillas acercando peligrosamente los labios a los míos como de forma descuidada. Apoyó con fuerza la mano en mi brazo haciéndome vibrar con ese inocente contacto.
Minutos más tarde y aprovechando un momento en que nos quedamos solos no pude aguantar su encantadora presencia y la piropeé diciéndole lo guapa que estaba aquella noche. Mi sobrina , un tanto turbada ante mi declaración, rió como una tonta sólo acertando a darme las gracias por el cumplido recibido.
Estuve toda la noche admirándola a distancia, sin pretender acercarme a ella. La veía reír alegre junto a sus primos y sus amigos, se la veía contenta y feliz disfrutando de su fiesta de cumpleaños. No dejé de disfrutar de su lacio cabello, de su espalda desnuda, de sus mejillas rosadas por efecto del poco alcohol ingerido….Felizmente pude disimular mis más recónditos deseos para que mi esposa no sospechara nada. Parece ser que los tragos de sangría no le sentaron bien ya que tuvo que pedirle a mi cuñada que necesitaba tumbarse un rato. Observé con gran placer como se retiraban ambas al interior de la casa.
Me acerqué a pedir una nueva copa y pude ver a mi bella sobrina bailando sin parar. Parecía una diosa griega con aquel bonito vestido de lino que se pegaba a su juvenil cuerpo como una segunda piel. Sus redondas formas se marcaban por debajo del vestido excitándome con solo verla. Terminó aquella movida canción y Paula se acercó a mí preguntando por su tía. Contesté amablemente diciéndole que se sentía un tanto indispuesta y se había tumbado a descansar un rato.
¿Y tú no bailas? –me preguntó divertida. ¿No te gusta o es que la tía no te deja bailar con una jovencita como yo? –rió guiñándome un ojo.
Sólo acepto bailar si es con la reina de la fiesta –contesté uniéndome a su bonita sonrisa.
Tío, eres un adulador. Seguro que de joven has sido todo un don Juan –dijo mirándome con ojos brillantes mientras volvía a sonreírme mostrando sus dientes perfectamente cuidados.
La tomé de la mano al empezar a sonar los primeros acordes de una bonita canción romántica. Junté mi cuerpo al suyo y pude comprobar con agrado como se pegaba a mí. Siempre que podía la pegaba contra mí de forma disimulada, sentía su pecho contra el mío, la calidez de su cuerpo de mujer, su aliento golpeando mi cuello y el aroma de la fresca fragancia que había elegido para tan especial noche. No tenía mucho tiempo así que debía jugar mis cartas de manera conveniente…..
Paula cariño, estás realmente preciosa. Hace nada eras aún una niña y ahora ya eres toda una mujer. Una mujer que pronto arrancará suspiros en los muchachos con los que te cruces -le dije débilmente al oído apretando mi pubis contra el suyo.
Mi inocente sobrina meneó el pubis contra el mío de forma levemente circular obligándome a cerrar los ojos mientras disfrutaba con aquel travieso contacto. No pude evitar que mi polla respondiera ante aquel roce. Abrí ligeramente los ojos encontrándome con la mirada malvada de mi joven sobrina. Paula estaba tratando de seducirme con sus redondas formas, no tenía ninguna duda de ello. Dejaría que se desarrollaran los acontecimientos tal como mi sobrinita deseara, no pensaba lanzarme a por mi presa sino que quería que fuera ella quien tomara las riendas. Sólo atinaba a mirarla mientras ella me sonreía de manera traviesa como si disfrutara con aquel peligroso juego.
Una vez acabada la cena ya eran casi las 11,30 de la noche y los jóvenes deseaban seguir con la fiesta así que convinieron en ir a una discoteca cercana en la que el ambiente era bastante marchoso. Quedé un tanto pasmado cuando Paula me animó a acompañarles. Acepté de inmediato pues siempre me han gustado los saraos y la fiesta. En un breve momento de reflexión me acordé de mi esposa y le dije a mi sobrina que iba a buscarla para que viniera con nosotros.
