REDBULL-
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Noviembre de 1970, en el tigre... Un matrimonio de cineastas norteamericanos quieren rodar una película de explotación (Violaciones, patoterismo, etc). Pero lo que filmaron trascendio ese genero e inauguró un movimiento clandestino de largo alcance. Su película, titulada Snuff, mostraba por primera vez en la pantalla un asesinato real. Y esto fue lo que siguió...
Existe un estilo cinematográfico que no permite segundas tomas. Se trata de un género tan oscuro que sólo puede rodarse en la clandestinidad. Pero no es parte de una leyenda urbana, es realidad, y su nacimiento fue en Argentina.
Sí, como el dulce de leche y la birome, también el cine llamado de extinción surgió en tierras argentinas.
Se denomina cine snuff a aquellas películas que registran un asesinato real en cámaras. Este mito moderno, que fusiona como ningún otro la criminología y el séptimo arte, se generó casi por casualidad.
Corría el año de 1970 cuando el matrimonio de cineastas compuesto por Michael y Roberta Findlay llegó a Buenos Aires con la intención de rodar un film de bajo presupuesto para ser distribuido en los cines de la calle 42 en New York.
Los Findlay eran expertos en pornografía y cine de explotación sexual. Generalmente trabajaban con un presupuesto mínimo, lo que les dificultaba encontrar actrices dispuestas a desnudarse en la pantalla. Fue por eso que viajaron hasta las lejanas tierras del sur con la esperanza de hallar hermosas sudacas que, por unos pocos dólares, mostraran sus partes ante las cámaras.
Al margen de la industria nacional del momento, el matrimonio contrató a unos poco técnicos argentinos, a jóvenes modelos gráficas de la época- como Mirtha Massa o Margarita Amuchastegui- y a eternos actores de reparto como Alfredo Iglesias o Aldo Mayo, y comenzó a rodar la película en cuestión. El guión de la misma era elemental y directo: una secta de hippies (muy al estilo del clan Manson) siembra pánico entre los habitantes de un pueblo violando mujeres desprevenidas y asesinando a cuanto se le cruzaban en el camino.
El film se tituló Slaughter (También es conocido como El Angel de la muerte). Se rodó en locaciones del Tigre y de la vieja ciudad deportiva de Boca Juniors y contenía grandes dosis de sangre y erotismo. Una vez acabada la filmación, los findlay volvieron a USA con la intención de estrenar la cinta rápidamente para recuperar los pocos dólares invertidos. Alan Shackleton, el distribuidor habitual de las películas del matrimonio y de otras basuras fílmicas, compró los derechos del film y lo estreno en doble programa con una película triple X americana. El largometraje pasó sin pena ni gloria por las pantallas de los cines condicionados y apenas pudo recuperar la inversión. Pero entonces algo ocurrió: los diarios americanos de la época comenzaron a hablar de una supuesta película filamada en Sudamérica que contenía una escena con un asesinato real, y si bien nadie la había visto el film en cuestión, existían muy buenas fuentes para confirmar aquella atrocidad. Rápido para los negocios, el distribuidor entendió que en sus manos podía tener una mina de oro. Con un grupo reducido de técnicos alquiló una suite en un hotel de Maniatan, contrató una curvilínea modelo y rodó el supuesto asesinato y descuartizamiento de la bella joven. Luego agregó este metraje al final de Slaughter y la reestrenó con el nombre de Snuff
Skackleton imprimió afiches de Snuff que llevaban impresas la leyenda filmado en Sudamérica, en donde la vida es barata y promocionó a su film como la auténtica película de la que hablaban los diarios, una real snuff-movie rodada en un lejano país del tercer mundo llamado Argentina... El morbo hizo el resto. Los espectadores concurrieron en masa a verlo y se convirtió en un éxito de taquilla.
Grupos religiosos y organizaciones de defensa de la familia protestaron en la puerta de las salas intentando que las copias fueran secuestradas por retratar la muerte y el sufrimiento de una joven inocente para entretener a audiencias enfermas y para beneficio de unos inescrupulosos productores. Evidentemente, estos grupos de protesta no habían visto las escenas en cuestión.
De haberlo hecho, hubieran advertido que la secuencia del supuesto asesinato verídico no era más que una burda parodia, un fraude con efectos especiales de tercera categoría y numerosos fallos de montaje que revelan el truco: (en una escena el asesino le corta los dedos a la víctima y en el siguiente cuadro la muchacha tiene la mano sana), sin olvidar que las vísceras utilizadas para simular el descuertizamiento eran achuras de la vacay la sangre que inundaba la pantalla en esta secuencia era de un color rosado que hacía sospechar que se trataba de una sabrosa salsa fileto.
