La chinita de Palao

Elver Gonzales

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Hola a todos los cofras del grupo. Ya desde hace algun tiempo vengo leyendo los relatos de esta zona, y tenia ganas de aportar tambien. Les cuenta una histoa de hace ya algun tiempo atras. Digamos que se llamaba E... Nos conocimos en Badoo hace muchos años, cuando las conversaciones en esa app de pronto se volvían cada vez más íntimas y cargadas de deseo. Pasábamos bastante tiempo hablando, y poco a poco, nuestra amistad se convirtió en algo mucho más picante. Finalmente, nos atrevimos a vernos en persona y nos hicimos amigos con derecho a todo. Fue una decisión que cambiaría nuestra dinámica para siempre. Nos vimos infinidad de veces en muchos lugares y de diversas formas.

En una ocasión, mientras yo estaba en el trabajo, E... me envió un mensaje que mesorprendio gratamente. "Quiero tu leche," me dijo, su texto teñido de lujuria. "Me tienes loca." Intrigado y excitado, le pregunté dónde la quería. Su respuesta fue directa y explícita: fotos de sus tetas, de su conchita depilada y mojada, y de su boca abierta, mostrando la lengua. La vista me dejó al fierro, y sin perder tiempo, le pregunté dónde nos veríamos. "Ven a mi casa," me respondió con una seguridad que me arrecho aún más.

Sabía que vivía con su familia en Palao, SMP, y le pregunté si no habría problemas. "Están mi mamá y mi hermana," me explicó, "pero les diré que eres el técnico de computadoras. Trabajo desde casa, así que no habrá inconvenientes." Me dio sus coordenadas exactas, y sin dudarlo, me subí a mi carro y me dirigí como Meteoro en el Mach 5 a toda velocidad hacia mi destino, imaginando todas las cosas que le haría a esta chinita.

Llegué a una casa grande, frente a un parquecito. Apenas salí del auto, E... apareció en la puerta, en pijama y con sus anteojos puestos. A pesar de la ropa, podía distinguir la cara de arrecha que tenía y la mirada cargada de lujuria. Me hizo pasar, saludé a su mamá y hermana de lejos, y subimos a su cuarto en el segundo piso, donde nuevamente en el futuro llegaria muchas veces mas.

Apenas entramos a su cuarto, E... se arrodilló frente a mí y me bajó el cierre con una destreza que delataba su experiencia. Sacó mi pinga, ya dura y palpitante, y la pasó por su cara, golpeándose los cachetes con ella. La vista de mi verga rebotando en su lengua me puso aún más arrecho. Comenzó a chuparla con una intensidad que hacia que me esfuerce en no venirme al toque. Se atragantaba con gusto, haciendo ruidos húmedos y deliciosos. Aunque lagrimeaba, no se detuvo, continuando con sus arcadas, disfrutando cada segundo. Era una mamona insaciable.

"Eres mi perra, ¿verdad?" le pregunté, agarrándola del cabello y empujando mi verga más adentro.

"Sí, soy tu perra," respondió con la voz ahogada, pero llena de deseo. "Me encanta tu pinga, I..."

Levanté su cabeza para ver sus ojos llenos de lagrimas y lujuria y le di una bofetada suave en la mejilla. "Así me gusta, que seas una buena perra."

E... sonrió, mostrando su lengua. Se metio mis huevos uno a uno en su boca, lamiendo y chupando con una dedicación que me hacia estremeces. Luego, se concentró en el tronco de mi verga, pasando su lengua por cada centímetro, haciendo que mi piel se erizara de placer. Se puso mi pinga durisima ya en ese momento entre la mejilla y sus dientes, y me suplico:

"Quiero que me cachetees más," pidió, mirándome con ojos suplicantes. Y ella misma se lapeaba con la mano

Le di una cachetada en la mejilla, sintiendo cómo su piel se enrojecía. "Así, ¿te gusta así?"

"Sí, más fuerte," respondió, con la voz llena de deseo.

Le di una andanada de cachetadas, cada vez más fuertes, y ella gemia de placer. "Eres mi puta, ¿verdad?"

"Sí, soy tu puta," confirmó, con una sonrisa maliciosa. "Hazme lo que quieras."

La levanté y la tiré sobre la cama, quitandole su pijama y dejando al descubierto su concha depilada y húmeda, y sus tetas grandes con pezones erectos. Me arrodillé entre sus piernas y comencé a lamerle la concha, saboreando su jugo. E... gritaba de placer, mordia la sabana, la almohada, todo lo que tuviera a mano para reprimir sus gemidos, moviendo sus caderas contra mi boca.

"Te quiero adentro mío, I...," suplicó, con la voz entrecortada. "Dame tu leche."

Me puse de pie y lle levante las piernas. La puse patas al hombro, y la penetré de un solo empujón, haciendo que gritara de placer.

"Sí, así, más fuerte," gritaba la muy puta, moviendose para sentir mas profundo cada embestida.

Comencé a moverme con fuerza, entrando y saliendo de ella con movimientos profundos y rítmicos. El sonido de nuestros cuerpos chocando llenaba la habitación, toda esa humedad mezclándose con los gemidos de placer de ambos. (Continuara...)
 
