Elmanotas
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Amigos cofrades, antes de iniciar mi relato me gustaría decir algunas palabras… a diferencia del sexo opuesto nosotros no nos fijamos en qué hace una mujer por la vida, a qué se dedica, dónde vive, etc etc, nosotros no pensamos en lo que tiene, sino en lo que puede ser… entonces cuando andamos por la calle y se nos cruza un semejante culazo vendiendo caramelos, no discriminamos y solo pensamos en lo que podría ser: un señor polvo con chupada sin pre y “Benitez” en “Bucarest” por un pollito con papas.
Luego de haber leído sus relatos me da gusto saber que aquí todos buscamos lo mismo y pensamos igual.
Unos meses atrás mi empresa me mandó a realizar un examen ocupacional anual a una clínica cercana en San Miguel, lo de siempre: exámenes de sangre, orina, revisión de ojos, hocico y si estabas palta o cocho, tu electrocardiograma. La cosa es que entre especialidades uno siempre espera sentadito afuera, y como buen cofrade ya tenía identificados todos los culos cercanos, desde la que trapea de Eulen hasta la psicóloga, la cosa es que de reojo me daba cuenta que la recepcionista, a quién ya habia mapeado desde que llegué (flaquita, ojos marrones bonitos, pelo pintado rojizo, labios gruesos bien ricos, risueña) me miraba de rato en rato. Yo volteaba y sonreía sin poder acercarme ya que seguía atendiendo a los recién llegados. En eso entro a una consulta y de casualidad dejé mi folder en la silla donde estaba, me revisan el hocico y cuando salgo me encuentro con la recepcionista con mi folder en sus manos: “hola, lo dejaste en la silla, lo guardé para que no se te pierda” obviamente como todo buen malpensado yo ya alucinaba “se quiere comer mi pájaro” y me fui de avance diciéndole “me salvaste la vida, sino hubiese tenido que quedarme a hacer todo de nuevo, pero contigo cerca creo que hubiese sido una bendición en vez de algo malo” se rió y continué “estás super linda y quería agradecerte, será que podríamos tomar un café en tu refrigerio”
Se sonrió y mirando de un lado a otro (seguro chequeando que no la vean ni escuchen) me dice: “escríbeme por whatsapp y coordinemos” y me dicta su celular.
Campeón! dije para mis adentros y continué con mi circuito médico. Entre una y otra revisión médica le mandaba mensajitos coquetos y la miraba leerlos y sonrojarse… ya estaba lista pensaba. Acabé, me despedí cordialmente y me retiré ya sabiendo que en media hora ella iba a salir a darme el encuentro en la esquina del parque…
Luego de haber leído sus relatos me da gusto saber que aquí todos buscamos lo mismo y pensamos igual.
Unos meses atrás mi empresa me mandó a realizar un examen ocupacional anual a una clínica cercana en San Miguel, lo de siempre: exámenes de sangre, orina, revisión de ojos, hocico y si estabas palta o cocho, tu electrocardiograma. La cosa es que entre especialidades uno siempre espera sentadito afuera, y como buen cofrade ya tenía identificados todos los culos cercanos, desde la que trapea de Eulen hasta la psicóloga, la cosa es que de reojo me daba cuenta que la recepcionista, a quién ya habia mapeado desde que llegué (flaquita, ojos marrones bonitos, pelo pintado rojizo, labios gruesos bien ricos, risueña) me miraba de rato en rato. Yo volteaba y sonreía sin poder acercarme ya que seguía atendiendo a los recién llegados. En eso entro a una consulta y de casualidad dejé mi folder en la silla donde estaba, me revisan el hocico y cuando salgo me encuentro con la recepcionista con mi folder en sus manos: “hola, lo dejaste en la silla, lo guardé para que no se te pierda” obviamente como todo buen malpensado yo ya alucinaba “se quiere comer mi pájaro” y me fui de avance diciéndole “me salvaste la vida, sino hubiese tenido que quedarme a hacer todo de nuevo, pero contigo cerca creo que hubiese sido una bendición en vez de algo malo” se rió y continué “estás super linda y quería agradecerte, será que podríamos tomar un café en tu refrigerio”
Se sonrió y mirando de un lado a otro (seguro chequeando que no la vean ni escuchen) me dice: “escríbeme por whatsapp y coordinemos” y me dicta su celular.
Campeón! dije para mis adentros y continué con mi circuito médico. Entre una y otra revisión médica le mandaba mensajitos coquetos y la miraba leerlos y sonrojarse… ya estaba lista pensaba. Acabé, me despedí cordialmente y me retiré ya sabiendo que en media hora ella iba a salir a darme el encuentro en la esquina del parque…