Elmilamores19
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Hola, quisiera extender mi saludo a cada uno de los usuarios, y compartir mi pequeña experiencia que tuve con una menuda chiquita. Trataré de resumir esa anécdota. Es mi primer post, y espero que sea de su agrado.
A la chica en cuestión la llamaremos Lorena. La conocí en la Academia. A primera vista me gustó porque era de esas chicas que tiene ese que, que no sé que. Era delgadita, bajita y carita curiosa. Yo todavía era un adolescente de 16 y ella de 18.
Después de largos años de amistad que se mantuvo a pesar de todo, decidimos citarnos después de casi mas de 10 años.
Debo indicar que terminada la pre, entré a la universidad. Seguí mi vida, hablaba con ella por el antiguo Messenger. Pero nunca pasó nada hasta aquel entonces.
Ya en Facebook, nos escribíamos y comentábamos nuestros post. Hasta que cierta noche, la conversación se puso picante. Y me dije: vamos a ver hasta donde llegamos. Total, me había atraído bastante. Y así, decidimos citarnos para antes de fin de año. Y felizmente, nuestras agendas coincidieron.
Nos reencontramos en Centro Civico. Estaba bien linda a pesar de no haberla visto hace tantos años. Es más, seguía igualita. Después de juguetear, decidimos visitar un bonito parque, El Olivar. Ahí conversamos, nos pusimos al día de todo lo que habíamos hecho en ese largo tiempo de ausencia. Ya oscureciendo, decidimos caminar y de tanto jalones, quedamos pegados cara a cara. Sonreí y lo pasé por alto.
Nuevamente lo mismo, y me dije: veamos que pasa. Pues la besé y vaya que se estremeció. Hoy es mi noche, me dije.
Le sugerí ir a un lugar más privado. No sé si la captó pero me dijo que sí. En el camino íbamos agarrando como novios. En una parte oscura acaricié sus pequeños pechos y sus carnosas nalgas. Ella no decía nada.
En el bus nos controlamos y volvimos a la misma conversa de antes.
Al llegar al paradero, caminamos un poco. Visualicé un buen lugar, y dije: aquí es el point. Pagué, y con las llaves en mano, al cuarto.
Al entrar, la vi sorprendida. Me recosté pero ella se quedó fría. Ingresó al baño y demoró. Por dentro pensaba que se estaba arrepintiendo. Al salir, comenzó a cuestionarme si eso era lo que tenía en mente. Solo atiné a decirle que no pasaría nada que ella no quisiera.
Y así, nos fuimos besando otra vez, con caricias prohibidas de mi parte. Y cada vez que iba a sacar una prenda, me detenía.
Para ese entonces, seguía insistiendo en desnudarla, y de tanto persistir logré sacarle la polera y dejarla en brasier.
Otra vez la pego junto a mí y hago que pierda la noción de todo, y me saca el polo mientras yo le quitaba el brasier. Ya mis manos desabotonaban su pantalón y otra vez se puso en plan de que no estaba bien.
Se levantó, yo la seguí por detrás y continué besándola, mientras mis dedos iban retirando ese botón. La jalé hacia la cama, la senté sobre mis muslos mientras besaba y mordía sus pequeños pezones. La recosté sobre la cama y al fin pude quitarle el Jean. Mis labios recorrían su vientre y los contornos de su interior. Su piel comenzaba a erizarse, deslicé a un lado su trusa y decidí introducir unos dedos en su vagina. Y vaya que estaba húmeda.
Mientras mis dedos la masturbaban, mi lengua jugaba con sus suaves senos. Hasta que otra vez volvió en sí y se fue a un rincón de la habitación.
A decir verdades, me la estaba poniendo muy difícil. Fui hacia ella, la cargué como una bebé y funcionó. Otra vez insistí pero me dijo que no era correcto. Que no había forma de que tuviéramos intimidad de esa manera. Y sonará raro, pero si una mujer dice NO, es No. No insistí pero le dije que si haría algo. Y ahí fue donde me desquité con toda la furia.
Le quité la trusa, vi una conchita poblada pero aceptable e introduje mi lengua entre sus labios vaginales. Comenzó a gritar como loca, y para ese entonces mi lengua comenzó a lamer con vehemencia su clítoris. Sus jugos comenzaron a fluir y sus gemidos brotaron en intensidad. Habré estado haciéndolo por espacio de una media hora hasta que la vi echada y muerta de tanto llegar.
Fácilmente pude aprovechar que estaba en ese estado pero respeté su decisión de no hacerlo. Fui al baño, me di un breve aseo. Total, solo me había quitado el polo. Me acosté a su lado, la acaricié y me agradeció el gesto.
