Vértigo
Director: Alfred Hitchcock
Año: 1958
Un detective jubilado que tiene miedo a las alturas es asignado a rastrear a la esposa del rico dueño de un barco.
Alfred Hitchcock es uno de los nombres más importantes de la industria del cine. El director inglés fue capaz de crear una identidad propia en todas y cada una de sus películas huyendo estrictamente de lo estándar y convencional. En sus producciones nos advertía siempre de lo mismo:
lo más peligroso sucede en una mente trastornada. Lo vimos en Psicosis, Vértigo, Los pájaros o la Ventana indiscreta, entre muchas otras.
Partiendo de su rica filmografía que nos dejó en herencia, Vértigo (1958), es su obra más relevante. Actualmente, considerada según la revista de culto
Sight and Sound (avalada por el British Film Institute),
la mejor película de la historia del cine. Y es que ahora, su obra más preciada, se traslada al videojuego con una adaptación que llega en su versión para consolas. ¿Los responsables?, el estudio español, Pendulo Studios.
Pendulo Studios está insaciable. Después de anunciar recientemente una nueva aventura narrativa de
Tíntin localizada en Egipto, ahora regresa a nosotros con una versión de Vértigo. Después de estrenarse exclusivamente para PC el año pasado,
ahora ya lo podemos disfrutar también en consolas y en formato físico. El estudio español que se atrevió con
Hollywood Monsters,
Blacksad o Runaway, ahora se lanza a crear nuevas experiencias que emulan la inmersión cinematográfica en su forma más clásica. Y es que solo unos valientes como ellos se atreverían a despertar al maestro del suspense: Alfred Hitchcock.
"Aquí debo haber nacido y aquí debo haber muerto".
Extracto de la película Vértigo (1958), dirigida por Alfred Hitchcock.
Para los fans que busquen una adaptación fidedigna al film, sentimos defraudaros.
Alfred Hitchcock Vértigo es una reimaginación del libro de Pierre Boileau "Entre los Muertos" (en el que se basó la película Vértigo), que
cuenta su propia historia y sus propios personajes. Eso no quita que encontremos también muchas referencias de la película de 1958, manteniendo sobradamente la esencia clásica de Hitchcock en todo momento. Solo que es en esta ocasión, cambia de época y se adaptada a los tiempos actuales.
El título habla abiertamente de las enfermedades mentales, el abuso, la psicopatía o el maltrato, y los expone sin temor alguno. Todos estos temas conforman una historia que va oscureciendo a medida que vamos conociendo la psique de sus personajes. En este caso, nos enfrentamos a
una aventura narrativa al estilo Life Strange que nos ubica en la oscura historia del escritor Ed Miller.
Ampliar
Nuestro protagonista es
Ed Miller, un escritor de éxito que desde hace tiempo ha perdido la inspiración. Hace unos años que perdió sin saber por qué las ganas de escribir. Su bloqueo creativo le ha incapacitado y le ha convertido en una persona cada vez más paranoica y ansiosa. Un día cualquiera, y casi por accidente, una joven de procedencia misteriosa se presenta en su casa. A partir de aquí, el escritor vivirá un fugaz romance con la desconocida y sufrirá un aparatoso accidente que le cambiará la vida.
Ampliar
Sin entrar en spoilers importantes, podemos decir que gran parte de la trama gira en torno al día del accidente, cuando Ed ve caer el coche en el que viajan su chica y su hija desde un puente. Sin embargo, pensando que ambas habían perdido la vida en el siniestro, la policía no encuentra sus cuerpos entre los escombros del coche.
¿Dónde está su chica y su hija?, ¿existen? o ¿es una imaginación del autor?.