Oh tío, no debes preocuparte por mi querida tiíta. Le pregunté si se apuntaba a seguir la noche y me dijo que todavía se encontraba indispuesta y que se quedaba en casa de mamá para recuperarse. Mamá me dijo que vengas con nosotros y así me cuidas para que no me pase nada –dijo fijando sus bellos ojos en los míos.
Si supieras como pienso cuidarte –pensé mientras me acariciaba de forma disimulada mi excitado pene por encima del pantalón.
Venga anímate. Quiero que seas mi pareja de esta noche. No acepto un no por respuesta –me dijo arrastrándome hacia ella mientras sonreía de manera inquieta.
No podía imaginar lo que aquella loca cabecita tramaba, sólo diré que en aquellos momentos no pensaba en otra cosa más que en tirarme a aquella jovenzuela. Mi cabeza trabajaba a mil por hora calculando lo que podía hacerle a mi estimada sobrina. Ya no existían para mí ni sus padres ni mi esposa la cual en aquellos momentos estaría reposando las copas de más que había ingerido.
Estábamos esperando un taxi para dirigirnos a la discoteca cuando Paula hablaba animadamente con sus amigos. De pronto les dejó de lado y aproximándose a mí me espetó sin darme tiempo a responder:
Vamos tío, cojamos el primer taxi. Enseguida se unirán a nosotros…
Al llegar el taxi le abrí cortésmente la puerta para que entrara. Mientras se acomodaba en el asiento centré, ya sin disimulo alguno, mi mirada en sus tremendos muslos para irla bajando a lo largo de sus torneadas piernas. Me acomodé junto a ella en el asiento trasero poniéndose el taxi en marcha al momento. Empezamos a charlar sin hacer caso alguno al taxista.
Me sorprendió cuando, de sopetón, puso su mano sobre la mía la cual reposaba sobre el asiento. Se acercó peligrosamente a mí apoyando, de forma descuidada, su linda cabecita sobre mi hombro. El fresco aroma de su perfume volvió a envolverme nuevamente cuando escuché que me decía:
Tío, hoy es el día más feliz de mi vida. Realmente lo estoy pasando fenomenal y eso que la noche apenas acaba de empezar…..Pero dime, ¿piensas que puedo resultar interesante a los hombres? Los chicos de mi edad me parecen unos inmaduros. Me gustaría entregarme en brazos de un hombre maduro como tú…..
Juro que me quedé sin habla ante aquella confesión. Tardé unos segundos en responder a sus palabras. La osadía de mi sobrinita estaba alcanzando unos límites insospechados. Las redes seductoras de aquella jovencita me iban abrazando cada vez más y más. Ya no me quedaba duda de que no tardaría en tenerla entre mis brazos. Carraspeando ante su comentario tan solo pude decirle:
Paula cariño, te diré que eras la más hermosa de toda la fiesta. Esta noche estás realmente preciosa con ese vestido tan ceñido a tu cintura. Como te dije en la fiesta estás hecha toda una mujer. Los chicos andarán locos contigo……
¿Los chicos dices? No quiero oír hablar de ellos. Sólo piensan en ellos, son egoístas y prepotentes. Necesito alguien que me comprenda, que me haga mujer, sentirme deseada como una verdadera mujer…..¿sabes una cosa? Desde que te vi llegar a casa con la tía sentí algo desconocido dentro de mí, una sensación agradable y especial. Siento mi cuerpo vibrar deseando que me abraces, que me acaricies…..por favor, necesito que me hagas feliz aunque solo sea esta noche, deseo celebrar el mejor cumpleaños de mi vida –susurró en voz baja entrecerrando los ojos.
El tan deseado momento había llegado al fin. La sentí totalmente entregada a mí, deseando sentirse amada por un cincuentón como yo. Un cincuentón de cabello canoso pero todavía interesante para una jovencita como ella. La acogí entre mis brazos notando como se abrazaba a mí con fuerza. Paula cerró los ojos al tiempo que me ofrecía sus rosados y delicados labios los cuales junté a los míos en un beso inicialmente suave para dar paso a un mayor apasionamiento. Presioné contra sus labios obligándola a abrirlos para que dejara paso a mi hambrienta lengua la cual se mezcló sin dificultad con la de mi sobrina que la recibió con gran alborozo.