Salimos del hotel, tomamos nuestra movilidad a nuestros domicilios con la esperanza de que esto se tenía que consumar sí o sí. Quedaba ese aroma de revancha. Y vaya que así fue.
Continuará...
A la chica en cuestión la llamaremos Lorena. La conocí en la Academia. A primera vista me gustó porque era de esas chicas que tiene ese que, que no sé que. Era delgadita, bajita y carita curiosa. Yo todavía era un adolescente de 16 y ella de 18.
Después de largos años de amistad que se mantuvo a pesar de todo, decidimos citarnos después de casi mas de 10 años.
Debo indicar que terminada la pre, entré a la universidad. Seguí mi vida, hablaba con ella por el antiguo Messenger. Pero nunca pasó nada hasta aquel entonces.
Ya en Facebook, nos escribíamos y comentábamos nuestros post. Hasta que cierta noche, la conversación se puso picante. Y me dije: vamos a ver hasta donde llegamos. Total, me había atraído bastante. Y así, decidimos citarnos para antes de fin de año. Y felizmente, nuestras agendas coincidieron.
Nos reencontramos en Centro Civico. Estaba bien linda a pesar de no haberla visto hace tantos años. Es más, seguía igualita. Después de juguetear, decidimos visitar un bonito parque, El Olivar. Ahí conversamos, nos pusimos al día de todo lo que habíamos hecho en ese largo tiempo de ausencia. Ya oscureciendo, decidimos caminar y de tanto jalones, quedamos pegados cara a cara. Sonreí y lo pasé por alto.
Nuevamente lo mismo, y me dije: veamos que pasa. Pues la besé y vaya que se estremeció. Hoy es mi noche, me dije.
Le sugerí ir a un lugar más privado. No sé si la captó pero me dijo que sí. En el camino íbamos agarrando como novios. En una parte oscura acaricié sus pequeños pechos y sus carnosas nalgas. Ella no decía nada.
En el bus nos controlamos y volvimos a la misma conversa de antes.
Al llegar al paradero, caminamos un poco. Visualicé un buen lugar, y dije: aquí es el point. Pagué, y con las llaves en mano, al cuarto.
Al entrar, la vi sorprendida. Me recosté pero ella se quedó fría. Ingresó al baño y demoró. Por dentro pensaba que se estaba arrepintiendo. Al salir, comenzó a cuestionarme si eso era lo que tenía en mente. Solo atiné a decirle que no pasaría nada que ella no quisiera.
Y así, nos fuimos besando otra vez, con caricias prohibidas de mi parte. Y cada vez que iba a sacar una prenda, me detenía.
Para ese entonces, seguía insistiendo en desnudarla, y de tanto persistir logré sacarle la polera y dejarla en brasier.
Otra vez la pego junto a mí y hago que pierda la noción de todo, y me saca el polo mientras yo le quitaba el brasier. Ya mis manos desabotonaban su pantalón y otra vez se puso en plan de que no estaba bien.
Se levantó, yo la seguí por detrás y continué besándola, mientras mis dedos iban retirando ese botón. La jalé hacia la cama, la senté sobre mis muslos mientras besaba y mordía sus pequeños pezones. La recosté sobre la cama y al fin pude quitarle el Jean. Mis labios recorrían su vientre y los contornos de su interior. Su piel comenzaba a erizarse, deslicé a un lado su trusa y decidí introducir unos dedos en su vagina. Y vaya que estaba húmeda.
Mientras mis dedos la masturbaban, mi lengua jugaba con sus suaves senos. Hasta que otra vez volvió en sí y se fue a un rincón de la habitación.
A decir verdades, me la estaba poniendo muy difícil. Fui hacia ella, la cargué como una bebé y funcionó. Otra vez insistí pero me dijo que no era correcto. Que no había forma de que tuviéramos intimidad de esa manera. Y sonará raro, pero si una mujer dice NO, es No. No insistí pero le dije que si haría algo. Y ahí fue donde me desquité con toda la furia.
Le quité la trusa, vi una conchita poblada pero aceptable e introduje mi lengua entre sus labios vaginales. Comenzó a gritar como loca, y para ese entonces mi lengua comenzó a lamer con vehemencia su clítoris. Sus jugos comenzaron a fluir y sus gemidos brotaron en intensidad. Habré estado haciéndolo por espacio de una media hora hasta que la vi echada y muerta de tanto llegar.
Fácilmente pude aprovechar que estaba en ese estado pero respeté su decisión de no hacerlo. Fui al baño, me di un breve aseo. Total, solo me había quitado el polo. Me acosté a su lado, la acaricié y me agradeció el gesto.
Salimos del hotel, tomamos nuestra movilidad a nuestros domicilios con la esperanza de que esto se tenía que consumar sí o sí. Quedaba ese aroma de revancha. Y vaya que así fue.
Continuará...