Ampliar
El juego nos ubica unos pocos años después de este suceso, momento en el que retomamos el control de Ed, que ahora se encuentra con tratamiento psiquiátrico y postrado en cama. A partir de aquí empieza nuestra historia, una historia en la que tendremos que encontrar todas las piezas del puzle para descubrir la verdad: ¿Qué pasó en el accidente?. Gracias a las sesiones de hipnosis y algunos flashbacks que nos presentan del pasado, viviremos
una retorcida historia plagada de suspense que incluye asesinatos, desapariciones y aventuras románticas. Y es que descubrir que ha pasado no será fácil de digerir.
Nada más empezar la historia, nos presentan a Ed,
aunque este no será el único personaje jugable del juego. De hecho, estaremos a cargo de otros tres; un sheriff que investiga un caso de asesinato, la psiquiatra que trata al escritor, y la chica con la que tuvo el romance. El hecho de tener diferentes puntos de vista sobre la misma historia es sin duda uno de los grandes aciertos del título. Y es que es muy fácil empatizar con cualquiera de ellos, ya que incluso los más secundarios tienen un arco de evolución importante, además de un gran protagonismo.
Ampliar
El juego nos presenta una perspectiva muy íntima de sus personajes, ya que también nos enfrenta a sus propios miedos y heridas personales: un lugar donde no todo es blanco o negro, sino que más bien, y a causa de muchos sucesos del pasado, cada uno de ellos tiene sus propias debilidades. Todos ellos están conectados sin saberlo por un hilo invisible: Ed es un personaje inestable que está con tratamiento psiquiátrico, Lomas es una doctora incansable que ha perdido la esperanza en el amor, Reyes es un sherif que oculta un pasado y Faye es una rubia misteriosa. Todos dan lugar a crear nuestras propias deducciones,
donde no hay culpables ni víctimas, y de donde todos a la vez, son sospechosos.
Jugablemente, tendremos el control en tercera persona de cada uno de ellos, siguiendo un estilo similar a lo visto en otros títulos como Heavy Rain o Blacksad. Nuestro objetivo será el de averiguar qué paso en el accidente, además de otras incógnitas que se presentan a medida que avanzamos. La exploración nos permitirá apreciar el nivel de detalle de sus escenarios, aunque solo de forma puntual nos será relevante para la historia. Por ello, deberemos hablar con distintos personajes, examinar algún objeto, y en definitiva, enfrentarnos a
algunos QTE (Quick time events) de turno.
Ampliar
Las sesiones de investigación bajo la hipnosis serán algo tediosas
La investigación también será importante. Tendremos una mecánica de investigación en la
sesiones de hipnosis de Ed, en las que podremos detener el tiempo y navegar por los escenarios para descubrir algunas pistas que desbloqueen los recuerdos del pasado del escritor, siendo esto bastante rutinario. El principal inconveniente de la mecánica es que las tareas de análisis acaban siendo bastante repetitivas, ya que tendremos que ver las mismas escenas repetidas una y otra vez. Algo que sí podemos advertir respecto a esto último,
es que descifrar cada elemento nuevo valdrá la pena.
A diferencia de otros títulos como
The Quarry,
las decisiones que tomemos en el juego no tendrán un peso relevante en la historia. La gracia pues, está en todo lo que nos cuentan y cómo lo hace, ya que al final, que nuestros actos tengan más o menos repercusión en el juego es algo que carece de interés en propuestas de este tipo. Si la historia está bien construida, como es el caso, no necesitaremos nada más.
Ampliar
Personajes carismáticos pero en ocasiones, poco expresivos
Pese a sus carencias jugables, podemos decir que a partir de las 2 primeras horas de juego, el ritmo de la narrativa crece drásticamente. Quizás uno de los problemas para los bienvenidos es que al principio puede ser una experiencia algo lenta y tediosa, pero que al cabo de un tiempo, promete muchos giros de guion (algunos son guiños directos de la película) con una trama realmente atractiva. Por cada cosa nueva que descubrimos en el juego, su historia e interés crece de forma ascendente, siendo algo que
de lo probablemente el título puede presumir.