Te deseo….te deseo Marcelo……por favor, hazme tuya. Hazme sentir el mejor cumpleaños de mi vida….. –musitó en un breve momento en que separó sus labios de los míos.
¿Vamos a la discoteca o prefieres que vayamos a otro sitio? –ofrecí mientras le acariciaba uno de sus redondos pechos a través de la tela del vestido. Nada más tocarlo noté como el pezón se erizaba gracias al roce de mis dedos.
Llévame donde quieras…haz conmigo lo que desees. Te necesito…¡Dios, cómo te necesito!
Me dirigí al taxista al cual pillé mirándonos a través del retrovisor del coche y le indiqué una dirección a la que había ido alguna vez. Era un edificio antiguo de alquiler de habitaciones donde poder echar un polvo de manera discreta.
Tras veinte minutos de viaje llegamos al fin, saludé al muchacho de recepción pidiéndole una habitación con cama de matrimonio. El muchacho me sonrió de manera cómplice entregándome las llaves mientras echaba un discreto vistazo a mi sobrina. Miré el llavero viendo que nos había sido adjudicada la habitación número 42. El recepcionista me indicó amablemente que nos dirigiéramos a la tercera planta así que cogimos el ascensor y marqué el botón número tres.
Nada más cerrarse la puerta agarré a Paula de la cintura y volvimos a darnos un beso lleno de pasión contenida. No podía creer la suerte que el destino me había deparado aquella noche pues iba a tirarme a mi sobrinita con total complicidad por parte de ella. Ya en la habitación, y tras asegurar convenientemente la puerta para no ser molestados, la tomé del brazo atrayéndola hacia mí. No tardamos en volvernos a besar…Noté como Paula mezclaba sus dedos entre mi canoso cabello para pasar después a acariciar mi nuca con las uñas.
Fui bajando lentamente mis manos a través de su espalda hasta dejarlas descansar sobre su empinado culo. Subí la tela del vestido hasta dejarla recogida en su cintura y empecé a manosear de forma grosera sus rollizas nalgas a través de la tela de la braguita que las cubría. Escuché como mi querida Paula emitía un ahogado gemido agradeciéndome mi caricia.
Pude ver como se mordía el labio inferior tratando de reprimir el deseo que la embargaba. Mordisqueé con gran delicadeza su barbilla para pasar a su cuello el cual empecé a chupar con gran deseo. Paula respiraba con dificultad disfrutando con lo que le hacía.
Voy a hacerte pasar la mejor noche de tu vida. No tenemos mucho tiempo así que debemos aprovecharlo. Yo también hacía mucho tiempo que deseaba esto –le dije junto a su oído notando como vibraba de emoción con mis palabras.
De su cuello pasé al lóbulo de la oreja y nada más lamerlo noté como aquella putita totalmente entregada a mí alcanzaba su primer orgasmo sin poder remediarlo. Una vez se relajó alargué mi mano hacia su entrepierna notando su braguita blanca de algodón totalmente empapada.
Paula se dejó llevar hasta la pared y, bajándole la cremallera del vestido sin dificultad alguna, pude ir observando finalmente en todo su esplendor aquel juvenil cuerpo el cual iba apareciendo según el vestido iba cayendo lentamente al suelo hasta formar una col gigantesca.
Me dediqué a observar con delectación aquel delicioso cuerpo que mi sobrina me ofrecía. Parecía una auténtica diosa, era un placer solo mirarla. Cubría sus encantos con un bonito conjunto de sujetador y braguita de color blanco. No lo pude soportar más y noté como mi cuerpo respondía ante tanta belleza.
Me deshice con prontitud del pantalón y de la camisa observando como aquella jovencita me miraba con ojos de deseo. Rocé su cuerpo con el mío volviendo a besarnos pero esta vez de manera más suave como si ambos quisiéramos disfrutarlo de manera especial. Alargué mi mano hacia su espalda buscando ansiosamente el cierre del sujetador el cual no tardé en encontrar. Paula extrajo sus brazos a través de los tirantes y el precioso sujetador cayó al suelo quedando ante mi vista aquel par de delicados senos.
