grindo doido
Cuenta Verificada
Mudanza, estudio y ganancia
La primera semana de agosto de hace unos años, todos los vecinos de la quinta amanecimos con mucho bulla, golpes y comentarios de extraños, era la mudanza de una familia que habitaría en el 4 piso. Vimos a un hombre mayor de pocas palabras, su mujer, una dama delgada, fina, educada y atenta. Sus dos hijos pequeños y un perrito como mascota.
Ya que no pude conciliar el sueño, decidí observar el espectáculo, para saciar el chisme, me presente y les ayude con subir las cosas. Luego de unos minutos, el patriarca se iría, le pregunte a su mujer y me dijo que están separados pero quiso ayudar. Yo solo dije, entiendo y seguí con mi propósito.
Durante toda la mañana y parte de la tarde, apoye a la señora, quien tendría unos 40 años, conforme pasaban las horas, se volvía mas elocuente. Al inicio vestía un pantalón de tela ancho que no mostraba nada de sus carnes. Luego de un momento, me dijo debo llevar a mis hijas donde su abuela, si desea me espera, le dije, claro. Seguí subiendo cosas y finalmente acabe, vi la hora y ya casi anochecía, me fui a bañar y al salir a botar la basura, veo a la nueva vecina, me dio las gracias y me dijo que suba a conversar, acepte la invitación.
Aun no apreciaba su belleza externa, pero ese carisma, humildad y simpleza para hacer y pedir las cosas me envolvían. Conversamos de su familia, de su soledad, de sus travesías y de sus sueños de vivir lejos y formando su propio negocio. Y de pronto le di ánimos, la abrace y nos quedamos envueltos en un mar de lagrimas por varios minutos que en mi mente y corazón se hicieron eternos. Sacó un vino que se volvieron varias botellas y pese a que mi lado malo me dominaba a hacer cosas sucias y aprovecharme del momento, opte por irme.
Al día siguiente no la vi a la señora ni a sus hijos, pasé varias veces por la quinta, hice ese trabajo una semana, como no los encontré, me olvidé del tema. Luego de un mes, me visita, me contó que estaba en problemas con el ex marido, dejo a sus hijas con un familiar y estaba pensando traspasarle el alquiler a una amiga. Le dije que no, que la puedo ayudar, me ofrecí a toda solidaridad, ella me respondió que ya hice mucho, nos sentamos en el sofá, tomamos un café y el silencio fue cómplice de besos, abrazos, tocamientos indebidos y toda la parafernalia de una noche con final feliz.................
La primera semana de agosto de hace unos años, todos los vecinos de la quinta amanecimos con mucho bulla, golpes y comentarios de extraños, era la mudanza de una familia que habitaría en el 4 piso. Vimos a un hombre mayor de pocas palabras, su mujer, una dama delgada, fina, educada y atenta. Sus dos hijos pequeños y un perrito como mascota.
Ya que no pude conciliar el sueño, decidí observar el espectáculo, para saciar el chisme, me presente y les ayude con subir las cosas. Luego de unos minutos, el patriarca se iría, le pregunte a su mujer y me dijo que están separados pero quiso ayudar. Yo solo dije, entiendo y seguí con mi propósito.
Durante toda la mañana y parte de la tarde, apoye a la señora, quien tendría unos 40 años, conforme pasaban las horas, se volvía mas elocuente. Al inicio vestía un pantalón de tela ancho que no mostraba nada de sus carnes. Luego de un momento, me dijo debo llevar a mis hijas donde su abuela, si desea me espera, le dije, claro. Seguí subiendo cosas y finalmente acabe, vi la hora y ya casi anochecía, me fui a bañar y al salir a botar la basura, veo a la nueva vecina, me dio las gracias y me dijo que suba a conversar, acepte la invitación.
Aun no apreciaba su belleza externa, pero ese carisma, humildad y simpleza para hacer y pedir las cosas me envolvían. Conversamos de su familia, de su soledad, de sus travesías y de sus sueños de vivir lejos y formando su propio negocio. Y de pronto le di ánimos, la abrace y nos quedamos envueltos en un mar de lagrimas por varios minutos que en mi mente y corazón se hicieron eternos. Sacó un vino que se volvieron varias botellas y pese a que mi lado malo me dominaba a hacer cosas sucias y aprovecharme del momento, opte por irme.
Al día siguiente no la vi a la señora ni a sus hijos, pasé varias veces por la quinta, hice ese trabajo una semana, como no los encontré, me olvidé del tema. Luego de un mes, me visita, me contó que estaba en problemas con el ex marido, dejo a sus hijas con un familiar y estaba pensando traspasarle el alquiler a una amiga. Le dije que no, que la puedo ayudar, me ofrecí a toda solidaridad, ella me respondió que ya hice mucho, nos sentamos en el sofá, tomamos un café y el silencio fue cómplice de besos, abrazos, tocamientos indebidos y toda la parafernalia de una noche con final feliz.................
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