blackbird1234
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Muy buenas amigos, soy nuevo en el foro pero lo visito desde hace un buen tiempo. Por fin decidí unirme activamente a la comunidad apoyándolos con consejos, opiniones, experiencias, etc. Aprovechando el anonimato que nos da internet, he decidido contar una experiencia que espero no sea vista con malos ojos.
No voy a echarme flores, no soy para nada cachero ni gilero, soy un tipo normal con una vida normal, como cualquiera. Esporádicamente tengo mis salidas con una que otra amiga o alguna kine (más adelante les comentaré mis experiencias con kines). Bueno, al grano.
La pandemia nos ha llevado a algo que se llama "nueva normalidad", una vaina sinceramente, pero que para algunos, como yo, nos ha servido para replantearnos nuestras metas en la vida. El maldito de Vizcarra, por temas covid, prohibió las reuniones sociales que posteriormente Sagasti lo mantuvo hasta un tiempo. Es ahí, cuando no se podía hacer fiestas, cuando tuve mi experiencia con mi tía.
Aún estoy en mis 20's, en unos años llego a los 30 y mi tía Sandra tiene 38 años. Confieso que nunca la vi con ojos de lujuria, era mi pariente pues. Sandra no es un mujerón, es una mujer común y corriente que de más muchacha tenía algo de jale, sim embargo, todavía conserva su gracia. No esta casada pero tiene una pequeña niña con su ex gil.
Era el cumple de alguien de la familia y llamó a algunos de la familia para reunirnos, algo tranquilo. Debido al aburrimiento que generó la cuarentena, algunos aceptamos ir (en ese tiempo, las cosas ya eran más flexibles pero aún existía el toque de queda). La reunión corrió con normalidad compartiendo comida y cerveza con la familia. Empezamos temprano para que la reunión acabe temprano.
Como siempre sucede, la gente se empiló y muchos se quedaron tomando hasta el día siguiente pero yo no. Yo me despedí de todos y me fui. Cuando estaba esperando mi carro para regresarme a mi casa me alcanza mi tía Sandra, estaba chaposa por el alcohol. Me dice que la sigamos en su casa, pero yo no quería porque me preocupaba el toque de queda pero me insistió tanto que acepté. Caballero nomás, dormiré en la sala, pensé.
El papá de mi tía Sandra había fallecido por covid y su mamá logró irse a provincia para estar más segura ya que acá en Lima no hay ni camas UCI. Además de que en su pueblo hay aire más limpio. Su hija estaba con su ex así que la casa estaba sola para nosotros.
Luego de varias chelas, Sandra se picotea más y me doy cuenta que se pone más coqueta. Me paltié, no sabía cómo responder ya que, como dije líneas arriba, nunca he visto a alguien de mi familia con ojos de lujuria. Me preguntaba si estaba con alguien y esas cosas, obviamente por temas de pandemia mis encuentros con mujeres con nulos. Por ratos me tocaba la pierna y se reía.
Se trató de parar pero casi de cae, así que la ayudo y la llevo a su cuarto para que descanse. Nos sentamos en su cama y empieza a decirme que me quiere mucho y se pone a recordar cosas del pasado. En eso, de la nada, me da un pico y se ríe. Yo palteado también me río sin saber qué hacer y ella me agarra el pene y aprovecha que me quedé frío para robarme otro beso. Cuando quería decir algo, me callaba haciendo "shhh". Se me puso dura y ella lo notó y me lo mencionó. Con su peso me echó en la cama y aprovechó a darme besos. Mientras me besaba me sacó la pinchula y lo masturbaba. Es ahí cuando sucumbí a los bajos instintos.
Mi tía me chupó la pinga como si no lo hubiera hecho desde hace tiempo. Cambiaba de velocidades, escupía, hacía ruidos hasta que me vine pero eso no hizo que se detenga. Siguió chupando un rato más, luego se quitó la ropa y yo hice lo mismo. Se subió encima mío para besarme y luego yo bajé para chupar sus tetas y le metía dedo en su concha. Poco a poco sus pezones se ponían duritos. Creo que lo prohibido nos llenó de morbo.
Yo no tenía condones pero en ese momento dije en mi mente,"ya que ". Sandra notó que se me paró y lo llevó a su cueva del placer. ¡Otra sensación, amigos! Seguro que lo prohibido tuvo algo que ver. Sentí su interior, húmedo y caliente. Mi tía subía y bajaba mientras yo le tocaba las tetas y ella gemía. Luego de un rato tomé sus nalgas con mis manos, me acomodé y empecé a darle. En eso me dijo algo que me enfermó más: "qué rico cachas a tu tía". Ufff, casi me vuelvo loco.
Cambiamos de posición y le di de perrito. Mientras la embestía, le repartía nalgadas. Ella se movía rico y gemía y yo le dije que si le gustaba que su sobrino le cache y ella respondía sí.
En ese momento ya no hay vuelta atrás, estimados. Uno ya no piensa en las repercusiones que puede generar episodios como este. Yo no pensaba en nadie más, solo vivía el momento. Me olvidé de todo, de la familia, del covid, del mundo, sólo éramos ella y yo. Tía y sobrino. Se rompieron los límites de la moral.
Cuando sentí que ya iba a terminar se lo hice saber a Sandra y ella me pidió que me corra dentro de ella y así lo hice. Nos quedamos abrazados en la cama mientras yo seguía dentro de ella y cuando recuperamos el aliento me da un pico y me hace jurar que nadie se debe de enterar de los sucedido.