Eran un par de senos redondos y firmes. Un par de senos lozanos y plenos de juventud. Fijé mi vista en aquel par de oscuros pezones que me provocaban incitándome a llevar a cabo las mayores locuras. No pude evitar lanzarme a por ellos lamiéndolos como un lactante, los lamía y besaba con fruición escuchando con gran placer el efecto que producía mi caricia en ella. Paula gemía débilmente agradeciéndome aquel diabólico contacto.
La cogí en brazos levantándola sin dificultad y la llevé hasta la amplia cama de matrimonio donde la dejé caer boca arriba. Transité de arriba abajo a través de aquel cuerpo del pecado recorriéndolo con mis labios y mi lengua. Al llegar a sus muslos paré en seco haciéndola sufrir levemente con aquella dulce espera. Me agarró de la cabeza y llevándome entre sus piernas la escuché exclamar:
No me hagas sufrir más, maldito bastardo. Hazme disfrutar, ¡hazme mujer de una vez!
Retiré la tela de su braguita a un lado encontrándome con aquel tesoro tan deseado. Lo tenía perfectamente recortado como si hubiera esperado largo tiempo para ser explorado. El pubis estaba cubierto por un pequeño triángulo de vello de color oscuro. Centré mi atención en su lubricada vagina y en su palpitante clítoris el cual parecía invitarme a hacerme con él. Era una imagen deliciosa contemplar la vagina de aquella inexperta muchacha completamente repleta de jugos vaginales.
Introduje mi cabeza entre sus piernas haciéndome con tan exquisito tesoro. Empecé a lamer su clítoris con enorme cuidado cuando percibí como comenzaba a vibrar emitiendo un profundo lamento mientras alcanzaba su segundo orgasmo. No la dejé descansar y seguí chupando su clítoris una y otra vez hasta lograr ponerlo bien duro.
Marcelo, me gusta…me gusta lo que me haces. Es genial. ¡Cómo me estás poniendo!
Continué con el martirio que le estaba propinando pues deseaba que enloqueciera totalmente para así facilitar el tan deseado encuentro. Paula cogió mi cabeza con sus dos manos apretándome con fuerza contra ella. No paraba de retorcerse aullando sin descanso. Sus juveniles alaridos resonaban en toda la habitación. Abandoné su delicado botón ascendiendo hacia su vientre el cual acaricié con tremenda ternura.
¡Sigue, sigue….no pares ahora! ¡No me dejes ahora, por favor! –escuché como gimoteaba llorando de emoción.
Pero creo que será mejor que empiece desde el principio de la historia para que no se quede nada en el tintero. Pues bien, el testimonio que paso a contaros sucedió no hará más de cinco meses. Nos encontrábamos en pleno mes de mayo, en plena primavera aunque ya los primeros rayos solares se hacían notar. Hacía un calor bochornoso mezclado con una agradable brisa de última hora de la tarde. El sexo es hermoso y agradable cuando nos depara ciertas sorpresas inesperadas y sólo depende de nosotros mismos el aprovecharlo y deleitarnos con él.
Entrando en materia les diré que la historia gira en torno al cumpleaños de Paula, mi joven sobrina. La fiesta se celebraba en casa de mi hermano, un lujoso chalé a las afueras de la ciudad con un amplio jardín donde habían preparado una gran mesa con platos con diferentes aperitivos. Platos llenos de patatas, aceitunas, chorizo, trozos de salchichón y fuet, tortilla de patatas…..todo ello complementado con diferentes tipos de bebidas tales como refrescos así como bebidas alcohólicas para los adultos.
Así pues asistí junto a mi esposa al cumpleaños de mi sobrina Paula. Llegamos sobre las ocho y media aunque mi hermano dijo que la fiesta empezaría sobre las nueve. A mi mujercita le gusta llegar puntual a cualquier reunión o acto social al que debamos acudir, mucho más aún si se trataba de la puesta de largo de su sobrina favorita.
Paula, mi querida y dulce Paula, es una jovencita de 18 años, una verdadera muñequita, una especie de lolita más cercana a la adolescencia que a la edad adulta. Una mezcla de candidez juvenil y de sensualidad adulta. Posee un cuerpo curvilíneo que, en apenas dos años, abrirá el deseo de cualquier hombre.
