*Mis datos personales los cambié, al igual que con el transcurso de la historia iré cambiando los datos personales de "Alondra", como su celular,su nombre completo y su dirección. Esta historia es 100% real y espero les guste.
**Mi estilo de escritura es algo más seria, pero tenía que poner un título "llamativo" para que se tome atención.
***Lo que lees en el título es verdad, como vayas leyendo esto entenderás la historia.
****Sí, es la famosa Alondra de que se habla en todos los foros.
*****No subiré ningún video, posiblemente fotos, pero estarán muy bien cuidadas para no faltar a las reglas de Perutops.
CAPITULO 1
-80 soles cariño- dijo con una voz dulce y amorosa.
Suelo ponerme helado cuando llamo a una prostituta, kine o como las llamen. Me sentía algo nervioso y me senté en mi cama para apuntar la dirección.
-Te espero mi amor, me llamas cuando llegues para abrirte- dijo nuevamente con una voz sexy.
Colgué el teléfono, me vestí, me perfumé pensando que iba a ver a mi pareja y que, razonablemente, tenía que oler bien. Me vestí elegantemente, saque una camisa negra entallada y me peine. Salí rápidamente de mi casa y me dirigí al famoso chongo.
-Son huevadas- pensé no me va a pasar nada- Antes de iniciarme con este tipo de chicas siempre tuve este tipo de pensamientos locos en los que creía que me iba a dar sida y que a la semana ya iba a estar con cosas en el cuerpo.
Felizmente yo vivo en Lince y todos estos departamentos llenos de chicas están a cuadras de mi casa, así que en cuestión de 10 minutos caminando ya estaba en la cuadra 20 de Arenales, frente a un grifo.
-¿Aló? ¿Alondra? Ya llegué, ¿qué timbre toco?-
-Hola mi amor, toca el 18- y colgó.
Como arte de magia la puerta se abrió; recuerdo que era un pasadizo largo y frío. Subí los 3 pisos como me dijo y me dirigí lentamente a la puerta número 18 con las manos temblando el corazón palpitando a mil. Me paro frente a la puerta y toco el timbre. Yo, hasta segundos antes de abrir la puerta, seguía con mi idea del sida y también que quizá, como suelo leerlo a menudo, me tocaría una gorda fea y que, por ser novato en estos temas de placeres, no pueda decirle que no.
La puerta sonaba, se abrió la pequeña ventana y vi una mirada muy bonita, ojos maquillados y pardos. Una mirada de felina.
-Hola (risas)- con la misma voz linda y dulce con la que me atendió por teléfono dame un segundo-
-Ok, no te preocupes- le replique con las manos heladas.
La puerta en ese momento se abrió y lo primero que pude ver era a una chica de mi edad, entre 19 a 22 años, una figura esbelta, media con tacos probablemente 1.69 o 1.70, senos medianos y lindos, unas nalgas apetecibles y piel blanca. Yo no podía creerlo, era una chica hermosa en un chongo donde cobraban 120 soles la hora. Me saqué la lotería- pensé.
-Hola- sonriendo ¿Te atienes?-
-Claro-
-Pasa- dijo apurada anda al cuarto del fondo y espérame ahí cariño-
Ella hacia resonar sus tacos en ese pequeño pasadizo dentro del departamento y desapareció en un cuarto donde no hay acceso, supongo que es para las chicas de la casa. Me sentía como en las obras de García Márquez, quizá como un protagonista de sus tantos libros donde habita el sexo y romance. Para ser exactos, me sentía como en Memoria de mis putas tristes, sí, me sentía así.
Me apresure y me fui al cuarto. Mientras la esperaba sacaba la plata de mi bolsillo y revisada mi celular. Era mi primera vez en una casa de mujeres y me sentía nervioso.
Nuevamente escuche esos tacos, esta vez con más presencia. Claro, se estaba acercando al cuarto.
