Saunerodesanborja
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Era la primera vez que iba solo a visitar a Sandra. Era amiga de mi mamá, la recordaba siempre en las reuniones familiares o en la típica escena de desconsuelo amoroso entre mujeres mayores de 35 en una sala. Adicional: El ritual estaba incompleto sin la aparición de "Mujer: Casos de la vida real" de fondo. Yo tenía 16 años y regresaba de jugar pichanga un viernes por la noche. Mi viejita me pidió que fuera donde Sandra y le dejara una bolsa que contenía productos de cosmética y algunas joyas. Nada importante en realidad, pero sus planes habían cambiado. Ella tenía que ir, pero su pareja de aquel entonces le pidió que fuera a hacer un trámite y luego a dejar una maleta en la comisaría. Era tombo y me llevaba muy mal con él.
Sandra vio cómo me iba acercando a la puerta, se sorprendió de verme. Tenía un babydoll negro con costuras fucsias que dejaban ver cómo sus senos se empozaban delicadamente. Su olor de vainilla, su cara recién humectada, piernas que me incitaban a levantarla hacia el sillón que está detrás de la puerta y empezar a penetrarla sin parar. Otro cliché: el deseo a flor de piel.
Me quedo mirándola, ella mira la bolsa que lo entrego porque me pego con sus senos y no puedo escapar. Le pido el baño. Una vez adentro me imagino que la única manera de frenar el deseo es haciéndome una paja en su baño en menos de 3 minutos y huir del lugar. Me lavo la cara, es invierno, pero la calentura desata una animalidad en mí nunca antes explorada.
Pienso en abordarla en la cocina, en su sala, he estado tantas veces en ese lugar. La escucho discutir con su marido por teléfono. Él trabaja en la mina y tiene poco tiempo para verla. Mi vieja una vez me dijo que a su marido le gustaban los hombres y que ella sufría mucho por eso. Salí del baño y ella estaba en la puerta de la cocina. Me abrazó con fuerza. Respondí el abrazo y empecé a acariciarle la espalda, fui bajando. Le apretaba el culo y no me decía nada, me abrazaba con más fuerza y se me iba poniendo más dura, la pegué más junto a mi y comencé a mamarle los senos y ella soltaba gemidos lentos, cómo si esperara esa sensación hace buen tiempo. Quiere que la bese, mantenemos la acción durante 15 minutos, lo sé por el reloj, que está sobre ella, recuerdo la hora a la que entré.
Me lleva a su cuarto y me la empieza a chupar, se monta y arremete contra mí, me aprieta el cuello, me pide que me sube y le doy piernas al hombro. Acto seguido: siento un calambre y maldigo la pichanga, me recuesto y ella empieza a chuparmela, y a decirme que nunca se imaginó que se iba a cachar a su sobrino. Era como una hermana para mi mamá Me contó que su marido no le daba tiempo, pero que ella lo quería, que estaba enamorada de él. Habrá sido un poco más de una hora el tiempo que estuve en esa casa, abandoné el lugar y me fui a comer una salchipapa, la mejor de mi barrio.
Al llegar a casa la luces estaba apagadas. Mi viejita todavía no había regresado y la gente me llamaba para salir a chupar al parque. Me quedé jato pensando en el tremendo cache que me había metido con Sandra. Mi vieja llegó más tarde, se había peleado con el tombo y entró renegando. Cuando desperté estaba toda su ropa en una bolsa y le había puesto una cartulina que llevaba escrito en ella: Vivo te crees no ctm? manicero de . La imagen me causó mucha gracia. Tomé desayuno, ella había dejado la bolsa en la puerta, no quería ver al pata recogerla.
A las horas llegó Sandra, mi viejita andaba mal, decía que todos los hombre eran una basura y me decía: pobre de ti que seas como esa porqueria de ser humano. Sandra la abraza y la acompaña, yo la veo desde la cocina, la mesa me cubre y hay un cajón debajo, me imagino haciéndomela en la cocina, luego en mi cuarto. En el cuarto de un tipo de 16 años que tiene sus posters de: Dragon Ball Z, el Mundial de Alemania 2006, desgastado.
