Dios mio, ¿dónde estamos? ¿A dónde vamos? Un gobierno puede pedir una cuestión de confianza cuando tiene medios para hacerlo y, sobre todo, capacidad de hacerlo. Eso no se da en el caso del gobierno de PPK. La razón no es el número de congresista, sino el caos que reina en el gobierno. No es exagerado decir que este es un gobierno que se mete tiros a los pies todos los días y muchos de sus elementos son incendiarios profesionales, como es el caso de la congresista y segunda vice presidente Meche Araoz. Peor aún, no hay nada más ridículo que amenazar cuando no se tiene los medios para cumplir la amenaza. Ese es el caso del gobierno.
El camino - el único camino - es la cooperación con la oposición. Esta es muy generosa y receptiva y lo ha demostrado con la cuestión del presupuesto, la delegación legislativa, etc. No necesita mover un dedo para atacar al gobierno, solito se hace daño.
Puede haber censura, y sí la hay, no pasa nada. El ministro no es imprescindible; ningún ministro lo es.
Respecto al último párrafo, es patético pensar que los apristas o los fujimoristas buscan el caos. Nada más lejos de la verdad. Hay muchísima gente interesada en mantener la anomia como forma de vida, comenzando por los traficantes de tierras, la izquierda en crisis o los opositores al alcalde Benavides del distrito de Ate, un hombre asaz controvertido y promotor del proyecto de ley para permitir la reelección edil.
No es el fin del mundo si se va Saavedra. Si la oposición quisiera ya el gabinete estaría fuera y en la picota colgarían las cabezas de Basombrio, la ministra García y el ministro de relaciones exteriores. Allí siguen con la cabeza en el cuello.
Eso lo saben los ministros Zavala y Thorne, y por eso su visión es mantener los puentes abiertos con los fujimoristas. Esa política les ha dado resultados concretos y reales. Han tenido un lamentable revés con la renuncia del directorio de PETROPERU, no por culpa de los fujimoristas sino de los termocefalos que viven en la campaña eterna, encabezados por la histérica de la Araoz y la señora Bruce.
Finalmente, una cosa son los gestos (no pretenderán que se queden callados frente a las ofensas gratuitas) y otros los resultados. Las pruebas están allí para quien quiera verlas. Ya es hora que se den cuenta que la campaña terminó y que si no remamos en la misma dirección, nos vamos al diablo.