Con una sonrisa hermosa abre la puerta y me mira.
-¿Cuánto tiempo te vas a quedar?
-Una hora- le dije con ansiedad
-Perfecto, serían 120 soles- acechándome la mano esperando el pago mientras no dejaba de verle la perfecta figura que tenía. No sabía por dónde empezar, solo quería hacerla mi mujer por aunque sea unos minutos.
-Toma- le respondí, mientras le daba un billete de cien soles y otro de veinte. Ella los agarró, los miró y los doblo muy delicadamente.
-Listo, espérame aquí, ve poniéndote cómodo- con una sonrisa hermosa. No es por exagerar, pero Alondra era muy guapa en estos momentos, tenía toda la alegría símbolo de una mujer joven. Tenía una lencería color verde por la que se podía ver todo su cuerpo, sus deliciosos pezones y al darse la vuelta se me paraba el pene de solo ver el tremendo poto que me iba a cachar.
Me desistí y puse mis cosas en un viejo sofá que estaba situado en una esquina de la habitación. Había un espejo frente a la cama y otro sofá al costado de la ventana, perfectos testigos del encuentro que tendría, los veía y ya sabía en qué posiciones se la iba a meter.
Ella vuelve a entrar al cuarto, sonriendo, me mira y suelta las primeras palabras Aquí está el condón, ve poniéndotelo-. En mi poca experiencia con este tipo de encuentros sexuales en chongos no supe objetar de una manera madura.
-¿No había eh sexo oral?- le pregunte nerviosamente.
-no- poniendo una cara de extrañeza sosteniendo el no como una chica de su edad.
-¿entonces, te puedo besar los senos?- mientras se sacaba lo último que me quedaba de ropa
-ummmm, ya, pero despacio porque no me gusta mucho- quitándose el sostén.
Yo me acerqué a ella y agarré sus caderas. Eran tiernas, suaves, su piel olía bien. Yo le saboreaba los senos y escuchaba como gemía tímidamente. Creo que nunca le habían mamado los senos de esa manera, quizá por eso su negativa.
Yo lo hacía de una manera suave, circular, lamiendo los bordes de la teta y subiéndolas y bajándolas. Amasándolas, pero siempre suave. Esas cosas las aprendí de mi ex enamorada, me lo detallo casi casi en papel.
Ella suspiraba, sentía como su respiración aumentaba, como se ponían calientes sus pezones por mis besos. Ponía sus manos sobre mis hombros esperando estimularse más, alzaba su mirada al techo y yo aprovechaba para besarle el cuello. Ella se excito de tal manera que inconscientemente me dio un beso, fue con lengua por unos segundos.
-No, no besos-
-Pero si tú me lo diste- mientras sostenía su teta con una mano.
-No mi amor, no besos-
-Está bien, no hay problema-
-Ahora si- dije. Apague las luces y nos fuimos a la cama. Ella seguía suspirando al compás de mis besos en sus tetas. Le bese el vientre, le bese el trasero, agarraba cuerpo, la sentía mía, le besaba cuanto pude. Me había excitado tanto por lo sensual y rica que era. Se me paro de tal forma que parecía de acero. Ella entre sus momentos de inconsciencia por sus senos lamidos agarro su lubricante, lo abrió y se colocó un poco en la vagina.
-Ven para acá- le dije con un acento algo acelerado y ansioso por penetrarla.
Ella se reía por verme así, se colocó en perrito y miraba por el espejo el reflejo de los dos.
-¿Esta bien así?-
-Claro, pero ábrete un poquito más porque la tengo grande-
Ella se rió y aseguraba que nunca había estado con alguien como yo en la cama, que la hacía reír. Agarre mi pene y la metí despacio. Disfrute el momento al límite. Ella gemía a cada penetrada, la agarraba de la cadera muy fuerte y me concentre en penetrarla, meterle el pene a esa vagina apretada.
