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Decidí abrir este nuevo tema debido a que quiero separar mis experiencias de mi faceta/lapsus chica kinera/pre pago a las de mi vida personal como mujer común y corriente. Esta carpeta tendrán historias aun mas personales con gente especial en mi vida. No son experiencias de una noche nada mas ya que como he comentado en relatos anteriores, mis relaciones sentimentales han sido pocas pero duraderas y especiales. No comparto la idea de salir a levantarse a alguien por una noche nada mas (salvo claro como una fantasía en mi club). Doble moralidad? no, nada de eso. Simplemente gustos personales el no involucrar ni mezclar un mundo con el otro.
Lengua que quema
Mi vida sexual empezó a los 17 años. Tarde para algunos y temprano para otros, depende del ojo de quien lo mire. Para mi simplemente fue el momento adecuado. Antes de eso no había tenido encuentros sexuales de ningún tipo, como veo ahora que lo hacen las chicas para sentirse vírgenes. Primero pasan por experimentar el sexo oral y anal para con el indicado pasar por el vaginal y ahí recién dejan de ser "castas". Lo único que experimente antes de mi primer encuentro sexual fueron por parte de mi primera pareja (quien también el primer hombre dentro mío) besos muy apasionados, caricias, lamidas en mis senos y algún otro dedito inspector, nada mas. Siempre sentía un poquito de miedo y terminaba cortando las cosas y el, claro, ya no era ningún santo, quedaba medio frustrado y terminaría tal ves desfogando sus ganas con alguien mas, quien sabe?...
Mi primer encuentro sexual no lo contare ahora ya que este relato mas bien se trata de mi primer orgasmo oral. Porque empiezo con eso? porque es una de las sensaciones mas placenteras e intensas que he experimentado en mi vida.
Varias veces había sentido ya una lengua y unos labios entre mis piernas pero en vez de excitarme me incomodaba. Me sentía avergonzada y vulnerable el exponer todo mi ser, abierta, indefensa y rendida a su mirada inspectora. Terminaba tapándome con mi mano y pidiéndole que se retire. No entendía muy bien por que lo hacía si a mi no me producía ningún placer. No entendía que ganas había de explorar una zona que para mi en esos momentos no tenia nada de lindo o erótico.
O sea a mi punto de vista en esos tiempos, habían zonas mucho mas eróticas en mi cuerpo como mis senos grandes y firmes bien formados. Mi cinturita estrecha que resaltaba con mis caderas anchas y glúteos redondeados, mis piernas largas y formadas. Porque fijarse en una zona no tan "estéticamente hermosa"? que equivocada estaba, que poco conocía mi cuerpo....
Un buen día estábamos jugando, una previa a lo que venía después, besos, caricias, el sentir nuestros cuerpos desnudos. El me recostó y empezó a besarme los senos, lamer mis pezones, sabía que eso me volvía (y me vuelve) loca. Fue bajando hasta mi abdomen, besaba mi ombligo, chupaba mi piercing que cuelga de el, pasaba su lengua circularmente por mi piel y fue bajando aun mas. Yo empecé a ponerme nerviosa. Las cosquillas que me había provocado iban desapareciendo dando paso a la incomodidad. El abrió mis piernas, mas hice fuerza para volver a cerrarlas. Relájate, me dijo. Eres hermosa. Me encanta tu vagina rosadita, quiero consentirla, mimarla, besarla. No sientas vergüenza, quiero sentirte, mirarte, besarte cada parte de tu cuerpo. Me relajé un poco pero con desconfianza, no bajé la guardia. Abrí las piernas y sentía que estas me temblaban, creo que sentía que me estaba entregando de nuevo por primera vez. Sentí su lengua rozarme, despacio, suave, el lamia mi piel, mi olor, mi sabor. Su lengua se encargo de conocer cada uno de mis rincones aun escondidos para él. De pasar a lamer todo por partes, de marcar su territorio con su saliva, se concentro en besar y lamer una sola parte específica de mi cuerpo, como si su vida dependería de ello. Lamía y lamía incansablemente mi clítoris y poco a poco yo me fui relajando cada vez mas. Me gustaba, lo sentía intenso, diferente. Es que la lengua con su sensibilidad y tacto puede llegar y hacer sentir cosas que no lo hace un pene, un testículo o unos dedos. Es mucho mas suave, mas sutil, mas gentil. Abrí mis ojos por primera vez y vi a un hombre con su cabeza entre mis piernas literalmente comiéndome, abriendo su boca y tragándose mi conchita húmeda, pasando por su manzana de Adán mis fluidos y eso me excitó aun mas. Sentía que su barba recién creciendo raspaba mis labios vaginales. Ahora esa exposición me gustaba, ahora quería ser suya por completo. Me miró, cruzamos miradas. Pude decirle con mis ojos que era suya, que me coma a su antojo y el me dijo con su mirada que le pertenecía, que esa conchita era suya y que le deje comer tranquilo.
