Antes de decir si uno puede o no enamorarse de una kine, hay que preguntarnos si logramos distinguir entre lo que una kine realmente siente y lo que quiere hacernos creer que siente.
Si una kine no me cobra por sexo, allí podría pensar que hay reciprocidad en lo afectivo; pero ello es la excepción a la regla.
Es bastante improbable que un kinero, en alguna oportunidad, no haya sentido algo especial por una kine, sea por la frecuencia de visitarla o por la química especial que hay entre ambos. En mi caso, a pesar del trajinar con kines en en transcurso del tiempo, no estoy libre de “encamotarme” con una kine, sea por su trato o por su particular belleza física.
Lo que sí he aprendido es a alejarme -convenientemente- cuando las cosas van tomando otro cariz, es decir, cuando el vínculo que empezó como algo comercial deviene en algo cada vez mas personal. Es en ese momento cuando me alejo, muy a pesar del cariño que haya podido tenerle.
Es preferible un breve periodo de luto, que vivir atado en una relación con una trabajadora sexual, los sinsabores de la experiencia enseñan que esas relaciones nunca terminan bien y terminan maltratados el corazón y la billetera.
Saludos Perutopistas y Buen Polvo
Voltaire