El amigo de mi marido (el de la pichanga)

Estefany35

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‎2 Years of Service‎
El sábado llevé a mis hijos a lo de sus primos, para que pasen el día, y esperé con paciencia que mi marido se fuera a la pichanga. Cuando se fue, me metí al baño, me duché, me depilé, me perfumé, y le escribí a Richard.
"Te estoy esperando", adjuntando al mensaje una foto de mi cuerpo preparado para la acción.
Llegó a los poco minutos, ya que estuvo esperando tomándose unas chelas en una bodega cercana.
Apenas le abro la puerta, se me echa encima, voraz, ansioso. Nos besamos por un largo rato, dejando que nuestras manos recorran el cuerpo del otro libremente.
"Cada vez que te veo estás más hermosa", me halaga, sobándome las nalgas.
"Lo que dice un hombre para echarse un polvo, sabes que no tienes que endulzarme los oídos para cacharme, ¿no?", le replico.
"Lo sé, por eso te lo digo", insiste, volviéndome a besar.
Tomados de las manos, lo llevo a la cocina, en dónde había dejado todo preparado para tomar un pisco sour. Luego del brindis, vamos al cuarto, abrazados, besándonos por el camino.
Mi excitación es mucho más sutil, controlada, pero a él se le nota por la pronunciada carpa que se le arma a la altura de la bragueta.
"Me encanta cuando te pones así de arrecho", le confieso, tocando y apretando ese tentador abultamiento.
"Tú me pones así", admite.
Entramos a la habitación, nos calateamos y nos lanzamos sobre la cama... Sí... La misma que comparto y en dónde hago el amor con mi marido.
Ya está con el pincho durísimo, así que se lo agarro y se lo jaloneo fuerte, para después empezar a chupárselo desde abajo, desde los testículos, y llegando a la punta, comérmelo entero.
Se agarra la cabeza cuando ve que toda la verga desaparece dentro de mi boca. La mantengo adentro, guardadita, succionándola, y se la suelto con un largo y plácido: ¡Aaaaahhhhhhhh...!
"¡Ufffffffff... no te creía con esos dotes, Estef!" exclama, gratamente sorprendido.
"Y hay más que todavía no conoces", le aclaro.
La verga está afuera, aunque todavía se mantiene unida a mí por un hilo de baba, así que se la escupo y se la vuelvo a jalar con entusiasmo.
Me come la vagina, y luego poniéndose uno de los condones de mi marido (espero que no los tenga contados) se me sube encima y me penetra.
Ésta vez me hace el amor, penetrándome con un ritmo lento y pausado, disfrutando el recorrido que su verga hace en mi interior.
En un momento me aparta el pelo de la cara, me mira profunda e intensamente, y me besa. Lo peor que me puede pasar es enamorarme del amigo de mi marido, o que él se enamore de mí, hasta ahora es solo sexo, así aparto la cara y le pido que me dé duro.
"Para ternura está mi marido, lo que quiero es un macho bien cachero", le digo.
Ahí mismo me la empieza a empujar más y más fuerte, dándome ahora sí como quiero y me gusta.
Al cambiar de posición, abro el cajón de la mesa de luz y saco el gel lubricante que está junto a la caja de condones.
"Quiero sentirte por atrás", le digo pasándole el tubo y poniéndome en cuatro.
Cuando me empieza a lubricar el ano, cierro los ojos y me entrego mansamente al deleite de sus dedos.
Siento como me gotea la vagina de las ganas que tengo.
Me pone la pinga en el ano y empuja suave primero, mucho más fuerte después, cuando le digo que no se contenga.
Resulta hermoso sentir como me abre en canal, insertándose en mí, haciéndome suya en la forma más íntima y plena.
Pasaron años hasta que me animé a tener sexo anal con mi marido, y ahí estaba, teniéndolo con su amigo tan solo luego de un par de encuentros.
Me sujeta fuerte de las caderas, y cuando ya está bien al fondo, me empieza a bombear con todo. Imponente, fuera de sí.
Luego me contaría que su esposa no se deja romper el chiquito, por lo que era comprensible el entusiasmo que ponía en rompérmelo a mí.
Está un buen rato sacándose las ganas, pero yo también quiero sentirlo por dónde más me gusta, no me conformo con solo meterme los dedos, así que se echa de espalda y me le subo encima, bien montadita, disfrutando de unas penetraciones que parecían rebotarme en la nuca.
Acabamos juntos, exhaustos, empapados de sudor, ya no hacia falta que fuéramos al gimnasio, solo cachando tuvimos toda una sesión aeróbica.
Nos duchamos juntos y al despedirnos nos besamos por un largo rato, como no queriendo separarnos. Para entonces la pichanga de mi marido ya habría terminado y si no se iba de tragos, no tardaría en estar de vuelta.
"¿Nos vemos en la semana?", me pregunta, acariciándome las nalgas.
"Voy a intentar, pero no te prometo nada, ahora vete que tengo que arreglar el cuarto" le respondo.
Un último beso y se va. Tal como le dije, voy a arreglar el cuarto que era el escenario inequívoco de una batalla sexual.
Sábanas limpias, ambientador, y aquí no ha pasado nada. Borré todas las huellas de mi encuentro con Richard, aunque las de mi cuerpo seguirían latentes hasta mucho tiempo después.
 

