Mns Cipriani no puede ser de su devoción, pero como arzobispo de Lima no cuenta con poder discrecional. Aplica el Código Canónico en donde se establece sanciones a los miembros de la Iglesia por no seguir las reglas a las que están sujetos por su calidad de sacerdotes. No sé si Garatea es miembro de una orden o diocesano, no hay diferencia alguna al final porque el obispo de la sede es la autoridad.
Cuestiono a la autora de la nota, Carmén Gonzalez, la doctora cachetada. No es imparcial en el asunto, tiene una opción claramente anticlerical y habla con ligereza del tema.
Finalmente comparto un comentario alturado, serio y comedido que leí en mi facebook
Lamento la situación en la que, según ha trascendido, se encuentra el P. Gastón Garatea. Su entrega a la vocación sacerdotal me merece el mismo respeto que la de tantos otros sacerdotes sacrificados y dedicados a la proclamación de la fe cristiana. Lo único que espero de él como sacerdote es que, en su participación en el oficio docente de la Iglesia, predique con solvencia espiritual, moral e intelectual la fe católica que los bautizados en particular, y el mundo en general, tienen derecho a escuchar.A nivel personal el P. Garatea es, por supuesto, perfectamente libre de albergar corazonadas, cuestionamientos, juicios prudenciales, preguntas académicas y opiniones privadas—esperemos que arraigados genuinamente en la fe y no en teorías ajenas y hasta opuestas a ella. Para todas esas preguntas y opiniones hay un momento, un lugar, un estilo y un tono apropiados. Pero si lo que se quiere es difundir pública y libremente pareceres puramente personales, enraizados en todas partes menos en el Magisterio, pero revestidos aunque sea vagamente de autoridad sacerdotal, siempre queda como posibilidad el seguir la senda “sin ataduras ni responsabilidades” del “padre” Arana.No creo que sea éste el camino que el P. Garatea quiere seguir. Esto significa que sus opiniones públicas como sacerdote son, siempre, parte del apostolado de enseñanza y proclamación del Reino que se comprometió a llevar adelante con sus superiores religiosos y diocesanos.
Caritas in Veritate
Sin duda el P. Garatea conoce bien los deberes derivados tanto de su ordenación al sacerdocio como del derecho canónico, las reglas de su congregación y las normas de la Arquidiócesis de Lima. El derecho canónico no es, como algunos desinformados sugieren, una camisa de fuerza que obstruye el movimiento del Espíritu. Oponer la “iglesia oficial” (seguidora “rigurosa” y “a pie juntillas” de “manuales”😉 a una iglesia “real” (la iglesia “de la caridad” y el sentido común) es perpetuar dicotomías sesentistas superadas hace ya mucho--salvo por quienes se quedaron en los sesentas. Las normas de la Iglesia constituyen una herramienta pastoral para velar por el bien de la comunidad de los creyentes. No es en vano que la letra, espíritu y aplicación del derecho canónico ha evolucionado, lo que se nota especialmente en el código promulgado en 1983.La obligación del amor en la verdad (caritas in veritate) no obliga sólo a las autoridades eclesiásticas sino, en realidad, a todos—y muy especialmente a quienes decidan tomar sobre sus hombros la grave responsabilidad de someter a escrutinio las decisiones legítimas de esas autoridades. La obligación de la prudencia y la caridad es mayor en situaciones como ésta, donde no conocemos los detalles de lo actuado. En la confusión de opiniones gratuitas que van y vienen, algunos críticos parecen haber olvidado el significado de “licencia”. Cuando una entidad académica, gubernamental, o gremial otorga una licencia, lo hace para certificar que el titular cumple con los criterios que la entidad emisora define como necesarios para ejercer una labor encomendada. La licencia que el sacerdote recibe del obispo no es para difundir magisterios alternativos… ni la apariencia de ellos… ni para ir generando un colectivo de seguidores… ni para darles pretexto alguno para creer que sólo es cuestión de tiempo para que la Iglesia “oficial” cambie lo que, “hasta ahora”, ha sido su doctrina (¿olvidan lo que sucedió inmediatamente antes y después de Humanae Vitae?).Es responsabilidad del obispo velar para que los fieles reciban de sus sacerdotes lo que la Iglesia propone a sus conciencias, y para evitar actos públicos que le hagan daño a la comunidad.
Debido proceso y reserva
En el caso del P. Garatea cualquier búsqueda en internet muestra que ya parece haber una historia de pronunciamientos públicos poco matizados, confusos y hasta fuera de lugar. No es con descuidos de esta naturaleza que se da testimonio de la fe de la Iglesia. Tampoco es la manera de edificar la fe del pueblo católico.Asumir que la suspensión (no sabemos por cuánto tiempo) ha sido resultado de sus declaraciones más recientes es no conocer cómo la Iglesia decide estas cosas. Estos asuntos siguen un debido proceso que, tratándose de un sacerdote religioso, debe involucrar necesariamente a sus superiores inmediatos en la congregación de los Sagrados Corazones. Situaciones como ésta ocurren todo el tiempo en todas las diócesis y no suelen ser noticia. El proceso siempre es reservado, no por “secretismo” sino para proteger el buen nombre de los involucrados.Sin embargo, parece (por las informaciones disponibles) que fue el P. Garatea quien decidió hacer pública esta situación, aunque sin divulgar todos los detalles. Si esto es así, y considerando la idiosincrasia de los círculos que el P. Garatea frecuenta, fue un error hacerlo. Por eso quizá sería recomendable que el arzobispado y/o el P. Garatea emitieran una breve nota de prensa explicando la medida tomada. Esto puede tomarse como una oportunidad para catequizar y para recordarles a los creyentes--ordenados y laicos--sus responsabilidades.
El baile de los que sobran
En todo esto la nota predecible y cómica ha sido ver a quienes nunca pierden una oportunidad para hablar pestes de los curas salir en turba, con antorchas y garrotes, a vociferar que éste es un sacerdote que sí les gusta... y que más bien hay que capturar al jerarca de sus pesadillas y arrojarlo al foso de los leones. Quienes nunca pisan una iglesia salen ahora en cargamontón, a tropezones y pisotones, a declarar que el P. Garatea es el tipo de sacerdote de sus sueños (sospecho que ninguno de ellos lo tiene como confesor).Como se estila en casos como estos, las redes sociales han visto una explosión de comunicados, pronunciamientos, declaraciones y artículos llegados de las alturas, pero indignados y apocalípticos, firmados por los nombres de siempre, los que, a falta de información (y del interés y sosiego necesarios por obtenerla con calma), salen a denunciar al unísono, y con una unanimidad que los delata, toda clase de conspiraciones contra el presbítero. Los ilustres contribuyentes a esta cacofonía no le hacen ningún favor al P. Garatea. Todo lo contrario: ayudan a generar y/o fortalecer la impresión de que el sacerdote se ha convertido, queriéndolo o no, en representante de “magisterios alternativos” y sus promotores. Esperemos que esta situación se solucione pronto: que el P. Garatea reconozca y enmiende sus errores, si es el caso... que haga el propósito de ser más cuidadoso y responsable, si cabe... y que retome pronto el ejercicio pleno de sus facultades sacerdotales al servicio de la Iglesia de Lima