MONTCARLO
Sucedió una tarde. Después de clases fui con un amigo a almorzar a una cebicheria cerca de la universidad, era pequeña y había poca gente. Se acercó una señorita de hermosas piernas y caderas (mi debilidad) y nos trajo la carta del menú, nos dijo la oferta del día que era una fuente grande para tres personas con tres cervezas gratis. Le dije que si se sentaba conmigo ordenaba esa fuente y ella se sonrojó, sonriendo me dijo que no podía, que tenía que trabajar, que en otra oportunidad podía ser. No importaba, al final pedimos cada uno un plato de cebiche y nuestras cervezas y nos quedamos conversando un buen rato. Pedimos dos cervezas más y la continuamos por un par de horas. De rato en rato buscaba a la mesera con la mirada y me di cuenta que ella también me observaba.
A eso de las 5 decidimos irnos y mi amigo pidió la cuenta, yo fui al baño a lavarme las manos y al salir me encontré con la mesera. Le sonreí y le dije “chau”, ella me sonrió y me dijo “chau, espero que vuelvan”. Mis sentidos se activaron, la mire de nuevo y le pregunté si ya estaba de salida y me respondió que sí. Sin pensarlo le pregunté si le gustaría ir a tomar algo, a otro sitio, solo los dos. Ella sonrió y me dijo no.
Pasaron los días y pensaba en la mesera. No sabía ni su nombre pero había algo en su coquetería que me tenía distraído, me gustaron sus piernas y su culito se veía muy bien, no pude dejar de imaginarla varias veces desnuda. Ese fin de semana fui a la misma cebicheria con mi amigo y ella estaba ahí, me reconoció y se acercó a nuestra mesa sonriendo, no perdí el tiempo y le dije que se veía muy bien, le di un besito en la mejilla y le dije que quería la oferta de las tres cervezas y que se siente con nosotros. Obviamente ella no lo hizo, solo se acercaba de rato en rato y yo aprovechaba para coquetearle y mirarla de pies a cabeza. Eso le gustaba y se movía provocativamente. En un momento me levante para ir al baño y al salir ella estaba afuera, casi chocamos y quedamos cerquita uno del otro. Mis instintos me empujaron a besarla en la boca y ella se sorprendió pero rápidamente me correspondió, nos besamos rico por unos instantes y la lleve conmigo al baño. Nos seguimos besando y ella medio aturdida trató de controlarse, me miro y me dijo “loco” y nos seguimos besando mientras mis manos apretaban ese culito hermoso y sentí como ella se dejaba llevar. En un momento ella se detuvo y respirando agitadamente me dijo que me controle, justo cuando ya estaba por quitarle el brasier. Se arregló la ropa y me dijo que la llame más tarde, saliendo del trabajo podíamos vernos y al ver que mi pene estaba duro bajo mi pantalón solo me miro pícaramente y con un beso se fue. Tuve que esperar un momento en el baño para que no se me note la erección y al salir mi amigo estaba esperándome afuera, nos fuimos y yo ya estaba ansioso por llamarla.
Cuando hablamos por celular esa misma tarde me dijo que la espere en una calle cerca al estadio. Al llegar vi que se había cambiado con un jean negro que le resaltaba esas caderas y esas nalgas que había tocado hace unas horas. Por ahí cerca había una discoteca y fuimos a bailar y divertirnos, no aguantaba las ganas de volver a tocarla y verla desnuda en mi cama, ella se movía sensualmente y me besaba con lengua, rozaba su cuerpo al mío y nos calentamos mucho. Fue inevitable y le propuse salir para ir a un sitio más íntimo. Ella aceptó.
Al salir no tenía planeado nada, pensé en llevarla a mi cama pero no me pareció adecuado así que mejor un hotel. Ahí cerca había uno, a primera vista me pareció bien y toque el timbre, nos abrió una señora algo mayor y después del hacer los pagos nos llevó a una habitación en el tercer piso. Una habitación simple, limpia con ventana a la calle que daba a un parque infantil, adecuada para el asunto que teníamos en mente. Nos comenzamos a besar y poco a poco la desnude, estaba ansioso y feliz de ver por fin ese cuerpo junto a mí, ella se quedó en ropa interior negra que le resaltaba sus senos muy bien, se detuvo y me dijo que me desnude, yo ya tenía el pene erecto y me quité toda la ropa. Me acerque a ella que se puso de espaldas a mí y comenzamos a movernos suavemente, sentía su piel caliente en mi pecho, sus piernas suaves eran justo como me gustan: proporcionadas, suaves, de un color canela hermoso. Mientras bailábamos mi pene se erectaba más y se hundía entre sus nalgas que eran lo mejor de ese cuerpo. Mis manos tocaban sus pechos debajo del brasier y poco a poco, mientras le besaba el cuello con mi mano derecha le baje la tanguita lo suficiente para tocar su vagina que ya estaba caliente y húmeda. Ella seguía moviéndose pegadita a mí y sentía como respiraba y hacia ruiditos que me calentaban más. Era una locura sentirla así delante mío y mientras me concentraba en tocarla y acariciarla sentí que su mano agarraba mi pene que ya estaba muy duro y comenzó a masturbarme lentamente, lo hacía de una manera suave pero firme frotando todo el largo de mi miembro, se abrió un poco de piernas y se lo puso entre medio. Mi pene quedo a las puertas de su vagina y ella se frotaba encima. Quise penetrarla ahí mismo pero ella me contuvo. Fuimos a la cama y me dijo que ella quería arriba, se quitó el brasier y la tanga negra, ahí mismo tomo mi pene con su mano y lo puso en su vagina que pude ver tenia poquísimos vellos y estaba mojada. Aún recuerdo la cara de placer que puso mientras la cabeza de mi pene ingresaba en esa vagina que se abría para el placer. Humeda, caliente, como un guante para mi pene que se movía con libertad.
Disfrute mucho de esa noche. Lo hicimos en la cama, en la silla, contra la pared y frente a la ventana. Ella sabía lo que le gustaba y traté de estar a la altura de sus deseos, pasamos una noche que recordaré toda mi vida hasta que bañados en sudor y con el corazón a mil nos quedamos dormidos.
En la mañana me desperté cuando ella salía de la ducha y la vi vestirse en silencio. Era temprano y yo quería seguir en la cama. No dije nada y solo nos miramos, ella se vestía rápidamente y su cabello aún húmedo mojaba su espalda. Se despidió con un beso en la boca y me dijo que la había pasado muy bien. Salió corriendo y no la vi por varios días, sentía confusión y las ideas recorrían mi cabeza. ¿Qué debería hacer ahora?, ella quiso que pase todo esto por una noche o quizá debería buscarla. Mi cabeza me decía que deje las cosas así, que el amor no existe, que fue una noche y nada más, que ella también quiso lo mismo, pero no me sentía tranquilo, creo que había algo mas …
Una noche la llamé y ella respondió, hablamos y me sentí mejor.