Sebastián Ruiz
Recluta
Recuerdan en los principios de los noventas, como nos bloqueaban el teléfono fijo, los que teníamos de discado ponían un candado entre el disco lo cual impedía que gire y por tanto no se podía marcar pero los primeros modelos con botones, los colocaban dentro de una caja con llave, la cual era fácil de abrir con una lima de uñas.
Así fue que en mi barrio, una vecina tenía el problema con su teléfono, yo tendría 12 o 13 años, recién experimentando los placeres de la pubertad, ella ya con sus 18 años, más alta que yo y llenita sin llegar a gorda, con sus caderas y piernas bien marcadas, creo que por eso hasta hoy me gustan ese tipo de mujer. Recuerdo verla desde mi ventana cuando pasaba, moviendo ese espectacular trasero y yo apretando con mi mano el miembro, era una delicia. Ella me miraba y me saludaba con la mano diciendo hola, yo respondía y el trato era cordial.
Hasta q recuerdo un día, que salió me miro y me dijo, si le podría prestar el teléfono, en ese momento no había nadie en casa, y ella lo sabía, le dije que estaba con llave pero igual insistió; terminé diciendo que pase.
Al entrar vió el teléfono en su caja y me dijo, que pena, que era verdad; así que le dije espera, traje la lima de uñas y lo abrí para ella. Se sorprendió porque yo tenía fama de zanahoria y no pensó que podia hacer eso, y me lo agradeció con un beso en el cachete, el sentir sus labios tan cerca me puso a mil.
Ella hizo su llamada y se sentó en la silla mientras hablaba, yo la dejé sola mirando como se quebraba en esa silla, disfrutando por unos segundos de ese espectáculo que eran sus piernas tan carnosas.
Pasaron diez minutos y me pasa la voz, diciendo que había terminado, yo voy a su encuentro y me dice que no sabe cómo agradecerme pues era importante su llamada, yo le digo que normal, cuando quiera y me da un fuerte abrazo y se queda pegada a mi, y por primera vez me di cuenta que sus pechos estaban buenos también, muy duros los sentía casi a la altura de mi rostro.
Al seguir abrazándome, solo trate de corresponder el abrazo pero mis manos rozaron sus caderas y creo que le llamó la atención eso, pues más fuerte me abrazó así que mis manos se deslizaron y toque su trasero, era una maravilla que lo permitiera, era tan carnoso y duro, y solo ella se reía. No sé porque pero mis manos bajaban más para coger sus piernas y quise levantar el vestido, pero allí ella se retiró, le soltó y me dijo con una sonrisa pícara, que mañoso que eras y no parecías, me palteó feo, pero igual se acercó y le dio un beso en el cachete, se despidió y se fue. Salí a la ventana, ella volteó y me dijo adiós y gracias, talvez más tarde te pida el teléfono de nuevo...
Así fue que en mi barrio, una vecina tenía el problema con su teléfono, yo tendría 12 o 13 años, recién experimentando los placeres de la pubertad, ella ya con sus 18 años, más alta que yo y llenita sin llegar a gorda, con sus caderas y piernas bien marcadas, creo que por eso hasta hoy me gustan ese tipo de mujer. Recuerdo verla desde mi ventana cuando pasaba, moviendo ese espectacular trasero y yo apretando con mi mano el miembro, era una delicia. Ella me miraba y me saludaba con la mano diciendo hola, yo respondía y el trato era cordial.
Hasta q recuerdo un día, que salió me miro y me dijo, si le podría prestar el teléfono, en ese momento no había nadie en casa, y ella lo sabía, le dije que estaba con llave pero igual insistió; terminé diciendo que pase.
Al entrar vió el teléfono en su caja y me dijo, que pena, que era verdad; así que le dije espera, traje la lima de uñas y lo abrí para ella. Se sorprendió porque yo tenía fama de zanahoria y no pensó que podia hacer eso, y me lo agradeció con un beso en el cachete, el sentir sus labios tan cerca me puso a mil.
Ella hizo su llamada y se sentó en la silla mientras hablaba, yo la dejé sola mirando como se quebraba en esa silla, disfrutando por unos segundos de ese espectáculo que eran sus piernas tan carnosas.
Pasaron diez minutos y me pasa la voz, diciendo que había terminado, yo voy a su encuentro y me dice que no sabe cómo agradecerme pues era importante su llamada, yo le digo que normal, cuando quiera y me da un fuerte abrazo y se queda pegada a mi, y por primera vez me di cuenta que sus pechos estaban buenos también, muy duros los sentía casi a la altura de mi rostro.
Al seguir abrazándome, solo trate de corresponder el abrazo pero mis manos rozaron sus caderas y creo que le llamó la atención eso, pues más fuerte me abrazó así que mis manos se deslizaron y toque su trasero, era una maravilla que lo permitiera, era tan carnoso y duro, y solo ella se reía. No sé porque pero mis manos bajaban más para coger sus piernas y quise levantar el vestido, pero allí ella se retiró, le soltó y me dijo con una sonrisa pícara, que mañoso que eras y no parecías, me palteó feo, pero igual se acercó y le dio un beso en el cachete, se despidió y se fue. Salí a la ventana, ella volteó y me dijo adiós y gracias, talvez más tarde te pida el teléfono de nuevo...