Con todo el foco puesto en el plano narrativo, hay algunos elementos que han pasado más desapercibidos, como es la ambientación de las localizaciones inspiradas en la película (como es el puente de Golden Gate o los apartamentos). En ese sentido la ambientación de algunos lugares ha perdido esa esencia clásica, teniendo una representación anecdótica. Esto no supone ninguna pega, pero igual hubiese sido acertado haber hecho más hincapié en las localizaciones y la ambientación, pese a ser una obra nueva. Sin embargo, tenemos que recordar que se trata de
una reimaginación y no de una adaptación al uso.
Ampliar
Los exteriores lucen gráficamente bastante pobres
Su apartado artístico es bastante original, aunque encontramos algunos leves fallos en la puesta en escena, sobre todo en las animaciones faciales. En ocasiones se muestran bastante robóticas e inexpresivas, pese a tener en conjunto una apariencia resultona. El título insiste en apostar por los primeros planos y silencios que, si bien tendrían sentido en una película, hay situaciones en los que chirrían un poco. Algo que sí es cierto es que los gráficos en la híbrida de Nintendo sufren considerablemente.
A nivel de rendimiento en Switch, hemos tenido varios problemas, principalmente en la carga de texturas. Otro elemento llamativo es cuando nos movemos por los espacios exteriores, ya que lucen bastante pobres y por debajo de lo esperado.
Una de las buenas noticias es que llega perfectamente doblado al español. Y en el apartado sonoro no hay queja alguna. El trabajo musical de
Juan Miguel Martín es de aplaudir, muy en línea de la música de las obras clásicas de Hitchcock. El hilo musical se convierte en un imprescindible y funciona de forma magistral durante las 9-10 horas que nos ofrece el juego. Siendo además de la narrativa, otro de sus puntos fuertes.
Conclusión
Usando el cine clásico de fondo, Alfred Hitchcock Vértigo es una buena reimaginación de la película de 1958. Su original puesta en escena, su historia, el buen diseño sonoro, y su amor por el cine clásico sobresalen en un juego que escasea en jugabilidad. Aún así, el paseo narrativo y sus giros de guión bien merecen la pena.
https://as.com/meristation/2022/10/27/analisis/1666883986_961411.html
“Vértigo” (1958): ¿Qué nos dice sobre el cine?
Actualizado: 19 jun
José Carlos Cabrejo ENSAYO / CARTELERA COMERCIAL
“Vértigo” (1958). Fuente: Microsoft
Vértigo (1958) es probablemente la película que ha logrado ser objeto de la mayor cantidad de interpretaciones, análisis e investigaciones en la historia del cine. Según Inga Pellisa, en su texto “Interpretaciones de
Vértigo” (2008), las aproximaciones al filme principalmente han sido surrealistas, trágico-románticas, autobiográficas, psicoanalíticas y feministas. No obstante, poco o casi nada se ha dicho de las apreciaciones meta cinematográficas que puede inspirar esta adaptación de la obra literaria
De entre los muertos de Pierre Boileau y Thomas Narcejac.
La cinta de Alfred Hitchcock que sí ha sido blanco recurrente de ese acercamiento es
La ventana indiscreta (1954). Recordemos que en los años cincuenta aparecieron varios filmes que “hablaban” del propio Hollywood, de los sets, de los rodajes o de las relaciones entre los actores, como
El ocaso de una vida (1950) de Billy Wilder,
Cantando bajo la lluvia (1952) de Stanley Donen y Gene Kelly o
Ha nacido una estrella (1954) de George Cukor.
En efecto,
La ventana indiscreta es considerada por muchos como “el metadiscurso fílmico clásico por antonomasia” (Zumalde 2005: 11), con un protagonista (interpretado por James Stewart) enyesado y que, como los espectadores, se mantiene sentado, en una silla de ruedasy dentro de su departamento. Desde él, como un cineasta que decide “recortar” imágenes de la realidad, asume la posición de un
voyeur, que desde una ventana y con un larga vista observa todo aquello que hacen sus vecinos, lo que ocasiona que, finalmente y sin pretenderlo, se vea envuelto en un crimen. Aquel personaje es una representación metafórica de quien ve películas, pero también de quien las realiza.