Mi viejita se ha quedado dormida y me pide que la ayude a llevarla a su cuarto. La cargo y luego camino con ella hacia la puerta, la quiero meter a mi cuarto, pero me dice que tiene que ir a su casa, su marido llega en un rato, me desespero y le pido que se quede, su no es tajante y ya estamos en la puerta. Le abro y al salir me la agarra y me aprieta, me dice que su marido se va a la mina en unos días, que ella viene a la casa cuando se vaya y avisarme y poder hacerlo de nuevo.
Mantengo la calma y le digo que está bien. La despido, sirvo un poco de agua y la dejo en el cuarto de mi viejita. Me quedo jugando videojuegos en la sala y al mismo tiempo saco la cuenta de cuántos días tendrá que esperar para verla. Voy a dormir. A la mañana siguiente tengo que recoger unos abrigos de la vieja en la lavandería.
Al regresar me encuentro con Emilio, él es guachimán de la cuadra y a veces ejerce servicios de botánica para las casas cercanas. Lo conozco desde que tengo 8 años, quizás un poco desde que tengo menos de 6. Me ayudó a aprender a montar bici, hablábamos de fútbol, él era hincha del Boys. yo de la U, pero había un buen trato desde siempre y la joda básica cuando me veía pasar con una compañera del colegio. Esa mañana Emilio me vio angustiado, me preguntó qué me pasaba, pero no le quise contar. De pronto, soltó al pregunta: ¿Mañana qué vas a hacer? le respondí que nada, comentó que iría a Polvos Azules y que si quería ir podía acompañarlo, accedí, pensaba ir por un par de juegos o pelas.
Cuando llegamos a Polvos, me dijo todavía no hay que entrar. Me dijo acompáñame un rato por acá. Paró un taxi y estábamos rumbo a no sé dónde, por un momento se me pasó por la mente que el tipo era un violador ,igual tenía una gas pimienta en mi mochila. De pronto, veo el descampando, la imagen feliz una combi que entra clandestinamente al lugar, junto a letreros de alcaldes y postulaciones para la región del callao. El espacio está lleno de camiones , seguimos avanzando y veo dos locales, una tienda a la mano derecha desde donde emana un olor a fritura inconfundible. Antes que le pregunte me lo dice: "Mira: este es el botecito y el otro, es el troca"
Continuará
Sandra vio cómo me iba acercando a la puerta, se sorprendió de verme. Tenía un babydoll negro con costuras fucsias que dejaban ver cómo sus senos se empozaban delicadamente. Su olor de vainilla, su cara recién humectada, piernas que me incitaban a levantarla hacia el sillón que está detrás de la puerta y empezar a penetrarla sin parar. Otro cliché: el deseo a flor de piel.
Me quedo mirándola, ella mira la bolsa que lo entrego porque me pego con sus senos y no puedo escapar. Le pido el baño. Una vez adentro me imagino que la única manera de frenar el deseo es haciéndome una paja en su baño en menos de 3 minutos y huir del lugar. Me lavo la cara, es invierno, pero la calentura desata una animalidad en mí nunca antes explorada.
Pienso en abordarla en la cocina, en su sala, he estado tantas veces en ese lugar. La escucho discutir con su marido por teléfono. Él trabaja en la mina y tiene poco tiempo para verla. Mi vieja una vez me dijo que a su marido le gustaban los hombres y que ella sufría mucho por eso. Salí del baño y ella estaba en la puerta de la cocina. Me abrazó con fuerza. Respondí el abrazo y empecé a acariciarle la espalda, fui bajando. Le apretaba el culo y no me decía nada, me abrazaba con más fuerza y se me iba poniendo más dura, la pegué más junto a mi y comencé a mamarle los senos y ella soltaba gemidos lentos, cómo si esperara esa sensación hace buen tiempo. Quiere que la bese, mantenemos la acción durante 15 minutos, lo sé por el reloj, que está sobre ella, recuerdo la hora a la que entré.