El cabello lo tiene castaño claro con mechas rubias a lo largo de una amplia melena que descansa sobre su espalda. Un cuerpo de pechos pequeños y redondos como dos manzanas jugosas, ancha de caderas pero no en exceso y de piernas largas y rotundas. Lo mejor de ella es su bonito trasero que, como dije anteriormente, en apenas dos años será objeto del interés de todo el personal masculino. Sólo de pensar en su cuerpo menudito y en sus formas curvas mi polla se endurece sin poderlo evitar.
Aquella noche fue una de las más excitantes de toda mi vida, una noche llena de sexo y lujuria. Mi mente perversa y calenturienta empezó a trabajar nada más llegar al salón y acercarnos a felicitarla. Quedé hechizado por su encantadora sonrisa y por su amplio escote en el cual fijé mi mirada de forma fugaz. Tuve que disimular mi nerviosismo ante mi cuñada y mi esposa no fuera cosa que se percatasen de mis pensamientos impuros.
Paula cubría su bonito cuerpo con un precioso vestido de lino de color blanco que resaltaba sobre su bronceada piel. Se cerraba con una amplia cremallera en la espalda y dejaba apreciar sus redondos pechos gracias al generoso escote en pico que tenía. Apenas le cubría medio muslo mostrando las piernas sin ningún recato. Aquel exquisito conjunto lo complementaba con unas bonitas sandalias de alto tacón. Soy proclive a excitarme fácilmente con los encantos femeninos así que podéis imaginar la impresión que me produjo mi joven sobrina.
Siguiendo con el relato repito que Paula nos recibió con una bonita sonrisa agradeciéndonos la presencia en su puesta de largo. Nos dio dos besos en las mejillas acercando peligrosamente los labios a los míos como de forma descuidada. Apoyó con fuerza la mano en mi brazo haciéndome vibrar con ese inocente contacto.
Minutos más tarde y aprovechando un momento en que nos quedamos solos no pude aguantar su encantadora presencia y la piropeé diciéndole lo guapa que estaba aquella noche. Mi sobrina , un tanto turbada ante mi declaración, rió como una tonta sólo acertando a darme las gracias por el cumplido recibido.
Estuve toda la noche admirándola a distancia, sin pretender acercarme a ella. La veía reír alegre junto a sus primos y sus amigos, se la veía contenta y feliz disfrutando de su fiesta de cumpleaños. No dejé de disfrutar de su lacio cabello, de su espalda desnuda, de sus mejillas rosadas por efecto del poco alcohol ingerido….Felizmente pude disimular mis más recónditos deseos para que mi esposa no sospechara nada. Parece ser que los tragos de sangría no le sentaron bien ya que tuvo que pedirle a mi cuñada que necesitaba tumbarse un rato. Observé con gran placer como se retiraban ambas al interior de la casa.
Me acerqué a pedir una nueva copa y pude ver a mi bella sobrina bailando sin parar. Parecía una diosa griega con aquel bonito vestido de lino que se pegaba a su juvenil cuerpo como una segunda piel. Sus redondas formas se marcaban por debajo del vestido excitándome con solo verla. Terminó aquella movida canción y Paula se acercó a mí preguntando por su tía. Contesté amablemente diciéndole que se sentía un tanto indispuesta y se había tumbado a descansar un rato.
¿Y tú no bailas? –me preguntó divertida. ¿No te gusta o es que la tía no te deja bailar con una jovencita como yo? –rió guiñándome un ojo.
Sólo acepto bailar si es con la reina de la fiesta –contesté uniéndome a su bonita sonrisa.
Tío, eres un adulador. Seguro que de joven has sido todo un don Juan –dijo mirándome con ojos brillantes mientras volvía a sonreírme mostrando sus dientes perfectamente cuidados.
La tomé de la mano al empezar a sonar los primeros acordes de una bonita canción romántica. Junté mi cuerpo al suyo y pude comprobar con agrado como se pegaba a mí. Siempre que podía la pegaba contra mí de forma disimulada, sentía su pecho contra el mío, la calidez de su cuerpo de mujer, su aliento golpeando mi cuello y el aroma de la fresca fragancia que había elegido para tan especial noche. No tenía mucho tiempo así que debía jugar mis cartas de manera conveniente…..
