Cofrades:
Quiero compartir un extracto de un texto que lo chequee rapido y me parecio interesante. El texto completo lo pueden encontar en avizora.
TRAS EL ORGASMO, la insatisfacción. Y tras la frustración, la búsqueda compulsiva del placer. A solas o en compañía. Sin freno, sin salida. Más vergonzante y menos confesada que otras adicciones, aunque tan invisible como la ludopatía o el cuelgue por Internet, la sexo adicción empieza a tratarse en las clínicas especializadas como un trastorno del deseo. Quienes la sufren usan la masturbación, la prostitución o las relaciones de usar y tirar para evadirse de la realidad. Pero el malestar psíquico que padecen ante una conducta compulsiva que no desean puede llevarles al divorcio, la ruina o el suicidio. Pero no hay que ser un vicioso para perderse en el laberinto.
"El secreto de la felicidad es hacer aquello con lo que uno disfruta", dice el premio Nobel Gabriel García Márquez. Si atendemos a esta máxima y convenimos que el sexo es fuente de placer, los sexo adictos deberían ser las personas más dichosas y satisfechas de este mundo. Sin embargo, el sentimiento de culpa o frustración una vez finalizado el consumo sexual compulsivo es compartido por quienes sufren el problema. La sexo adicción, en sus múltiples vertientes -líneas eróticas, productos pornográficos, masturbación, contactos sexuales-, procura un momentáneo goce entre las piernas... a costa, eso sí, de una perdurable infelicidad en el alma.
Aunque menos confesada que otras adicciones sociales -a la comida, al juego, al trabajo, a Internet-, películas como Hapinness o Entre las piernas se han encargando de exhibirla sin tapujos. Pero esta fijación por el placer, caracterizada por el pensamiento obsesivo, la compulsión y los efectos negativos, no es invención de guionistas calenturientos.
Tampoco fue un capricho de estrella que el protagonista de Instinto básico, Michael Douglas, ingresara en una clínica especializada para desintoxicarse. En España los profesionales están empezando a atender las angustias de estos esclavos del sexo. Los expertos parten de la base de que la sexo adicción no es una enfermedad, sino un síntoma asociado a otros desequilibrios psicológicos.
"Se dice que los toxicómanos se enganchan a la droga porque en el fondo no tienen un proyecto de vida", ejemplifica el especialista en salud sexual Miguel de la Peña, director médico de la clínica madrileña Androclinic. "También en la sexo adicción hay una patología de base (problemas afectivos, laborales, de interacción con los demás...); de hecho, existen fármacos prescritos para personas con instinto sexual patológicamente desviado, desde ansiolíticos a inhibidores de la testosterona".
No hay dos pacientes iguales. "Puede haber adultos con un cuadro maníaco-depresivo o adolescentes con conductas masturbatorias inapropiadas, sin necesidad de consumir pornografía o tener contacto sexual", sigue De la Peña.
Pero la soledad no buscada es, al parecer, un estado común entre los afectados. "Puede ser el origen y también la consecuencia", interviene el psicólogo del centro, Jaime González. "Tienen dificultades para ser fieles a su pareja o profundizar en una relación; como ésta no les satisface, la soledad les empuja a buscar una nueva. A veces, no saben qué hacer para no aburrirse; no toleran las dosis de aburrimiento que la mayoría soporta habitualmente".
Ante la rutina, atajan por el camino más corto. "Suelen ser personas inseguras, con tendencia a la depresión, a la ansiedad, con baja autoestima. Les entrenamos en habilidades de autocontrol emocional para afrontar la depresión y la ansiedad, de forma que no tengan que recurrir a la conquista como único medio para sentirse bien".
¿La sexo adicción perjudica la salud? "A no ser que exista peligro de transmisión sexual, no. Pero realizar conductas sexuales no deseadas lleva con frecuencia a tener ideas suicidas", afirma De la Peña. Algo que puede corroborar la recién creada Asociación Catalana de Adicción al Sexo, pionera en Europa. Su director, Francesc Pere, ex ludópata, sostiene que el perfil responde a un "hombre casado de clase media, de 35 a 45 años y padre de familia".