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I - La causa primera
Laura es mi diosa sexual. Logramos tanto que de solo recordar lo que hicimos e imaginar lo que haremos aún mi cerebro explota. Incluso ya he escrito dos relatos de ella hace algunos años por acá.
Hace poco, en esas charlas que se van por las ramas y terminan en las antípodas de donde empezaron, Laura agradecía a su amiga Gabriela por habernos presentados y ser la causa primera de nuestra extraña relación. Le dije que en realidad tendría que agradecer a varias personas o situaciones antes de haber yo conocido a Gabriela.
Así pues, me encontré con que Dessiré era, definitivamente, la causa primera, hace -estando hoy en el 2019- 28 años. Como suele suceder con Laura, muchas veces las cosas no se quedan en una simple idea sino que nos adentramos a proyectos y así nace la empresa de describir la ruta que me llevó a desvirgarla y convertirla en la perra arrecha y sin límites que es hoy luego de 10 años de risas, copas, excesos, lágrimas, sustos y terceras personas involucradas.
Como ya indiqué, Dessiré es la causa primera. Huachana, un año mayor que yo, estudiante del colegio de las monjas y -según descubrí más de una década después de la época donde describo los hechos- bien jugadora. La conocí teniendo ella 14 años y yo 13, en el único grupo scout huachano que había en esa época, 1991. La verdad que con el tema del terrorismo, la "m i e r d a" de país que dejó Alan, el paquetazo de Fujimori, el cólera como epidemia nacional, los apagones recurrentes y Huacho como zona roja, mi adolescencia fue toda una aventura. Y el grupo scout Huacho 292 fue un lugar para encontrar agarres furtivos, primeras manoseadas y material para fantasear. Tenía otro lugar que también servía para esas cosas, el club Tennis Huacho, pero acá se trata de reconstruir la ruta que me llevó a la jugosa entrepierna de Laura así que me concentró en Dessiré.
De las chicas que iban con frecuencia a las reuniones scout, habían dos que particularmente me llamaron la atención: Luisa y Dessiré. Para serles sinceros, ambas me parecieron muy lejanas: la frescura que tenían, sus curvas, sus alegres rostros, sus cabellos, la impunidad que tenían para acercarse y arrechar a uno y -sobre todo- la legión de lobos de 16, 17, 18 y más años, me dejaban a mí con mis inexpertos 13 como un bobo al que no mirarían ni por asomo.
Pasé todo el 91 básicamente fantaseando con ellas, ¡dios mío!, qué tales pajas, de antología. Siempre con una porno al alcance de la mano que me ayudaba a recrear la desconocida desnudez de ambas. ¿Cómo serían sus tetas? ¿Cómo la de esta foto o la de aquella? Trataba de buscar chicas no tan voluptuosas porque evidentemente no lo era. Luisa voló rápido, tenía un aire un poco "dark" para nuestro grupo y los rockeritos huachanos de la época se la llevaron, ¡benditos los que se la comieron!
Y así, sin más, llego el verano del 92, habiéndome convertido en pata de Dessiré y escuchando con insana envidia cuando me contaba de sus avances con su enamorado: Daniel Carhuamaca, un patín que se iba a Lima a estudiar en la universidad, después de haber estudiado cada rincón de Dessiré.
En fin, Daniel se va a Lima y deja "sola" a Dessiré en Huacho. La dejó tristona y me llamaba para conversar. La escuchaba, esperando que pasé rápido de las historias de enamoramiento a las sexuales. La verdad que no sé por qué me las contaba, pero les aseguró que llegando a mi casa litros de semen eran vertidos alucinando con ella.
A mediados de enero de ese 92 (ella ya con 15, yo a poco de los 14), mitad de semana, me llama para ir a la playa. Acepté porque seríamos solo los dos y a mitad de semana hay poca gente en la playa. Demás está decir que con solo la idea de ir junto con ella a Hornillos estaba con una erección tremenda.
Cuando llegamos a la playa Hornillos había gente y me dice para ir mejor a Colorado, otra playa que -en esa época- era poco concurrida. Acepté de inmediato. Acá me tengo que detener para describirla.