Pues, en términos
virtualizados (Fontanille 2001: 58-59), lo mismo ocurre en
Vértigo. Es una película en la que los tres personajes centrales forman parte de una alegoría que representa las labores cinematográficas propias de un director y un actor. Gavin Elster (Tom Helmore), Scottie Ferguson (James Stewart) y Judy Barton (Kim Novak) progresivamente se revelan en la ficción como los equivalentes de sujetos que interpretan papeles y dirigen puestas en escena.
“Vértigo” (1958). Fuente: Comet Over Hollywood
Scottie como espectador
Al inicio del filme, Gavin Elster parece actuar y a la vez dirigir un
thriller con inclinaciones hacia el fantástico. Con absoluta naturalidad, le miente a Scottie, y le señala que, dada su experiencia como policía, siga a su esposa, Madeleine, ya que esta actúa extrañamente, como poseída por el espíritu de Carlotta Valdés, una mujer fallecida el siglo anterior. En ese sentido, Judy Barton, quien se hace pasar por la pareja de Elster, es, más que una simple impostora, una actriz contratada para participar en una calculada puesta en escena en el campanario de una misión española. Así, se aprovecha de la acrofobia del personaje de Stewart, con el objetivo de conseguir la muerte “verdadera” de la esposa y la muerte “falsa” del “personaje” que encarna Judy.
Ese aspecto del filme de algún modo ya había sido apuntado por Pablo Ferrando García en su escrito “
Vértigo/ De entre los muertos (1958)
. De lo cotidiano a lo sublime”, cuando afirma que “el pasado cobra vida sobre una ‘ficción’ diseñada por Gavin Elster, aunque tanto Scottie como el espectador lo ignoran” (García 2008: 54).
Siguiendo ese apunte, el esposo criminal actúa como el director que hace uso de una serie de artificios para engañar a Scottie, quien se desenvuelve, en ese sentido, como alguien que se deja seducir por mentiras escénicas, tal como ocurre con el espectador sentado en una butaca del cine.
No es casualidad también que Miguel Ángel Muñoz se refiera a Elster como un “
metteur en scène del complot” (Muñoz 2008: 48).
Asimismo, Faustino Sánchez manifiesta que Elster sería una representación del mismo creador de
Vértigo mientras que Scottie lo sería del espectador. Judy Barton, por su parte, encarnaría el propio arte de manipulación llevado a cabo de forma muy “cinematográfica” por Gavin:
Por un lado está el policía retirado, Scottie, encarnado por James Stewart, prototipo absoluto del americano medio, serio, ejemplar, de intachable moralidad. Él sería el espectador. Por otro lado está su amigo Gavin Elster, que mueve los hilos y contrata a Scottie (“alguien de confianza”, remarcando la connotación moral) para que siga y “proteja” a su esposa, consiguiendo así no solo utilizarlo y engañarlo, sino que le hace ser consciente de su propia bajeza moral (según los cánones de aquel momento y, por otro lado, aún hoy vigentes) al relacionarse amorosamente con la esposa de un amigo. Así pues, Gavin Elster sería el propio Hitchcock, que en tantas películas juega con la moral del espectador, haciendo que este entre en empatía con el villano y luego se dé cuenta de cuáles han sido sus sentimientos. Por último, Kim Novak, Madeleine/Judy, completa el trío, encarnando al objeto pasivo (comprado por Gavin, prostituido, mostrando una vez más la misoginia del director británico) de perdición, sobre el que se lleva a cabo la pantomima de la manipulación. Sobre ella se manipula, como se manipula sobre la pantalla de cine, y en ella se centra la mirada obsesiva de Scottie, de la misma manera que sobre la pantalla se cierne continuamente la mirada voyeurística y ansiosa del espectador. ¿Qué es Madeleine entonces? ¿Qué es Judy? Si ambas son el cine, ¿no puede ser Madeleine el cine que el espectador cree ver en las películas de Hitchcock y que en realidad no existe? ¿No será Judy lo que se esconde detrás de esas películas que nos parecen tan refinadas, pulcras y exquisitas? ¿No equivale el refinamiento de Madeleine encubridor de la rudeza de Judy a los impecables filmes de Hitchcock, que esconden en su interior todo un submundo de tortura, obsesión y bajeza? (Sánchez 2008: 66).
