Colegas, ayer pase Metro de San Felipe, el que esta frente a la clínica SF y recorde que ahi habia un luga llamado "Gordos" que vendia una super-hiper-hamburguesas brutales, con queso, tocino, muchas salas... un golpe directo al hígado, pero eran muy ricas... esto hablando de mediados de los 90'.. recuerdo que iba ahi después de la faena con una ex-novia.
A fines de los 70 habia en la Av Fawcett (cdra 4 ó 5) una polleria llamada "Aeropollo"... era bacan poder comprar pollo a la brasa antes o depués de ir a aeropuerto.
Y, hasta ahora, sobreviviendo al tiempo estan las panaderias Berisso y Belgravia, en Arenales... en este último tienen un pan delicioso.
Recuerdo cuando era chibolo mi viejo me llevo a una restaurante en Galerias Boza, que se llamaba Dominó. Pase por ahi hace unos meses y ya no estaba. Y habia otro en la Av. Tacna, que se llamaba "Mario" ese que tenia una pecera en la ventana...
Y los que viven o vivieron en San José (Callao) frente al cine Monarca (ahora una iglesia) habia una taqueria muy buena.. y eso me ha hecho recoradar otra taqueria de San Miguel, que estaba en el estacionamiento de la antigua Scala Gigante (ahora Marina park) y que sigue funcionando, ya tiene como 30 años... ahora esta en la Av Escardo, a un par de cuadras de MArina Park
Y a qué viene todo esto? a que encontre esta nota de Carlos de Piérola: "Los restaurantes que ya no están"... busque donde se preparan actualmente pollos broster, y no encontre nada, pero si el articulo que transcribo a continuación:
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"Los restaurantes que ya no están" por Carlos de Pierola
La cara gastronómica de Lima ha cambiado y sin duda para mejor. Nuestra comida vive un gran momento y parece que lo mejor está por venir. Pero no es fácil olvidar algunos restaurantes que marcaron época en Lima o simplemente en mi memoria.
En los años setenta, cuando nadie hablaba de chefs y todos los platos eran redondos, estaban el Firenze de la avenida Pardo adonde termino trabajando Víctor el mayordomo de mi abuela; Carlín que destacaba por la originalidad y ambiente (châteaubriand con salsa bearnesa) o el Saint Tropez y su lomo stroganoff; Roxy donde llegué a comer sus famosos Spaguetti a lo Alfredo (hace poco de reabrieron después de muchos años); Hunters Grill en el centro comercial Gálax; Mauricio, típico restaurante de comida internacional formalón en el centro de Lima, al que alguna vez fui con mis abuelos. Me sentía adultísimo pidiendo Pepper Steak.
No muy lejos de allí: el Sky Room del Crillón donde conocí el delicioso soufflé grand marnier helado
y en el jirón Ancash el señorial Las Trece Monedas.
En Pescados no había muchas opciones. En Todo Fresco tenían platos marinos lo que resultaba inusual en una Lima que miraba el cebiche por debajo del hombro.
En los años ochenta apareció el Síbaris (y murió y resucitó con otra cara y volvió a morir) con una cocina española clásica de buena factura con toques internacionales que incluían lasagna de camarones. Convirtieron en tradición de los jueves uno de los grandes manjares de occidente: el cochinillo a la segoviana, tradición seguida hoy por La Eñe. El Pabellón de Caza también marcó época.
En los noventa destacó La Cofradía de los Desmaison, Vecchia Roma de Settembrini y Bonaparte en San Isidro. Hoy, con la misma marca, Enrique Blondet ha abierto una excelente tienda gourmet. En franceses teníamos Le Bistrot de mes Fils y La Reserve de Jean Patrick, tal vez el último gran restaurante francés antes de la aparición de Hervé. Otro que me gustaba, uno más sencillo: La Crêpe Bretonne. Tenían un curiosos postre dulce/salado: kouign-amann.
Algunos hoteles tenían buenos restaurantes como el Ambrosía del Park Plaza o, antes, el buffet en La Azotea de el Césars.
Laomida peruana todavía no tomaba fuerza. Algunos experimentos fueron la génesis del boom: El Comensal : enclavado en el Olivar de San Isidro introdujo la cocina novoandina, Pantagruel: Una continuación del anterior. Ofrecían un rico chicharrón de cuy y quinoto. Recuerdo una contundente Olla Huacachina.
Otros resturantes: en carnes y pollos se extraña El Cortijo, el Pío Pío (primer piso de lo que hoy es el Bohemia, donde también estuvo el primer Rodizio) adonde compré mi primer pollo a la brasa con propina de mi abuelo y El Rancho que ha cerrado el año pasado aunque no pierdo la esperanza de que reabara en otro lugar (esas recetas no se pueden perder). En los setenta El Burrito introdujo los pollos broaster. El Rincón Gaucho sigue pero recurdo mucho su locoal en el parque Salazar con vista a la concha acústica.
