Como lo prometido es deuda, aquí sigue la saga de la suegra y de mi amigo, disculpen la demora pero no es falta de interes , mas bien falta de tiempo. Acompaño una foto de mi socio y la suegrita, que grafica lo sucedido en este nuevo relato, tomada con fecha posterior, pero que nos hace vivir el momento. Podrán apreciar nuevamente el lunarcito de ella que la verdad me tiene loco. Disfruten.
VI Post
Escribo esto hoy desde la habitación de mi suegra, en la laptop que ella tiene sobre su escritorio. Acabamos de tener dos horas de sexo fantástico, y como es usual desde hace año y medio, su entrega ha sido total. Acabo de tomarle algunas fotos mientras dormita, y es que no me canso de admirar y fotografiar su cuerpo, sus nalgas. Después de una batalla, a ella le encanta relajarse, beber un vinito frío y dormir. Aprovecho para escribir. ¿Qué es lo mas excitante de esta relación? Encuentro mil razones para concluir que es completamente equivocada, pero si de buscar lo excitante se trata, además de su cuerpo atractivo y sensual, mi suegra es en el sexo todo lo que un hombre puede desear en una mujer. Jamás escuché un “no”, lista para todas las fantasías que imaginar se pueda, y siempre dispuesta a deslizar su mano a mi bragueta en cuanto estamos a solas. Además, esta mujer es mi amante, y eso de por si adiciona sazón al plato; pero como bien saben, eso no es todo, mas allá de ser mí amante, es la madre de mi esposa, lo que catapulta el morbo a niveles estratosféricos. Cada vez que la beso, acaricio su piel desnuda, cuando la penetro y gime, o cuando siento su boca alrededor de mi miembro desesperada por hacerme llegar y saborear mi semen, me siento el dueño de un harem particular, pues se que horas después estaré en la cama con mi esposa , que es su hija, haciendo el amor. Y el efecto funciona, como es obvio, también a la inversa, pues cuando disfruto el sexo con mi esposa no puedo dejar de pensar que también gozo con su madre, creándose así un carrusel de morbo en que todos salimos ganando, incluso mi esposa que aunque ignora los hechos, se beneficia con las maratones de sexo diarias que le doy. ¿Hasta cuando durará este triangulo sexual? No lo se. Hemos tratado de acabarlo, mi suegra muy seriamente un par de veces, y de mi parte puedo decir que tomé la decisión de hacerlo apenas empezó, pero no ha sucedido, quizás en el fondo no deseo que termine. Pero retrocedamos a los días cuando empezó esta historia, cuando tuvimos nuestra primera vez inolvidable, que ya he relatado.
Satisfechos inicialmente después de todo ese sexo magnífico, y luego de una ducha refrescante, acostados y desnudos en la cama, ella acercó su cuerpo al mío y acariciándome suavemente, dijo: Bien, ya no hay vuelta atrás, sucedió lo que nunca tuvo que suceder, lo que jamás imaginé que pasaría. Quise hablar, pero puso sus dedos en mis labios, y continuó: No malinterpretes lo que digo, pero no es realmente el haberme acostado contigo lo que me hace sentir mal, disfrutar el sexo con alguien que deseas es magnífico, pero tu estabas prohibido y me dejé llevar. Si mi hija se entera de lo que hicimos, jamás lo entendería ni me lo perdonaría, y conociéndola se que jamás te perdonaría a ti tampoco. En fin, como todo marido, si llevas a otra mujer a la cama, sabes el riesgo que corres si tu esposa se entera. Pero como máximo perderías una mujer y el mundo esta llena de mujeres, ¿verdad?, pero yo tengo solo dos hijas, y si esto se llega a saber, mínimo perdería una, quizás a las dos. Solo tú y yo sabemos que lo pasó en esta habitación, y espero que esta historia quede aquí, en estas cuatro paredes. Dijo todo esto con firmeza, para luego mas calmada, continuar: No tengo derecho alguno a culparte por lo que ha sucedido, si hay alguien culpable soy yo, pero como dije no hay vuelta atrás. Quizás ya no me respetes, ni me veas jamás como una suegra, pero no te lo pido por mi, si realmente quieres a mi hija, espero jamás le hagas pasar el mal rato de saber lo que pasó hoy aquí. Yo sujetaba sus manos, impidiendo que se levantara de la cama o que cogiera sus prendas de vestir regadas por el piso y quisiera retirarse, y por respuesta acerqué hacia mi su cuerpo aun desnudo y suavemente empecé nuevamente a besarla y acariciarla, en tanto le prometía que jamás su hija se enteraría de lo sucedido, que me dolía pensara que no la respetaba por lo que pasó, que las cosas se dieron por que el destino quiso ponernos frente a frente, nos gustamos, nos pico la morbosidad de probar lo prohibido, y nos dejamos llevar por nuestros instintos. En tanto le hablaba, mis besos y caricias habían subido en intensidad, y sentí nuevamente la urgencia de poseerla. Ella respondía con suavidad, pero sin rechazarme. Le dije que entendía se sintiera confundida entre el deseo y el morbo por un lado, y el amor por su hija del otro lado, pues yo sentía exactamente igual, pues mi sentimientos por su hija no habían disminuido, pero no podía dejar