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QUE RICAS NALGOTAS, QUIEN NO QUISIERA HACERTE UN RICO ANAL, ERES ESPECTACULAR
 
Que lindo cuerpo tienes , agradecido por tus relatos . Continúa así
 
El sábado llevé a mis hijos a lo de sus primos, para que pasen el día, y esperé con paciencia que mi marido se fuera a la pichanga. Cuando se fue, me metí al baño, me duché, me depilé, me perfumé, y le escribí a Richard.
"Te estoy esperando", adjuntando al mensaje una foto de mi cuerpo preparado para la acción.
Llegó a los poco minutos, ya que estuvo esperando tomándose unas chelas en una bodega cercana.
Apenas le abro la puerta, se me echa encima, voraz, ansioso. Nos besamos por un largo rato, dejando que nuestras manos recorran el cuerpo del otro libremente.
"Cada vez que te veo estás más hermosa", me halaga, sobándome las nalgas.
"Lo que dice un hombre para echarse un polvo, sabes que no tienes que endulzarme los oídos para cacharme, ¿no?", le replico.
"Lo sé, por eso te lo digo", insiste, volviéndome a besar.
Tomados de las manos, lo llevo a la cocina, en dónde había dejado todo preparado para tomar un pisco sour. Luego del brindis, vamos al cuarto, abrazados, besándonos por el camino.
Mi excitación es mucho más sutil, controlada, pero a él se le nota por la pronunciada carpa que se le arma a la altura de la bragueta.
"Me encanta cuando te pones así de arrecho", le confieso, tocando y apretando ese tentador abultamiento.
"Tú me pones así", admite.
Entramos a la habitación, nos calateamos y nos lanzamos sobre la cama... Sí... La misma que comparto y en dónde hago el amor con mi marido.
Ya está con el pincho durísimo, así que se lo agarro y se lo jaloneo fuerte, para después empezar a chupárselo desde abajo, desde los testículos, y llegando a la punta, comérmelo entero.
Se agarra la cabeza cuando ve que toda la verga desaparece dentro de mi boca. La mantengo adentro, guardadita, succionándola, y se la suelto con un largo y plácido: ¡Aaaaahhhhhhhh...!
"¡Ufffffffff... no te creía con esos dotes, Estef!" exclama, gratamente sorprendido.
"Y hay más que todavía no conoces", le aclaro.
La verga está afuera, aunque todavía se mantiene unida a mí por un hilo de baba, así que se la escupo y se la vuelvo a jalar con entusiasmo.
Me come la vagina, y luego poniéndose uno de los condones de mi marido (espero que no los tenga contados) se me sube encima y me penetra.
Ésta vez me hace el amor, penetrándome con un ritmo lento y pausado, disfrutando el recorrido que su verga hace en mi interior.
En un momento me aparta el pelo de la cara, me mira profunda e intensamente, y me besa. Lo peor que me puede pasar es enamorarme del amigo de mi marido, o que él se enamore de mí, hasta ahora es solo sexo, así aparto la cara y le pido que me dé duro.
"Para ternura está mi marido, lo que quiero es un macho bien cachero", le digo.
Ahí mismo me la empieza a empujar más y más fuerte, dándome ahora sí como quiero y me gusta.
Al cambiar de posición, abro el cajón de la mesa de luz y saco el gel lubricante que está junto a la caja de condones.
"Quiero sentirte por atrás", le digo pasándole el tubo y poniéndome en cuatro.
Cuando me empieza a lubricar el ano, cierro los ojos y me entrego mansamente al deleite de sus dedos.
Siento como me gotea la vagina de las ganas que tengo.
Me pone la pinga en el ano y empuja suave primero, mucho más fuerte después, cuando le digo que no se contenga.
Resulta hermoso sentir como me abre en canal, insertándose en mí, haciéndome suya en la forma más íntima y plena.
Pasaron años hasta que me animé a tener sexo anal con mi marido, y ahí estaba, teniéndolo con su amigo tan solo luego de un par de encuentros.
Me sujeta fuerte de las caderas, y cuando ya está bien al fondo, me empieza a bombear con todo. Imponente, fuera de sí.
Luego me contaría que su esposa no se deja romper el chiquito, por lo que era comprensible el entusiasmo que ponía en rompérmelo a mí.
Está un buen rato sacándose las ganas, pero yo también quiero sentirlo por dónde más me gusta, no me conformo con solo meterme los dedos, así que se echa de espalda y me le subo encima, bien montadita, disfrutando de unas penetraciones que parecían rebotarme en la nuca.
Acabamos juntos, exhaustos, empapados de sudor, ya no hacia falta que fuéramos al gimnasio, solo cachando tuvimos toda una sesión aeróbica.
Nos duchamos juntos y al despedirnos nos besamos por un largo rato, como no queriendo separarnos. Para entonces la pichanga de mi marido ya habría terminado y si no se iba de tragos, no tardaría en estar de vuelta.
"¿Nos vemos en la semana?", me pregunta, acariciándome las nalgas.
"Voy a intentar, pero no te prometo nada, ahora vete que tengo que arreglar el cuarto" le respondo.
Un último beso y se va. Tal como le dije, voy a arreglar el cuarto que era el escenario inequívoco de una batalla sexual.
Sábanas limpias, ambientador, y aquí no ha pasado nada. Borré todas las huellas de mi encuentro con Richard, aunque las de mi cuerpo seguirían latentes hasta mucho tiempo después.
Buenos relatos
 