“Vértigo” (1958). Fuente: SFGATE
Scottie como director
Vértigo va más allá. En efecto, Gavin Elster actúa a la manera de un director de cine que hace actuar, ante los ojos embelesados de un Scottie espectador, a Judy Barton como Madeleine. Sin embargo, una vez que se da la primera “muerte” de Madeleine, el personaje de Stewart pasa a ser director y actor de su propia “película”, una más próxima a las claves de un melodrama de obsesión y locura, de amor
fou, como
Abismos de pasión (1954) de Luis Buñuel, cinta que recoge parte de la sensibilidad surrealista de su director y que también aborda el tema de la necrofilia.
Una vez que Scottie supuestamente pierde a Madeleine en el campanario de la misión española, ve el reflejo de ella en diversas mujeres que pasan a su alrededor —como ocurre décadas después con el protagonista
de En la ciudad de Sylvia (2007) de José Luis Guerin, que encuentra a su musa proyectada en diversas féminas de las calles de Estrasburgo— y que “recorren” sus mismos pasos, en todos aquellos escenarios en los que él la tuvo a su lado. El protagonista deambula como alma en pena como si estuviera haciendo un casting para encontrar a la nueva intérprete de su añorado fantasma. La mirada del trastornado expolicía, de pronto, se centra en el rostro de Judy Barton, que lleva un vestido verde (el color que siempre acompañaba la imagen de la supuesta esposa de Gavin Elster) y camina por una vereda acompañada de amigas. La ve convencido de que ella debe ser la actriz que dé vida a una mujer que en realidad solo vivió en su imaginación.
Cuando Scottie persuade a Judy para salir, la convierte en su fetiche y actriz. Obsesivamente, insiste en que se vista exactamente como Madeleine, y da órdenes en un local de ropa sobre cuál debe ser el traje que vista ella para parecerse a la amada muerta. Lo mismo hace en un salón de belleza: señala con precisión a una mujer cómo es que la Barton debe ser peinada y maquillada. Actúa como el cineasta que es dueño absoluto de su puesta en escena, y por ello aparecen varios planos de detalle que muestran los dedos o los ojos de Judy arreglados: son encuadres cerrados que parecen imágenes de un
making-of de la película que él tiene en mente.
“Vértigo” (1958). Fuente: MUBI
Scottie como actor
Por ello, una vez que Judy aparece con una imagen casi exacta como la de Madeleine, en la habitación del hotel Empire, Scottie parece aún no querer tocarla. Se queja de que no cumplieron con algunos detalles específicos que solicitó para el maquillaje. Así, Judy se somete absolutamente a las órdenes de su “director” y aparece, saliendo de un cuarto contiguo, ante sus ojos con el peinado que él esperaba. Su imagen es nublada y espectral, como aquellas que apreciaba el protagonista cuando, por órdenes de Gavin Elster, seguía a Judy/Madeleine, mientras caminaba cruzando un cementerio.
Esas visiones de Scottie, poseídas por un aura feérica, mágica, irreal, regresan para concentrarse en la Madeleine resucitada ante sus ojos. Él se convierte en el espectador de su obra cumbre, en el Pigmalión que está ante su perfecta escultura femenina, en el hombre que aprecia en Judy los rasgos de una mujer que en verdad no existe; características que engloban lo que Jacques Lacan denomina
agalma, ese “algo” que el amante encuentra en el otro, y que en realidad este no posee (Salecl 2002: 59).