Agarró mis senos desnudos, uno con cada mano y se impulsaba de ellos para darme embestidas con su lengua. Me penetraba con su boca. Su lengua dentro de mi vagina se sentía húmeda, dura, muy dura. Tiraba de mis pezones en cada arremetida. Me sentía mojada una mezcla de su saliva con mis fluidos brotaba de mi vagina y recorría mis piernas, mis glúteos, mi ano, mojaba todas mis zonas y terminaba en las sábanas mojadas. Me perdí en ese momento, mi imaginación volaba, yo volaba. Cada nuevo lenguetaso alucinaba que eran muchas lenguas besándome, muchas bocas tratando de comerse mi vagina esperando su turno ansiosos por un pedazo de mi. Es incluso ahora, una imagen recurrente en mi cuando recibo sexo oral. El imaginar que estoy acostada sobre una mesa con las piernas abiertas, rodeada de muchos comensales hambrientos de mi, que tratan de comer y tomar de mis fluidos desesperadamente antes de que alguien mas les quite su lugar. En fin, yo y mi mente que vuela con locas fantasías a lugares que se que mi pudor y mi razón no llegarían... que remedio hay para eso?? solo aprovecharlo y usarlo para mi propio placer.
Volví a abrir los ojos cuando sentí además de su lengua, unos dedos dentro mío. Primero uno, luego dos abriéndose paso por entre sus labios y mis labios, entre su lengua y mi clítoris. Nuevamente vi la imagen de aquel hombre poseyéndome por completo. Agarrándose fuertemente de mi teta, empujando firmemente con su otra mano sus dedos hacia mi interior y con su boca comiéndome, mordiéndome, lamiéndome. En medio de todo esto me miró nuevamente y me ordenó con sus ojos que me calle, que no me mueva, que me deje poseer, que era suya de todas las maneras posibles. Obedecí y me callé, disfruté como nunca tantos placeres juntos, seguí volando, cada vez mas. Sentía que ese hombre eran tres. Uno que disfrutaba mis senos y los amasaba a su antojo, uno que me besaba y lamía mis fluidos y uno mas, que pasaba y al ver esa escena, no pudo resistirse y me introdujo varios dedos para su propio placer. Esa idea me alocó. No abrí mas mis ojos para poder ver a los tres de mi imaginación. Volé aun mas y empecé a contraerme, empecé a sentir una excitación diferente, sumamente intensa, atrevida, explosiva. Sentí que todas esas sensaciones se desbordaban y desfogaban por mi vagina, sentí mojarme y el como un perrito hambriento lamer y tragarse mis fluidos. Mi cuerpo se tensó y lance unos gemidos de placer. El lo supo de inmediato, como no saberlo. Me había venido por primera vez de esa manera. Había abierto en mi una nueva puerta de placer extremo, absoluto, delicioso. No había ya marcha atrás. Cuanto me faltaba aprender, que equivocada estaba. Sobre sexo uno nunca se gradúa como un maestro, siempre se es alumno de alguien que te enseña algo nuevo.
Lo retiré suavemente. El entendió. Mis partes tan lamidas estaban muy sensibles, no quería que me toque, solo disfrutar el momento. Seguía gimiendo sola y cuerpo contorneándose y él seguramente viendo mi espectáculo, no lo sé, no lo vi. Abrí mis ojos y al abrirlos había una fiera en mí. Ese orgasmo no me había apaciguado. Me había alborotado. Tenía, necesitaba complacerlo. Necesitaba agradecerle tanto placer con mas placer. Lo empujé a la cama, sin decir palabra me agache y empecé a lamer, besar, comer toda su pieza, su verga muy muy dura y mojada, sus testículos redondos y suaves. Lo disfruté como nunca, estaba en un éxtasis, un estado autómata donde todo lo que deseaba era ofrecerle placer. Succionaba y me tragaba hasta el fondo todo su pene. No me molestaba, no me dolía, no me atoraba. Estaba adormecida. Quería tenerlo dentro de mi garganta, de mi cuello. Sentía su sabor dulce, su piel caliente en mi boca, una delicia. Seguí y seguí no se por cuanto tiempo. Lo sacaba solo para poder comerme también sus testículos uno a uno y continuar de nuevo con su verga durísima. No se que me dijo, si pare, si siga, no lo sé, solo sé que mi boca era suya y el estaba dentro mío. Me sentí caliente, mi cara quemaba, sentí sus gemidos ahogados y el se relajó al fin.
