Si me preguntabas hace 2-3 años te decía que sí. Hoy te digo que no.
Lo que pasa es que la primera camada (mucho antes del 2019) era gente de bien que veía venir el caos antes del colapso total. Las mujeres de ese lote eran educadas, guapas y de buen cuerpo. Pero lo más importante s que eran gente con educación. Yo tenía una casera de maso 30 años, blanca, rubia, delgada y con un culo firme y buenas tetas que había venido a putear pues no tenía oportunidad laboral pero sí formación profesional, y obviamente estaba kineando para juntar fichas. Como ella tuve un par de caseras más y todas tenían carrera. Todas venían a juntar plata rápido y salir del kineo en año-año y medio y usar lo invertido en un negocio propio, o kinear para mantenerse hasta encontrar un trabajo decente (no de anfitriona, ni de mesera, sino seguir en su carrera o en algo similar). Esa gente sabía que un buen trato vale más de lo que la mujer promedio asume, porque entienden que siendo esto un servicio es la mejor manera de convertir a un cliente nuevo en recurrente, lo que no solo significa mayor ingreso y menos incertidumbre, sino que también da mayor seguridad (más vale el cliente conocido).
Luego llegó una segunda oleada, mucho mayor, de gente que igual era "decente" y venía con cierto esquema. Ahí fue que se masificaron las chamas: mujeres de clase media que tenían oficio, o tenían algún trabajo de subsistencia y que sabían que podían competir en el mercado local. De muy buen trato pero menos "excelente" que las primeras, estas son las que llenaron lince originalmente. Eran de buen trato por naturaleza, por predisposición anímica o por raza, no lo sé. Gran camada, la que todos recuerdan con cierto cariño (aunque nunca tocarán a mis rubias elegantes del primer párrafo, que me comía por muy poco y degustaba como rey). Estas mujeres son las que, o pudieron conseguirse un cliente chupamedias que las colocó de recepcionistas en algún sitio con tal de comérselas gratis y seguido, o juntaron suficiente para irse a otros países pero ya con mucha mayor estabilidad que la que tenían al llegar de Venezuela.
Eso nos deja con la camada actual: las que no pudieron, por cuestiones económicas, irse de su país en la segunda camada y muchísimo menos en la primera. Estas son las primas a las que las primeras o segundas mandaban plata, y que solo han tenido que salir porque se cerró el caño, porque llegaron más hijos, o porque su ya precaria situación terminó de colapsar. Son gente de bajos recursos y por lo tanto de baja educación, que putea porque tiene que, y sabe que eso no es un escalón a nada más, es putear hasta que el cuerpo rinda, hasta que la enfermedad azote o hasta que por suerte algo cambie. No entienden como las primeras y como algunas de las segundas la importancia de hacer sostenible su trabajo con cliente contentos, además de que putear es un callejón sin salida aparente y entonces son malagracia, aburridas, pirañonas. Sus maridos no tienen muchas expectativas de empleo más allá de sueldo básico o empleo ocasional. Son marginados en un país que no es el suyo, donde sus oportunidades no son muchas y la situación económico-política va a empeorar antes de mejorar siquiera un poco. Obviamente son lo que quedó en el fondo del barril.
Lo más importante: Las primeras y una gran parte de las segundas llegó a kinear porque quiso, porque vio plata fácil o porque tenía como vivir mejor que alguien con sueldo mínimo. Las terceras llegan con caficho, explotadas y presas de mafias.
Yo antes era amante de las venecas, pues como digo tuve increíbles experiencias a precios de ganga, pero hoy casi que las descarto si son chamas. Salvo referencias confiables, hoy es casi seguro que el trato es malo, el desempeño es bajo o la experiencia es incómoda.