Incubbo:
Claro, flaquita, entiendo que siempre tengas que estar mintiendo para “fidelizar” a estos santos varones que llegan a predicar moral y buenas costumbres cuando en realidad lo que hacen es tratar de cohonestar sus hábitos putescos y conducta lujuriosa con la consabida prédica: “ Tú no deberías trabajar de fichera en este submundo”, pero ¿por qué lo que es bueno para ellos es malo para las chicas?, Tienes razón, déjame agregar otro punto: la mayoría de ellos vienen a pagar la compañía y el posible sexo con chicas que en su vida común y corriente no podrían tener por eso de la proporcionalidad de la belleza: ya sabes, un guapo con una guapa, uno regular con una regular, un feo con una fea; así que si eres feíto y tienes dinero, y tienes pretensiones de acceder a algo mejor, aquí está la solución (paga tu cuba); además de ello tenemos a los tímidos que creen aquello de que el dinero les permite una mejor aproximación y llegada a una muchacha que ni en sueños estaría con ellos si no existiese esta aliciente fenicio (estas últimas ocho líneas son de mi amiga aunque yo me permití editarlas para aclarar su punto de vista), …(continuará)
Continúa:
Te voy a dar una explicación de por qué no tienes que sentirte mal cuando un cliente te diga este tipo de cosas, claro, guárdala para ti, ya que tu trabajo se trata de que él pase un buen rato, y no que se vaya con un cargo de conciencia y nunca más quiera volver a “fichar” contigo; bueno, esto es así: la presencia* del cliente es lo que permite un trabajo como el que tú haces, belleza. La astucia machista de nosotros, los hombres, consiste en OCULTAR* AL CLIENTE, y así toda la mala fama, la indecencia de este trato que ustedes mantienen con nosotros, recae en una sola de las partes: sobre ustedes, las chicas que trabajan en el Safari. Aquí se produce una metamorfosis en la que lo que se negocia, las caricias y los toqueteos en el privado, es vista como algo denigrante mientras se lo vincule con la vendedora de este servicio, que queda así marcada como puta o poco menos; pero se convierte en una mercadería como cualquier otra cuando se la relaciona con el comprador, que es calificado simple y llanamente con la denominación neutra de CLIENTE (así "pasa piola"¿no?), que se le da sin distinción al demandante de cualquier mercancía o servicio, cuando en verdad deberíamos llamarlo “prostituyente o prostituidor”. Lo patético de todo esto no es la enorme cantidad de prejuicios denigrantes que se acumulan sobre ustedes, a las que se reputa de pervertidas, sino el absoluto silencio que se guarda sobre los usuarios de esta actividad: nosotros, LOS CLIENTES.
El estigma, la mancha del trabajo en un night club siempre ha caído sobre la oferta ("la fichera"), mientras que se reserva tolerancia y hasta cierta vanidad o jactancia a la demanda realizada por el hombre; por eso siempre los clientes les piden a ustedes que rehabiliten sus vidas cuando en realidad lo que ellos deberían hacer es REEDUCARSE en sus apetencias y objetivos sexuales antes de demandarles rehabilitación a las chicas, y con el agravante, además, de creerse personas normales que, por supuesto, no lo son (o mejor dicho, no lo somos, para hablar con propiedad) en la conducta sexual, por lo menos. Bueno, aquí paro la cosa, no vayas a confundirme con un predicador, que de estos está lleno el infierno, sólo soy alguien que no se engaña a sí mismo, y está consciente del lugar que ocupa en “la cadena alimenticia de este ecosistema”.
Saludos anónimos a las chicas que siempre leen (alguna vez me lo comentaron) este foro: Luna, Evelyn, Brigitte, Leslie, Mónica , Rebeca, y a todas las demás bellezas del Safari y alrededores. (Yo sé que esto les despertará sonrisas, y hasta carcajadas, por lo menos, a un par de las nombradas).
*Presencia. Con la palabra presencia me refiero a la participación del cliente en su relación dual con la chica. No me estoy refiriendo a su apariencia física: talle, figura, rostro, etc.
*Ocultar. Hacer invisible al cliente en esta relación dual para que no se lo pueda calificar de Prostituidor.