Las veces que bajo al centro un fin de semana, por lo general lo hago pasada la medianoche, pero esta vez se me fue el tiempo mucho más rápido.
Eran casi las 4:30 am del domingo, y en el Palmeras no parecía sentirse, había mucha gente aún celebrando los carnavales seguramente, porqué ahí en el Palmeras siempre hay algo que celebrar.
Me doy una vuelta por el local del que poco a poco me siento más ajeno: Ya las chicas no me son muy familiares, a excepción de una o dos a quienes conozco muy poco, los mozos, el lugar, la infraestructura del lugar, todo me parece extraño. A los pocos minutos, decido retirarme rumbo al Palmeras II, talvés ahí me encuentre más cómodo.
La entrada a S/.1, indica que el camino es el correcto. Vislumbro a un par de amigos sentados en una de las mesas. Me acerco, los saludo, ellos se alegran de verme. Después de un penoso incidente con un forista pasado de copas, que estaba junto a ellos, decidimos retirarnos. Rumbo al Palmeras. No estoy del todo convencido de ello y les digo para ir al Safari o al Tropical. «En el Safari no está Lucía, ni tampoco Briguitt». Me dice uno de ellos, es decir, medio Safari (para mí) está ausente. «¡Es que el Palmeras es mi casa!» me dice el otro, y seguimos la ruta al Palmeras.
Esta vez entro cómo si esta fuera la casa de un amigo, rápidamente nos habilitan una mesa, nos sentamos a conversar, a chelear, y a disfrutar del ambiente, esto último, sólo ellos. Pregunto por los nombres de las chicas que resaltan en los Post de Perútops. «¿No sabes quién es Thais?» me recrimina uno de ellos. Talvés lo sepa, pero se me ha olvidado.
Después de unas cuantas rondas de chelas la veo venir:
Ella, si me es muy familiar, me llama la atención su pelo largo y negro, su piel canela, sus ojos chinitos, su cuerpo, aunque su no muy reciente parto todavía le esté pasando la factura. En un par de minutos la llaman a la tarima. Empieza su show. Como siempre, es una maestra de la sensualidad, maestra del pole Dance. «Si nosotros vamos a los Nigths Clubs, damos cátedra» Dijo una vez una de las aprendices de Pole dance a un reportero de televisón. Que se lo digan a Marina. En cada Movimiento, en cada contorneo y en cada gesto, ella atrapa al público, a mí sobretodo. A su lado, todas las chicas, incluyendo a una que anda con un espejo que refleja su propia imagen por todo el local, que da la sensación de que fueran dos, parecen ser novatas, aprendices. Ella es la verdadera reyna, mi verdadera reyna, inalcanzable e inigualable, y estoy seguro, que ha venido a reclamar su corona.