CaballeroDeLaClaseOciosa
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El rochezaso de APOYO de aquel 09 de abril, en el que la encuestadora dio un "flash" (encuesta a boca de urna) dando el primer lugar a Toledo y el segundo lugar a Fujimori, invirtiéndose luego la situación al momento de dar las "proyecciones" (en base a las actas) constituye la mayor patinada en la historia de la investigación de mercados en el Perú. Sin embargo, NO constituye evidencia de la complicidad de las encuestadoras en el amañamiento de las elecciones.
La patinada ha sido explicada satisfactoriamente desde entonces por diversos factores: margen de error hacia abajo en el caso de Toledo y hacia arriba en el caso de Fujimori, falta de capacitación de los encuestadores, un perfil más comprometido de los votantes de Toledo (que "buscaban" a los encuestadores para declarar su voto, distorsionando la muestra) frente al perfil más indiferente de los votantes de Fujimori, falta de encuestas previas de control en la noche anterior, etc.; sin mencionar que patinadas similares se han dado anteriormente en otras latitudes (Truman vs. Dewey, elección presidencial estadounidense de 1948). Si bien constituye una muestra inequívoca de que las técnicas de investigación de mercados son falibles también puede ser vista como una etapa en el proceso de mejora de dichas técnicas: una vez aprendidos los motivos de los errores, la probabibilidad de volverlos cometer disminuye y las técnicas se perfeccionan.
Sobre la peregrina idea de que dicho evento fue parte del "fraude" pues debo decir que la misma no resiste análisis y que tuvo su origen en una hábil jugada de Toledo, presentando la patinada de las encuestadoras como prueba de que estaban compradas por la maquinaria reeleccionista. Y la gente le creyó, increíblemente. Por lo demás, sí que habían sobradas evidencias del amañamiento de las elecciones: las dudas sobre la gestión de Portillo, la negativa de muchos medios a pasar propaganda de la oposición (sus dueños resultaron caseritos de la salita del SIN), el tema de la falsificación de firmas, el uso de la maquinaria del Estado para fines proselitistas, etc. Sin embargo, se necesitaba una evidencia adicional, fresquita, rochosa, que galvanizara los ánimos de los votantes de la oposición aquella noche, y esa evidencia adicional era la supuesta complicidad de las encuestadoras.
Como dije, esa acusación, mantenida increíblemente 12 años después por cietas personas, no resiste un análisis básico de sentido común: si las encuestadoras estaban compradas, ¿por qué no dieron ganador a Fujimori desde un primer momento (en la boca de urna), considerando que el flash es aún más fácil de manipular que las proyecciones, evitándose además tener que explicar el cambio de las cifras horas después?, ¿o pensarán que Alfredo Torres fue sobornado o presionado recién esa misma tarde, luego de la boca de urna y que tuvo tiempo de cambiar toda la maquinaria de su encuestadora en una hora?
La patinada ha sido explicada satisfactoriamente desde entonces por diversos factores: margen de error hacia abajo en el caso de Toledo y hacia arriba en el caso de Fujimori, falta de capacitación de los encuestadores, un perfil más comprometido de los votantes de Toledo (que "buscaban" a los encuestadores para declarar su voto, distorsionando la muestra) frente al perfil más indiferente de los votantes de Fujimori, falta de encuestas previas de control en la noche anterior, etc.; sin mencionar que patinadas similares se han dado anteriormente en otras latitudes (Truman vs. Dewey, elección presidencial estadounidense de 1948). Si bien constituye una muestra inequívoca de que las técnicas de investigación de mercados son falibles también puede ser vista como una etapa en el proceso de mejora de dichas técnicas: una vez aprendidos los motivos de los errores, la probabibilidad de volverlos cometer disminuye y las técnicas se perfeccionan.
Sobre la peregrina idea de que dicho evento fue parte del "fraude" pues debo decir que la misma no resiste análisis y que tuvo su origen en una hábil jugada de Toledo, presentando la patinada de las encuestadoras como prueba de que estaban compradas por la maquinaria reeleccionista. Y la gente le creyó, increíblemente. Por lo demás, sí que habían sobradas evidencias del amañamiento de las elecciones: las dudas sobre la gestión de Portillo, la negativa de muchos medios a pasar propaganda de la oposición (sus dueños resultaron caseritos de la salita del SIN), el tema de la falsificación de firmas, el uso de la maquinaria del Estado para fines proselitistas, etc. Sin embargo, se necesitaba una evidencia adicional, fresquita, rochosa, que galvanizara los ánimos de los votantes de la oposición aquella noche, y esa evidencia adicional era la supuesta complicidad de las encuestadoras.
Como dije, esa acusación, mantenida increíblemente 12 años después por cietas personas, no resiste un análisis básico de sentido común: si las encuestadoras estaban compradas, ¿por qué no dieron ganador a Fujimori desde un primer momento (en la boca de urna), considerando que el flash es aún más fácil de manipular que las proyecciones, evitándose además tener que explicar el cambio de las cifras horas después?, ¿o pensarán que Alfredo Torres fue sobornado o presionado recién esa misma tarde, luego de la boca de urna y que tuvo tiempo de cambiar toda la maquinaria de su encuestadora en una hora?