de desearla y ahora con mayor intensidad después de haberla probado. Mis manos apretujaban sus senos, en tanto mamaba sus pezones, que nuevamente se endurecieron preparándose para la acción. Pasé mis manos por su espalda y bajando las puse a trabajar en sus nalgas, en tanto presionaba su pelvis contra mi miembro que estaba duro y listo para el ataque. Finalmente cogí su rostro con mis manos, la hice mirarme y le dije que muchas personas podían sufrir si lo sucedido se llegaba a saber, pero nadie salía dañado si quedaba oculto, y le juré que por mi parte, mi esposa jamás se enteraría de nada de lo que estaba sucediendo en aquella habitación, y ella siendo su madre nunca lo haría público, así que podíamos estar seguros que su hija, mi esposa, no sufriría las consecuencias de nuestros actos. Atraje su boca a mis labios y la besé con deseo, bajé mi mano a su vagina y la encontré húmeda, lubricada. Estábamos ardiendo nuevamente. Llevé mis dedos húmedos de su propia lubricación a sus labios, y los lamía gozosa. Me nublaba el aroma y sabor de su vulva, y sin mucho esperar me acosté en mi espalda, y cogiéndola de la cintura la hice girar, quedando sobre mí en la posición del 69, acomodé su vagina encima de mi rostro y empecé. La lamía y la succionaba, chupando y besando sus labios y su clítoris, sintiendo la dulce acidez de su lubricación constante. Mis manos abrían su vulva, y a la vez jugaban con sus nalgas carnosas y duras, sin dejar de acariciar ese hoyo tentador que aun no había probado. Mis labios y lengua pasaban de su vagina a su culo, en tanto mis dedos ingresaban a su vulva y recogían su humedad para llevarla sobre su asterisco. Entre tanto, mi suegra acariciaba mi miembro y mis testículos con sus
manos, y los mamaba, besaba y lamia como la primera vez, suave al principio y con fuerza luego, mordiendo sin hacer daño. No se cuanto rato estuvimos en esa posición, disfrutando ese 69 delicioso, cuando decidí introducir mi dedo medio a su ano, lo lubriqué en su vulva, y suavemente empecé a empujar. Mi suegra dio un pequeño brinco al sentirlo entrando en su pequeña gruta, pero luego relajó su culito, y suavemente seguí introduciéndolo hasta el final. No dejé de lamer y besar su vagina, mientras mi dedo exploraba el calor de su culo apretadito, saliendo y volviendo a entrar. La mamada de mi suegra habían hecho su efecto, sentía mi semen listo para explotar, y ella no detenía su labor, quizás deseosa de que acabara en su boca (hoy se que eso le encanta), pero yo tenía mis propios planes. Saqué mi dedo de su culito, la puse de lado, y me arrodillé sobre la cama, acomodé su cuerpo boca abajo, en tanto colocaba las almohadas bajo su pelvis, dejándola con las nalguitas algo levantadas. Puse mi miembro en medio de sus nalgas y empecé a frotarlo, de arriba hacia abajo, mientras besaba su cuello y su espalda. Mi suegra presionaba sus nalgas contra mi pene, y abría sus piernas. Finalmente detuve la frotación, me coloqué el preservativo e introduje mi miembro en su vagina. No tenía lubricantes especiales, ni tan siquiera vaselina, (solo compré condones en recepción) por lo que decidí lubricar mi pene con su humedad natural, para hacerlo mas fácil. La suegra gozaba con cada introducción de mi pene, pero me detuve, lo saqué de su vulva y lo coloqué sobre su asterisco, y sin más espera, empujé. Mi suegrita gimió con fuerza, y dio otro brinco, para finalmente aflojar su anito, y permitir la introducción. Se lo metí de a pocos, pues es estrecha y no quería causar dolor por la falta del lubricante. Con cada empuje, ella soltaba un gemido, pero seguía recibiendo su trozo sin decir palabra, sin embargo contenía la fuerza de mi empuje con una de sus manos sobre mi pelvis. Aun recuerdo todo aquel placer, el culo de mi suegra tan caliente, estrecho, apretadito, y ver su rostro con los ojitos cerrados recibiendo sin quejarse, era de verdad el paraíso. Cuando mas de la mitad de mi pene estaba adentro, ella quitó la manito que me contenía, sentí que se relajaba, y dijo: Ahora si papi, dame con todo. Se la clavé en una hasta la raíz. Si, como gozamos esa primera vez que le di por el culo, le di y le di, hasta hacerla llegar, y seguí dándole hasta que solté incontenible mi carga de leche.
Es curioso recordar cosas que han pasado hace mas de un año, cuando muchas veces no tenemos tan presente lo que pasó hace una semana, pero supongo que la emoción de la primera vez, y pensar que era la última, hacen que esos detalles queden grabados con fuego en la memoria. En aquel momento, creí que aquella sería la única vez que gozaría a mi suegra, pues ella estaba en vísperas de regresar a USA, y lo que hacíamos era peligroso. Pero no imaginé que el destino haría que volviéramos a encontrarnos mucho antes de lo que imaginé y siguiéramos manteniendo hasta la fecha esta relación “especial”, tan llena de placeres que por hoy se quedan en mi memoria.
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