Arquisexo
VIP MEMBER
14 Years of Service
[h=1]Concesiones de cárceles: un negocio atractivo, pero con riesgo político[/h] 04 septiembre 2015 0 Comentarios
Las empresas que operen cárceles pueden obtener retornos de entre 10% y 15% por año, pero el factor político es un riesgo clave para la inversión.
Por Andrea Moncada
04 septiembre 2015
Hace unas semanas el premier Pedro Cateriano anunció que el gobierno trabajaba una norma que permitiría la concesión de cárceles a empresas privadas mediante asociaciones público-privadas (APP). Si bien aún no se conoce que contiene esta medida, no es una iniciativa nueva en el país: a finales del 2010 se intentó implementar una APP para una cárcel en Huaral, aunque el proyecto finalmente fue cancelado. En el mundo, al menos once países poseen algún tipo de privatización de cárceles, según The Sentencing Project, ONG que promueve reformas en el sistema penitenciario de Estados Unidos. En ese país, el 8% de los prisioneros estaba dentro de una cárcel operada por una empresa privada, según esta entidad. En Australia, al 2012 esa cifra alcanzaba el 19%, mientras que en Inglaterra y Gales el 14%.
Participar en concesiones de cárceles tiene atractivo para el sector privado. La tasa de retorno por operar una concesión de prisión oscila entre 10% y 15% por año, aunque esto varía significativamente por país indica Christopher Blunt, director de finanzas corporativas de Deloitte UK. En la práctica, las experiencias alrededor del mundo son muy diversas ( ) En algunos países como el Reino Unido, empresas han reportado utilidades no muy diferentes de aquellas generadas en otros sectores económicos con perfiles de riesgo comparables, afirma Guilherme Naves, socio de Radar PPP consultora en APP de Brasil y ex funcionario del equipo de APP en el Estado de Minas Gerais. Sin embargo, estas concesiones pueden tener un alto riesgo político, un desincentivo para inversionistas.
[h=3]En busca del modelo[/h]Se han aplicado dos tipos de modelos de APP para concesionar cárceles. En el primero, el esquema de asociación implica que el equipo privado diseñe la cárcel, la construya y le dé mantenimiento físico a la construcción. El segundo modelo es de servicio completo, en el cual la empresa privada también está a cargo de la operación del penal incluyendo el resguardo de los reos. Este último modelo ha sido implementado en el Reino Unido, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.
Dada la diferencia importante entre ambos modelos, es clave que el Estado defina claramente el modelo que optará antes de iniciar un proceso de concesión de cárceles. El Instituto Nacional Penitenciario (INPE) tiene primero que definir el modelo penitenciario que quiere implementar, señala Miguel Donovan, director general de Currie & Brown, consultora que ha asesorado a la INPE en esta materia. El principal riesgo [para el inversionista] es que no sea claro el tipo de modelo, sostiene.
Si se adopta el segundo modelo, a largo plazo pueden surgir una polémica política: críticas a que una empresa privada maneje la seguridad dentro del establecimiento penal. Algún gobierno de turno en un país puede considerar que no es apropiado que pierda el control sobre la custodia de sus cárceles, advirtió Gerardo Herrera, líder de sector público de Deloitte Perú.
Fue justamente eso lo que sucedió en el Perú. En el 2011, un consorcio español compuesto por las empresas Montealto XXI, Exeteco Internacional y Eulen, ganó la concesión realizada por Proinversión e iba a ser el encargado de construir y operar el establecimiento, incluyendo la labor de seguridad. El consorcio presentó una oferta de S/.5.1 millones de retribución por inversiones trimestral y S/.2.5 millones de retribución por operación y mantenimiento.
Sin embargo, la Defensoría del Pueblo declaró que el contrato de concesión podía implicar la delegación de competencias reservadas exclusivamente en la autoridad penitenciaria de acuerdo a lo señalado en las normas pertinentes, según el Instituto Peruano de Economía. Entre las competencias, estaban delegar funciones a un privado respecto a la seguridad, medias disciplinarias uso de la fuerza y coacción de los internos. El gobierno finalmente desistió con la licitación y se canceló el proyecto.
[h=3]Servicios en la mira[/h]Un riesgo adicional para la inversión en cárceles es la prestación de servicios, una particularidad de este negocio. Las concesiones en infraestructura suelen enfocarse en el mantenimiento de un activo como una carretera; las concesiones en infraestructura social, como en cárceles u hospitales, más bien se enfocan en la provisión de servicios, como salud o educación para los reos, explica Naves de Radar PPP.
En el contrato de concesión de una cárcel, se estipula un nivel de calidad de estos servicios. Si los niveles de calidad de los servicios prestados no son alcanzados, es posible que la empresa deje de percibir pagos de parte del concesionario, sostiene Naves. Esto generaría perdidas económicas que reducirían la tasa de retorno para los inversionistas, finaliza.
