drais
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04 de octubre de 2009
Para Brad Pitt su hogar es su cueva, es decir, el lugar donde puede alejarse de la incómoda presencia de niños y mujeres y dedicarse a sus asuntos y a sus cosas, entre las que destacan su gimnasio particular, juegos de video y cerveza. Pitt, padre de seis criaturas, ya no va a fiestas. En su lugar prefiere invitar a sus amigos y pasarla bien en su refugio alejado del reino de su pareja, la actriz Angelina Jolie, en cada una de sus mansiones en California, Lousiana y el sur de Francia.
La cueva del norteamericano es definida en el Diccionario Urbano como la habitación especialmente reservada para el trabajo y el ocio masculina sin interrupción ni presencia femenina. A diferencia de la leonera del británico promedio, la cueva está magníficamente equipada con rockolas y televisión de pantalla plana, un garaje para la moto y una refrigeradora especial para la cerveza. El costo promedio de una cueva bien equipada es de US$200,000 (£ 125,000)
Pitt no es el único actor de Hollywood que necesita especio para sus obsesiones masculinas. George Clooney tiene las suyas en sus mansiones en Los Angeles e Italia, aunque no las necesitaría considerando que es soltero y sus castillos no tienen castellana residente. Por us parte el actor Nicholas Cage tiene en su cueva una rara colección comics de Superman lejos del alcance de sus hijos, mientras que Johnny Depp guarda sus guitarras de colección en su cueva de París y botellas de vino de su viñedo en el sur de Francia.
Al parecer la primera cueva fue construida por Elvis Presley en Graceland, Tennessee. Medio siglo más tarde la cueva es una necesidad del americano promedio. Esta necesidad se ha extendido en la misma medida que la casa promedio americana, un 15% desde la década de los años sesenta del siglo pasado. Al parecer las americanas aprueban las cuevas pues tienen más espacio para baños y cocinas más espaciosos.
Según varias compañías de marketing, los nuevos cavernícolas tienen entre 25 y 45 años y necesitan mucho espacio para sus aparatos y juguetes. Kevin Clark, publicista de Los Angeles, dice que su esposa Suzie está feliz con el hecho que toda su basura esté en un solo sitio y declara orgulloso que ella le va a regalar un televisor de pantalla plana de 40 pulgadas por su cumpleaños. Esta es mi capilla, mi refugio, dice Clark.
No obstante la cueva tiene sus aspectos negativos. Muchos consejeros matrimoniales temen que ésta crea distancias y que se están convirtiendo en elementos de alienación afectiva en muchos casos de divorcio.
The Times
Brad Pitt: mi hogar es mi cueva
John Harlow
John Harlow
Para Brad Pitt su hogar es su cueva, es decir, el lugar donde puede alejarse de la incómoda presencia de niños y mujeres y dedicarse a sus asuntos y a sus cosas, entre las que destacan su gimnasio particular, juegos de video y cerveza. Pitt, padre de seis criaturas, ya no va a fiestas. En su lugar prefiere invitar a sus amigos y pasarla bien en su refugio alejado del reino de su pareja, la actriz Angelina Jolie, en cada una de sus mansiones en California, Lousiana y el sur de Francia.
La cueva del norteamericano es definida en el Diccionario Urbano como la habitación especialmente reservada para el trabajo y el ocio masculina sin interrupción ni presencia femenina. A diferencia de la leonera del británico promedio, la cueva está magníficamente equipada con rockolas y televisión de pantalla plana, un garaje para la moto y una refrigeradora especial para la cerveza. El costo promedio de una cueva bien equipada es de US$200,000 (£ 125,000)
Pitt no es el único actor de Hollywood que necesita especio para sus obsesiones masculinas. George Clooney tiene las suyas en sus mansiones en Los Angeles e Italia, aunque no las necesitaría considerando que es soltero y sus castillos no tienen castellana residente. Por us parte el actor Nicholas Cage tiene en su cueva una rara colección comics de Superman lejos del alcance de sus hijos, mientras que Johnny Depp guarda sus guitarras de colección en su cueva de París y botellas de vino de su viñedo en el sur de Francia.
Al parecer la primera cueva fue construida por Elvis Presley en Graceland, Tennessee. Medio siglo más tarde la cueva es una necesidad del americano promedio. Esta necesidad se ha extendido en la misma medida que la casa promedio americana, un 15% desde la década de los años sesenta del siglo pasado. Al parecer las americanas aprueban las cuevas pues tienen más espacio para baños y cocinas más espaciosos.
Según varias compañías de marketing, los nuevos cavernícolas tienen entre 25 y 45 años y necesitan mucho espacio para sus aparatos y juguetes. Kevin Clark, publicista de Los Angeles, dice que su esposa Suzie está feliz con el hecho que toda su basura esté en un solo sitio y declara orgulloso que ella le va a regalar un televisor de pantalla plana de 40 pulgadas por su cumpleaños. Esta es mi capilla, mi refugio, dice Clark.
No obstante la cueva tiene sus aspectos negativos. Muchos consejeros matrimoniales temen que ésta crea distancias y que se están convirtiendo en elementos de alienación afectiva en muchos casos de divorcio.