La sentía hirviendo, ponía sentir como sus entrañas acariciaban mi pene por el deseo sexual.
-Rápido, rápido- repetía excitada.
-Ah ¿quieres rápido? Ven- le cogí los brazos, la alce y sostuve ahora sus dos brazos con uno mío, pareciendo que estuviera esposada y al mismo tiempo cachada. Yo la penetre más rápido y más fuerte. Alondra solo gemía y gemía. Le nalgueaba el rico trasero y respiraba de su nuca con una aceleración digna de animal.
Estuvimos así por unos minutos y luego cambiamos de pose, luego otra pose y otra, posiblemente 25 minutos de corrido, ella siendo penetrada siempre de espaldas. En unas le jalaba el pelo, en otras la nalgueaba más y más al punto de dejarle una marca roja de mi mano. Finalmente terminamos en la cama, ella arriba cabalgándome, mirándome y gimiendo. Me miraba de una forma rara, como si fuera de verdad su hombre, comenzó a besarme el cuello y yo aproveche para agarrarla de las caderas y acercarla más ama para poder penetrarla mejor.
-Que rico lo haces puta madre- me dijo acelerada
-Y tú también- le repliqué.
Paramos por un rato, los signos del cansancio estaban ahí, tanto para ella como para mí. Nos echamos uno al costado del otro, yo la agarraba de la cadera y ella me acariciaba el cabello.
-Siento que nos hemos conocido en otro lado. ¿No te conozco?-
-No- le dije, primera vez que te veo.
-Pero, ¿no sientes eso? ¿Qué ya nos conocemos?-
-Sí, creo que sí, es primera vez que lo hago con alguien con ese tipo de conexión-
-Si- riéndose -Oye y... ¿Cómo te llamas?-
-Carlos le respondí- ¿Tú?-
-Alondra- de una forma muy seca-
-No me mientas pues, sé que así te llamas aquí, pero quiero saber tu nombre. Tú ya sabes el mío y sería justo que tú me digas el tuyo, ¿no?
Se empezó a reír y me dijo la respuesta que tanto esperaba Jazmín- sosteniendo una sonrisa y una mirada dulce.
-¿Y cuánto tiempo llevas trabajando aquí? Pregunte algo nervioso.
-Te soy sincera- mirándome y tocándome el tatuaje que tengo en la mitad de mi brazo recién llevo 3 días aquí. Estoy en esto para poder pagar mi instituto- me dejo de acariciar el pelo y se acercaba a mí por el frio que causaba el cuarto y las pocas mantas de esa vieja y sencilla cama.
Tocaron la puerta, era señal de salida.
-¿qué no era una hora?- preguntando algo confundido. Ella comenzó a reírse muy tímidamente, era una risa encantadora y dulce.
-No, aquí le dicen una hora a 35 minutos o 40-
-¿De verdad?- aferrándome de sus caderas.
-Sí, aparte toma en cuenta que has venido a las 11 y 10, ya son las 12 y algo, eres el último del día, ya me quiero ir a mi casa también-
Acepte algo inconforme pero feliz al mismo tiempo, porque sé que me desestresé de una manera increíble después de tiempo.
-Jazmín una pregunta-
-No me digas así aquí por favor, las chicas no pueden saber que te digo mi nombre u otras cosas de mí-
-Entiendo, perdóname, pero quería preguntarte cuál es tu número, quisiera hablar contigo por whatsapp otros días, tal vez-
Se sonrojo, me miro y se reía tímidamente
-No puedo cariño, llámame desde la web-
-Jazmín- riéndome no seas mala conmigo, por favor-
-Bueno, está bien-
Le di mi celular y lo prendió.
-Qué lindo celular tienes oye, es un LG, ¿no?-
-Si- le respondí.
-Bueno, toma, este es, llámame por las mañanas o tardes, noches no-
-Este es, ¿no?-
-Claro- riéndose oye- mirándome fijamente y con su sonrisa angelical- tienes una sonrisa muy bonita-
-Gracias, siempre me lo dicen- riéndonos.
