BB-Salsero
Oficial
Mi rechazo a ese bodrio oportunista autodenominado Alianza por el gran cambio empezó un domingo de verano. Esos días Agua dulce, la playa más popular del Perú, arde en multitudes. Multitudes cobrizas, como diría algún Humala. Miles de pobres llegan hasta sus orillas para aplacar sus angustias en las tibias aguas de ese coto ribereño absolutamente tomado por los sectores D y E de nuestra población. Un domingo de enero, en plena campaña por la primera vuelta, al por entonces también candidato peruano norteamericano Pedro Pablo Kuczynski, ya camuflado bajo el acrónimo de PPK, se le ocurrió visitar esos predios tan ajenos para un millonario que veranea con casa propia en esa antípoda excluyente llamada Eisha.
[ame="http://www.youtube.com/watch?v=foSFzQkDRTs"]YouTube - ‪EL SUBE Y BAJA DE PPK PRENSA LIBRE 010611‬‏[/ame]
El encuentro fue patético, hipócrita y forzado. El señor que un buen día amaneció queriendo ser presidente, aquél domingo hizo el ridículo más vergonzoso de su vida. PPK se quitó sus zapatillas New Balance, su polo Nike y decidió exponer su prominente barriga blanca de camino al baño popular que pretendió recibir, pero fue otra cosa lo que recibió. La gente expresó su rechazo al intruso salpicándole agua de mar hasta en los ojos y, durante su retiro, buena parte de los gorros y camisetas con su rostro, que iba a repartir, le fueron arrebatados a uno de los miembros de su escolta. PPK salió despavorido, moviendo su lengua sin parar.
Era evidente que PPK iba a perder en una eventual segunda vuelta contra el candidato Ollanta Humala por su dificultad de lograr una conexión real con esas masas esquivas que no tienen nada que ver con él. PPK no quiso tener partido político, nunca intentó siquiera conseguir las firmas requeridas para ello y se juntó con quien fuera con tal de lograr la plataforma legal para su proyecto personal.
A sus 72 años, en el ocaso de su carrera, PPK confundió, de un momento a otro, nuestro delicado tablero político ingresando al escenario electoral a última hora. Diluyó la opción de centro que encabezaba Alejandro Toledo más que Castañeda, le robó una buena porción de votantes a su antiguo aliado desplazándolo hasta el cuarto lugar de las preferencias. Ambos, que fueron parte de un solo gobierno, representaban casi lo mismo y, sumados, lograron obtener el 34 por ciento de los votos, más que cualquiera de los impresentables que el destino ya nos puso en el camino. Toledo tenía y tiene partido político, al igual que Castañeda. ¿Qué es ahora Alianza por el gran cambio?.
Los PPkausas, por su parte, esos que hoy aúllan por Keiko, plagaron las redes sociales intentando desesperadamente encumbrar a su rey. La improvisada candidatura desplazó, sin negar sus propios errores, a Toledo de un más que probable segundo lugar. Este capricho y narcisismo imperdonables han sido los grandes culpables de la situación en la que nos encontramos los que votaremos nulo. Una zona gris de la que no podemos salir.
Un voto nulo que nos persigue cada vez que vemos como la dulce Nadine maneja a Ollanta Humala de las narices y la imaginamos en el poder, y tenemos la certeza que jamas marcaremos la K cada vez que escuchamos a Martha Chávez o a Rafael Rey firmes en el partido Naranja.
PPK, usted nos puso donde estamos. Entre el cáncer y el sida, pero usted fue la hemiplejia.
Fuente:
http://diario16.pe/columnista/21/rene-gastelumendi/790/el-factor-ppk
[ame="http://www.youtube.com/watch?v=foSFzQkDRTs"]YouTube - ‪EL SUBE Y BAJA DE PPK PRENSA LIBRE 010611‬‏[/ame]
El encuentro fue patético, hipócrita y forzado. El señor que un buen día amaneció queriendo ser presidente, aquél domingo hizo el ridículo más vergonzoso de su vida. PPK se quitó sus zapatillas New Balance, su polo Nike y decidió exponer su prominente barriga blanca de camino al baño popular que pretendió recibir, pero fue otra cosa lo que recibió. La gente expresó su rechazo al intruso salpicándole agua de mar hasta en los ojos y, durante su retiro, buena parte de los gorros y camisetas con su rostro, que iba a repartir, le fueron arrebatados a uno de los miembros de su escolta. PPK salió despavorido, moviendo su lengua sin parar.
Era evidente que PPK iba a perder en una eventual segunda vuelta contra el candidato Ollanta Humala por su dificultad de lograr una conexión real con esas masas esquivas que no tienen nada que ver con él. PPK no quiso tener partido político, nunca intentó siquiera conseguir las firmas requeridas para ello y se juntó con quien fuera con tal de lograr la plataforma legal para su proyecto personal.
A sus 72 años, en el ocaso de su carrera, PPK confundió, de un momento a otro, nuestro delicado tablero político ingresando al escenario electoral a última hora. Diluyó la opción de centro que encabezaba Alejandro Toledo más que Castañeda, le robó una buena porción de votantes a su antiguo aliado desplazándolo hasta el cuarto lugar de las preferencias. Ambos, que fueron parte de un solo gobierno, representaban casi lo mismo y, sumados, lograron obtener el 34 por ciento de los votos, más que cualquiera de los impresentables que el destino ya nos puso en el camino. Toledo tenía y tiene partido político, al igual que Castañeda. ¿Qué es ahora Alianza por el gran cambio?.
Los PPkausas, por su parte, esos que hoy aúllan por Keiko, plagaron las redes sociales intentando desesperadamente encumbrar a su rey. La improvisada candidatura desplazó, sin negar sus propios errores, a Toledo de un más que probable segundo lugar. Este capricho y narcisismo imperdonables han sido los grandes culpables de la situación en la que nos encontramos los que votaremos nulo. Una zona gris de la que no podemos salir.
Un voto nulo que nos persigue cada vez que vemos como la dulce Nadine maneja a Ollanta Humala de las narices y la imaginamos en el poder, y tenemos la certeza que jamas marcaremos la K cada vez que escuchamos a Martha Chávez o a Rafael Rey firmes en el partido Naranja.
PPK, usted nos puso donde estamos. Entre el cáncer y el sida, pero usted fue la hemiplejia.
Fuente:
http://diario16.pe/columnista/21/rene-gastelumendi/790/el-factor-ppk