Samy-Samantha
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Ya metida en mis funciones dentro de mí trabajo, recibo una llamada, contesto y era Javier. Dije dentro de mí, pucha me toco un acosador, que miedo, pero no era así. Resulta que me había olvidado mi labial en su auto (por dentro estaba renegando por lo descuidada) y me dijo que él podía traérmelo a mi trabajo. En ese momento entraba a una reunión y no quería que se lo dejara al de seguridad, porque imagínense que dejen un labial con el de seguridad, mucho roche. La verdad no me importaba ese labial y prefería que se desasiera de eso. Le dije que no era necesario que lo trajera pero él insistió y me dijo que no era ninguna molestia y que no me iba cobrar nada. Le dije que ahora no iba a poder recibirlo y para no ser descortés que yo lo iba a llamar cuando me desocupe. Colgué la llamada con la idea de que no iba a llamarlo nunca más y él se olvidaría de eso y así fue.
Tres días después cuando ya me había olvidado del tema y me encontraba inmiscuida en mis asuntos laborales, recibo un mensaje de Javier haciéndome acordar sobre el bendito labial. En ese momento me moleste un poco, porque estaba en el trabajo, pero pensé que hubiera pasado si hubiera estado con mi esposo, aunque también tengo que reconocer que el mensaje fue escrito de una forma correcta y respetuosa para que no llamara la atención, al final él sabía que era casada. Me dije a mi misma, bueno acabare con esto de una vez. Lo llame y le dije: sabes qué? Ven a recogerme a la 7pm, que es la hora en la que salgo del trabajar. Mi intención era recoger el labial y no darle ningún motivo más para que me llame o me mande mensajes. Ahí quedaría todo. Llego la hora y él estaba ahí puntual. Antes de salir pase por el baño a retocarme un poco. Al salir me acerque al auto y sin dudarlo me senté en el asiento de copiloto. Nos saludamos de lejitos (estábamos al frente de mi trabajo) pero con una mirada y sonrisa pícara. Arranco y nos fuimos para mi casa. Él estaba vestido con ropa deportiva. Tenía un polo manga cero y dejaba ver sus brazos musculosos y marcados y un short y eso si me puso. Sus piernas eran velludas y gruesas, como los de los futbolistas. A mí me encanta las piernas gruesas de los hombres y si son velludas mejor.
Bueno al verlo vestido así le pregunte el motivo y el me responde que se iba a ir al gimnasio más tarde. Yo le dije: que bueno que te ejercites, el deporte es salud. Y él me responde, que si yo le pedía que no fuera, él no iba y me llevaba a otro lado. Que atrevido y mandado este chico, decía entre mí, pero le seguí el juego. Me reí pícaramente y lo mire fijamente y le pregunte, que a donde me llevaría. Él me dijo: no se mami, donde tú quieras. Nos reímos y la conversación siguió por ese lado pero mientras conservábamos pícaramente, no podía dejar de mirar sus piernas. Él se dio cuenta que le miraba mucho las piernas y en una de esas me dijo: que ves mami se te ha caído algo? Yo le respondí bien atrevida, que no se me ha caído nada, que le miro las piernas, porque tienes buenas piernas y que también me gusta sus brazos. En ese momento, el estaciono su carro en una zona tranquila y poco transitada y me dijo que si quería podía tocar y sentir lo duro de sus músculos. Puse cara de pensativa, pero me advirtió que si lo tocaba él también me pediría tocarme, para ser justos. Me dijo: que dices mami, quieres tocarme y te dejas tocar? Yo le dije provocativamente: Quiero tocarte pero es muy pronto para yo dejarme tocar. Él cedió y me dijo: Esta bien mami, agárrame lo que quieras y si te gusta, te dejas tocar también. Le agarre sus brazos y estaban duritos, luego él se levanta el polo y le comienzo a tocar sus pectorales y su abdomen bien marcado pero lo que quería era agarrarle sus piernas, se las toque y estaban bien duras, se las apreté bien fuerte, me puso muy caliente esa situación. En ese momento el intento tocarme y lo detuve, le dije que no. Tengo bastante autocontrol como para caer tan fácilmente. Le pedí por favor que me dejara en mi casa. El bastante desilusionado arranco su carro, al llegar y antes de bajar me dijo: mami sí que me has puesto a mil, quisiera verte de nuevo. Yo le dije que se conforme con eso, que no pasaría nada más: Adiós me dio gusto conocerte. Pensando que sería la última vez que lo vería.