**Mi estilo de escritura es algo más seria, pero tenía que poner un título "llamativo" para que se tome atención.
***Lo que lees en el título es verdad, como vayas leyendo esto entenderás la historia.
****Sí, es la famosa Alondra de que se habla en todos los foros.
*****No subiré ningún video, posiblemente fotos, pero estarán muy bien cuidadas para no faltar a las reglas de Perutops.
CAPITULO 1
-80 soles cariño- dijo con una voz dulce y amorosa.
Suelo ponerme helado cuando llamo a una prostituta, kine o como las llamen. Me sentía algo nervioso y me senté en mi cama para apuntar la dirección.
-Te espero mi amor, me llamas cuando llegues para abrirte- dijo nuevamente con una voz sexy.
Colgué el teléfono, me vestí, me perfumé pensando que iba a ver a mi pareja y que, razonablemente, tenía que oler bien. Me vestí elegantemente, saque una camisa negra entallada y me peine. Salí rápidamente de mi casa y me dirigí al famoso chongo.
-Son huevadas- pensé no me va a pasar nada- Antes de iniciarme con este tipo de chicas siempre tuve este tipo de pensamientos locos en los que creía que me iba a dar sida y que a la semana ya iba a estar con cosas en el cuerpo.
Felizmente yo vivo en Lince y todos estos departamentos llenos de chicas están a cuadras de mi casa, así que en cuestión de 10 minutos caminando ya estaba en la cuadra 20 de Arenales, frente a un grifo.
-¿Aló? ¿Alondra? Ya llegué, ¿qué timbre toco?-
-Hola mi amor, toca el 18- y colgó.
Como arte de magia la puerta se abrió; recuerdo que era un pasadizo largo y frío. Subí los 3 pisos como me dijo y me dirigí lentamente a la puerta número 18 con las manos temblando el corazón palpitando a mil. Me paro frente a la puerta y toco el timbre. Yo, hasta segundos antes de abrir la puerta, seguía con mi idea del sida y también que quizá, como suelo leerlo a menudo, me tocaría una gorda fea y que, por ser novato en estos temas de placeres, no pueda decirle que no.
La puerta sonaba, se abrió la pequeña ventana y vi una mirada muy bonita, ojos maquillados y pardos. Una mirada de felina.
-Hola (risas)- con la misma voz linda y dulce con la que me atendió por teléfono dame un segundo-
-Ok, no te preocupes- le replique con las manos heladas.
La puerta en ese momento se abrió y lo primero que pude ver era a una chica de mi edad, entre 19 a 22 años, una figura esbelta, media con tacos probablemente 1.69 o 1.70, senos medianos y lindos, unas nalgas apetecibles y piel blanca. Yo no podía creerlo, era una chica hermosa en un chongo donde cobraban 120 soles la hora. Me saqué la lotería- pensé.
-Hola- sonriendo ¿Te atienes?-
-Claro-
-Pasa- dijo apurada anda al cuarto del fondo y espérame ahí cariño-
Ella hacia resonar sus tacos en ese pequeño pasadizo dentro del departamento y desapareció en un cuarto donde no hay acceso, supongo que es para las chicas de la casa. Me sentía como en las obras de García Márquez, quizá como un protagonista de sus tantos libros donde habita el sexo y romance. Para ser exactos, me sentía como en Memoria de mis putas tristes, sí, me sentía así.
Me apresure y me fui al cuarto. Mientras la esperaba sacaba la plata de mi bolsillo y revisada mi celular. Era mi primera vez en una casa de mujeres y me sentía nervioso.
Nuevamente escuche esos tacos, esta vez con más presencia. Claro, se estaba acercando al cuarto.
Con una sonrisa hermosa abre la puerta y me mira.
-¿Cuánto tiempo te vas a quedar?