Es importante notar que mientras que el Scottie/espectador, sentado en un mueble/butaca, es representado en encuadres que no poseen mayores artificios, la Madeleine que emerge “de entre los muertos” en el hotel se le aparece como una imagen cinematográfica brumosa, extraída de una cinta de fantasmas (esos registros visuales opuestos son casi los mismos que se percibían en las escenas de Scottie mirando a Madeleine/Judy caminando entre lápidas o ramos de flores; él se ve en encuadres más depurados, y ella en imágenes de halo fantástico, casi de ensueño. Reflejan también la contraposición figurada entre un espectador y una pantalla que proyecta un filme de aire surreal). En ese espacio cerrado e íntimo, el personaje principal de
Vértigo es como un prisionero de la caverna de Platón, que atribuye una condición verídica a una mera presencia lumínica e ilusoria.
Cuando ella se le aproxima, con la romántica música
in crescendo de Bernard Herrmann, se aprecia un efecto similar al de algunos personajes de
Sherlock Jr. (1924) de Buster Keaton o
La rosa púrpura del Cairo (1985) de Woody Allen que escapan del mundo de “ficción” hacia el “real”. Madeleine es como una mujer que sale de una pantalla nebulosa y la cruza para estar al lado de Scottie. Sin embargo, cuando él la abraza, crea su propio “filme”. Recuerda uno de los últimos lugares en que pudo besarla: ve a su alrededor, dentro de la misma habitación, el carruaje de la misión española. Al sentir a Judy como el reflejo fiel de Madeleine, y tenerla cerca, solo necesita “colocar” en su mente el escenario final que compartió con Madeleine, transformarlo en un plató imaginario, para finalizar la “película” que dirige y protagoniza.
Judy, por su parte, también es una “actriz” que “dirige” su propio filme. Ella decide incluso seguir haciéndose pasar por la idealizada Madeleine, al colocarse, hacia el final de la cinta y nuevamente, el collar de Carlotta Valdés. Eso la delata y deja en evidencia ante Scottie. Por eso, y a modo de curar su acrofobia, él la conduce hacia el campanario en el que murió la “verdadera” Madeleine y le reclama por sus mentiras. Él es el espectador que logró encontrar las incoherencias en el guion de Judy, pero al menos reconoce que sí tuvo una buena interpretación en la “cinta” de Elster: “Actuaste muy bien como la esposa”, le dice casi coléricamente.
Por eso mismo, una vez que descubre los trucos escénicos de Judy, no cabe más que su muerte inminente, cayendo desde el campanario de la misma forma que la esposa de Gavin Elster. Como la Madeleine que ama Scottie, la imagen de una ficción cinematográfica solo puede estar viva en nuestra memoria si solo logra conservar el estatus de una fantasía inalcanzable, que jamás podremos realizar.
Bibliografía
Fontanille, Jacques (2001). S
emiótica del discurso. Lima: Universidad de Lima, Fondo Editorial.
García, Pablo Ferrando (mayo-agosto del 2008). «
Vértigo/De entre los muertos (1958). De lo cotidiano a lo sublime».
Shangri-la 6. Santander.
Muñoz, Miguel Ángel (mayo-agosto del 2008). «Quince minutos mudos».
Shangri-la 6. Santander.
Pellisa, Inga (mayo-agosto del 2008). «Interpretaciones de
Vértigo». Revista
Shangri-la 6. Santander.
Salecl, Renata (2002).
(Per)versiones de amor y de odio. México D.F.: Siglo Veintiuno Editores.
Sánchez, Faustino (mayo-agosto del 2008). «
Vértigo: la senda de la modernidad, la puerta del futuro».
Shangri-la 6. Santander.
Zumalde Arregi, Imanol (2005). «La ventana trasera (Donde se muestra con abundancia de ejemplos que donde menos se piensa salta la libre».
Nosferatu 50. Barcelona: Paidós.
https://www.ventanaindiscreta.ulima.edu.pe/post/ensayo-vértigo-1958