Amado Garcia Guerrero
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Muchas veces, bajo al Safari, después de una larga jornada en mi nigth favorito: El Palmeras. En el Palmeras, y hay que decirlo, uno va a buscar sexo. Como dije en post anteriores, con fichas, con el 99.9% de chicas la haces (ya sé, exagero, pero sólo un poco).
Muchas madrugadas, luego de la batalla, con el cuerpo maltrecho por las sacudidas de las féminas, con la única idea en la cabeza de sentarme a descansar, a esperar el alba, llego al Safari. El lugar es un convento de monjas a comparación del Palmeras, un hall de descanso, el campamento donde convalecen los soldados heridos en la guerra. Aquí, no me interesa otra cosa que degustar mi pequeña rubia, compañera inacabable de miles de batallas, cómplice de muchas victorias propias y ajenas, de derrotas financieras; testigo de campeonatos y goles de oro y de lata. Sin ella, el encanto desaparece y la imaginación también.
«Cuentame Chato (Urbano)» le digo «¿quienes han venido hoy.» Pensando en un amor imposible, de mucho tiempo atraz; víctima de los prejuicios, de la desconfianza, pero que todavía, a pesar del tiempo y la distancia, se mantiene intacto. Camino a travez del Pasillo, que me lleva al salón principal. ¿habrá venido hoy? pienso. «¿una cervecita?» me dice Huguito (HTR) instintivamente, mis ojos la buscan, primero, en el segundo piso, encima del baño, antesala de la pista de baile. Después, alrededor, en cada una de las mesas, sin éxito. Sólo quiero mirarla una vez más y que ella me mire a mí como solía hacerlo; deleitarme con su hermosura, con su belleza imcomparable; hablar con ella, sentir su presencia. Pero no está, esta vez no, ya son muchas noches que no está. ¿con quién estará? me torturo, ya no sé nada de ella, desesperado en querer olvidarla borré su número de celular del mio y, la elimine de mis contactos en el msn, desde esa vez ya no lo uso y, a estas alturas, ya no creo que lo use más.
«¿Tienes problemas?» me dice Jazmin, sonriente como siempre. «Nooo un poco cansado» le miento y trato de devolverle la sonrisa, pero no puedo, la nostalgia me ha apresado y no puedo hacer más que recordar, recordarla a ella, en el Safari o donde sea; en un concierto o en el cine, donde solía recostarse en mi pecho. «Gracias por existir» me dijo alguna vez, y al recordar esas palabras no puedo detener la humedad en mis ojos.
Me propongo ser fuerte y no pensar más en ella, pero mientras más quiero olvidarla, más pienso en ella. ¿Acaso ella estará pensando en mi?, ¿como saberlo?
-¿Todo bien amigo? -me dice un pata, que se ha ganado con mi tristeza.
- Si.Todo bien, no te preocupes, gracias amigo. Le digo.
Esta historia se repite muchas madrugadas, en este mismo ambiente donde maldigo la hora en que le dije que no podia seguir junto a ella, y maldigo el día en que le dije que no podía con mis prejuicios, rompiendo una promesa que le hice, una promesa de amor. «Pasara lo que pasara, yo siempre estaría a tu lado» eran los términos de esa promesa.
-¿sabes que? -me había dicho-, pensé que eras diferente, creí que todo esto era verdad, creí en tus palabras. Ahora me doy cuenta que eres una basura, igual que todas las mierdas que van al local, que sólo querías tener sexo conmigo. ¿crees que te voy a creer ese cuento de los prejuicios? seguro que ahora quieres con otra.
Sus palabras, fueron como agua hirviente, que me achicharraban la piel. Lo que le dije era la verdad.
Ahora, después de mucho tiempo, pienso en esto, y me doy cuenta que en verdad la ame, y ahora me doy cuenta de mi poca hombría. ¿Pero que se hace con los prejuicios?, ¿acaso uno puede sacárselos de encima?
«Te traigo una amiga que ha regresado al Safari» me dice el chato (Urbano). No es ella, pero es Lucía, no me impresiona a primera instancia, muy pequeña, un poco delgada de muslos. De un momento a otro me estoy riendo con ella, como no lo hacía mucho tiempo. Me pregunto: ¿esta chica podrá interpretar tan bién su papel de chica simpatica, o es que realmente es así?
Como dijo alguien, Lucía es la amiga (en el buen sentido de la palabra) que todos quisieramos tener. Si en realidad es así: alegre, franca, y sobre todo muy inteligente. La verdad que la pregunta es ¿que hace ahí?
