Hola cofrades, me aventuro a contarles por primera vez un relato, que en realidad es de una parte oscura de mi vida, algo que me tuvo preocupado por muchos años y que ahora mas bien extraño y si pudiera regresaría en el tiempo para poder revivirlo. Espero que mi estilo no les aburra, empezaré desde el principio hace muchos años cuando era felizmente casado con una hija en primaria y se hizo amiga de varias en su salón y una de ellas es la protagonista que la llamaré Abigail.
Ella era una niña menudita bajita, salió a su mamá que es bajita también, y era de mirada tierna y con actitud de las que quieren que las rescate un príncipe azul. De hecho que en ese tiempo no me fijaba en ella, pero en retrospectiva me dí cuenta que eso fue lo que me hizo nacer en mi un sentimiento de querer protegerla de forma paternal, pero que después se convirtió en deseo.
Hasta acá todo bien y normal, en las salidas de mi hija con sus amigas a veces yo las llevaba y recogía a todas y no pasaba nada ni siquiera en mi mente, pero Abigail le gustaba sentarse adelante y me hacía la conversa en vez de hacerlo con sus amigas, y yo lo interpretaba como una admiración o en el peor de los casos que podía ser un amor platónico para ella, y ello no me afectaba así que le hacía caso y ya. Cuando mi hija está en secundaria nos mudamos a provincia por mi trabajo y por supuesto me llevé a mi aún esposa y a mi hija, para esto Abigail era ya la mejor amiga de mi hija, y tanto le afecto esto a ella que hasta nos acompañó al aeropuerto a las 6am a "despedirse de mi hija" porque la iba a extrañar mucho.
Pasaron los años y me divorcié justo en quinto de secundaria de mi hija y mi exesposa quería regresar a Lima, por lo que acordamos de que se muden terminando el año y que a mitad de año yo viajaría solo con mi hija para que postule a una universidad conocida. Para esto Abigail mantuvo contacto con mi hija todos estos años y coordinaron que se reunirían en casa de mis familiares donde nos hospedariamos.
Ese gran día llegamos a las 11am a Lima y ví por primera vez después de todos estos años a Abigail, fue increíble el cambio de personalidad que había tenido, si bien tenía 16 años igual que mi hija y obviamente ambas habían desarrollado un poco corporalmente, la diferencia en su forma de vestir y su actitud eran muy distintas. Abigail aún siendo bajita y habiendo desarrollado incluso menos "carne" que mi hija se vestía con un escote llamativo y una faldita de tela bien pegada que resaltaba sus curvitas adolescente, a diferencia de mi hija que le gustaba vestir un buzo holgado que da la apariencia de una niña grande sin despertar ningún deseo.
Aparte estaba su actitud, cuando nos vimos a la distancia ella estaba con su mamá y nos saludaban con la mano de lejos, pero cuando estábamos a un metro me vino de súbito esa emoción de ya no ver a una niña amiga de mi hija sino de ver a una mujer con la que podría hasta casarme, para esto yo andaba con la leche hasta en los ojos de aguantado, pues sería fácil medio año la última vez que cogí con una chica de discoteca. No se si Abigail tuvo una emoción similar o es que yo habría puesto una cara de depravado sexual pero ella reaccionó llendose de frente a abrazar a mi hija dándome la espalda para no verme, mientras yo saludaba con un beso en la mejilla a su mamá quién era solo una conocida para mí. De ahí seguían abrazadas como si fueran enamorados mientras su mamá y yo las seguíamos viendo y conversabamos sobre el viaje. Cuando por fin se sueltan me disponía a besar en la mejilla a Abigail pero ella secamente me saludo a distancia agitando su mano y rápidamente se puso detrás de su mamá.
No lo tome a mal, supuse que ella se había vuelto muy tímida con los años y de paso esfumaba estos malos pensamientos que tenía con respecto a ella, por lo que tome mejor compostura de las circunstancias. Pero Abigail no dejo seguir mucho tiempo mi resignación y tranquilidad porque cada vez que su mamá y mi hija se preguntaban algo Abigail aprovechaba que estaba detrás de su mamá y que mi hija estaba distraída hablando y me mandaba una mirada que volvía a poner leña en el caldero, esa mirada con la cara apuntando al suelo pero sus ojitos bien abiertos hacia arriba mirándome directamente a los ojos, que muy pocas veces en mi vida he visto en alguna mujer y que debo confesarlo cofrades, me hacía explotar de emoción, aún cuando se tratara de una adolescente.
No sabía que hacer, mis huevos me pedían que vea la forma de sacarle su Wasap pero mi razón recobró el control y me resigné a que eso no podía ser y que debo tratarla como la amiga de mi hija y nada más, como debe ser. Cofrades, hice de tripas corazón para aguantar la arrechura que tenía y comportarme con la mayor naturalidad posible, si hubiera tenido oportunidad me hubiera masturbado después de esa conversación inicial para bajar la arrechura pero ya había todo un itinerario con mi familia, y con la conversa con ellos se me fue bajando la libido.
Sabía que los siguientes días iban a ser un martirio cuando tuviera que llevarlas a mi hija y Abigail a sus salidas al cine, al circo, etc, por lo que ese día me fui con una puta con la que desfogue una hora y le bote todo el quaker, o mejor dicho el engrudo, y todo esto con la cara de Abigail en mi mente. Esto lo hice para esfumar los malos pensamientos de ahí en adelante, y funcionó.
