A propósito de este tema, traigo a colación un post que hice tiempo atrás, pero que calza mejor en éste thread. Pido disculpas anticipadas si el tono socarrón de estas líneas, choca con la ferviente devoción de algún miembro de la feligresía.
Creo yo, -a riesgo de equivocarme- que nosotros los emblemáticos kineros boys de nuestro querido foro, somos católicos (con todas sus derivaciones, habidas y por haber) a falta de convicción plena, por comodidad extrema. ¿O es al revés?
Es que la religión (católica y derivadas), prohíbe todo (en cuestiones de sexo lúdico),
.pero también lo perdona todo. A diferencia por ejemplo de la religión musulmana, que a la tramposa sacavueltera, la matan a rocones, (si antes no la queman) por el pecado de haber cometido faltas contra el honor. Es que los islámicos no aceptan la infidelidad femenina, menos la prostitución. A cambio de eso, se permite la poligamia
.Que cómodos estos M
usulmanes. Entonces en teoría no existe la kineria en el mundo musulmán (en la práctica, existe, poca, pero hay, y ya saben a riesgo de que precio).
Centrándonos en nuestro caso, decía que lo bueno de la religión católica, es que en cuestiones de sexo, lo perdona todo. Basta que mostremos un afligido propósito de enmienda para que nuestro confesor (en nombre de Dios) nos absuelva todo pecado.
Es suficiente que como penitentes confesemos haber pecado, pero sin conciencia de pecado. Incluso podemos añadir que el confesor puede permitir que permanezcamos en el "error, si el sacerdote advierte y concluye que no modificaremos nuestra conducta, (o sea, que podemos arrodillarnos delante del confesor y decirle algo así como): «padre, ayer he visitado a Lady, anteayer a Xiomara, y hoy temprano fui donde Fiorella (nuestras kines preferidas), pero no tengo, ni tenía la menor conciencia de haber pecado, ah
y le advierto a usted que continuaré sin tenerla en el futuro,». Entonces el comprensivo confesor te perdona a perpetuidad y hasta te extiende tu VIP Card o de visitante frecuente.
Es decir, el sacerdote está obligado (y tiene y debe) absolver a cualquier pecador de su rebaño, aunque cada día confesemos haber cometido nueva fornicación. Basta y es suficiente que sigamos mostrando arrepentimiento (aquí la confesión puede adoptar el modelo del método abreviado): sólo tenemos que visitar todos los días a nuestro confesor de cabecera y decirle escuetamente: «otra vez, padre», y él nos dirá (lacónicamente, también): «ya, hijo,
puedes ir en paz,». Pero claro está, que el asunto no es tan simple.
Resultaría erróneo, por ejemplo, ver en todo esto una autorización encubierta al pecado del sexo fuera del matrimonio, que continuaría prohibido teórica o doctrinalmente, pero permitidos en la práctica, previo trámite de una confesión hipócrita. Ahora bien, que la Iglesia perdone un pecado no significa que no lo considere pecado, y, del mismo modo, que perdone una determinada práctica no quiere decir que deje de considerarla pecaminosa o perversa. De otro modo, podríamos concluir que la Iglesia no considera pecado nada, puesto que lo perdona todo (lo que, sin duda, es excesivo, porque hay cosas que no debería perdonar ni Dios).
Eso significa que el católico que de verdad lo sea, no puede alegar falta de conciencia del pecado ni mostrar tampoco un arrepentimiento hipócrita, sin propósito de la enmienda, confesando por la tarde lo que piensa realizar por la noche, para volver a confesarlo al día siguiente.
Por tanto, el verdadero católico que desee ser fiel a las directrices de su Iglesia, sigue teniendo vedado el camino del sexo lúdico, incluido el sexo kinero. Salvo claro está- interpretaciones antojadizas y convenidas de su cómoda feligresía
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Por mi parte, soy agnóstico, gracias a
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