Erica la practicante de Arquitectura

Erica había ingresado como practicante de arquitectura en la empresa, tenía aproximadamente 25 años, era de Huaraz con todo el biotipo de la provincia; y en ese momento tenía unos senos muy atractivos, y un físico aceptable. Muchas veces nos sentábamos a trabajar frente a frente y yo trataba de verle los senos las veces que podía, paso el tiempo y como todo practicante evoluciono, pero aun seguíamos en contacto.

Pasaron como dos años desde su salida, Erica vivía relativamente cerca a mi casa; ir en auto era muy conveniente porque conocía la zona y tenía estacionamiento externo. Comencé a salir con ella con toda la soberbia de un blanquito sobre una mujercita de provincia que vivía sola en una casa y que pocas veces se llenaba de sus familiares que la visitaban.

Una noche que estaba en su sala conversando y viendo la Tv a la vez, pasamos más allá de besos a meterle la mano en el pantalón, tenía calzón de vieja y un poto pequeño, le metí el dedo en la vagina y se quedó muda mientras se contorsionaba, estaba húmeda y medio peluche, le dije: la próxima quiero verla como bebe. Solo atino por besarme.

Fin de semana siguiente la misma ceremonia, pero esta vez había ido con short y estando en la sala se sentó encima mío y además del paleteo, llego la penetración: saque el preservativo me lo coloque y ella se sentó encima, hizo su mejor esfuerzo, pero la deficiencia en sus movimientos desanimaba más que excitaba.
Como era más pequeña que yo, me puse de pie aun enganchados y la comencé a penetrar en serio, la cogí de las piernas ella se sujetó de mi cuello con sus brazos simplemente se dejó llevar. Lubrico demasiado, le pregunte si se había venido, Ella respondió: no se.

De ahí en adelante nuestros encuentros pasaron de la sala a su cuarto ubicado en el segundo piso, yo me desnudaba rápidamente mientras ella se sentía más sumisa al ver a un hombre desnudo y erecto.
Tiene su dosis de excitación enseñarle a una mujercita el arte de mamar huevo y chupar pene, cuando me preguntaba “lo estoy haciendo bien?”, me arrechaba más y las cosas que se me ocurría ella los cumplía.

En varias oportunidades después de un día de stress o fin de semana, llegaba a su casa; ella me contaba sus problemas existenciales, yo la escuchaba, comíamos algo y luego al sexo. Conforme pasaba el tiempo me sentía más cómodo, ella se compraba interiores más atractivos, en una ocasión y quizás la única venia muy molesto la puse boca abajo y le di tres veces a pelo, esa noche de verano sudamos mucho ella no se quejó, solo note que le gustaba meterse los dedos a la vagina.

Finalmente pasaba el tiempo, ella empezó a llamarme “amor” yo le decía que esto no es amor es sexo y que tenía que entender la diferencia. En esa oportunidad me dijo quiero probar algo nuevo: anal. Le pedí que se diera un baño y que se relaje que eso llegaría a su tiempo. Lo cual era mentira, ya estaba en mis planes, había comprado un lubricante en sachet vienen casi del tamaño de un empaque de condón.

Esa noche en la cama ella estaba boca abajo, esperando lo habitual como siempre lubricaba naturalmente; comencé a penetrarla levantando sus caderas y apoyándola sobre la almohada: “que rico amor” su frase; empecé a echarle un poco de lubricante en el ano y a penetrarla con mi dedo gordo: “que haces?”. Te voy a enseñar. No dijo nada

Estábamos a piel, pero decidí ponerme condón. Para prevención, aunque el dedo no salió con manchas ni olores, yo estaba al palo y cabezona. Condón y lubricante adicional para asegurar el ingreso, se iba acabando el sachet.

Relájate le dije y apunté la artillería al objetivo. Poco a poco la cabeza del hongo fue ingresando, no podía ver su cara. Esa imagen del hongo ahorcado por el ano era magnifica, ella no decía nada.
Traté de echarle un poco más de lubricante al tronco, hice lo que pude.
Entonces dijo: “ya?”
Ponte en cuatro lentamente, obedeció

Mientras se levantaba el tronco empezó a ingresar, ella lo sentía, lo hacía lentamente.
Al estar completamente en cuatro soltó un grito, placer mezclado con dolor, yo sentía que algo topaba a dentro.

La cogí de sus brazos anteriores con un brazo mío y el otro libre, para el látigo de rigor.
Me separe un poco para poder moverme, la sumisión era completa, las palmadas en la nalga derecha siempre relajan el musculo, ella hecho su cabeza para atrás, la media cola que se había hecho se desarmó y solo soltaba gemidos.

Seguí hasta que comenzó a mostrar sus dientes, y a tener esas aspiraciones de sufrimiento. Pero ella era una cholita aguantadora, esperaría hasta que termine y así lo hizo, aguanto la envestida con patriotismo.
Terminamos sudados, ella se tumbó en la cama muda yo me levante para dirigirme al baño y darme una ducha. Regresé y seguía echada, me senté al lado de su cabeza y la comencé a acariciar, le tomo más tiempo recuperarse, su ano ya había retomado su tamaño normal.

No me volvió a pedir sexo anal, los posteriores encuentros fueron por conducto regular. Cada vez me contaba más y más algunos traumas de adolescente de provincia, fue perdiendo forma por la ausencia de gimnasio y el exceso de comida; finalmente conocí a otra mujer y decidí contarle, a lo cual ella le puso final a nuestro acuerdo de fluidos hasta la actualidad.

 

Buen relato cofra …..

 

Le sacaste los pedos y oro en esa analizada ? Jajaja

 

una historia con un final cantado