Buen relato y anal, ahí me quedo a dormir
 
Al parecer hay una buena conexión con el tal Richard. Temes enamorarte de él? Por la cercanía de tu relato con el veneco, creo q estas manteniendo ambas relaciones en paralelo o me parece? Te animarías hacer un trío con los dos?
 
Excelente relato cifra espero continúe escribiendo más
 
Con ese culo quien se aguantaría a hacerte el anal. Un verdadero placer.
 
Buen relato, si que los tienes comiendo de tu mano a los dos pajaritos, buena opción y buena adquisición disfrútalo cuanto puedas, con ese cuerpo vaya por Dios, hay envidia de los lectores y mantén tu idea de no enamorarte ni dejes que se enamoren de ti......pueden romper el sueño. saludos.
 
El sábado llevé a mis hijos a lo de sus primos, para que pasen el día, y esperé con paciencia que mi marido se fuera a la pichanga. Cuando se fue, me metí al baño, me duché, me depilé, me perfumé, y le escribí a Richard.
"Te estoy esperando", adjuntando al mensaje una foto de mi cuerpo preparado para la acción.
Llegó a los poco minutos, ya que estuvo esperando tomándose unas chelas en una bodega cercana.
Apenas le abro la puerta, se me echa encima, voraz, ansioso. Nos besamos por un largo rato, dejando que nuestras manos recorran el cuerpo del otro libremente.
"Cada vez que te veo estás más hermosa", me halaga, sobándome las nalgas.
"Lo que dice un hombre para echarse un polvo, sabes que no tienes que endulzarme los oídos para cacharme, ¿no?", le replico.
"Lo sé, por eso te lo digo", insiste, volviéndome a besar.
Tomados de las manos, lo llevo a la cocina, en dónde había dejado todo preparado para tomar un pisco sour. Luego del brindis, vamos al cuarto, abrazados, besándonos por el camino.
Mi excitación es mucho más sutil, controlada, pero a él se le nota por la pronunciada carpa que se le arma a la altura de la bragueta.
"Me encanta cuando te pones así de arrecho", le confieso, tocando y apretando ese tentador abultamiento.
"Tú me pones así", admite.
Entramos a la habitación, nos calateamos y nos lanzamos sobre la cama... Sí... La misma que comparto y en dónde hago el amor con mi marido.
Ya está con el pincho durísimo, así que se lo agarro y se lo jaloneo fuerte, para después empezar a chupárselo desde abajo, desde los testículos, y llegando a la punta, comérmelo entero.
Se agarra la cabeza cuando ve que toda la verga desaparece dentro de mi boca. La mantengo adentro, guardadita, succionándola, y se la suelto con un largo y plácido: ¡Aaaaahhhhhhhh...!
"¡Ufffffffff... no te creía con esos dotes, Estef!" exclama, gratamente sorprendido.
"Y hay más que todavía no conoces", le aclaro.
La verga está afuera, aunque todavía se mantiene unida a mí por un hilo de baba, así que se la escupo y se la vuelvo a jalar con entusiasmo.
Me come la vagina, y luego poniéndose uno de los condones de mi marido (espero que no los tenga contados) se me sube encima y me penetra.
Ésta vez me hace el amor, penetrándome con un ritmo lento y pausado, disfrutando el recorrido que su verga hace en mi interior.