Dessiré es chata, cabello castaño muy liso, piel blanca con pocas pero evidentes pecas en rostro, hombros y pecho. Un poco rellenita por lo que tenía buenas piernas, bien contorneadas, un trasero aceptable y unas tetas realmente grandes para su edad. Tetas que crecieron de cero a bombas en solo un año. La verdad que no me había percatado de ese crecimiento pectoral hasta que llegamos a Colorado, y se saca el polo para quedarse en el bikini. Solía usa ropa bien suelta, así que ignoraba como habían crecido y ver su inmensidad me dejó lelo: miraba sus tetas hipnotizado, miraba su bikini verde sin poder despegar los ojos de la belleza que tenía delante... ¡Hey! ¡Julián! gritó y me sacó de mi letargo... ¡M i e r d a! pensé, mi pinga estaba empalmada, no había modo de ocultar eso, me invadió una vergüenza que jamás había sentido, no sabía dónde meterme, ¿salir corriendo?... Y empezó a cagarse de risa, "no te quedarás mirando mi culo cuando me saque el short, ¿no?" y empezó a hacerlo más rápido que lentamente.
Arriba hablaba de su frescura y cierta impunidad que tenía para arrecharme y este día fue clave en esto porque abusó al exceso. Se sentó sobre su toalla y yo en la arena y me dijo: "¿sabes cuál iba a ser mi regalo de navidad para Daniel?" Obviamente, no tenía ni idea y continúo: "Le iba a decir para que se meta por atrás, pero se fue a Lima antes y no me dio tiempo, todavía vendrá en dos semanas."
Yo todavía no me recuperaba del roche inicial, así que ni mucho caso le hacia, de verdad me disgustó mucho caer en evidencia de ese modo, pensaba -colérico- en irme y corta mis pensamientos: "puedes mostrarme tu cosito"... ¡Qué! ¡Estás loca!... Vamos, no hay nadie acá, ya la he visto como se para, y no es que vayamos a hacer nada malo, no le voy a sacar la vuelta a Daniel, menos contigo, solo quiero ver un segundo cosito en mi vida, y entre nosotros hay harta confianza... Oye, como es eso de que menos conmigo... Jajajaja, sabes a qué me refiero, mira hagamos algo, me enseñas tu cosito, me dejas observarlo bien y ya, no pasó nada acá, ni lo voy a tocar, ni nada, olvidamos este momento, además ¡mira!, de nuevo está duro...
Era lo lógico después de esa propuesta y como lo decía, y le hice una contraoferta, más que para querer aprovecharme de la situación, para no sentirme tan manipulado... Ok, pero tú me enseñas tus tetas... Disculpa papacito, pero ya las has visto de un modo muy obsceno... Oye, tú también te quedaste viendo mi short igual, y hasta ahorita lo estás haciendo... Ok, ok, hagamos algo pajita polenta [ah, la jerga de esa época], no le demos tanta vuelta, cuento hasta tres, lo sacas y me dejas verlo... No, no, primero tus tetas, lo siento Dessy, pero creo que tú tienes la ventaja... Ay los hombres son siempre así, ya, mira...
¿Qué les puedo decir estimados lectores? No eran como ninguna que había visto antes, ni en las pornos, ni en la Serie Rosa, eran... Eran... Eran... Era... ¡perfectas! Blancas, con unas aureolas rosadas que terminaban en un pezón un poco más rojizo y que se iban endureciendo con el paso de los segundos... Mis manos mecánicamente se movían lentamente hacia ellos, ahora sí estaba realmente hipnotizado, mis dedos llegan a su piel y la rozan como si estuviera en un sueño, como si tocarlas sería un sacrilegio, estaba embelesado, subo mi mirada a su rostro y se rompe el hechizo, estaba mirando para todos lados, realmente palteada... "¿Ya estás contento?"... No era necesario que le responsa, tenía una sonrisa que no se me quitó por días...
"Te toca cumplir tu parte del trato"... Y cumplí, saqué un pene armado al máximo, ya con algunas gotas que se deslizaban secándose con el viento, ella miró y tocó algo, la verdad que yo ni sentía vergüenza, con el espectáculo que acaba de ver, no me importaba si el mundo se acababa...
Pero el mundo no se acabó, pasaron los meses y ella me desvirgó una tarde, tarde que relataré en un tercer episodio, ya que el segundo resumirá los meses hasta ese día. Todo, no lo olviden, para trazar el camino que me llevó a Laura.
Disculpen lo extenso. Hasta la próxima.