Es inevitable someter sentimientos amigos, a menos que seamos de hierro, en este mundo de luces multicolores y chicas de nombres improbables también puede existir el amor, porque el amor, no entiende de prejuicios, no entiende de diferencias, los que entendemos de esas cosas somos nosotros.
Saludos cofrades.
Muchas madrugadas, luego de la batalla, con el cuerpo maltrecho por las sacudidas de las féminas, con la única idea en la cabeza de sentarme a descansar, a esperar el alba, llego al Safari. El lugar es un convento de monjas a comparación del Palmeras, un hall de descanso, el campamento donde convalecen los soldados heridos en la guerra. Aquí, no me interesa otra cosa que degustar mi pequeña rubia, compañera inacabable de miles de batallas, cómplice de muchas victorias propias y ajenas, de derrotas financieras; testigo de campeonatos y goles de oro y de lata. Sin ella, el encanto desaparece y la imaginación también.
«Cuentame Chato (Urbano)» le digo «¿quienes han venido hoy.» Pensando en un amor imposible, de mucho tiempo atraz; víctima de los prejuicios, de la desconfianza, pero que todavía, a pesar del tiempo y la distancia, se mantiene intacto. Camino a travez del Pasillo, que me lleva al salón principal. ¿habrá venido hoy? pienso. «¿una cervecita?» me dice Huguito (HTR) instintivamente, mis ojos la buscan, primero, en el segundo piso, encima del baño, antesala de la pista de baile. Después, alrededor, en cada una de las mesas, sin éxito. Sólo quiero mirarla una vez más y que ella me mire a mí como solía hacerlo; deleitarme con su hermosura, con su belleza imcomparable; hablar con ella, sentir su presencia. Pero no está, esta vez no, ya son muchas noches que no está. ¿con quién estará? me torturo, ya no sé nada de ella, desesperado en querer olvidarla borré su número de celular del mio y, la elimine de mis contactos en el msn, desde esa vez ya no lo uso y, a estas alturas, ya no creo que lo use más.
«¿Tienes problemas?» me dice Jazmin, sonriente como siempre. «Nooo un poco cansado» le miento y trato de devolverle la sonrisa, pero no puedo, la nostalgia me ha apresado y no puedo hacer más que recordar, recordarla a ella, en el Safari o donde sea; en un concierto o en el cine, donde solía recostarse en mi pecho. «Gracias por existir» me dijo alguna vez, y al recordar esas palabras no puedo detener la humedad en mis ojos.
Me propongo ser fuerte y no pensar más en ella, pero mientras más quiero olvidarla, más pienso en ella. ¿Acaso ella estará pensando en mi?, ¿como saberlo?
-¿Todo bien amigo? -me dice un pata, que se ha ganado con mi tristeza.
- Si.Todo bien, no te preocupes, gracias amigo. Le digo.
Esta historia se repite muchas madrugadas, en este mismo ambiente donde maldigo la hora en que le dije que no podia seguir junto a ella, y maldigo el día en que le dije que no podía con mis prejuicios, rompiendo una promesa que le hice, una promesa de amor. «Pasara lo que pasara, yo siempre estaría a tu lado» eran los términos de esa promesa.
-¿sabes que? -me había dicho-, pensé que eras diferente, creí que todo esto era verdad, creí en tus palabras. Ahora me doy cuenta que eres una basura, igual que todas las mierdas que van al local, que sólo querías tener sexo conmigo. ¿crees que te voy a creer ese cuento de los prejuicios? seguro que ahora quieres con otra.
Sus palabras, fueron como agua hirviente, que me achicharraban la piel. Lo que le dije era la verdad.
Ahora, después de mucho tiempo, pienso en esto, y me doy cuenta que en verdad la ame, y ahora me doy cuenta de mi poca hombría. ¿Pero que se hace con los prejuicios?, ¿acaso uno puede sacárselos de encima?
«Te traigo una amiga que ha regresado al Safari» me dice el chato (Urbano). No es ella, pero es Lucía, no me impresiona a primera instancia, muy pequeña, un poco delgada de muslos. De un momento a otro me estoy riendo con ella, como no lo hacía mucho tiempo. Me pregunto: ¿esta chica podrá interpretar tan bién su papel de chica simpatica, o es que realmente es así?
Como dijo alguien, Lucía es la amiga (en el buen sentido de la palabra) que todos quisieramos tener. Si en realidad es así: alegre, franca, y sobre todo muy inteligente. La verdad que la pregunta es ¿que hace ahí?
Es inevitable someter sentimientos amigos, a menos que seamos de hierro, en este mundo de luces multicolores y chicas de nombres improbables también puede existir el amor, porque el amor, no entiende de prejuicios, no entiende de diferencias, los que entendemos de esas cosas somos nosotros.
Saludos cofrades.