-Una hora- le dije con ansiedad
-Perfecto, serían 120 soles- acechándome la mano esperando el pago mientras no dejaba de verle la perfecta figura que tenía. No sabía por dónde empezar, solo quería hacerla mi mujer por aunque sea unos minutos.
-Toma- le respondí, mientras le daba un billete de cien soles y otro de veinte. Ella los agarró, los miró y los doblo muy delicadamente.
-Listo, espérame aquí, ve poniéndote cómodo- con una sonrisa hermosa. No es por exagerar, pero Alondra era muy guapa en estos momentos, tenía toda la alegría símbolo de una mujer joven. Tenía una lencería color verde por la que se podía ver todo su cuerpo, sus deliciosos pezones y al darse la vuelta se me paraba el pene de solo ver el tremendo poto que me iba a cachar.
Me desistí y puse mis cosas en un viejo sofá que estaba situado en una esquina de la habitación. Había un espejo frente a la cama y otro sofá al costado de la ventana, perfectos testigos del encuentro que tendría, los veía y ya sabía en qué posiciones se la iba a meter.
Ella vuelve a entrar al cuarto, sonriendo, me mira y suelta las primeras palabras Aquí está el condón, ve poniéndotelo-. En mi poca experiencia con este tipo de encuentros sexuales en chongos no supe objetar de una manera madura.
-¿No había eh sexo oral?- le pregunte nerviosamente.
-no- poniendo una cara de extrañeza sosteniendo el no como una chica de su edad.
-¿entonces, te puedo besar los senos?- mientras se sacaba lo último que me quedaba de ropa
-ummmm, ya, pero despacio porque no me gusta mucho- quitándose el sostén.
Yo me acerqué a ella y agarré sus caderas. Eran tiernas, suaves, su piel olía bien. Yo le saboreaba los senos y escuchaba como gemía tímidamente. Creo que nunca le habían mamado los senos de esa manera, quizá por eso su negativa.
Yo lo hacía de una manera suave, circular, lamiendo los bordes de la teta y subiéndolas y bajándolas. Amasándolas, pero siempre suave. Esas cosas las aprendí de mi ex enamorada, me lo detallo casi casi en papel.
Ella suspiraba, sentía como su respiración aumentaba, como se ponían calientes sus pezones por mis besos. Ponía sus manos sobre mis hombros esperando estimularse más, alzaba su mirada al techo y yo aprovechaba para besarle el cuello. Ella se excito de tal manera que inconscientemente me dio un beso, fue con lengua por unos segundos.
-No, no besos-
-Pero si tú me lo diste- mientras sostenía su teta con una mano.
-No mi amor, no besos-
-Está bien, no hay problema-
-Ahora si- dije. Apague las luces y nos fuimos a la cama. Ella seguía suspirando al compás de mis besos en sus tetas. Le bese el vientre, le bese el trasero, agarraba cuerpo, la sentía mía, le besaba cuanto pude. Me había excitado tanto por lo sensual y rica que era. Se me paro de tal forma que parecía de acero. Ella entre sus momentos de inconsciencia por sus senos lamidos agarro su lubricante, lo abrió y se colocó un poco en la vagina.
-Ven para acá- le dije con un acento algo acelerado y ansioso por penetrarla.
Ella se reía por verme así, se colocó en perrito y miraba por el espejo el reflejo de los dos.
-¿Esta bien así?-
-Claro, pero ábrete un poquito más porque la tengo grande-
Ella se rió y aseguraba que nunca había estado con alguien como yo en la cama, que la hacía reír. Agarre mi pene y la metí despacio. Disfrute el momento al límite. Ella gemía a cada penetrada, la agarraba de la cadera muy fuerte y me concentre en penetrarla, meterle el pene a esa vagina apretada.
La sentía hirviendo, ponía sentir como sus entrañas acariciaban mi pene por el deseo sexual.
-Rápido, rápido- repetía excitada.