En un momento me aparta el pelo de la cara, me mira profunda e intensamente, y me besa. Lo peor que me puede pasar es enamorarme del amigo de mi marido, o que él se enamore de mí, hasta ahora es solo sexo, así aparto la cara y le pido que me dé duro.
"Para ternura está mi marido, lo que quiero es un macho bien cachero", le digo.
Ahí mismo me la empieza a empujar más y más fuerte, dándome ahora sí como quiero y me gusta.
Al cambiar de posición, abro el cajón de la mesa de luz y saco el gel lubricante que está junto a la caja de condones.
"Quiero sentirte por atrás", le digo pasándole el tubo y poniéndome en cuatro.
Cuando me empieza a lubricar el ano, cierro los ojos y me entrego mansamente al deleite de sus dedos.
Siento como me gotea la vagina de las ganas que tengo.
Me pone la pinga en el ano y empuja suave primero, mucho más fuerte después, cuando le digo que no se contenga.
Resulta hermoso sentir como me abre en canal, insertándose en mí, haciéndome suya en la forma más íntima y plena.
Pasaron años hasta que me animé a tener sexo anal con mi marido, y ahí estaba, teniéndolo con su amigo tan solo luego de un par de encuentros.
Me sujeta fuerte de las caderas, y cuando ya está bien al fondo, me empieza a bombear con todo. Imponente, fuera de sí.
Luego me contaría que su esposa no se deja romper el chiquito, por lo que era comprensible el entusiasmo que ponía en rompérmelo a mí.
Está un buen rato sacándose las ganas, pero yo también quiero sentirlo por dónde más me gusta, no me conformo con solo meterme los dedos, así que se echa de espalda y me le subo encima, bien montadita, disfrutando de unas penetraciones que parecían rebotarme en la nuca.
Acabamos juntos, exhaustos, empapados de sudor, ya no hacia falta que fuéramos al gimnasio, solo cachando tuvimos toda una sesión aeróbica.
Nos duchamos juntos y al despedirnos nos besamos por un largo rato, como no queriendo separarnos. Para entonces la pichanga de mi marido ya habría terminado y si no se iba de tragos, no tardaría en estar de vuelta.
"¿Nos vemos en la semana?", me pregunta, acariciándome las nalgas.
"Voy a intentar, pero no te prometo nada, ahora vete que tengo que arreglar el cuarto" le respondo.
Un último beso y se va. Tal como le dije, voy a arreglar el cuarto que era el escenario inequívoco de una batalla sexual.
Sábanas limpias, ambientador, y aquí no ha pasado nada. Borré todas las huellas de mi encuentro con Richard, aunque las de mi cuerpo seguirían latentes hasta mucho tiempo después.
Foto falsa !
 
Que cacheraza eres, y que tal culote blanca que tienes, me gusta tu aptitud libertina. Cuelga mas fotos tuya ps, no seas malita
 
Con tremenda cola quien no va querer darte full anuel
 
hola @Estefany35 muy buenos relatos me da curiosidad de saber de donde exactamente eres? que parte de la selva ?
 
Buen relato y de seguro tendrás mas aventuras, anímese al deleite de otro encuentro.
 
Wow corto y conciso, a grano.
Buen relato y material. :D
 
Hola me encanta lo sexual que eres justo ahora vengo calentando una madura pero aun no concretamos cache ella tiene pareja pero tiene ganas de que la siente hacemos cosas x teléfono
 
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