Los 6.847 pasivos ambientales de la minería
José Manuel Balta
21 noviembre, 2011
Contaminación dejada por la minera Regina Palca II, en Puno. Además de los fierros, la laguna
Choquene tiene contacto directo con la cancha de relaves.
Las
aguas del río Condoraque, en la provincia de San Antonio de Putina, departamento de
Puno, tienen un
color anaranjado. En las orillas
no hay vegetación sino polvo del sedimento del mineral antiguamente explotado. Su contaminación afecta a otros ríos —Toco Toco, Putina, Huancané, Ramis—, llegando hasta el Lago Titicaca. Las aguas ácidas se enlazan con manantiales de agua y riegan tierras agrícolas y pastizales.
Las ovejas y alpacas de campesinos de la comunidad, de 45 familias muy pobres,
pueden morir si beben de estas aguas. Otra forma de morir de los animales es por la aspiración del polvo del mineral. Esto ocurre en julio y agosto, cuando los vientos corren con fuerza en el altiplano y transportan
polvo de mineral en tan grandes cantidades que cubre los pastizales.
O también, cuando los animales cruzan el río, contraen
pedera, una enfermedad que afecta a las patas, las cuales se llenan de un salpullido parecido a la
sarna. Algunos pierden las pezuñas.
A los humanos no les ocurre menos. Los comuneros presentan enfermedades frecuentes:
diarrea, afecciones respiratorias, dolor de cabeza, tos, dolores reumáticos en manos y pies.
El problema afecta a unas diez comunidades colindantes con Condoraque que viven de la agricultura, pastoreo y crianza de alpacas y ovinos, a más de 4,000 metros sobre el nivel del mar.
No tienen más fuentes de agua que las contaminadas.
Simón Orihuela, presidente de Condoraque, dijo a INFOS que su ganado ha sido
reducido a la tercera parte de lo que poseía cada familia. Algunas tenían antes cien alpacas y ahora, a lo más, treinta.
—Los animales
toman el agua del río, les da diarrea y se mueren —explica Orihuela—. También abortan y pierden a las crías. Nosotros comemos esos animales y también estamos muriendo poco a poco por la contaminación.
Todo esto es provocado por lo que dejó en el lugar la minera
Regina Palca II, en 2006,
después de extraer tungsteno durante 30 años.
Nada menos que
un millón doscientos mil toneladas de relaves.
Dejó también un vertedero de aguas contaminadas hacia la Laguna Choquene y el río Condoraque, una lluvia ácida con un pH de 3.25, similar al del vinagre, que no es apta para el consumo humano o de animales ni para el riego de vegetales. Ahora la concesión está en manos de la empresa
Sillustani S.A., que no ha resuelto la situación.
Comuneros de Quilcapuncu, colindante con Condoraque, se reúnen con las autoridades regionales del
Ministerio de Energía. Condoraque sigue siendo un conflicto latente, gracias a la contaminación dejada
por el paso de la minera.
SÓLO UN BOTÓN DE MUESTRA
El pasivo ambiental de Condoraque no es uno de los más graves del Perú. Tuvo resonancia porque en 2010
la ONU envió un cable pidiendo una investigación al gobierno peruano, luego de que la Oficina de Derechos Humanos y Medio Ambiente de Puno presentara el caso en Nueva York en el
XVIII Periodo de Sesiones de la Comisión de Desarrollo Sostenible de la organización.
También existe una denuncia ante la
Fiscalía Especializada en Materia Ambiental del Distrito Judicial de Puno. El proceso se encuentra en etapa de investigación preparatoria.
Las primeras pericias del MINEM de la región concluyeron en lo previsible: las aguas de la laguna Condoraque se encuentran impactadas negativamente por las
altas concentraciones de cadmio, cobre, plomo y zinc que exceden los estándares de calidad ambiental. Pero aun
no existe una idea completa del daño, del plan para enfrentarlo y del costo que implicaría contrarrestarlo.
Ese es el panorama de los pasivos ambientales mineros en el Perú: la contaminación está a la vista, lo mismo que los daños. Al mismo tiempo,
hay muy poca información disponible sobre las características de los desperdicios dejados por las labores de minería: bocaminas, chimeneas, piques, tajos, trincheras, depósitos de desmontes y de relaves, aguas ácidas, efluentes.
Se
ignora en qué medida cada caso constituye un riesgo permanente y potencial para la salud de la población, el ecosistema circundante y la propiedad.
En 2000, un estudio del Banco Mundial estimó que las actividades mineras y metalúrgicas en conjunto
descargan anualmente más de 13 billones de metros cúbicos de efluentes en los cuerpos de agua del país.
