Cuando la conocí unos años atrás, se llamaba Leyci; la conocí caminando, explorando unos de los locales de Rufino Torrico. No era muy alta, tampoco muy baja, un poco delgada para los ojos de algunos, su atuendo era muy campechano: Una especie de sandalias de corto taco, unos pantalones que le llegaban hasta sus muslos morenos. Unos ojos por los que hubiera enloquecido cualquier príncipe azul y un rostro del cual me enamore perdidamente.
En ese tiempo iba de vez en cuando a los locales de A Sol la barra, con mis amigos, de verdad que eran deprimentes esos locales –Todavía no existía nuestro Palmeras-. A ella la conocí un domingo en que había ido solo, estaba ocupada, un viejo de esos que abundan la manoseaba y a ella no le gustaba, trataba de safarse y el viejo la forcejeaba. “Estoy pagando” le oí decir al viejo. “¿Otra cervecita?” me ofreció mi amigo Ray. “tráeme a la señorita que esta con el viejo ese” le indique. “Esta ocupada” sentencio.
“Cuando se desocupe, me la traes entonces” repuse. Pasaron unos minutos y Leyci, al parecer dejo plantado al viejo, porque abruptamente se paro, dejo el trago sin terminar y se retiro.
- Hola -la salude-¿Cómo estas?
- Bien –agrego-, un poco molesta por ese viejo mañoso, se pasa, cree que porque me esta invitando unos tragos, tiene derecho a manosearme.
Me agrado desde el principio, su hablar era un medio raro para mí, no tenía el dejo charapa bien definido, pero se notaba su procedencia.
- ¿Eres de por aquí? –un poco intimidado le pregunte-
- No. –Respondió- Soy del Nororiente, recién estoy por aquí unos meses.
Me dijo que había estudiado en un instituto en su tierra, pero por la falta de oportunidades había llegado aquí a la capital. Nos agradamos desde el principio, porque ambos notamos nuestra inexperiencia en este mundo, como dije, su atuendo era un indicador clarísimo de su inexperiencia en el medio, mientras otras chicas mas recorridas, lucían largas botas de cuero, con un taco muy alto, ella lucia una ropa muy humilde a mi vista; talvez eso influyo también a que me gustara.
Le conté a que me dedicaba y le conté algunas cosas de mi vida privada y que por accidente, ese DIA había llegado ahí.
La pase tan bien aquella noche, que el tiempo se paso rapidisisimo, afortunadamente no se tomaba los tragos demasiado rápido, creo que hicimos un par de horas con cuatro u cinco tragos de S/.10. Le dije que no iba mucho a los Night Club, que acompañaba a mis amigos a los locales de La Colmena, pero que salía disparado, porque había muchas marcianas en aquellos lugares y que me iba a dar Gastritis de tanto Show Abominable. “A comparación de esas chicas, tu podría ser Miss Universo” le decía.
Aquella vez le prometí que vendría mas seguido por ahí, que me había causado una grata impresión verla, y más todavía conocerla.
A los días volví, y la encontré, pasábamos ratos muy agradables, siempre le decía que me gustaba y trataba de hacerla reír contándole algún chiste que me acordaba en ese momento, ella se convirtió en mi mejor amiga, en mi confidente, yo la notaba sincera, y por eso confiaba en ella, le contaba lo que me pasaba en mi trabajo y en mi familia.
Siempre me preguntaba como seria a la luz del Sol, a veces no podía dormir pensando en ella, jamás paso un pensamiento obsceno en mi cabeza, creo que la idealice mucho, hasta extremos virginales.
La tarde en que nos encontramos en un centro Comercial, comprobé la magnitud de su belleza, me había equivocado en mis sueños; era mucho mas bonita de lo que había imaginado. Fuimos a caminar sin rumbo, solo conversando, no habíamos planeado nada, solo vernos.
-¿Vamos al Internet? –me pregunto
- Que hay en el Internet –le respondí-. Yo tengo Internet en mi casa.
Debo confesar que en aquel tiempo yo no sabía ni remotamente que era el MSN, y que se podía chatear con contactos preestablecidos, y es que yo tenía el concepto del Chat, del MIRC y sobre todo del Latín Chat, los cuales ya los había dejado de usar. Para mi trabajo usaba el correo electrónico, pero solo utilizaba –y utilizo hasta ahora- el Outlook Express.
En otra oportunidad, ella me enseño a crear una cuenta en Hotmail y fue mi primer contacto.
Así me entere el tiempo que robaba mi secretaria a su jornada de trabajo. Quiero contar también que por aquel tiempo se me vino un gran problema, y no fue por culpa de ella.
Lo que paso fue que ingenuamente y por mero trabajo, me quedaba hasta tarde en mi oficina con mi secretaria, en realidad, ella era mas que una secretaria, era estudiante de contabilidad y me ayudaba mucho en el trabajo, viéndolo desde aquí, creo que la costumbre hizo que yo despertara sentimientos mas que amicales hacia ella. Nunca me salía con peros para trabajar horas extras, no confundan por favor, verdaderamente necesitaba su ayuda; No muy pocas veces, plan de once u doce de la noche, salíamos a cenar, y después yo la llevaba a su casa hasta el Callao. Un día mi enamorada se aparecio por mi oficina en aquella jornada nocturna, le entraron unos celos terribles, que me hizo una escena que jamás alguna mujer me la hizo, la calme explicándole lo importante que era terminar mi trabajo y que verdaderamente necesitaba la ayuda de mi secretaria, a quien ya conocía. No se si soy ingenuo, pero a mi me pareció lo mas normal del mundo.
Me fui con las dos hasta el Callao ha dejar a mi secretaria, y después me fui con mi enamorada, hasta mi casa, ahí le hice pagar la vergüenza que me había hecho pasar, hicimos el amor toda la noche, pero ya no era lo mismo, al poseerla, pensaba en Leyci, en su rostro y en su cuerpo tan perfecto.
Cuando empezaron los problemas serios con mi enamorada, ella creía que la causante era mi secretaria. “por culpa de esa perra me estas dejando” me dijo, pero no era así, me di cuenta que el amor que sentía por ella había caducado, y que no podía engañarla, así estuviera o no con la fichera que había conocido, ya no sentía nada por ella, lo justo era terminar en ese momento, algo que tarde o temprano se acabaría, fueron momentos muy difíciles que hicieron que me refugiara mas en mi “amiga” nocturna, íbamos al Cine de Mega plaza, algunas veces al Jockey, al parque de las leyendas, de la reserva, de la exposición, y nos entreteníamos mirando aquel estanque lleno de patos salvajes, a quienes muchos niños le tiraban comida desde las rejas.
Salíamos, los domingos, a veces solos, a veces con una amiga de ella, que mucho después la vi trabajando en otro local de Rufino Torrico.
A la vista de todos –mis amigos y los de ella- parecíamos enamorados, pero no lo éramos, yo no quería confesarle que me estaba gustando demasiado y que había creado una dependencia en mi, el hecho de tener que verla, no solo los domingo, sino que siempre.
Tenia temor de confesarle lo que sentía por ella, porque quería una muestra, un indicio, de que ella también sentía lo mismo, pero no lograba sacarle nada, siempre era fría, “¿acaso era esta su forma de ser?” pensaba.
Un día, me llamo llorando. “tengo que irme” me dijo “tengo que regresarme a mi tierra, hay cosas que tengo que solucionar y es necesario que vaya por allá”
Le dije para vernos esa misma tarde….Continuara