Y hay más aún: el fiscal del distrito de Maniatan tuvo que dar una conferencia de prensa aclarando que se había analizado detalladamente la película y que se trataba de una obra de ficción con buenos efectos especiales. Pero los rumores continuaron, hasta que, un mes después, pudo dar con la actriz supuestamente asesinada.
Mientras tanto, un Argentina el film en cuestión recién se conoció a fines de los ochenta y a través de ediciones en videos importados. La mayoría de las modelos y actores argentinos que participaron de esta oscura producción aseguraron no recordar haberla filmado, y los que no han sufrido de esta inquietante epidemia de amnesia prefieren no hablar de aquella experiencia.
Pero existe o no existe?
De todos modos, el bizarro filme de explotación hoy es una fábula infantil comparado con las atrocidades que, aparentemente, se pueden conseguir en los bajos fondos de la pornografía clandestina. Pero no hay ninguna certeza al respecto. Hace algunos años, el cineasta David Cronenberg (Director de Crash, la mosca y otras enfermedades) ofreció una recompensa de un millón de dólares a quien le mostrara una auténtica snuff. Nadie se presentó. Sin embargo, el mito del cine snuff ha crecido hasta encontrar terroríficos exponentes en el video casero y en la web.
Muchas películas escondidas tras el mote de documentales, como la serie de Rostrso de la Muerte (Editada en la Argentina por American Video Home) han presentado muertes reales en cámara. Sin embargo, se trata de decesos captados por casualidad o por un hecho fortuito.
Otros films (como tesis, 8mm) indagaron el fenómeno desde la ficción. Lo terrible del cine Snuff, si existe, es que los realizadores de este tipo de cine secuestran a la víctima / protagonista para matarla en cámara.
Ken Lannig, un experto del FBI, afirmó que tras más de veinte años de investigación nunca pudo dar con ninguna persona que hubiera visto realmente una snuff movie. Pero, por otra parte, Ted McIlvana, custodio de la colección de 289,000 películas porno del Instituto para el Estudio Avanzado de la Sexualidad Humana, manifestó que existe en dicha videoteca una cinta que registra una bizarra ceremonia en Marruecos, donde un niño jorobado es descuartizado por caballos salvajes mientras los hombres que están a su alrededor se masturban. Feo? Puede ser.
Artículo extraído de la revista Máxim Noviembre 2005

Saludos,
Existe un estilo cinematográfico que no permite segundas tomas. Se trata de un género tan oscuro que sólo puede rodarse en la clandestinidad. Pero no es parte de una leyenda urbana, es realidad, y su nacimiento fue en Argentina.
Sí, como el dulce de leche y la birome, también el cine llamado de extinción surgió en tierras argentinas.
Se denomina cine snuff a aquellas películas que registran un asesinato real en cámaras. Este mito moderno, que fusiona como ningún otro la criminología y el séptimo arte, se generó casi por casualidad.
Corría el año de 1970 cuando el matrimonio de cineastas compuesto por Michael y Roberta Findlay llegó a Buenos Aires con la intención de rodar un film de bajo presupuesto para ser distribuido en los cines de la calle 42 en New York.
Los Findlay eran expertos en pornografía y cine de explotación sexual. Generalmente trabajaban con un presupuesto mínimo, lo que les dificultaba encontrar actrices dispuestas a desnudarse en la pantalla. Fue por eso que viajaron hasta las lejanas tierras del sur con la esperanza de hallar hermosas sudacas que, por unos pocos dólares, mostraran sus partes ante las cámaras.
Al margen de la industria nacional del momento, el matrimonio contrató a unos poco técnicos argentinos, a jóvenes modelos gráficas de la época- como Mirtha Massa o Margarita Amuchastegui- y a eternos actores de reparto como Alfredo Iglesias o Aldo Mayo, y comenzó a rodar la película en cuestión. El guión de la misma era elemental y directo: una secta de hippies (muy al estilo del clan Manson) siembra pánico entre los habitantes de un pueblo violando mujeres desprevenidas y asesinando a cuanto se le cruzaban en el camino.