-Ah ¿quieres rápido? Ven- le cogí los brazos, la alce y sostuve ahora sus dos brazos con uno mío, pareciendo que estuviera esposada y al mismo tiempo cachada. Yo la penetre más rápido y más fuerte. Alondra solo gemía y gemía. Le nalgueaba el rico trasero y respiraba de su nuca con una aceleración digna de animal.
Estuvimos así por unos minutos y luego cambiamos de pose, luego otra pose y otra, posiblemente 25 minutos de corrido, ella siendo penetrada siempre de espaldas. En unas le jalaba el pelo, en otras la nalgueaba más y más al punto de dejarle una marca roja de mi mano. Finalmente terminamos en la cama, ella arriba cabalgándome, mirándome y gimiendo. Me miraba de una forma rara, como si fuera de verdad su hombre, comenzó a besarme el cuello y yo aproveche para agarrarla de las caderas y acercarla más ama para poder penetrarla mejor.
-Que rico lo haces puta madre- me dijo acelerada
-Y tú también- le repliqué.
Paramos por un rato, los signos del cansancio estaban ahí, tanto para ella como para mí. Nos echamos uno al costado del otro, yo la agarraba de la cadera y ella me acariciaba el cabello.
-Siento que nos hemos conocido en otro lado. ¿No te conozco?-
-No- le dije, primera vez que te veo.
-Pero, ¿no sientes eso? ¿Qué ya nos conocemos?-
-Sí, creo que sí, es primera vez que lo hago con alguien con ese tipo de conexión-
-Si- riéndose -Oye y... ¿Cómo te llamas?-
-Carlos le respondí- ¿Tú?-
-Alondra- de una forma muy seca-
-No me mientas pues, sé que así te llamas aquí, pero quiero saber tu nombre. Tú ya sabes el mío y sería justo que tú me digas el tuyo, ¿no?
Se empezó a reír y me dijo la respuesta que tanto esperaba Jazmín- sosteniendo una sonrisa y una mirada dulce.
-¿Y cuánto tiempo llevas trabajando aquí? Pregunte algo nervioso.
-Te soy sincera- mirándome y tocándome el tatuaje que tengo en la mitad de mi brazo recién llevo 3 días aquí. Estoy en esto para poder pagar mi instituto- me dejo de acariciar el pelo y se acercaba a mí por el frio que causaba el cuarto y las pocas mantas de esa vieja y sencilla cama.
Tocaron la puerta, era señal de salida.
-¿qué no era una hora?- preguntando algo confundido. Ella comenzó a reírse muy tímidamente, era una risa encantadora y dulce.
-No, aquí le dicen una hora a 35 minutos o 40-
-¿De verdad?- aferrándome de sus caderas.
-Sí, aparte toma en cuenta que has venido a las 11 y 10, ya son las 12 y algo, eres el último del día, ya me quiero ir a mi casa también-
Acepte algo inconforme pero feliz al mismo tiempo, porque sé que me desestresé de una manera increíble después de tiempo.
-Jazmín una pregunta-
-No me digas así aquí por favor, las chicas no pueden saber que te digo mi nombre u otras cosas de mí-
-Entiendo, perdóname, pero quería preguntarte cuál es tu número, quisiera hablar contigo por whatsapp otros días, tal vez-
Se sonrojo, me miro y se reía tímidamente
-No puedo cariño, llámame desde la web-
-Jazmín- riéndome no seas mala conmigo, por favor-
-Bueno, está bien-
Le di mi celular y lo prendió.
-Qué lindo celular tienes oye, es un LG, ¿no?-
-Si- le respondí.
-Bueno, toma, este es, llámame por las mañanas o tardes, noches no-
-Este es, ¿no?-
-Claro- riéndose oye- mirándome fijamente y con su sonrisa angelical- tienes una sonrisa muy bonita-
-Gracias, siempre me lo dicen- riéndonos.