La falta de planeamiento de la
capital, que concentra más de la mitad del PBI del país, pone en riesgo el crecimiento peruano
Lunes 15 de agosto de 2011 - 08:15 am
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(Día 1)
ALEJANDRA COSTA
Álvaro Merino Reyna, gerente general de Cisco Perú y Región Andina debe salir de su casa en La Molina todos los días a las 7 de la mañana para llegar en 25 minutos a su oficina en San Isidro. Si salgo a las 7:30 a.m., puedo perder una hora y cuarto en el auto, pero hay empleados que se demoran dos horas y media en llegar. Es difícil que la gente trabaje motivada y que sea productiva si pierde cinco horas al día en un bus, comenta.
De acuerdo con el reporte Construyendo ciudades competitivas: la clave del crecimiento del Perú (
ver infografía), de McKinsey Global Institute (MGI), la velocidad promedio de un vehículo en la ciudad de
Lima es de 16,8 km/h, solo por encima de Sao Paulo.
Santiago de Chile, con sus autopistas urbanas pagadas de alta velocidad, lidera el comparativo con una velocidad de 41 km/h, seguida por Monterrey (27 km/h), Río de Janeiro (25 km/h) y Bogotá (23,1 km/h).
La mejora de la infraestructura para reducir los tiempos de desplazamiento en la ciudad es uno de los retos que tiene Lima de cara al 2025 para poder aprovechar su potencial de crecimiento, pues calculamos que a ese año podría tener un PBI de US$254 mil millones, superior al actual de Chile, explica Lino Abram, socio de McKinsey Perú.
El estudio de MGI, brazo de investigación económica de la consultora, ha calculado el índice de gestión urbana (IGU) para las principales ciudades de Latinoamérica, puntuación en la que todas las ciudades de la región salen mal paradas respecto a cuatro metrópolis modelo Helsinki (Finlandia), Toronto (Canadá), Nueva York (EE.UU.) y Singapur, pero Lima aparece en el penúltimo puesto de las ocho ciudades analizadas en cuatro ejes de la competitividad: desempeño económico, entorno social, uso sostenible de los recursos y gestión y finanzas públicas.
Estas ineficiencias tienen origen en la falta de planeamiento de la ciudad. No es posible que no haya una visión respecto de hacia dónde va Lima y eso se debe a que no hay ninguna institución que se aboque a eso. El problema es que cada vez se hace más costoso resolver el problema del tránsito y de la falta de áreas verdes, explica el arquitecto José Orrego, director gerente de Metrópolis.
Estas ineficiencias juegan en contra del potencial que tiene Lima para ser el punto desde el cual las transnacionales manejen sus operaciones en Latinoamérica.
La baja cantidad de empresas que tienen sus oficinas regionales en el país es un termómetro de la poca capacidad de Lima para atraer inversiones, que contraten talento y que generen negocios. Hoy en día nuestra ciudad no está en el radar de las grandes corporaciones porque nadie la está promocionando como tal, pese a su ubicación estratégica, comenta Abram.
SINERGIAS LIMITADAS
Humberto Zogbi, gerente general de Coca-Cola Transandina, administra desde su oficina en San Isidro, las operaciones de la gigante en Perú, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
La compañía tomó la decisión de poner su sede transandina en Lima por el buen ambiente para los negocios, el mayor tamaño del mercado y por las similitudes entre el mercado boliviano, el paraguayo y el peruano, lo que permite crear sinergias concentrando el desarrollo de productos y campañas en Lima, explica Zogbi.
¿Cree que algún día podrían comandarse desde aquí las operaciones de transnacionales en Chile y Colombia? Sin duda. Lo que más preocupa a un ejecutivo es el tiempo que le toma viajar de un lugar a otro y Lima tiene una posición privilegiada porque desde aquí se puede llegar en un vuelo de menos de 5 horas a las principales ciudades de la región. Es una ventaja por explotar, señala.
Empero, de acuerdo al estudio de MGI, nuestra capital no cuenta con el peso internacional de otras ciudades. El número de vuelos a la ciudad solo llega a 157, lo cual la coloca a la saga de las ocho metrópolis medidas. Le sigue Santiago de Chile, con 230 frecuencias y, a la cabeza, está Sao Paulo: 636.
La poca importancia de Lima para los grandes negocios se evidencia en que solo cinco bancos de inversión tienen sucursales aquí, mientras que Santiago y Bogotá, las ciudades con las que competimos en la carrera por atraer inversiones, albergan a 21 y 10, respectivamente.
Un cuello de botella que resalta MGI es la informalidad, que desalienta el crecimiento de otras empresas productivas. El porcentaje de trabajadores que están ocupados de manera no formal en Lima llega a 53%, mientras que en Santiago solo alcanza el 29,9%.
La productividad por trabajador nos coloca a la saga de la región, por lo que MGI sugiere al Perú, concentrarse en fomentar el crecimiento de industrias de alto valor agregado y de servicios.
FALTAN MANOS
Esa baja productividad está apuntalada en la pobre oferta de servicios de salud y educación. La falta de mano de obra calificada es un lastre que se seguirá agudizando a menos que se mejore la calidad y el acceso a la educación superior y técnica, según MGI.
Advantic, compañía costarricense de desarrollo de sofware, se asentó en el Perú mirando las buenas perspectivas de crecimiento del mercado local y el bajo costo de la mano de obra especializada. No hemos tenido problemas para encontrar ingenieros, pero sí sufrimos por el limitado dominio que tienen del inglés. Eso es una desventaja cuando compites con la India por el mercado estadounidense, dice.
Las perspectivas de crecimiento que ve MGI para Lima son superables, pero si no hay acciones concretas desde ahora, todo quedará en eso: buenos deseos.
¿Qué se requiere para que Lima se convierta en un centro de negocios regional? | El Comercio Perú