Lengua que quema
Mi vida sexual empezó a los 17 años. Tarde para algunos y temprano para otros, depende del ojo de quien lo mire. Para mi simplemente fue el momento adecuado. Antes de eso no había tenido encuentros sexuales de ningún tipo, como veo ahora que lo hacen las chicas para sentirse vírgenes. Primero pasan por experimentar el sexo oral y anal para con el indicado pasar por el vaginal y ahí recién dejan de ser "castas". Lo único que experimente antes de mi primer encuentro sexual fueron por parte de mi primera pareja (quien también el primer hombre dentro mío) besos muy apasionados, caricias, lamidas en mis senos y algún otro dedito inspector, nada mas. Siempre sentía un poquito de miedo y terminaba cortando las cosas y el, claro, ya no era ningún santo, quedaba medio frustrado y terminaría tal ves desfogando sus ganas con alguien mas, quien sabe?...
Mi primer encuentro sexual no lo contare ahora ya que este relato mas bien se trata de mi primer orgasmo oral. Porque empiezo con eso? porque es una de las sensaciones mas placenteras e intensas que he experimentado en mi vida.
Varias veces había sentido ya una lengua y unos labios entre mis piernas pero en vez de excitarme me incomodaba. Me sentía avergonzada y vulnerable el exponer todo mi ser, abierta, indefensa y rendida a su mirada inspectora. Terminaba tapándome con mi mano y pidiéndole que se retire. No entendía muy bien por que lo hacía si a mi no me producía ningún placer. No entendía que ganas había de explorar una zona que para mi en esos momentos no tenia nada de lindo o erótico.
O sea a mi punto de vista en esos tiempos, habían zonas mucho mas eróticas en mi cuerpo como mis senos grandes y firmes bien formados. Mi cinturita estrecha que resaltaba con mis caderas anchas y glúteos redondeados, mis piernas largas y formadas. Porque fijarse en una zona no tan "estéticamente hermosa"? que equivocada estaba, que poco conocía mi cuerpo....
Un buen día estábamos jugando, una previa a lo que venía después, besos, caricias, el sentir nuestros cuerpos desnudos. El me recostó y empezó a besarme los senos, lamer mis pezones, sabía que eso me volvía (y me vuelve) loca. Fue bajando hasta mi abdomen, besaba mi ombligo, chupaba mi piercing que cuelga de el, pasaba su lengua circularmente por mi piel y fue bajando aun mas. Yo empecé a ponerme nerviosa. Las cosquillas que me había provocado iban desapareciendo dando paso a la incomodidad. El abrió mis piernas, mas hice fuerza para volver a cerrarlas. Relájate, me dijo. Eres hermosa. Me encanta tu vagina rosadita, quiero consentirla, mimarla, besarla. No sientas vergüenza, quiero sentirte, mirarte, besarte cada parte de tu cuerpo. Me relajé un poco pero con desconfianza, no bajé la guardia. Abrí las piernas y sentía que estas me temblaban, creo que sentía que me estaba entregando de nuevo por primera vez. Sentí su lengua rozarme, despacio, suave, el lamia mi piel, mi olor, mi sabor. Su lengua se encargo de conocer cada uno de mis rincones aun escondidos para él. De pasar a lamer todo por partes, de marcar su territorio con su saliva, se concentro en besar y lamer una sola parte específica de mi cuerpo, como si su vida dependería de ello. Lamía y lamía incansablemente mi clítoris y poco a poco yo me fui relajando cada vez mas. Me gustaba, lo sentía intenso, diferente. Es que la lengua con su sensibilidad y tacto puede llegar y hacer sentir cosas que no lo hace un pene, un testículo o unos dedos. Es mucho mas suave, mas sutil, mas gentil. Abrí mis ojos por primera vez y vi a un hombre con su cabeza entre mis piernas literalmente comiéndome, abriendo su boca y tragándose mi conchita húmeda, pasando por su manzana de Adán mis fluidos y eso me excitó aun mas. Sentía que su barba recién creciendo raspaba mis labios vaginales. Ahora esa exposición me gustaba, ahora quería ser suya por completo. Me miró, cruzamos miradas. Pude decirle con mis ojos que era suya, que me coma a su antojo y el me dijo con su mirada que le pertenecía, que esa conchita era suya y que le deje comer tranquilo.