Laura es mi diosa sexual. Logramos tanto que de solo recordar lo que hicimos e imaginar lo que haremos aún mi cerebro explota. Incluso ya he escrito dos relatos de ella hace algunos años por acá.
Hace poco, en esas charlas que se van por las ramas y terminan en las antípodas de donde empezaron, Laura agradecía a su amiga Gabriela por habernos presentados y ser la causa primera de nuestra extraña relación. Le dije que en realidad tendría que agradecer a varias personas o situaciones antes de haber yo conocido a Gabriela.
Así pues, me encontré con que Dessiré era, definitivamente, la causa primera, hace -estando hoy en el 2019- 28 años. Como suele suceder con Laura, muchas veces las cosas no se quedan en una simple idea sino que nos adentramos a proyectos y así nace la empresa de describir la ruta que me llevó a desvirgarla y convertirla en la perra arrecha y sin límites que es hoy luego de 10 años de risas, copas, excesos, lágrimas, sustos y terceras personas involucradas.
Como ya indiqué, Dessiré es la causa primera. Huachana, un año mayor que yo, estudiante del colegio de las monjas y -según descubrí más de una década después de la época donde describo los hechos- bien jugadora. La conocí teniendo ella 14 años y yo 13, en el único grupo scout huachano que había en esa época, 1991. La verdad que con el tema del terrorismo, la "m i e r d a" de país que dejó Alan, el paquetazo de Fujimori, el cólera como epidemia nacional, los apagones recurrentes y Huacho como zona roja, mi adolescencia fue toda una aventura. Y el grupo scout Huacho 292 fue un lugar para encontrar agarres furtivos, primeras manoseadas y material para fantasear. Tenía otro lugar que también servía para esas cosas, el club Tennis Huacho, pero acá se trata de reconstruir la ruta que me llevó a la jugosa entrepierna de Laura así que me concentró en Dessiré.
De las chicas que iban con frecuencia a las reuniones scout, habían dos que particularmente me llamaron la atención: Luisa y Dessiré. Para serles sinceros, ambas me parecieron muy lejanas: la frescura que tenían, sus curvas, sus alegres rostros, sus cabellos, la impunidad que tenían para acercarse y arrechar a uno y -sobre todo- la legión de lobos de 16, 17, 18 y más años, me dejaban a mí con mis inexpertos 13 como un bobo al que no mirarían ni por asomo.
Pasé todo el 91 básicamente fantaseando con ellas, ¡dios mío!, qué tales pajas, de antología. Siempre con una porno al alcance de la mano que me ayudaba a recrear la desconocida desnudez de ambas. ¿Cómo serían sus tetas? ¿Cómo la de esta foto o la de aquella? Trataba de buscar chicas no tan voluptuosas porque evidentemente no lo era. Luisa voló rápido, tenía un aire un poco "dark" para nuestro grupo y los rockeritos huachanos de la época se la llevaron, ¡benditos los que se la comieron!
Y así, sin más, llego el verano del 92, habiéndome convertido en pata de Dessiré y escuchando con insana envidia cuando me contaba de sus avances con su enamorado: Daniel Carhuamaca, un patín que se iba a Lima a estudiar en la universidad, después de haber estudiado cada rincón de Dessiré.
En fin, Daniel se va a Lima y deja "sola" a Dessiré en Huacho. La dejó tristona y me llamaba para conversar. La escuchaba, esperando que pasé rápido de las historias de enamoramiento a las sexuales. La verdad que no sé por qué me las contaba, pero les aseguró que llegando a mi casa litros de semen eran vertidos alucinando con ella.
A mediados de enero de ese 92 (ella ya con 15, yo a poco de los 14), mitad de semana, me llama para ir a la playa. Acepté porque seríamos solo los dos y a mitad de semana hay poca gente en la playa. Demás está decir que con solo la idea de ir junto con ella a Hornillos estaba con una erección tremenda.
Cuando llegamos a la playa Hornillos había gente y me dice para ir mejor a Colorado, otra playa que -en esa época- era poco concurrida. Acepté de inmediato. Acá me tengo que detener para describirla.