Las empresas que operen cárceles pueden obtener retornos de entre 10% y 15% por año, pero el factor político es un riesgo clave para la inversión.
Por Andrea Moncada
04 septiembre 2015
Hace unas semanas el premier Pedro Cateriano anunció que el gobierno trabajaba una norma que permitiría la concesión de cárceles a empresas privadas mediante asociaciones público-privadas (APP). Si bien aún no se conoce que contiene esta medida, no es una iniciativa nueva en el país: a finales del 2010 se intentó implementar una APP para una cárcel en Huaral, aunque el proyecto finalmente fue cancelado. En el mundo, al menos once países poseen algún tipo de privatización de cárceles, según The Sentencing Project, ONG que promueve reformas en el sistema penitenciario de Estados Unidos. En ese país, el 8% de los prisioneros estaba dentro de una cárcel operada por una empresa privada, según esta entidad. En Australia, al 2012 esa cifra alcanzaba el 19%, mientras que en Inglaterra y Gales el 14%.
Participar en concesiones de cárceles tiene atractivo para el sector privado. La tasa de retorno por operar una concesión de prisión oscila entre 10% y 15% por año, aunque esto varía significativamente por país indica Christopher Blunt, director de finanzas corporativas de Deloitte UK. En la práctica, las experiencias alrededor del mundo son muy diversas ( ) En algunos países como el Reino Unido, empresas han reportado utilidades no muy diferentes de aquellas generadas en otros sectores económicos con perfiles de riesgo comparables, afirma Guilherme Naves, socio de Radar PPP consultora en APP de Brasil y ex funcionario del equipo de APP en el Estado de Minas Gerais. Sin embargo, estas concesiones pueden tener un alto riesgo político, un desincentivo para inversionistas.
[h=3]En busca del modelo[/h]Se han aplicado dos tipos de modelos de APP para concesionar cárceles. En el primero, el esquema de asociación implica que el equipo privado diseñe la cárcel, la construya y le dé mantenimiento físico a la construcción. El segundo modelo es de servicio completo, en el cual la empresa privada también está a cargo de la operación del penal incluyendo el resguardo de los reos. Este último modelo ha sido implementado en el Reino Unido, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.
Dada la diferencia importante entre ambos modelos, es clave que el Estado defina claramente el modelo que optará antes de iniciar un proceso de concesión de cárceles. El Instituto Nacional Penitenciario (INPE) tiene primero que definir el modelo penitenciario que quiere implementar, señala Miguel Donovan, director general de Currie & Brown, consultora que ha asesorado a la INPE en esta materia. El principal riesgo [para el inversionista] es que no sea claro el tipo de modelo, sostiene.
Si se adopta el segundo modelo, a largo plazo pueden surgir una polémica política: críticas a que una empresa privada maneje la seguridad dentro del establecimiento penal. Algún gobierno de turno en un país puede considerar que no es apropiado que pierda el control sobre la custodia de sus cárceles, advirtió Gerardo Herrera, líder de sector público de Deloitte Perú.
Fue justamente eso lo que sucedió en el Perú. En el 2011, un consorcio español compuesto por las empresas Montealto XXI, Exeteco Internacional y Eulen, ganó la concesión realizada por Proinversión e iba a ser el encargado de construir y operar el establecimiento, incluyendo la labor de seguridad. El consorcio presentó una oferta de S/.5.1 millones de retribución por inversiones trimestral y S/.2.5 millones de retribución por operación y mantenimiento.
Sin embargo, la Defensoría del Pueblo declaró que el contrato de concesión podía implicar la delegación de competencias reservadas exclusivamente en la autoridad penitenciaria de acuerdo a lo señalado en las normas pertinentes, según el Instituto Peruano de Economía. Entre las competencias, estaban delegar funciones a un privado respecto a la seguridad, medias disciplinarias uso de la fuerza y coacción de los internos. El gobierno finalmente desistió con la licitación y se canceló el proyecto.
[h=3]Servicios en la mira[/h]Un riesgo adicional para la inversión en cárceles es la prestación de servicios, una particularidad de este negocio. Las concesiones en infraestructura suelen enfocarse en el mantenimiento de un activo como una carretera; las concesiones en infraestructura social, como en cárceles u hospitales, más bien se enfocan en la provisión de servicios, como salud o educación para los reos, explica Naves de Radar PPP.
En el contrato de concesión de una cárcel, se estipula un nivel de calidad de estos servicios. Si los niveles de calidad de los servicios prestados no son alcanzados, es posible que la empresa deje de percibir pagos de parte del concesionario, sostiene Naves. Esto generaría perdidas económicas que reducirían la tasa de retorno para los inversionistas, finaliza.