Paula cariño, estás realmente preciosa. Hace nada eras aún una niña y ahora ya eres toda una mujer. Una mujer que pronto arrancará suspiros en los muchachos con los que te cruces -le dije débilmente al oído apretando mi pubis contra el suyo.
Mi inocente sobrina meneó el pubis contra el mío de forma levemente circular obligándome a cerrar los ojos mientras disfrutaba con aquel travieso contacto. No pude evitar que mi polla respondiera ante aquel roce. Abrí ligeramente los ojos encontrándome con la mirada malvada de mi joven sobrina. Paula estaba tratando de seducirme con sus redondas formas, no tenía ninguna duda de ello. Dejaría que se desarrollaran los acontecimientos tal como mi sobrinita deseara, no pensaba lanzarme a por mi presa sino que quería que fuera ella quien tomara las riendas. Sólo atinaba a mirarla mientras ella me sonreía de manera traviesa como si disfrutara con aquel peligroso juego.
Una vez acabada la cena ya eran casi las 11,30 de la noche y los jóvenes deseaban seguir con la fiesta así que convinieron en ir a una discoteca cercana en la que el ambiente era bastante marchoso. Quedé un tanto pasmado cuando Paula me animó a acompañarles. Acepté de inmediato pues siempre me han gustado los saraos y la fiesta. En un breve momento de reflexión me acordé de mi esposa y le dije a mi sobrina que iba a buscarla para que viniera con nosotros.
Oh tío, no debes preocuparte por mi querida tiíta. Le pregunté si se apuntaba a seguir la noche y me dijo que todavía se encontraba indispuesta y que se quedaba en casa de mamá para recuperarse. Mamá me dijo que vengas con nosotros y así me cuidas para que no me pase nada –dijo fijando sus bellos ojos en los míos.
Si supieras como pienso cuidarte –pensé mientras me acariciaba de forma disimulada mi excitado pene por encima del pantalón.
Venga anímate. Quiero que seas mi pareja de esta noche. No acepto un no por respuesta –me dijo arrastrándome hacia ella mientras sonreía de manera inquieta.
No podía imaginar lo que aquella loca cabecita tramaba, sólo diré que en aquellos momentos no pensaba en otra cosa más que en tirarme a aquella jovenzuela. Mi cabeza trabajaba a mil por hora calculando lo que podía hacerle a mi estimada sobrina. Ya no existían para mí ni sus padres ni mi esposa la cual en aquellos momentos estaría reposando las copas de más que había ingerido.
Estábamos esperando un taxi para dirigirnos a la discoteca cuando Paula hablaba animadamente con sus amigos. De pronto les dejó de lado y aproximándose a mí me espetó sin darme tiempo a responder:
Vamos tío, cojamos el primer taxi. Enseguida se unirán a nosotros…
Al llegar el taxi le abrí cortésmente la puerta para que entrara. Mientras se acomodaba en el asiento centré, ya sin disimulo alguno, mi mirada en sus tremendos muslos para irla bajando a lo largo de sus torneadas piernas. Me acomodé junto a ella en el asiento trasero poniéndose el taxi en marcha al momento. Empezamos a charlar sin hacer caso alguno al taxista.
Me sorprendió cuando, de sopetón, puso su mano sobre la mía la cual reposaba sobre el asiento. Se acercó peligrosamente a mí apoyando, de forma descuidada, su linda cabecita sobre mi hombro. El fresco aroma de su perfume volvió a envolverme nuevamente cuando escuché que me decía:
Tío, hoy es el día más feliz de mi vida. Realmente lo estoy pasando fenomenal y eso que la noche apenas acaba de empezar…..Pero dime, ¿piensas que puedo resultar interesante a los hombres? Los chicos de mi edad me parecen unos inmaduros. Me gustaría entregarme en brazos de un hombre maduro como tú…..