En comida italiana, las más pizzas ricas de Lima del Beverly Inn (la de cebolla blanca o la atómica), La Pizzería en la Av. Diagonal que era mucho más que eso: punto de encuentro. (risotto con ossobuco) y la Pizzeria Italia en la calle José Olaya al costado del Champagnat. Entre las últimas pérdidas Da Luciana, Divina Commedia en Conquistadores, Mare & Monti en Barranco, San Felice el primer restaurante del que Rafael Piqueras fue chef principal en Lima y Santa Lucía en la calle Atahualpa. En República de Panamá había una buena tienda-restaurante de pastas: Spaghettilandia.
En comida rápida estuvo primero el Mac Tambo (en Manuel Bañón y en Benavides) y después el Bon Beef en Camino Real.
Cafeterias, heladerías y delicatessen
Davory Uno de mis favoritos de siempre: una butifarra con salsa golf irrepetible, el sundae con fudge, torta de chocolate combinada con helado de máquina, cremoladas y los alfajores de maicena que le encantaban a mi hermana Carmen. Los primeros donuts en Hamptons Doughnuts en Conquistadores.
Las butifarras del Cine Country a cargo, en los últimos años, de un italiano de Bari; Aurelia precursores de las pastas listas para hornear y donde había un buena selección de embutidos y sánguches; Eclairs era la Tiendecita Blanca pobre (en la calle La Mar) donde se podían comer unas butifarras en pan de yema y milhojas de fresas y chantilly. Un clásico fue la Fuente de Soda Todos
En Miguel Dasso apareció el DOnofrio, tal vez el precursor de los cafés que hoy encontramos por doquier. Al costado del cine El Pacífico estaban los helados del Montebianco.
El Oh qué Bueno marcó época con sus helados Zambitos. Después Alpha (el de fresas con crema, por favor) y Lamborghini original (el helado de cocada mi preferido). En los setenta la Dulcería Capricho.
En Atahualpa llegando a Pardo funcionaba la salchichería Huaychulo donde vendía un jamón crudo delicioso y la Salchichería Suiza de Miguel Dasso.
Para que resurjan todos estos nombres he tenido que hacer un escaneo en mi memoria y también me he valido unas guías que publicó Mariano Valderrama a comienzos de los noventa que aún guardo.
A fines de los 70 habia en la Av Fawcett (cdra 4 ó 5) una polleria llamada "Aeropollo"... era bacan poder comprar pollo a la brasa antes o depués de ir a aeropuerto.
Y, hasta ahora, sobreviviendo al tiempo estan las panaderias Berisso y Belgravia, en Arenales... en este último tienen un pan delicioso.
Recuerdo cuando era chibolo mi viejo me llevo a una restaurante en Galerias Boza, que se llamaba Dominó. Pase por ahi hace unos meses y ya no estaba. Y habia otro en la Av. Tacna, que se llamaba "Mario" ese que tenia una pecera en la ventana...
Y los que viven o vivieron en San José (Callao) frente al cine Monarca (ahora una iglesia) habia una taqueria muy buena.. y eso me ha hecho recoradar otra taqueria de San Miguel, que estaba en el estacionamiento de la antigua Scala Gigante (ahora Marina park) y que sigue funcionando, ya tiene como 30 años... ahora esta en la Av Escardo, a un par de cuadras de MArina Park
Y a qué viene todo esto? a que encontre esta nota de Carlos de Piérola: "Los restaurantes que ya no están"... busque donde se preparan actualmente pollos broster, y no encontre nada, pero si el articulo que transcribo a continuación:
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"Los restaurantes que ya no están" por Carlos de Pierola
La cara gastronómica de Lima ha cambiado y sin duda para mejor. Nuestra comida vive un gran momento y parece que lo mejor está por venir. Pero no es fácil olvidar algunos restaurantes que marcaron época en Lima o simplemente en mi memoria.

En los años setenta, cuando nadie hablaba de chefs y todos los platos eran redondos, estaban el Firenze de la avenida Pardo adonde termino trabajando Víctor el mayordomo de mi abuela; Carlín que destacaba por la originalidad y ambiente (châteaubriand con salsa bearnesa) o el Saint Tropez y su lomo stroganoff; Roxy donde llegué a comer sus famosos Spaguetti a lo Alfredo (hace poco de reabrieron después de muchos años); Hunters Grill en el centro comercial Gálax; Mauricio, típico restaurante de comida internacional formalón en el centro de Lima, al que alguna vez fui con mis abuelos. Me sentía adultísimo pidiendo Pepper Steak.
