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Muchos que no votamos por Ollanta hemos optado por esperar antes de opinar de la gestión del Presidente porque muchos de los que se subieron al tren humalista al final, ven cualquier crítica como piconería.
Hoy en su columna del director Fritz Du Bois dice:
El sonido del silencio
Domingo 18 de marzo del 2012 | 12:10
Fritz Du Bois,
La opinión del director
Hay temas menores en política que uno puede hacerse el muertito e ignorar y, usualmente, se van. Pero hay otros que son lo contrario, en los cuales si uno no actúa de inmediato para remediarlos crecen como una bola de nieve rodando por una pendiente y terminan sepultando al que no quiso enfrentarlos.
En esta última categoría se encuentra, sin duda, el caso de Antauro el cual no es un tema menudo ni simplemente familiar. El hecho que Ollanta Humala intente minimizar de esa manera el escándalo generado por su hermano, no va a convencer al soberano a que cambie de opinión. El pueblo considera que es un tema del cual se espera una explicación, por lo que la contínua evasión presidencial está afectando su credibilidad y nivel de aprobación. Más aún, su silenciosa complicidad con el tratamiento privilegiado que recibe su hermano, no es la actitud que debe asumir un jefe de estado.
Incluso, el desprestigio que le va a generar este escándalo va a limitar su capacidad de convocatoria cuando tenga alguna situación que requiera que las fuerzas políticas o la población lo apoyen sin dudar. Los líderes no pueden, por lealtad o presión familiar, desperdiciar su principal activo, que es la confianza del electorado.
Para comprobarlo, basta ver el bajísimo nivel de aprobación que tuvo Toledo quien sufrió de una familia complicada que el también trató de ignorar durante la mayor parte de su gobierno y las diversas oportunidades en que su régimen tambaleó, por la falta de credibilidad del mandatario. Fueron, recordemos, tres años iniciales de evidente fragilidad ante las dudas que existían sobre su capacidad para actuar, hasta que el crecimiento económico escondió esa debilidad.
Por otro lado, es difícil entender el motivo que puede llevar a Humala a hipotecar tan temprano, en su mandato, su capacidad de gobernar para favorecer a un hermano, que como se ha visto en las imágenes íntimas dentro del penal que él mismo se ha encargado de propalar, parece muy interesado en desestabilizarlo, y quien fue el cabecilla de un intento de golpe de Estado que terminó con cuatro policías asesinados.
En realidad, Antauro va a ser siempre una piedra en su zapato. Por lo que el presidente debería perderle el temor, corrigiendo esta inaceptable situación mandando a su hermano a una prisión normal como cualquier presidiario y asunto cerrado. Caso contrario, el escándalo reaparecerá contínuamente debilitándolo.
Hoy en su columna del director Fritz Du Bois dice:
El sonido del silencio
Domingo 18 de marzo del 2012 | 12:10
Fritz Du Bois,
La opinión del director

Hay temas menores en política que uno puede hacerse el muertito e ignorar y, usualmente, se van. Pero hay otros que son lo contrario, en los cuales si uno no actúa de inmediato para remediarlos crecen como una bola de nieve rodando por una pendiente y terminan sepultando al que no quiso enfrentarlos.
En esta última categoría se encuentra, sin duda, el caso de Antauro el cual no es un tema menudo ni simplemente familiar. El hecho que Ollanta Humala intente minimizar de esa manera el escándalo generado por su hermano, no va a convencer al soberano a que cambie de opinión. El pueblo considera que es un tema del cual se espera una explicación, por lo que la contínua evasión presidencial está afectando su credibilidad y nivel de aprobación. Más aún, su silenciosa complicidad con el tratamiento privilegiado que recibe su hermano, no es la actitud que debe asumir un jefe de estado.
Incluso, el desprestigio que le va a generar este escándalo va a limitar su capacidad de convocatoria cuando tenga alguna situación que requiera que las fuerzas políticas o la población lo apoyen sin dudar. Los líderes no pueden, por lealtad o presión familiar, desperdiciar su principal activo, que es la confianza del electorado.
Para comprobarlo, basta ver el bajísimo nivel de aprobación que tuvo Toledo quien sufrió de una familia complicada que el también trató de ignorar durante la mayor parte de su gobierno y las diversas oportunidades en que su régimen tambaleó, por la falta de credibilidad del mandatario. Fueron, recordemos, tres años iniciales de evidente fragilidad ante las dudas que existían sobre su capacidad para actuar, hasta que el crecimiento económico escondió esa debilidad.
Por otro lado, es difícil entender el motivo que puede llevar a Humala a hipotecar tan temprano, en su mandato, su capacidad de gobernar para favorecer a un hermano, que como se ha visto en las imágenes íntimas dentro del penal que él mismo se ha encargado de propalar, parece muy interesado en desestabilizarlo, y quien fue el cabecilla de un intento de golpe de Estado que terminó con cuatro policías asesinados.
En realidad, Antauro va a ser siempre una piedra en su zapato. Por lo que el presidente debería perderle el temor, corrigiendo esta inaceptable situación mandando a su hermano a una prisión normal como cualquier presidiario y asunto cerrado. Caso contrario, el escándalo reaparecerá contínuamente debilitándolo.