Beyonder
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Me permito abrir un tema de inquietud política, dado lo inquietante de cada intervención mediática de nuestras autoridades. No puedo evitar preguntarme qué será de las elecciones en el 2021, ¿se darán?, ¿quiénes serán candidatos?, ¿Forsyth, Urresti, algún hijo de Ezequiel Ataucusi? Esta duda me lleva a querer evaluar el rol de los partidos políticos en nuestro país.
Desde la década del noventa la militancia se ha vuelto algo gaseosa, tanto más que la institucionalidad de los partidos. Nótese que tenemos más de 10 candidatos en cada elección; creo que más de 25 en la última. Se ha puesto en evidencia la estructura con miras netamente electorales que engendran las nuevas agrupaciones políticas; como quien abre un off-shore, se funda un partido; entendiendo a los candidatos del congreso como accionistas, al candidato presidencial como administrador y a los aportantes como los oscuros financistas que buscan beneficiarse en secreto.
En esa medida, ¿la respuesta de mejora la tienen los partidos tradicionales? Si fuera así, el partido más antiguo, con mayor organización institucional, que apela a disciplina partidaria, que puede evidenciar ideología y doctrina, con fundadores autores de tratados políticos y sociológicos; sería el APRA. Naturalmente, secundado por el PPC y Acción Popular, pero en mucha menor medida. Ahora bien, el prestigio y el rol en la historia reciente que ha jugado el APRA lo deja muy mal parado, al punto que se ha convertido en epíteto de todo lo terrible que puede haber en la política. Asimismo, el PPC se hunde parce tener menos vitalidad que su centenario fundador, mientras que Acción Popular es visto cada vez más como una extensión del establishment nefasto encarnado en el Congreso anterior.
Entonces, ¿no es una contradicción apelar a una idea de fortaleza cuyos representantes son los más desprestigiados? Si es así, ¿cuál sería la solución?, ¿El Partido Morado? En su página web muestran un ideario ambiguo y en su plana una imagen de profesionales deseosos de bonos provenientes del Ministerio de Cultura. No sé tampoco si el progresismo extendido por el mundo occidental se asentará aquí hasta encarnarse en una opción como, digamos, ocurre en Argentina o España; ni sé tampoco si ese nido podría ser el Partido Morado; que, digamos de paso, empezó su desprestigio con la carrera de su líder fuera de un departamento, hasta su actuación en la aprobación de la ley sobre retiro de fondos de las AFP.
Que el APRA sea el camino es una forma de enunciar, como pregunta, una alternativa. Quizá sea el momento de rescatar lo que se pueda de los viejos partidos, reformarlos y hacerlos más plurales desde su fortalecimiento. A lo mejor, si estas añejas agrupaciones políticas, con verdadera e indiscutible ideología, absorbieran las decenas de "partidos ligeros" que han pululado desde los noventa, limpiarían sus defectos y fortalecerían la democracia. Claro, lograr esa integración no será un campo de rosas, pero si ya entramos al bicentenario en condiciones pre-apocalípticas, ¿no sería útil trazar objetivos en los que trabajar durante estos 10 o 15 años de hundimientos y desastre que nos esperan?, ¿no sería esa una buena opción para el futuro post-apocalíptico? ¿Alguna otra idea? Porque también podemos seguir sin hacer nada y ponerle la banda presidencial a alguien del FREPAP.
Desde la década del noventa la militancia se ha vuelto algo gaseosa, tanto más que la institucionalidad de los partidos. Nótese que tenemos más de 10 candidatos en cada elección; creo que más de 25 en la última. Se ha puesto en evidencia la estructura con miras netamente electorales que engendran las nuevas agrupaciones políticas; como quien abre un off-shore, se funda un partido; entendiendo a los candidatos del congreso como accionistas, al candidato presidencial como administrador y a los aportantes como los oscuros financistas que buscan beneficiarse en secreto.
En esa medida, ¿la respuesta de mejora la tienen los partidos tradicionales? Si fuera así, el partido más antiguo, con mayor organización institucional, que apela a disciplina partidaria, que puede evidenciar ideología y doctrina, con fundadores autores de tratados políticos y sociológicos; sería el APRA. Naturalmente, secundado por el PPC y Acción Popular, pero en mucha menor medida. Ahora bien, el prestigio y el rol en la historia reciente que ha jugado el APRA lo deja muy mal parado, al punto que se ha convertido en epíteto de todo lo terrible que puede haber en la política. Asimismo, el PPC se hunde parce tener menos vitalidad que su centenario fundador, mientras que Acción Popular es visto cada vez más como una extensión del establishment nefasto encarnado en el Congreso anterior.
Entonces, ¿no es una contradicción apelar a una idea de fortaleza cuyos representantes son los más desprestigiados? Si es así, ¿cuál sería la solución?, ¿El Partido Morado? En su página web muestran un ideario ambiguo y en su plana una imagen de profesionales deseosos de bonos provenientes del Ministerio de Cultura. No sé tampoco si el progresismo extendido por el mundo occidental se asentará aquí hasta encarnarse en una opción como, digamos, ocurre en Argentina o España; ni sé tampoco si ese nido podría ser el Partido Morado; que, digamos de paso, empezó su desprestigio con la carrera de su líder fuera de un departamento, hasta su actuación en la aprobación de la ley sobre retiro de fondos de las AFP.
Que el APRA sea el camino es una forma de enunciar, como pregunta, una alternativa. Quizá sea el momento de rescatar lo que se pueda de los viejos partidos, reformarlos y hacerlos más plurales desde su fortalecimiento. A lo mejor, si estas añejas agrupaciones políticas, con verdadera e indiscutible ideología, absorbieran las decenas de "partidos ligeros" que han pululado desde los noventa, limpiarían sus defectos y fortalecerían la democracia. Claro, lograr esa integración no será un campo de rosas, pero si ya entramos al bicentenario en condiciones pre-apocalípticas, ¿no sería útil trazar objetivos en los que trabajar durante estos 10 o 15 años de hundimientos y desastre que nos esperan?, ¿no sería esa una buena opción para el futuro post-apocalíptico? ¿Alguna otra idea? Porque también podemos seguir sin hacer nada y ponerle la banda presidencial a alguien del FREPAP.