No muy lejos de allí: el Sky Room del Crillón donde conocí el delicioso soufflé grand marnier helado

y en el jirón Ancash el señorial Las Trece Monedas.
En Pescados no había muchas opciones. En Todo Fresco tenían platos marinos lo que resultaba inusual en una Lima que miraba el cebiche por debajo del hombro.
En los años ochenta apareció el Síbaris (y murió y resucitó con otra cara y volvió a morir) con una cocina española clásica de buena factura con toques internacionales que incluían lasagna de camarones. Convirtieron en tradición de los jueves uno de los grandes manjares de occidente: el cochinillo a la segoviana, tradición seguida hoy por La Eñe. El Pabellón de Caza también marcó época.
En los noventa destacó La Cofradía de los Desmaison, Vecchia Roma de Settembrini y Bonaparte en San Isidro. Hoy, con la misma marca, Enrique Blondet ha abierto una excelente tienda gourmet. En franceses teníamos Le Bistrot de mes Fils y La Reserve de Jean Patrick, tal vez el último gran restaurante francés antes de la aparición de Hervé. Otro que me gustaba, uno más sencillo: La Crêpe Bretonne. Tenían un curiosos postre dulce/salado: kouign-amann.
Algunos hoteles tenían buenos restaurantes como el Ambrosía del Park Plaza o, antes, el buffet en La Azotea de el Césars.
Laomida peruana todavía no tomaba fuerza. Algunos experimentos fueron la génesis del boom: El Comensal : enclavado en el Olivar de San Isidro introdujo la cocina novoandina, Pantagruel: Una continuación del anterior. Ofrecían un rico chicharrón de cuy y quinoto. Recuerdo una contundente Olla Huacachina.

Otros resturantes: en carnes y pollos se extraña El Cortijo, el Pío Pío (primer piso de lo que hoy es el Bohemia, donde también estuvo el primer Rodizio) adonde compré mi primer pollo a la brasa con propina de mi abuelo y El Rancho que ha cerrado el año pasado aunque no pierdo la esperanza de que reabara en otro lugar (esas recetas no se pueden perder). En los setenta El Burrito introdujo los pollos broaster. El Rincón Gaucho sigue pero recurdo mucho su locoal en el parque Salazar con vista a la concha acústica.
En comida italiana, las más pizzas ricas de Lima del Beverly Inn (la de cebolla blanca o la atómica), La Pizzería en la Av. Diagonal que era mucho más que eso: punto de encuentro. (risotto con ossobuco) y la Pizzeria Italia en la calle José Olaya al costado del Champagnat. Entre las últimas pérdidas Da Luciana, Divina Commedia en Conquistadores, Mare & Monti en Barranco, San Felice el primer restaurante del que Rafael Piqueras fue chef principal en Lima y Santa Lucía en la calle Atahualpa. En República de Panamá había una buena tienda-restaurante de pastas: Spaghettilandia.
En comida rápida estuvo primero el Mac Tambo (en Manuel Bañón y en Benavides) y después el Bon Beef en Camino Real.
Cafeterias, heladerías y delicatessen
Davory Uno de mis favoritos de siempre: una butifarra con salsa golf irrepetible, el sundae con fudge, torta de chocolate combinada con helado de máquina, cremoladas y los alfajores de maicena que le encantaban a mi hermana Carmen. Los primeros donuts en Hamptons Doughnuts en Conquistadores.
Las butifarras del Cine Country a cargo, en los últimos años, de un italiano de Bari; Aurelia precursores de las pastas listas para hornear y donde había un buena selección de embutidos y sánguches; Eclairs era la Tiendecita Blanca pobre (en la calle La Mar) donde se podían comer unas butifarras en pan de yema y milhojas de fresas y chantilly. Un clásico fue la Fuente de Soda Todos
En Miguel Dasso apareció el DOnofrio, tal vez el precursor de los cafés que hoy encontramos por doquier. Al costado del cine El Pacífico estaban los helados del Montebianco.
El Oh qué Bueno marcó época con sus helados Zambitos. Después Alpha (el de fresas con crema, por favor) y Lamborghini original (el helado de cocada mi preferido). En los setenta la Dulcería Capricho.
En Atahualpa llegando a Pardo funcionaba la salchichería Huaychulo donde vendía un jamón crudo delicioso y la Salchichería Suiza de Miguel Dasso.
Para que resurjan todos estos nombres he tenido que hacer un escaneo en mi memoria y también me he valido unas guías que publicó Mariano Valderrama a comienzos de los noventa que aún guardo.