Me despedí y entre a mi casa. Obviamente esa situación me había dejado muy excitada, como las tantas veces que había coqueteado con otros hombres, pero sabía que al llegar a mi casa estaba mi esposo para satisfacerme. Tenía pensado entrar a la ducha y masturbarme, porque no iba aguantar la excitación hasta que llegara mi esposo, pero felizmente al entrar, él estaba ahí y mis hijos no estaban en casa. Me lance encima de mi esposo. Me llevo al dormitorio y me arranco la ropa. Tenía mi conchita húmeda y eso lo puso aún más caliente. Hundió su cabeza entre mis piernas y yo gemía de placer. Me la relamió y chupo mi clítoris. Ya cuando estaba bien mojada, me levanto las piernas y me las abrió y el entro en medio de mis piernas con su pene bien erecto a penetrarme. Me la metió despacio y luego me comenzó a dar más fuerte mientras agarraba con cada una de sus manos mis tobillos para mantener mis piernas arriba y abierta y pueda sentir más rico la penetración. Luego se echó encima de mí y me comenzó a dar en misionero, yo lo envolví con mis piernas alrededor de su cintura, mientras nos besábamos. Como buen amante espero que me viniera y cuando me vine solté un grito estruendoso. En ese momento saco su pene y me la puso en la boca y eyaculo. Me lo pase todo y me relamí los labios. Terminamos tirados en la cama, empapados de placer. Entre mi agradecía a Javier, porque tengo que reconocer que me puso muy caliente.
Al día siguiente, por la mañana, mientras estaba en mi trabajo, que creen? Recibo una llamada de Javier. Le contesto un poco mortificada, pensando que ya estaba pasando el límite. Me dice que no me había llevado el labial y seguía en su auto. La verdad que nunca se lo pedí, me olvide de hacerlo. Yo entre mi decía, esto me pasa por estúpida y distraída por andar de coquetona. Le dije que lo botara y que por favor no me llamara más, porque no quiero tener problema con nadie y menos con mi esposo. El me respondió con una vocecita: está bien hare eso, no deseo molestarte, sino intentaba ser amable contigo y con todas las personas de esta país, espero no haberte ocasionado problema, disculpa y no volveré a llamarte, bla, bla, bla.
Ya, lo reconozco, me dio pena. Quede con él para que me volviera a recoger saliendo de mi trabajo.
Tres días después cuando ya me había olvidado del tema y me encontraba inmiscuida en mis asuntos laborales, recibo un mensaje de Javier haciéndome acordar sobre el bendito labial. En ese momento me moleste un poco, porque estaba en el trabajo, pero pensé que hubiera pasado si hubiera estado con mi esposo, aunque también tengo que reconocer que el mensaje fue escrito de una forma correcta y respetuosa para que no llamara la atención, al final él sabía que era casada. Me dije a mi misma, bueno acabare con esto de una vez. Lo llame y le dije: sabes qué? Ven a recogerme a la 7pm, que es la hora en la que salgo del trabajar. Mi intención era recoger el labial y no darle ningún motivo más para que me llame o me mande mensajes. Ahí quedaría todo. Llego la hora y él estaba ahí puntual. Antes de salir pase por el baño a retocarme un poco. Al salir me acerque al auto y sin dudarlo me senté en el asiento de copiloto. Nos saludamos de lejitos (estábamos al frente de mi trabajo) pero con una mirada y sonrisa pícara. Arranco y nos fuimos para mi casa. Él estaba vestido con ropa deportiva. Tenía un polo manga cero y dejaba ver sus brazos musculosos y marcados y un short y eso si me puso. Sus piernas eran velludas y gruesas, como los de los futbolistas. A mí me encanta las piernas gruesas de los hombres y si son velludas mejor.
