ELAMA
General
16 Years of Service
(PREÁMBULO)
Desde chibolo soy muy asiduo al sexo, eso me llevó a iniciarme en las relaciones sexuales a temprana edad en que tuve mis primeras experiencias sexuales que se dieron con niñas de mi edad de entonces, bajo situaciones y circunstancias casuales como ocurren en los juegos a la mamá y el papá, la comidita o a la casita; típicos juegos de niños pero que instintivamente allí se despiertan la lívido y el mundo de la sexualidad y el sexo en uno. Pasaron los años de la niñez y entraron los de la adolescencia y casi al cabo de esta, se presentó la ocasión o la oportunidad de que por primera vez eyaculé y sobre todo dentro de la vagina de una mujer… y de qué mujer, mujerón diría yo. Aquí mi relato del título de marras:
Eran los años en que estaba en los últimos grados de la educación secundaria, la pasaba muy bien con los patas y las chicas de mi barrio, en un distrito de esta cosmopolita ciudad sudamericana. En la esquina de la cuadra donde yo vivía, vivía Lucho, uno de mis más entrañables amigos, sus padres tenían un restaurant- bar en esa esquina.
El mencionado negocio estaba en su apogeo, concurrían gente de todo el barrio durante todo el día y especialmente los fines de semana, aunque también cualquier día podía convertirse como en un fin de semana ya sea a la hora del almuerzo donde mucha gente de los entes estatales que funcionaban en sus alrededores comían allí, o en las noches, luego de la cena, empezaban a llegar los cheleros de esa época.
Como era un barrio bien animoso y la muchachada se conocía viviendo años allí, por ende la familia de todos nosotros también se conocían e iban algunas veces a cenar, almorzar o chelear al mencionado restaurant-bar.
Como digo, los viejos de mi pata Lucho eran los dueños, la hermana de él se llamaba IRIS, era una portentosa mujer que me llevaría en esa época unos cinco años en edad, si yo tenía 17, ella iba por encima de los 21. Era la hembra más atractiva y rica del barrio (algo así como la de las fotos que ilustran este relato).
Como el bar atendía a los cheleros al paso y a los del barrio, todos en confianza estábamos allí y ya los de nuestra edad ya le entrábamos a los “¡Salú compadre!”, a la vez que la conversa era interminable y siempre había motivo para quedarse hasta la media noche y si era sábado hasta la madrugada a medida que el licor hacia su trabajo en nuestro organismo como para ya emocionarse y estar avanzaditos de copas. A medida del tiempo ya mis ojos y mis pensamientos eran gobernados por la linda figura, cuerpo y todo lo que significaba para mí y para el barrio, IRIS.
Continuará...
Desde chibolo soy muy asiduo al sexo, eso me llevó a iniciarme en las relaciones sexuales a temprana edad en que tuve mis primeras experiencias sexuales que se dieron con niñas de mi edad de entonces, bajo situaciones y circunstancias casuales como ocurren en los juegos a la mamá y el papá, la comidita o a la casita; típicos juegos de niños pero que instintivamente allí se despiertan la lívido y el mundo de la sexualidad y el sexo en uno. Pasaron los años de la niñez y entraron los de la adolescencia y casi al cabo de esta, se presentó la ocasión o la oportunidad de que por primera vez eyaculé y sobre todo dentro de la vagina de una mujer… y de qué mujer, mujerón diría yo. Aquí mi relato del título de marras:
Eran los años en que estaba en los últimos grados de la educación secundaria, la pasaba muy bien con los patas y las chicas de mi barrio, en un distrito de esta cosmopolita ciudad sudamericana. En la esquina de la cuadra donde yo vivía, vivía Lucho, uno de mis más entrañables amigos, sus padres tenían un restaurant- bar en esa esquina.
El mencionado negocio estaba en su apogeo, concurrían gente de todo el barrio durante todo el día y especialmente los fines de semana, aunque también cualquier día podía convertirse como en un fin de semana ya sea a la hora del almuerzo donde mucha gente de los entes estatales que funcionaban en sus alrededores comían allí, o en las noches, luego de la cena, empezaban a llegar los cheleros de esa época.
Como era un barrio bien animoso y la muchachada se conocía viviendo años allí, por ende la familia de todos nosotros también se conocían e iban algunas veces a cenar, almorzar o chelear al mencionado restaurant-bar.
Como digo, los viejos de mi pata Lucho eran los dueños, la hermana de él se llamaba IRIS, era una portentosa mujer que me llevaría en esa época unos cinco años en edad, si yo tenía 17, ella iba por encima de los 21. Era la hembra más atractiva y rica del barrio (algo así como la de las fotos que ilustran este relato).

Como el bar atendía a los cheleros al paso y a los del barrio, todos en confianza estábamos allí y ya los de nuestra edad ya le entrábamos a los “¡Salú compadre!”, a la vez que la conversa era interminable y siempre había motivo para quedarse hasta la media noche y si era sábado hasta la madrugada a medida que el licor hacia su trabajo en nuestro organismo como para ya emocionarse y estar avanzaditos de copas. A medida del tiempo ya mis ojos y mis pensamientos eran gobernados por la linda figura, cuerpo y todo lo que significaba para mí y para el barrio, IRIS.
Continuará...
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