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El otro hallazgo del computador de Reyes - Terra Magazine - Maria Teresa Ronderos
20 de mayo de 2008
El otro hallazgo del computador de Reyes
Policía Nacional de Colombia/Gentileza
Parte de las notebooks y dispositivos de almacenamiento secuestrados a las FARC por las fuerzas colombianas.
María Teresa Ronderos
Bogotá, Colombia
La semana pasada, la Interpol anunció formalmente en una rueda de prensa realizada en Bogotá que si bien las autoridades colombianas habían prendido una de las computadoras incautadas en la selva ecuatoriana a las FARC luego del ataque de la fuerza pública colombiana al campamento de Raúl Reyes, ex miembro del Secretariado -como se le llama a la junta directiva de esa guerrilla-, no habían manipulado su contenido.
Como si nunca se le hubiera podido pasar por la cabeza que alguien podía echarle mano a sus equipos, Reyes tenía allí todos los documentos, correos, fotos y videos que cruzaron los jefes de las FARC entre ellos, con sus aliados, con quienes querían conquistar y con los miles de negociantes que les ofrecían todo tipo de cachivaches de guerra, desde 1999. Apenas hemos conocido una parte del enorme archivo, y ya aparecen conexiones de esta guerrilla con medio continente. Con Chávez y algunas figuras de su régimen hablaron de un Plan Estratégico para impulsar mutuamente sus fines: el bolivarianismo de los primeros y la caída del gobierno colombiano de los segundos. Eso incluyó contactos para compras de armas en Rusia y Bielorrusia, petrodólares, declaraciones y gestos mutuamente beneficiosos (Chávez pidió para las FARC el reconocimiento internacional como fuerza beligerante, y las FARC hicieron quedar al mandatario venezolano como príncipe de la paz cuando liberaron secuestrados luego de su gestión).
Hasta dónde se involucró Chávez en semejante despropósito por la obsesión de conseguir la liberación de los secuestrados, y hasta dónde, como lo aseguran los jefes de las FARC en sus comunicaciones, su fin real incluía negocios menos altruistas, como la venta de armas, los aportes en dinero y la complicidad con los crímenes de la guerrilla colombiana contra venezolanos, será tarea de investigación futura (es posible que las FARC no hayan conseguido todo lo que dicen).
También aparece en la computadora correspondencia con el grupo más extremo de cocaleros, los de Quispe, en Bolivia, que pedían entrenamiento para sus hombres, con unos hombres del PT brasileño; con otros del ala más izquierda de la alianza que lidera Correa en Ecuador, con los de Patria Libre de Paraguay, conexiones con Panamá, transacciones financieras en Costa Rica, y la lista sigue...
La información revelada desnuda las alianzas políticas internacionales que habían construido las FARC, y ayuda a entender cómo un ejército de hombres, mujeres y niños provenientes de las márgenes más olvidadas del campo colombiano desplegaba tanta soberbia. Se miraban en un espejo desde el cual dirigentes políticos de casi toda América les alababan, les pedían su apoyo y entrenamiento, les manifestaban su solidaridad. ¿Cómo no se iban a sentir trascendentales y filántropos?
Pero esas computadoras de Reyes descubren otro hallazgo mucho más importante para Colombia: la absoluta ineficacia de su política exterior. O dicho de otro modo, la profunda equivocación en la línea adoptada por Colombia para convencer a los latinoamericanos de que no apoyaran a las FARC. Colombia, preocupada porque podía perder los millonarios recursos del Plan Colombia después del 11 de septiembre de 2001, resolvió cobijarse desde entonces, sin reparo alguno, bajo la cantaleta antiterrorista de los Estados Unidos de George W. Bush. Con Uribe, las FARC dejaron de ser una guerrilla colombiana, producida por error y estupidez criolla, y se convirtieron, como por arte de magia, en una fuerza terrorista alienígena. Y entonces salieron los diplomáticos uribistas a cacarear que nos debían apoyar porque, al igual que la OTAN, Colombia luchaba contra las Fuerzas Terroristas de las FARC.
Quien quiera que se llame progresista, de izquierda o nacionalista en América Latina no tiene oídos para ese discurso, porque apesta a "made in USA". Si en cambio Colombia hubiera explicado a sus vecinos americanos que necesitan que no apoyen a las FARC porque la guerrilla estas le hace daño a la población colombiana más pobre, porque sabotea la producción y ahonda la injusticia, porque ha hecho a la dirigencia colombiana más retrógrada y asustadiza, ya que asocia el necesario cambio social con la subversión y el comunismo... Si Colombia les hubiera explicado que precisamente porque las FARC son su propia responsabilidad, su propio Frankenstein (surgido de la ineptitud de un Estado que nunca ocupó todo su territorio con otra cosa que no fueran fusiles y también, en parte, de la concentración de la tierra y la inequidad) no necesita que nadie les dé desde el exterior nuevas razones para seguir existiendo, otro sería el panorama.
Si Colombia hubiera construido un discurso propio, auténtico y veraz para convocar la solidaridad de los pueblos hermanos en su búsqueda de reconciliación, es muy probable que las FARC hubieran tenido mucho menor éxito en conquistar aliados en casi todos los países americanos. Si Chávez, Rafael Correa y los partidos de izquierda supieran a ciencia cierta que darles espacio a las FARC era prolongar el conflicto colombiano por más años, porque gracias a ellas se justifica la derecha violenta, porque eso los hacía cómplices de la crueldad como método de dominación política y aliados de una guerrilla cuyos ideales están carcomidos por los negocios lucrativos... Pero no. El gobierno colombiano constata el enorme fracaso de su política exterior en las computadoras de Raúl Reyes, pero insiste en más de lo mismo. El lenguaje de Bush ha permeado tanto que hasta el señor Noble, de la Interpol, puso cuando presentó su informe buena parte de su credibilidad en riesgo, calificando a las FARC como "terroristas".
Ojalá un nuevo gobierno colombiano, con una mentalidad menos colonizada, aproveche el hallazgo de las computadoras de Reyes, no sólo para desarticular los negocios que montó esta guerrilla por todos los caminos americanos, sino también para reconocer que las FARC pudieron llegar tan lejos por gracias a nuestra fallida política exterior, y que por tanto es urgente corregir esa política.
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María Teresa Ronderos es asesora editorial de la revista Semana, presidente de la Fundación para la Libertad de Prensa y maestra de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Es autora de los libros Punch, una experiencia en televisión, (1992), Retratos del poder (2002), coautora de Como hacer periodismo (2002), y Poder y medios (2004).
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