Bueno al verlo vestido así le pregunte el motivo y el me responde que se iba a ir al gimnasio más tarde. Yo le dije: que bueno que te ejercites, el deporte es salud. Y él me responde, que si yo le pedía que no fuera, él no iba y me llevaba a otro lado. Que atrevido y mandado este chico, decía entre mí, pero le seguí el juego. Me reí pícaramente y lo mire fijamente y le pregunte, que a donde me llevaría. Él me dijo: no se mami, donde tú quieras. Nos reímos y la conversación siguió por ese lado pero mientras conservábamos pícaramente, no podía dejar de mirar sus piernas. Él se dio cuenta que le miraba mucho las piernas y en una de esas me dijo: que ves mami se te ha caído algo? Yo le respondí bien atrevida, que no se me ha caído nada, que le miro las piernas, porque tienes buenas piernas y que también me gusta sus brazos. En ese momento, el estaciono su carro en una zona tranquila y poco transitada y me dijo que si quería podía tocar y sentir lo duro de sus músculos. Puse cara de pensativa, pero me advirtió que si lo tocaba él también me pediría tocarme, para ser justos. Me dijo: que dices mami, quieres tocarme y te dejas tocar? Yo le dije provocativamente: Quiero tocarte pero es muy pronto para yo dejarme tocar. Él cedió y me dijo: Esta bien mami, agárrame lo que quieras y si te gusta, te dejas tocar también. Le agarre sus brazos y estaban duritos, luego él se levanta el polo y le comienzo a tocar sus pectorales y su abdomen bien marcado pero lo que quería era agarrarle sus piernas, se las toque y estaban bien duras, se las apreté bien fuerte, me puso muy caliente esa situación. En ese momento el intento tocarme y lo detuve, le dije que no. Tengo bastante autocontrol como para caer tan fácilmente. Le pedí por favor que me dejara en mi casa. El bastante desilusionado arranco su carro, al llegar y antes de bajar me dijo: mami sí que me has puesto a mil, quisiera verte de nuevo. Yo le dije que se conforme con eso, que no pasaría nada más: Adiós me dio gusto conocerte. Pensando que sería la última vez que lo vería.
Me despedí y entre a mi casa. Obviamente esa situación me había dejado muy excitada, como las tantas veces que había coqueteado con otros hombres, pero sabía que al llegar a mi casa estaba mi esposo para satisfacerme. Tenía pensado entrar a la ducha y masturbarme, porque no iba aguantar la excitación hasta que llegara mi esposo, pero felizmente al entrar, él estaba ahí y mis hijos no estaban en casa. Me lance encima de mi esposo. Me llevo al dormitorio y me arranco la ropa. Tenía mi conchita húmeda y eso lo puso aún más caliente. Hundió su cabeza entre mis piernas y yo gemía de placer. Me la relamió y chupo mi clítoris. Ya cuando estaba bien mojada, me levanto las piernas y me las abrió y el entro en medio de mis piernas con su pene bien erecto a penetrarme. Me la metió despacio y luego me comenzó a dar más fuerte mientras agarraba con cada una de sus manos mis tobillos para mantener mis piernas arriba y abierta y pueda sentir más rico la penetración. Luego se echó encima de mí y me comenzó a dar en misionero, yo lo envolví con mis piernas alrededor de su cintura, mientras nos besábamos. Como buen amante espero que me viniera y cuando me vine solté un grito estruendoso. En ese momento saco su pene y me la puso en la boca y eyaculo. Me lo pase todo y me relamí los labios. Terminamos tirados en la cama, empapados de placer. Entre mi agradecía a Javier, porque tengo que reconocer que me puso muy caliente.
Al día siguiente, por la mañana, mientras estaba en mi trabajo, que creen? Recibo una llamada de Javier. Le contesto un poco mortificada, pensando que ya estaba pasando el límite. Me dice que no me había llevado el labial y seguía en su auto. La verdad que nunca se lo pedí, me olvide de hacerlo. Yo entre mi decía, esto me pasa por estúpida y distraída por andar de coquetona. Le dije que lo botara y que por favor no me llamara más, porque no quiero tener problema con nadie y menos con mi esposo. El me respondió con una vocecita: está bien hare eso, no deseo molestarte, sino intentaba ser amable contigo y con todas las personas de esta país, espero no haberte ocasionado problema, disculpa y no volveré a llamarte, bla, bla, bla.
Ya, lo reconozco, me dio pena. Quede con él para que me volviera a recoger saliendo de mi trabajo.