Me lleva a su cuarto y me la empieza a chupar, se monta y arremete contra mí, me aprieta el cuello, me pide que me sube y le doy piernas al hombro. Acto seguido: siento un calambre y maldigo la pichanga, me recuesto y ella empieza a chuparmela, y a decirme que nunca se imaginó que se iba a cachar a su sobrino. Era como una hermana para mi mamá Me contó que su marido no le daba tiempo, pero que ella lo quería, que estaba enamorada de él. Habrá sido un poco más de una hora el tiempo que estuve en esa casa, abandoné el lugar y me fui a comer una salchipapa, la mejor de mi barrio.
Al llegar a casa la luces estaba apagadas. Mi viejita todavía no había regresado y la gente me llamaba para salir a chupar al parque. Me quedé jato pensando en el tremendo cache que me había metido con Sandra. Mi vieja llegó más tarde, se había peleado con el tombo y entró renegando. Cuando desperté estaba toda su ropa en una bolsa y le había puesto una cartulina que llevaba escrito en ella: Vivo te crees no ctm? manicero de . La imagen me causó mucha gracia. Tomé desayuno, ella había dejado la bolsa en la puerta, no quería ver al pata recogerla.
A las horas llegó Sandra, mi viejita andaba mal, decía que todos los hombre eran una basura y me decía: pobre de ti que seas como esa porqueria de ser humano. Sandra la abraza y la acompaña, yo la veo desde la cocina, la mesa me cubre y hay un cajón debajo, me imagino haciéndomela en la cocina, luego en mi cuarto. En el cuarto de un tipo de 16 años que tiene sus posters de: Dragon Ball Z, el Mundial de Alemania 2006, desgastado.
Mi viejita se ha quedado dormida y me pide que la ayude a llevarla a su cuarto. La cargo y luego camino con ella hacia la puerta, la quiero meter a mi cuarto, pero me dice que tiene que ir a su casa, su marido llega en un rato, me desespero y le pido que se quede, su no es tajante y ya estamos en la puerta. Le abro y al salir me la agarra y me aprieta, me dice que su marido se va a la mina en unos días, que ella viene a la casa cuando se vaya y avisarme y poder hacerlo de nuevo.
Mantengo la calma y le digo que está bien. La despido, sirvo un poco de agua y la dejo en el cuarto de mi viejita. Me quedo jugando videojuegos en la sala y al mismo tiempo saco la cuenta de cuántos días tendrá que esperar para verla. Voy a dormir. A la mañana siguiente tengo que recoger unos abrigos de la vieja en la lavandería.
Al regresar me encuentro con Emilio, él es guachimán de la cuadra y a veces ejerce servicios de botánica para las casas cercanas. Lo conozco desde que tengo 8 años, quizás un poco desde que tengo menos de 6. Me ayudó a aprender a montar bici, hablábamos de fútbol, él era hincha del Boys. yo de la U, pero había un buen trato desde siempre y la joda básica cuando me veía pasar con una compañera del colegio. Esa mañana Emilio me vio angustiado, me preguntó qué me pasaba, pero no le quise contar. De pronto, soltó al pregunta: ¿Mañana qué vas a hacer? le respondí que nada, comentó que iría a Polvos Azules y que si quería ir podía acompañarlo, accedí, pensaba ir por un par de juegos o pelas.
Cuando llegamos a Polvos, me dijo todavía no hay que entrar. Me dijo acompáñame un rato por acá. Paró un taxi y estábamos rumbo a no sé dónde, por un momento se me pasó por la mente que el tipo era un violador ,igual tenía una gas pimienta en mi mochila. De pronto, veo el descampando, la imagen feliz una combi que entra clandestinamente al lugar, junto a letreros de alcaldes y postulaciones para la región del callao. El espacio está lleno de camiones , seguimos avanzando y veo dos locales, una tienda a la mano derecha desde donde emana un olor a fritura inconfundible. Antes que le pregunte me lo dice: "Mira: este es el botecito y el otro, es el troca"
Continuará