Juro que me quedé sin habla ante aquella confesión. Tardé unos segundos en responder a sus palabras. La osadía de mi sobrinita estaba alcanzando unos límites insospechados. Las redes seductoras de aquella jovencita me iban abrazando cada vez más y más. Ya no me quedaba duda de que no tardaría en tenerla entre mis brazos. Carraspeando ante su comentario tan solo pude decirle:
Paula cariño, te diré que eras la más hermosa de toda la fiesta. Esta noche estás realmente preciosa con ese vestido tan ceñido a tu cintura. Como te dije en la fiesta estás hecha toda una mujer. Los chicos andarán locos contigo……
¿Los chicos dices? No quiero oír hablar de ellos. Sólo piensan en ellos, son egoístas y prepotentes. Necesito alguien que me comprenda, que me haga mujer, sentirme deseada como una verdadera mujer…..¿sabes una cosa? Desde que te vi llegar a casa con la tía sentí algo desconocido dentro de mí, una sensación agradable y especial. Siento mi cuerpo vibrar deseando que me abraces, que me acaricies…..por favor, necesito que me hagas feliz aunque solo sea esta noche, deseo celebrar el mejor cumpleaños de mi vida –susurró en voz baja entrecerrando los ojos.
El tan deseado momento había llegado al fin. La sentí totalmente entregada a mí, deseando sentirse amada por un cincuentón como yo. Un cincuentón de cabello canoso pero todavía interesante para una jovencita como ella. La acogí entre mis brazos notando como se abrazaba a mí con fuerza. Paula cerró los ojos al tiempo que me ofrecía sus rosados y delicados labios los cuales junté a los míos en un beso inicialmente suave para dar paso a un mayor apasionamiento. Presioné contra sus labios obligándola a abrirlos para que dejara paso a mi hambrienta lengua la cual se mezcló sin dificultad con la de mi sobrina que la recibió con gran alborozo.
Te deseo….te deseo Marcelo……por favor, hazme tuya. Hazme sentir el mejor cumpleaños de mi vida….. –musitó en un breve momento en que separó sus labios de los míos.
¿Vamos a la discoteca o prefieres que vayamos a otro sitio? –ofrecí mientras le acariciaba uno de sus redondos pechos a través de la tela del vestido. Nada más tocarlo noté como el pezón se erizaba gracias al roce de mis dedos.
Llévame donde quieras…haz conmigo lo que desees. Te necesito…¡Dios, cómo te necesito!
Me dirigí al taxista al cual pillé mirándonos a través del retrovisor del coche y le indiqué una dirección a la que había ido alguna vez. Era un edificio antiguo de alquiler de habitaciones donde poder echar un polvo de manera discreta.
Tras veinte minutos de viaje llegamos al fin, saludé al muchacho de recepción pidiéndole una habitación con cama de matrimonio. El muchacho me sonrió de manera cómplice entregándome las llaves mientras echaba un discreto vistazo a mi sobrina. Miré el llavero viendo que nos había sido adjudicada la habitación número 42. El recepcionista me indicó amablemente que nos dirigiéramos a la tercera planta así que cogimos el ascensor y marqué el botón número tres.
Nada más cerrarse la puerta agarré a Paula de la cintura y volvimos a darnos un beso lleno de pasión contenida. No podía creer la suerte que el destino me había deparado aquella noche pues iba a tirarme a mi sobrinita con total complicidad por parte de ella. Ya en la habitación, y tras asegurar convenientemente la puerta para no ser molestados, la tomé del brazo atrayéndola hacia mí. No tardamos en volvernos a besar…Noté como Paula mezclaba sus dedos entre mi canoso cabello para pasar después a acariciar mi nuca con las uñas.
Fui bajando lentamente mis manos a través de su espalda hasta dejarlas descansar sobre su empinado culo. Subí la tela del vestido hasta dejarla recogida en su cintura y empecé a manosear de forma grosera sus rollizas nalgas a través de la tela de la braguita que las cubría. Escuché como mi querida Paula emitía un ahogado gemido agradeciéndome mi caricia.
Pude ver como se mordía el labio inferior tratando de reprimir el deseo que la embargaba. Mordisqueé con gran delicadeza su barbilla para pasar a su cuello el cual empecé a chupar con gran deseo. Paula respiraba con dificultad disfrutando con lo que le hacía.