Ahí me dí cuenta que Abigail conscientemente sí quería llamar mi atención porque seguía con esas miraditas que tenía que aguantarme, y le notaba frustrada al ver que ya no tenía el efecto del primer día que nos volvimos a ver. Hasta acá todo bien, mi hija ingreso, lo celebramos y regresamos para que termine su quinto. Pero Abigail no se resignaria y pondría a funcionar un plan que llamaría mi atención de nuevo... Continuará
Ella era una niña menudita bajita, salió a su mamá que es bajita también, y era de mirada tierna y con actitud de las que quieren que las rescate un príncipe azul. De hecho que en ese tiempo no me fijaba en ella, pero en retrospectiva me dí cuenta que eso fue lo que me hizo nacer en mi un sentimiento de querer protegerla de forma paternal, pero que después se convirtió en deseo.
Hasta acá todo bien y normal, en las salidas de mi hija con sus amigas a veces yo las llevaba y recogía a todas y no pasaba nada ni siquiera en mi mente, pero Abigail le gustaba sentarse adelante y me hacía la conversa en vez de hacerlo con sus amigas, y yo lo interpretaba como una admiración o en el peor de los casos que podía ser un amor platónico para ella, y ello no me afectaba así que le hacía caso y ya. Cuando mi hija está en secundaria nos mudamos a provincia por mi trabajo y por supuesto me llevé a mi aún esposa y a mi hija, para esto Abigail era ya la mejor amiga de mi hija, y tanto le afecto esto a ella que hasta nos acompañó al aeropuerto a las 6am a "despedirse de mi hija" porque la iba a extrañar mucho.
Pasaron los años y me divorcié justo en quinto de secundaria de mi hija y mi exesposa quería regresar a Lima, por lo que acordamos de que se muden terminando el año y que a mitad de año yo viajaría solo con mi hija para que postule a una universidad conocida. Para esto Abigail mantuvo contacto con mi hija todos estos años y coordinaron que se reunirían en casa de mis familiares donde nos hospedariamos.
Ese gran día llegamos a las 11am a Lima y ví por primera vez después de todos estos años a Abigail, fue increíble el cambio de personalidad que había tenido, si bien tenía 16 años igual que mi hija y obviamente ambas habían desarrollado un poco corporalmente, la diferencia en su forma de vestir y su actitud eran muy distintas. Abigail aún siendo bajita y habiendo desarrollado incluso menos "carne" que mi hija se vestía con un escote llamativo y una faldita de tela bien pegada que resaltaba sus curvitas adolescente, a diferencia de mi hija que le gustaba vestir un buzo holgado que da la apariencia de una niña grande sin despertar ningún deseo.
Aparte estaba su actitud, cuando nos vimos a la distancia ella estaba con su mamá y nos saludaban con la mano de lejos, pero cuando estábamos a un metro me vino de súbito esa emoción de ya no ver a una niña amiga de mi hija sino de ver a una mujer con la que podría hasta casarme, para esto yo andaba con la leche hasta en los ojos de aguantado, pues sería fácil medio año la última vez que cogí con una chica de discoteca. No se si Abigail tuvo una emoción similar o es que yo habría puesto una cara de depravado sexual pero ella reaccionó llendose de frente a abrazar a mi hija dándome la espalda para no verme, mientras yo saludaba con un beso en la mejilla a su mamá quién era solo una conocida para mí. De ahí seguían abrazadas como si fueran enamorados mientras su mamá y yo las seguíamos viendo y conversabamos sobre el viaje. Cuando por fin se sueltan me disponía a besar en la mejilla a Abigail pero ella secamente me saludo a distancia agitando su mano y rápidamente se puso detrás de su mamá.
No lo tome a mal, supuse que ella se había vuelto muy tímida con los años y de paso esfumaba estos malos pensamientos que tenía con respecto a ella, por lo que tome mejor compostura de las circunstancias. Pero Abigail no dejo seguir mucho tiempo mi resignación y tranquilidad porque cada vez que su mamá y mi hija se preguntaban algo Abigail aprovechaba que estaba detrás de su mamá y que mi hija estaba distraída hablando y me mandaba una mirada que volvía a poner leña en el caldero, esa mirada con la cara apuntando al suelo pero sus ojitos bien abiertos hacia arriba mirándome directamente a los ojos, que muy pocas veces en mi vida he visto en alguna mujer y que debo confesarlo cofrades, me hacía explotar de emoción, aún cuando se tratara de una adolescente.
No sabía que hacer, mis huevos me pedían que vea la forma de sacarle su Wasap pero mi razón recobró el control y me resigné a que eso no podía ser y que debo tratarla como la amiga de mi hija y nada más, como debe ser. Cofrades, hice de tripas corazón para aguantar la arrechura que tenía y comportarme con la mayor naturalidad posible, si hubiera tenido oportunidad me hubiera masturbado después de esa conversación inicial para bajar la arrechura pero ya había todo un itinerario con mi familia, y con la conversa con ellos se me fue bajando la libido.
Sabía que los siguientes días iban a ser un martirio cuando tuviera que llevarlas a mi hija y Abigail a sus salidas al cine, al circo, etc, por lo que ese día me fui con una puta con la que desfogue una hora y le bote todo el quaker, o mejor dicho el engrudo, y todo esto con la cara de Abigail en mi mente. Esto lo hice para esfumar los malos pensamientos de ahí en adelante, y funcionó.
Ahí me dí cuenta que Abigail conscientemente sí quería llamar mi atención porque seguía con esas miraditas que tenía que aguantarme, y le notaba frustrada al ver que ya no tenía el efecto del primer día que nos volvimos a ver. Hasta acá todo bien, mi hija ingreso, lo celebramos y regresamos para que termine su quinto. Pero Abigail no se resignaria y pondría a funcionar un plan que llamaría mi atención de nuevo... Continuará
Última edición: