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El 16 de septiembre de 1953 fue estrenada en los Estados Unidos el espectacular film El manto sagrado (The robe), conocida en España como La túnica sagrada, cuya característica principal era que estaba filmada en un nuevo formato que sería conocido como el de Cinemascope, el cual fue inventado por Henry Cheretien bajo el nombre de Anamorphoscope, tal y como señala Wikipendia, agregando que una vez que la 20th Century Fox compró los derechos de uso de los lentes lo rebautizó como Cinemascope.
Igualmente en Wikipendia nos informan lo siguiente: El CinemaScope es un sistema de filmación caracterizado por el uso de imágenes amplias en las tomas de filmación, logradas al comprimir una imagen normal dentro del cuadro estandard de 35 mm, para luego descomprimirlas durante la proyección logrando una proporción que puede variar entre 2,66 y 2,39 veces más ancha que alta. Esto se lograba con el uso de lentes anamórficos especiales (objetivos Hypergonar) que son instalados en las cámaras y las máquinas de proyección
Las pantallas sobre las que inicialmente se proyectaban las películas en este sistema eran más amplias que las usadas tradicionalmente hasta 1953 y poseían una concavidad que permitía además eliminar ciertas distorsiones propias del sistema en sus comienzos. Con los años y los perfeccionamientos técnicos, dichas distorsiones fueron finalmente eliminadas y el uso de pantallas cóncavas se hizo innecesario.
La razón que llevó a la Fox y después a las demás productoras de Hollywood a utilizar el Cinemascope fue, obviamente, económica, pues con el avance de la televisión comenzaron a disminuir las entradas en los cines, al preferir el público a quedarse en la comodidad de su hogar a disfrutar con la caja idiota, así que se buscó hacerlos salir de su casa con un formato nuevo, el cual ofrecía la posibilidad de una imagen más espectacular y un sonido estereofónico, con los cuales no contaba la pequeña pantalla en esos momentos.
En rigor El manto sagrado no fue la primera cinta filmada en el nuevo formato, ya que ese honor le cupo a la comedia Como pescar un millonario dirigida por Jean Negulesco, con la participación de Marilyn Monroe, Lauren Bacall y Betty Grable, pero al ser estrenada hasta el 4 de noviembre de 1953, ha quedado considerada oficialmente como la primera cinta en Cinemascope la multicitada El manto sagrado y ya entrados en esos gastos de primicias cabe señalar que fue la primera en dicho formato en ser nominada al Oscar de Mejor película, en tanto Richard Burton era nominado a Mejor Actor y el fotógrafo Leon Schamory a Mejor película en color y, ganó los Oscar correspondientes a Mejor dirección artística en color y a Mejor diseño de vestuario en color.
Las salas de cine requerían de acondicionamiento especial para la proyección en Cinemascope, así fue que el Cine México, en el Distrito Federal, fue el primero en nuestro en país en adaptarse para tal efecto, siendo reinaugurado el 17 de diciembre de 1953 con el estreno de El manto sagrado. En Aguascalientes fue el cine Encanto la primera sala en ser acondicionada, llevándose a cabo la primera proyección en abril de 1955. Desafortunadamente no puedo precisar la fecha exacta en este momento, ya que al acudir al Archivo Histórico a consultar el diario El sol de Aguascalientes, resulta que no cuentan con ejemplares de dicho mes, pero lo que sí recuerdo es que se trato de un gran acontecimiento en la ciudad, llenándose a todo su tope la sala y quienes acudimos ese día salimos más deslumbrados por la novedad de la pantalla ancha y el hecho de la nitidez del sonido estereofónico, el cual resaltaba en la escena del duelo a espadazos entre Richard Burton y Jeff Morrow, con sus sube y baja en la intensidad del volumen, conforme se trataba de un close-up o una toma lejana, antes que por los sufrimientos de los personajes de Marcelo (Richard Burton) y una bellísima Diana (Jean Simmons) que se convertían en mártires del cristianismo, por negarse abjurar de su creencia ante el mismo césar Calígula.
El manto sagrado junto con su secuela Demetrio el gladiador vinieron a desplazar en los programas especiales de semana santa con sus repeticiones, a cintas como Quo Vadis con Robert Taylor, Fabiola con Michele Morgan o Las llaves del reino con Gregory Peck, con las cuales los cines buscaban que los espectadores, en esos días de recogimiento y meditación, no tuvieran malos pensamientos viendo películas frívolas, pero que no dejaran de acudir a su diversión favorita, por lo cual les ofrecían películas acordes a su fe cristiana. Después de El manto sagrado, vendrían a competir, en eso de ser proyectadas en los llamados días santos cintas como Atila frente a Roma; Rey de Reyes, Los Diez Mandamientos y Ben Hur, principalmente, hasta que con el paso del tiempo y la cancelación de la repetición de los programas dicha costumbre cayó en el olvido, aunque no la afición por ver cintas de carácter religioso durante la Cuaresma y la semana santa, pero ahora en la televisión, ya sea porque las programan o en el DVD, pues la oferta de este tipo de filmes se incrementa en esta temporada, tanto en los video clubes como en los sitios alternativos para adquirir DVDS.
Hace unos días tuve oportunidad de volver a ver El manto sagrado, afortunadamente en una copia que respeta su formato original, en que es claro observar que el director Henry Koster maneja la nueva técnica con ciertos titubeos, sobre todo en la manera en que ponían a todos los actores, para que cupieran en un solo plano todos ellos. Igualmente me pareció que aunque hay un tono melodramático y demasiado benevolente en la presentación de los argumentos de los conversos Marcelo y Diana, la manera en que se desarrolla el cambio de Marcelo de perseguidor a perseguido a causa de su convicción religiosa, es bastante convicente, por lo cual, a pesar de los temores de que hubiera envejecido o resultara ridícula como suponía, no se cumplieron, manteniendo el interés del espectador, a pesar de que Richard Burton haya declarado que era la menos favorita de sus películas en que participó, no resulta del todo desdeñable su visión.
La novela The robe de Lloyd C. Douglas en que está basada El manto sagrado y que apareció en las librerías en 1943, fue comprada originalmente por la R.K.O. que traspasó los derechos a la 20th Century Fox la cual inició el rodaje en el formato tradicional, pero después de una semana lo suspendió, para reiniciarlo más tarde ya en Cinemascope por considerar que tenía un producto adecuado para ofrecer un gran espectáculo a los espectadores del cine, con reparto multiestelar y grandes conjuntos, al igual que un tema religioso lo cual servía muy bien de pretexto para que la gente saliera de su casa, para admirar la novedad que ofrecían las películas y poder competir, como ya se señalo con la televisión.
Richard Burton no fue la selección original de Daryl F. Zanuck para el papel de Marcelo, ya que el magnate quería fuera interpretado por Tyrone Power, quién en 1952 estaba más interesado en probar fortuna en el teatro con la obra John Browns body, al igual que los retrasos en el inicio de la filmación le sirvió igualmente de pretexto para no encarnar a Marcelo. En cuanto a Diana, parece que antes de dárselo a Jean Simmons se les ofreció a Ingrid Bergman y Jennifer Jones. Al igual que para Demetrio la primera selección recayó en Burt Lancaster, pero el rol a la postre fue para el fortachón de Victor Mature. En algo influyó el rechazo a participar en El manto sagrado. porqué mucha gente especuló que sería un rotundo fracaso el nuevo formato. Inclusive el hecho de mantener en la dirección a Henry Koster, cuando se decidió reiniciarla en Cinemascope fue por su fama de buen técnico, conocedor del manejo de las cámaras y no tanto por su creatividad como autor cinematográfico este director de origen alemán cuyo verdadero nombre era Herman Kosterlitz y huyó de Alemania a causa del nazismo. A la postre la cinta resultó todo un éxito y pronto todos las productores ofrecieron cintas en el Cinemascope al popularizarse muy rápido en nuevo formato.
Para complementar este acercamiento a El manto sagrado recuperamos lo que sobre esta cinta comenta Rafael De España en su recomendable libro El Peplum: la antigüedad en el cine donde señala: Entre las películas de ambiente romano basadas en fuentes literarias más recientes tiene especial interés La túnica sagrada (1953, dir. Henry Koster), no sólo por haber un importante éxito de público sino por lo que tiene de compendio de todos los tópicos del cine de paganos y cristianos. Basada en un best seller de Lloyd C. Douglas (publicado en 1943), la primera película en Cinemascope tiene como protagonista a un militar romano, Marcelo Galio (Richard Burton),que a resultas de un enfrentamiento con el yerno de Tiberio, Calígula (Jay Robinson), es enviado a Jerusalén, donde uno de sus primeros cometidos es supervisar la crucifixión de Jesucristo, cuya túnica gana a los dados. A resultas de los acontecimientos del Gólgota y la influencia de Demetrio, su esclavo cristiano (Victor Mature), el tribuno empieza a obsesionarse con la prenda, cuyo más simple contacto le produce dolores insufribles, por lo que respira aliviado cuando el esclavo huye con ella. Tiberio (Ernest Thesiger), que ha sido informado del raro efecto de la túnica sobre el carácter de Marcelo, le ordena recuperarla y destruirla, pero cuando consigue atrapar a Demetrio es incapaz de cumplir la orden y acaba, como era de prever, convertido a la nueva fe. De vuelta a Roma, ya con Calígula de emperador, Marcelo y su prometida Diana (Jean Simmons) irán al martirio por la defensa de sus creencias y la túnica del Salvador quedará en posesión del apóstol Pedro (Michael Rennie). ´La túnica sagrada´ ofrece sin duda espectáculo, pero a diferencia del anterior `Quo Vadis´ intenta que la unción religiosa predomine sobre lo meramente sensacional y quizás por ello puede parecer menos entretenido: del ritmo es mucho más pausado, no solo para reforzar el mensaje espiritual sino también por la poca formalidad con el nuevo formato de pantalla, que imponía planos largos con todos los actores alineados como si estuvieran haciendo cola. Como es habitual, la exaltación del cristianismo se traduce en una rígida y mal informada crítica del mundo romano, al que presenta desprovisto de cualquier principio ético y donde solo hay tiranía, esclavitud y crueldad. Una vez reconocidas las motivaciones del film, justo es admitir que las resuelve con propiedad: no hay apenas acción física, pero la evolución de los personajes tiene un mínimo de credibilidad y fluidez y la música de Alfred Newman aporta un calor suplementario a la narración. Burton y Simmons están muy bien, pero son fácilmente opacados por el desmadrado cabotinage de Jay Robinson en una composición de emperador loco que será tan citada y reproducida como la de Peter Ustinov de Nerón en