Bueno, amigos. Si desean luego les sigo contando más sobre esta nueva relación que mantengo con ella. ¿Ustedes han tenido o conocen de alguien que haya pasado por algo parecido? Pero de verdad, pues. Hay muchos que florean. Bueno, gente, hasta pronto.
No voy a echarme flores, no soy para nada cachero ni gilero, soy un tipo normal con una vida normal, como cualquiera. Esporádicamente tengo mis salidas con una que otra amiga o alguna kine (más adelante les comentaré mis experiencias con kines). Bueno, al grano.
La pandemia nos ha llevado a algo que se llama "nueva normalidad", una vaina sinceramente, pero que para algunos, como yo, nos ha servido para replantearnos nuestras metas en la vida. El maldito de Vizcarra, por temas covid, prohibió las reuniones sociales que posteriormente Sagasti lo mantuvo hasta un tiempo. Es ahí, cuando no se podía hacer fiestas, cuando tuve mi experiencia con mi tía.
Aún estoy en mis 20's, en unos años llego a los 30 y mi tía Sandra tiene 38 años. Confieso que nunca la vi con ojos de lujuria, era mi pariente pues. Sandra no es un mujerón, es una mujer común y corriente que de más muchacha tenía algo de jale, sim embargo, todavía conserva su gracia. No esta casada pero tiene una pequeña niña con su ex gil.
Era el cumple de alguien de la familia y llamó a algunos de la familia para reunirnos, algo tranquilo. Debido al aburrimiento que generó la cuarentena, algunos aceptamos ir (en ese tiempo, las cosas ya eran más flexibles pero aún existía el toque de queda). La reunión corrió con normalidad compartiendo comida y cerveza con la familia. Empezamos temprano para que la reunión acabe temprano.
Como siempre sucede, la gente se empiló y muchos se quedaron tomando hasta el día siguiente pero yo no. Yo me despedí de todos y me fui. Cuando estaba esperando mi carro para regresarme a mi casa me alcanza mi tía Sandra, estaba chaposa por el alcohol. Me dice que la sigamos en su casa, pero yo no quería porque me preocupaba el toque de queda pero me insistió tanto que acepté. Caballero nomás, dormiré en la sala, pensé.
El papá de mi tía Sandra había fallecido por covid y su mamá logró irse a provincia para estar más segura ya que acá en Lima no hay ni camas UCI. Además de que en su pueblo hay aire más limpio. Su hija estaba con su ex así que la casa estaba sola para nosotros.
Luego de varias chelas, Sandra se picotea más y me doy cuenta que se pone más coqueta. Me paltié, no sabía cómo responder ya que, como dije líneas arriba, nunca he visto a alguien de mi familia con ojos de lujuria. Me preguntaba si estaba con alguien y esas cosas, obviamente por temas de pandemia mis encuentros con mujeres con nulos. Por ratos me tocaba la pierna y se reía.
Se trató de parar pero casi de cae, así que la ayudo y la llevo a su cuarto para que descanse. Nos sentamos en su cama y empieza a decirme que me quiere mucho y se pone a recordar cosas del pasado. En eso, de la nada, me da un pico y se ríe. Yo palteado también me río sin saber qué hacer y ella me agarra el pene y aprovecha que me quedé frío para robarme otro beso. Cuando quería decir algo, me callaba haciendo "shhh". Se me puso dura y ella lo notó y me lo mencionó. Con su peso me echó en la cama y aprovechó a darme besos. Mientras me besaba me sacó la pinchula y lo masturbaba. Es ahí cuando sucumbí a los bajos instintos.
Mi tía me chupó la pinga como si no lo hubiera hecho desde hace tiempo. Cambiaba de velocidades, escupía, hacía ruidos hasta que me vine pero eso no hizo que se detenga. Siguió chupando un rato más, luego se quitó la ropa y yo hice lo mismo. Se subió encima mío para besarme y luego yo bajé para chupar sus tetas y le metía dedo en su concha. Poco a poco sus pezones se ponían duritos. Creo que lo prohibido nos llenó de morbo.
Yo no tenía condones pero en ese momento dije en mi mente,"ya que ". Sandra notó que se me paró y lo llevó a su cueva del placer. ¡Otra sensación, amigos! Seguro que lo prohibido tuvo algo que ver. Sentí su interior, húmedo y caliente. Mi tía subía y bajaba mientras yo le tocaba las tetas y ella gemía. Luego de un rato tomé sus nalgas con mis manos, me acomodé y empecé a darle. En eso me dijo algo que me enfermó más: "qué rico cachas a tu tía". Ufff, casi me vuelvo loco.
Cambiamos de posición y le di de perrito. Mientras la embestía, le repartía nalgadas. Ella se movía rico y gemía y yo le dije que si le gustaba que su sobrino le cache y ella respondía sí.
En ese momento ya no hay vuelta atrás, estimados. Uno ya no piensa en las repercusiones que puede generar episodios como este. Yo no pensaba en nadie más, solo vivía el momento. Me olvidé de todo, de la familia, del covid, del mundo, sólo éramos ella y yo. Tía y sobrino. Se rompieron los límites de la moral.
Cuando sentí que ya iba a terminar se lo hice saber a Sandra y ella me pidió que me corra dentro de ella y así lo hice. Nos quedamos abrazados en la cama mientras yo seguía dentro de ella y cuando recuperamos el aliento me da un pico y me hace jurar que nadie se debe de enterar de los sucedido.
Bueno, amigos. Si desean luego les sigo contando más sobre esta nueva relación que mantengo con ella. ¿Ustedes han tenido o conocen de alguien que haya pasado por algo parecido? Pero de verdad, pues. Hay muchos que florean. Bueno, gente, hasta pronto.