Agarró mis senos desnudos, uno con cada mano y se impulsaba de ellos para darme embestidas con su lengua. Me penetraba con su boca. Su lengua dentro de mi vagina se sentía húmeda, dura, muy dura. Tiraba de mis pezones en cada arremetida. Me sentía mojada una mezcla de su saliva con mis fluidos brotaba de mi vagina y recorría mis piernas, mis glúteos, mi ano, mojaba todas mis zonas y terminaba en las sábanas mojadas. Me perdí en ese momento, mi imaginación volaba, yo volaba. Cada nuevo lenguetaso alucinaba que eran muchas lenguas besándome, muchas bocas tratando de comerse mi vagina esperando su turno ansiosos por un pedazo de mi. Es incluso ahora, una imagen recurrente en mi cuando recibo sexo oral. El imaginar que estoy acostada sobre una mesa con las piernas abiertas, rodeada de muchos comensales hambrientos de mi, que tratan de comer y tomar de mis fluidos desesperadamente antes de que alguien mas les quite su lugar. En fin, yo y mi mente que vuela con locas fantasías a lugares que se que mi pudor y mi razón no llegarían... que remedio hay para eso?? solo aprovecharlo y usarlo para mi propio placer.
Volví a abrir los ojos cuando sentí además de su lengua, unos dedos dentro mío. Primero uno, luego dos abriéndose paso por entre sus labios y mis labios, entre su lengua y mi clítoris. Nuevamente vi la imagen de aquel hombre poseyéndome por completo. Agarrándose fuertemente de mi teta, empujando firmemente con su otra mano sus dedos hacia mi interior y con su boca comiéndome, mordiéndome, lamiéndome. En medio de todo esto me miró nuevamente y me ordenó con sus ojos que me calle, que no me mueva, que me deje poseer, que era suya de todas las maneras posibles. Obedecí y me callé, disfruté como nunca tantos placeres juntos, seguí volando, cada vez mas. Sentía que ese hombre eran tres. Uno que disfrutaba mis senos y los amasaba a su antojo, uno que me besaba y lamía mis fluidos y uno mas, que pasaba y al ver esa escena, no pudo resistirse y me introdujo varios dedos para su propio placer. Esa idea me alocó. No abrí mas mis ojos para poder ver a los tres de mi imaginación. Volé aun mas y empecé a contraerme, empecé a sentir una excitación diferente, sumamente intensa, atrevida, explosiva. Sentí que todas esas sensaciones se desbordaban y desfogaban por mi vagina, sentí mojarme y el como un perrito hambriento lamer y tragarse mis fluidos. Mi cuerpo se tensó y lance unos gemidos de placer. El lo supo de inmediato, como no saberlo. Me había venido por primera vez de esa manera. Había abierto en mi una nueva puerta de placer extremo, absoluto, delicioso. No había ya marcha atrás. Cuanto me faltaba aprender, que equivocada estaba. Sobre sexo uno nunca se gradúa como un maestro, siempre se es alumno de alguien que te enseña algo nuevo.
Lo retiré suavemente. El entendió. Mis partes tan lamidas estaban muy sensibles, no quería que me toque, solo disfrutar el momento. Seguía gimiendo sola y cuerpo contorneándose y él seguramente viendo mi espectáculo, no lo sé, no lo vi. Abrí mis ojos y al abrirlos había una fiera en mí. Ese orgasmo no me había apaciguado. Me había alborotado. Tenía, necesitaba complacerlo. Necesitaba agradecerle tanto placer con mas placer. Lo empujé a la cama, sin decir palabra me agache y empecé a lamer, besar, comer toda su pieza, su verga muy muy dura y mojada, sus testículos redondos y suaves. Lo disfruté como nunca, estaba en un éxtasis, un estado autómata donde todo lo que deseaba era ofrecerle placer. Succionaba y me tragaba hasta el fondo todo su pene. No me molestaba, no me dolía, no me atoraba. Estaba adormecida. Quería tenerlo dentro de mi garganta, de mi cuello. Sentía su sabor dulce, su piel caliente en mi boca, una delicia. Seguí y seguí no se por cuanto tiempo. Lo sacaba solo para poder comerme también sus testículos uno a uno y continuar de nuevo con su verga durísima. No se que me dijo, si pare, si siga, no lo sé, solo sé que mi boca era suya y el estaba dentro mío. Me sentí caliente, mi cara quemaba, sentí sus gemidos ahogados y el se relajó al fin.