Voy a hacerte pasar la mejor noche de tu vida. No tenemos mucho tiempo así que debemos aprovecharlo. Yo también hacía mucho tiempo que deseaba esto –le dije junto a su oído notando como vibraba de emoción con mis palabras.
De su cuello pasé al lóbulo de la oreja y nada más lamerlo noté como aquella putita totalmente entregada a mí alcanzaba su primer orgasmo sin poder remediarlo. Una vez se relajó alargué mi mano hacia su entrepierna notando su braguita blanca de algodón totalmente empapada.
Paula se dejó llevar hasta la pared y, bajándole la cremallera del vestido sin dificultad alguna, pude ir observando finalmente en todo su esplendor aquel juvenil cuerpo el cual iba apareciendo según el vestido iba cayendo lentamente al suelo hasta formar una col gigantesca.
Me dediqué a observar con delectación aquel delicioso cuerpo que mi sobrina me ofrecía. Parecía una auténtica diosa, era un placer solo mirarla. Cubría sus encantos con un bonito conjunto de sujetador y braguita de color blanco. No lo pude soportar más y noté como mi cuerpo respondía ante tanta belleza.
Me deshice con prontitud del pantalón y de la camisa observando como aquella jovencita me miraba con ojos de deseo. Rocé su cuerpo con el mío volviendo a besarnos pero esta vez de manera más suave como si ambos quisiéramos disfrutarlo de manera especial. Alargué mi mano hacia su espalda buscando ansiosamente el cierre del sujetador el cual no tardé en encontrar. Paula extrajo sus brazos a través de los tirantes y el precioso sujetador cayó al suelo quedando ante mi vista aquel par de delicados senos.
Eran un par de senos redondos y firmes. Un par de senos lozanos y plenos de juventud. Fijé mi vista en aquel par de oscuros pezones que me provocaban incitándome a llevar a cabo las mayores locuras. No pude evitar lanzarme a por ellos lamiéndolos como un lactante, los lamía y besaba con fruición escuchando con gran placer el efecto que producía mi caricia en ella. Paula gemía débilmente agradeciéndome aquel diabólico contacto.
La cogí en brazos levantándola sin dificultad y la llevé hasta la amplia cama de matrimonio donde la dejé caer boca arriba. Transité de arriba abajo a través de aquel cuerpo del pecado recorriéndolo con mis labios y mi lengua. Al llegar a sus muslos paré en seco haciéndola sufrir levemente con aquella dulce espera. Me agarró de la cabeza y llevándome entre sus piernas la escuché exclamar:
No me hagas sufrir más, maldito bastardo. Hazme disfrutar, ¡hazme mujer de una vez!
Retiré la tela de su braguita a un lado encontrándome con aquel tesoro tan deseado. Lo tenía perfectamente recortado como si hubiera esperado largo tiempo para ser explorado. El pubis estaba cubierto por un pequeño triángulo de vello de color oscuro. Centré mi atención en su lubricada vagina y en su palpitante clítoris el cual parecía invitarme a hacerme con él. Era una imagen deliciosa contemplar la vagina de aquella inexperta muchacha completamente repleta de jugos vaginales.
Introduje mi cabeza entre sus piernas haciéndome con tan exquisito tesoro. Empecé a lamer su clítoris con enorme cuidado cuando percibí como comenzaba a vibrar emitiendo un profundo lamento mientras alcanzaba su segundo orgasmo. No la dejé descansar y seguí chupando su clítoris una y otra vez hasta lograr ponerlo bien duro.
Marcelo, me gusta…me gusta lo que me haces. Es genial. ¡Cómo me estás poniendo!
Continué con el martirio que le estaba propinando pues deseaba que enloqueciera totalmente para así facilitar el tan deseado encuentro. Paula cogió mi cabeza con sus dos manos apretándome con fuerza contra ella. No paraba de retorcerse aullando sin descanso. Sus juveniles alaridos resonaban en toda la habitación. Abandoné su delicado botón ascendiendo hacia su vientre el cual acaricié con tremenda ternura.
¡Sigue, sigue….no pares ahora! ¡No me dejes ahora, por favor! –escuché como gimoteaba llorando de emoción.