Desde mediados de la década pasada el sector minero ha ido
asumiendo progresivamente responsabilidades ambientales en cuanto a la mitigación de los daños y prevención de otros. Incluso hay compañías privadas que al asumir una concesión remediaron por su cuenta pasivos dejados por al Estado. Es lo que hizo
Barrick en
Quiruvilca, departamento de La Libertad, donde
Minero Perú dejó drenajes de aguas ácidas y enormes residuos de mineral. Como parte del proyecto Lagunas Norte confinó 60 mil metros cúbicos de carbón, cerró nueve bocaminas y tres chimeneas, construyó 3.5 kilómetros de canales de drenaje, revegetó el área y construyó un humedal artificial para tratar el agua afectada.
Pero
se requiere multiplicar este ejemplo para revertir el daño que produjo la actividad desde mucho tiempo atrás.
Después de dos meses de búsqueda incesante en fuentes oficiales y luego de realizar dos peticiones amparadas en la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública ante el Ministerio de Energía y Minas (MINEM),
finalmente INFOS pudo acceder al expediente de los pasivos ambientales mineros (PAM) más peligrosos.
Listado completo de los pasivos ambientales dejados por la minería. Documento que INFOS consiguió en calidad de primicia,
después de meses de búsqueda. Nótese que en el recuadro “Responsable del Pasivo”, lo más común es “No identificado”.
Y resultó que
Puno, donde hay unos 250 PAM,
no es el departamento más afectado por la contaminación que generan las minas abandonadas.
El peor es
Ancash.
CONTARON 6,847 PERO HAY MUCHO MÁS
En todo el país el MINEM tiene
registrados 6,847 pasivos ambientales mineros.
Las regiones con mayores cantidades de PAM en su territorio son:
- Ancash (1,115),
- Cajamarca (1,018),
- Huancavelica (830),
- Puno (522),
- Cusco (507),
- La Libertad (488)
- Pasco (429).
En un primer estudio del cuadro, resulta que
menos del 15% de los PAM registrados tienen un estudio ambiental o están en proceso de cierre autorizado.
Los demás siguen, de una u otra forma, contaminando el medio ambiente.
Es decir,
casi 6 mil pasivos ambientales siguen afectando la salud humana, la vida silvestre y el medio ambiente de diversas comunidades, incluso dentro de áreas naturales protegidas.
La estadística del MINEM es una
actualización de la realizada en el año 2006, que contabilizó varios miles
menos de pasivos. Para este nuevo informe, la Dirección de Medio Ambiente del MINEM estableció criterios que pudieran estandarizarse y elaboró fichas para registrar la información de cada relave según la información disponible a la vista o la percepción sobre tipo de daño potencial —a la salud, la vida silvestre o la conservación—. Además, desde cualquier región la base de datos podía ser renovada por funcionarios del sector; incluso por ciudadanos que quisieran aportar información.
En 2010 el MINEM inició un
viaje a las zonas contaminadas para verificar los datos del 2006,
ponerlos al día y tomar fotografías. Ese año, los nuevos pasivos ambientales mineros registrados fueron 5,551, de acuerdo con la contabilización del año del año anterior en cuencas hidrográficas impactadas.
Pero el MINEM
ha recorrido sólo 13 de 65 cuencas en las que hay actividad minera, de modo que su actualización
no es completa.
Para este año y el próximo, el programa de actualización de pasivos comprende a las cuencas hidrográficas del Rímac, Lurín, Huarmey, Pativilca y Huaura.
En 2013, de acuerdo con los planes, el recorrido habrá concluido. En ese momento,
el número de PAM registrados habrá subido significativamente.
Hay otros indicios de que la cifra de 6.847 se queda
muy corta.
En 2010, y de manera independiente, el estatal Fondo Nacional del Ambiente (
FONAM) participó en un inventario de pasivos ambientales mineros en la cuenca del río Tingo, en Cajamarca.
Solamente ahí encontraron 1,200 PAM, y estimaron que la remediación costaría alrededor de
25 millones de dólares.
Si en
una sola microrregión donde hay actividad minera se encuentra una cifra de esa magnitud, es posible imaginarse la dimensión de los PAM en zonas más amplias.
Por otra parte, esta inspección es
meramente visual. No se recoge material para ser analizado, lo que solo ocurre en los pasivos ambientales que
van a ser remediados y tienen programas especiales en tal sentido.
Edgardo Alva Bazán, a cargo de la Dirección Técnica Minera del MINEM dijo para esta nota que
no hay presupuesto para ello.
El MINAM planea
empezar la descontaminación con los PAM que fueron
declarados por los propietarios de las concesiones mineras que se ajustaron a la legislación y
elaboraron un plan de cierre de pasivos. Algunas empresas, importantes, están cumpliendo con todas las formalidades y están
contribuyendo a cambiar las cosas. Sin embargo, la abrumadora mayoría, como es de suponer, simplemente
no hace nada.
En general, durante el transcurso de las últimas décadas,
las minas fueron cambiando de manos sin que los pasivos ambientales originales hubieran sido remediados y sin que el Estado tenga claro quién es, en última instancia,
el culpable de la contaminación, y por ende quién debe responsabilizarse de los pasivos ambientales que dejaron las minas al cerrar.
Fuente
INFOS