Dessiré es chata, cabello castaño muy liso, piel blanca con pocas pero evidentes pecas en rostro, hombros y pecho. Un poco rellenita por lo que tenía buenas piernas, bien contorneadas, un trasero aceptable y unas tetas realmente grandes para su edad. Tetas que crecieron de cero a bombas en solo un año. La verdad que no me había percatado de ese crecimiento pectoral hasta que llegamos a Colorado, y se saca el polo para quedarse en el bikini. Solía usa ropa bien suelta, así que ignoraba como habían crecido y ver su inmensidad me dejó lelo: miraba sus tetas hipnotizado, miraba su bikini verde sin poder despegar los ojos de la belleza que tenía delante... ¡Hey! ¡Julián! gritó y me sacó de mi letargo... ¡M i e r d a! pensé, mi pinga estaba empalmada, no había modo de ocultar eso, me invadió una vergüenza que jamás había sentido, no sabía dónde meterme, ¿salir corriendo?... Y empezó a cagarse de risa, "no te quedarás mirando mi culo cuando me saque el short, ¿no?" y empezó a hacerlo más rápido que lentamente.
Arriba hablaba de su frescura y cierta impunidad que tenía para arrecharme y este día fue clave en esto porque abusó al exceso. Se sentó sobre su toalla y yo en la arena y me dijo: "¿sabes cuál iba a ser mi regalo de navidad para Daniel?" Obviamente, no tenía ni idea y continúo: "Le iba a decir para que se meta por atrás, pero se fue a Lima antes y no me dio tiempo, todavía vendrá en dos semanas."
Yo todavía no me recuperaba del roche inicial, así que ni mucho caso le hacia, de verdad me disgustó mucho caer en evidencia de ese modo, pensaba -colérico- en irme y corta mis pensamientos: "puedes mostrarme tu cosito"... ¡Qué! ¡Estás loca!... Vamos, no hay nadie acá, ya la he visto como se para, y no es que vayamos a hacer nada malo, no le voy a sacar la vuelta a Daniel, menos contigo, solo quiero ver un segundo cosito en mi vida, y entre nosotros hay harta confianza... Oye, como es eso de que menos conmigo... Jajajaja, sabes a qué me refiero, mira hagamos algo, me enseñas tu cosito, me dejas observarlo bien y ya, no pasó nada acá, ni lo voy a tocar, ni nada, olvidamos este momento, además ¡mira!, de nuevo está duro...
Era lo lógico después de esa propuesta y como lo decía, y le hice una contraoferta, más que para querer aprovecharme de la situación, para no sentirme tan manipulado... Ok, pero tú me enseñas tus tetas... Disculpa papacito, pero ya las has visto de un modo muy obsceno... Oye, tú también te quedaste viendo mi short igual, y hasta ahorita lo estás haciendo... Ok, ok, hagamos algo pajita polenta [ah, la jerga de esa época], no le demos tanta vuelta, cuento hasta tres, lo sacas y me dejas verlo... No, no, primero tus tetas, lo siento Dessy, pero creo que tú tienes la ventaja... Ay los hombres son siempre así, ya, mira...
¿Qué les puedo decir estimados lectores? No eran como ninguna que había visto antes, ni en las pornos, ni en la Serie Rosa, eran... Eran... Eran... Era... ¡perfectas! Blancas, con unas aureolas rosadas que terminaban en un pezón un poco más rojizo y que se iban endureciendo con el paso de los segundos... Mis manos mecánicamente se movían lentamente hacia ellos, ahora sí estaba realmente hipnotizado, mis dedos llegan a su piel y la rozan como si estuviera en un sueño, como si tocarlas sería un sacrilegio, estaba embelesado, subo mi mirada a su rostro y se rompe el hechizo, estaba mirando para todos lados, realmente palteada... "¿Ya estás contento?"... No era necesario que le responsa, tenía una sonrisa que no se me quitó por días...
"Te toca cumplir tu parte del trato"... Y cumplí, saqué un pene armado al máximo, ya con algunas gotas que se deslizaban secándose con el viento, ella miró y tocó algo, la verdad que yo ni sentía vergüenza, con el espectáculo que acaba de ver, no me importaba si el mundo se acababa...
Pero el mundo no se acabó, pasaron los meses y ella me desvirgó una tarde, tarde que relataré en un tercer episodio, ya que el segundo resumirá los meses hasta ese día. Todo, no lo olviden, para trazar el camino que me llevó a Laura.
Disculpen lo extenso. Hasta la próxima.
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