El film se tituló Slaughter (También es conocido como El Angel de la muerte). Se rodó en locaciones del Tigre y de la vieja ciudad deportiva de Boca Juniors y contenía grandes dosis de sangre y erotismo. Una vez acabada la filmación, los findlay volvieron a USA con la intención de estrenar la cinta rápidamente para recuperar los pocos dólares invertidos. Alan Shackleton, el distribuidor habitual de las películas del matrimonio y de otras basuras fílmicas, compró los derechos del film y lo estreno en doble programa con una película triple X americana. El largometraje pasó sin pena ni gloria por las pantallas de los cines condicionados y apenas pudo recuperar la inversión. Pero entonces algo ocurrió: los diarios americanos de la época comenzaron a hablar de una supuesta película filamada en Sudamérica que contenía una escena con un asesinato real, y si bien nadie la había visto el film en cuestión, existían muy buenas fuentes para confirmar aquella atrocidad. Rápido para los negocios, el distribuidor entendió que en sus manos podía tener una mina de oro. Con un grupo reducido de técnicos alquiló una suite en un hotel de Maniatan, contrató una curvilínea modelo y rodó el supuesto asesinato y descuartizamiento de la bella joven. Luego agregó este metraje al final de Slaughter y la reestrenó con el nombre de Snuff
Skackleton imprimió afiches de Snuff que llevaban impresas la leyenda filmado en Sudamérica, en donde la vida es barata y promocionó a su film como la auténtica película de la que hablaban los diarios, una real snuff-movie rodada en un lejano país del tercer mundo llamado Argentina... El morbo hizo el resto. Los espectadores concurrieron en masa a verlo y se convirtió en un éxito de taquilla.
Grupos religiosos y organizaciones de defensa de la familia protestaron en la puerta de las salas intentando que las copias fueran secuestradas por retratar la muerte y el sufrimiento de una joven inocente para entretener a audiencias enfermas y para beneficio de unos inescrupulosos productores. Evidentemente, estos grupos de protesta no habían visto las escenas en cuestión.
De haberlo hecho, hubieran advertido que la secuencia del supuesto asesinato verídico no era más que una burda parodia, un fraude con efectos especiales de tercera categoría y numerosos fallos de montaje que revelan el truco: (en una escena el asesino le corta los dedos a la víctima y en el siguiente cuadro la muchacha tiene la mano sana), sin olvidar que las vísceras utilizadas para simular el descuertizamiento eran achuras de la vacay la sangre que inundaba la pantalla en esta secuencia era de un color rosado que hacía sospechar que se trataba de una sabrosa salsa fileto.
Y hay más aún: el fiscal del distrito de Maniatan tuvo que dar una conferencia de prensa aclarando que se había analizado detalladamente la película y que se trataba de una obra de ficción con buenos efectos especiales. Pero los rumores continuaron, hasta que, un mes después, pudo dar con la actriz supuestamente asesinada.
Mientras tanto, un Argentina el film en cuestión recién se conoció a fines de los ochenta y a través de ediciones en videos importados. La mayoría de las modelos y actores argentinos que participaron de esta oscura producción aseguraron no recordar haberla filmado, y los que no han sufrido de esta inquietante epidemia de amnesia prefieren no hablar de aquella experiencia.
Pero existe o no existe?
De todos modos, el bizarro filme de explotación hoy es una fábula infantil comparado con las atrocidades que, aparentemente, se pueden conseguir en los bajos fondos de la pornografía clandestina. Pero no hay ninguna certeza al respecto. Hace algunos años, el cineasta David Cronenberg (Director de Crash, la mosca y otras enfermedades) ofreció una recompensa de un millón de dólares a quien le mostrara una auténtica snuff. Nadie se presentó. Sin embargo, el mito del cine snuff ha crecido hasta encontrar terroríficos exponentes en el video casero y en la web.
Muchas películas escondidas tras el mote de documentales, como la serie de Rostrso de la Muerte (Editada en la Argentina por American Video Home) han presentado muertes reales en cámara. Sin embargo, se trata de decesos captados por casualidad o por un hecho fortuito.
Otros films (como tesis, 8mm) indagaron el fenómeno desde la ficción. Lo terrible del cine Snuff, si existe, es que los realizadores de este tipo de cine secuestran a la víctima / protagonista para matarla en cámara.
Ken Lannig, un experto del FBI, afirmó que tras más de veinte años de investigación nunca pudo dar con ninguna persona que hubiera visto realmente una snuff movie. Pero, por otra parte, Ted McIlvana, custodio de la colección de 289,000 películas porno del Instituto para el Estudio Avanzado de la Sexualidad Humana, manifestó que existe en dicha videoteca una cinta que registra una bizarra ceremonia en Marruecos, donde un niño jorobado es descuartizado por caballos salvajes mientras los hombres que están a su alrededor se masturban. Feo? Puede ser.
Artículo extraído de la revista Máxim Noviembre 2005

Saludos,