Buena historia mano, continuala por favor
 
Continúe tu relato
 
Y la hermana y mamá no escuchaban los gemidos, los sonidos.
 
Hola a todos los cofras del grupo. Ya desde hace algun tiempo vengo leyendo los relatos de esta zona, y tenia ganas de aportar tambien. Les cuenta una histoa de hace ya algun tiempo atras. Digamos que se llamaba E... Nos conocimos en Badoo hace muchos años, cuando las conversaciones en esa app de pronto se volvían cada vez más íntimas y cargadas de deseo. Pasábamos bastante tiempo hablando, y poco a poco, nuestra amistad se convirtió en algo mucho más picante. Finalmente, nos atrevimos a vernos en persona y nos hicimos amigos con derecho a todo. Fue una decisión que cambiaría nuestra dinámica para siempre. Nos vimos infinidad de veces en muchos lugares y de diversas formas.

En una ocasión, mientras yo estaba en el trabajo, E... me envió un mensaje que mesorprendio gratamente. "Quiero tu leche," me dijo, su texto teñido de lujuria. "Me tienes loca." Intrigado y excitado, le pregunté dónde la quería. Su respuesta fue directa y explícita: fotos de sus tetas, de su conchita depilada y mojada, y de su boca abierta, mostrando la lengua. La vista me dejó al fierro, y sin perder tiempo, le pregunté dónde nos veríamos. "Ven a mi casa," me respondió con una seguridad que me arrecho aún más.

Sabía que vivía con su familia en Palao, SMP, y le pregunté si no habría problemas. "Están mi mamá y mi hermana," me explicó, "pero les diré que eres el técnico de computadoras. Trabajo desde casa, así que no habrá inconvenientes." Me dio sus coordenadas exactas, y sin dudarlo, me subí a mi carro y me dirigí como Meteoro en el Mach 5 a toda velocidad hacia mi destino, imaginando todas las cosas que le haría a esta chinita.

Llegué a una casa grande, frente a un parquecito. Apenas salí del auto, E... apareció en la puerta, en pijama y con sus anteojos puestos. A pesar de la ropa, podía distinguir la cara de arrecha que tenía y la mirada cargada de lujuria. Me hizo pasar, saludé a su mamá y hermana de lejos, y subimos a su cuarto en el segundo piso, donde nuevamente en el futuro llegaria muchas veces mas.

Apenas entramos a su cuarto, E... se arrodilló frente a mí y me bajó el cierre con una destreza que delataba su experiencia. Sacó mi pinga, ya dura y palpitante, y la pasó por su cara, golpeándose los cachetes con ella. La vista de mi verga rebotando en su lengua me puso aún más arrecho. Comenzó a chuparla con una intensidad que hacia que me esfuerce en no venirme al toque. Se atragantaba con gusto, haciendo ruidos húmedos y deliciosos. Aunque lagrimeaba, no se detuvo, continuando con sus arcadas, disfrutando cada segundo. Era una mamona insaciable.

"Eres mi perra, ¿verdad?" le pregunté, agarrándola del cabello y empujando mi verga más adentro.

"Sí, soy tu perra," respondió con la voz ahogada, pero llena de deseo. "Me encanta tu pinga, I..."

Levanté su cabeza para ver sus ojos llenos de lagrimas y lujuria y le di una bofetada suave en la mejilla. "Así me gusta, que seas una buena perra."

E... sonrió, mostrando su lengua. Se metio mis huevos uno a uno en su boca, lamiendo y chupando con una dedicación que me hacia estremeces. Luego, se concentró en el tronco de mi verga, pasando su lengua por cada centímetro, haciendo que mi piel se erizara de placer. Se puso mi pinga durisima ya en ese momento entre la mejilla y sus dientes, y me suplico:

"Quiero que me cachetees más," pidió, mirándome con ojos suplicantes. Y ella misma se lapeaba con la mano

Le di una cachetada en la mejilla, sintiendo cómo su piel se enrojecía. "Así, ¿te gusta así?"

"Sí, más fuerte," respondió, con la voz llena de deseo.

Le di una andanada de cachetadas, cada vez más fuertes, y ella gemia de placer. "Eres mi puta, ¿verdad?"

"Sí, soy tu puta," confirmó, con una sonrisa maliciosa. "Hazme lo que quieras."

La levanté y la tiré sobre la cama, quitandole su pijama y dejando al descubierto su concha depilada y húmeda, y sus tetas grandes con pezones erectos. Me arrodillé entre sus piernas y comencé a lamerle la concha, saboreando su jugo. E... gritaba de placer, mordia la sabana, la almohada, todo lo que tuviera a mano para reprimir sus gemidos, moviendo sus caderas contra mi boca.

"Te quiero adentro mío, I...," suplicó, con la voz entrecortada. "Dame tu leche."

Me puse de pie y lle levante las piernas. La puse patas al hombro, y la penetré de un solo empujón, haciendo que gritara de placer.

"Sí, así, más fuerte," gritaba la muy puta, moviendose para sentir mas profundo cada embestida.

Comencé a moverme con fuerza, entrando y saliendo de ella con movimientos profundos y rítmicos. El sonido de nuestros cuerpos chocando llenaba la habitación, toda esa humedad mezclándose con los gemidos de placer de ambos. (Continuara...)
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