Anita
Parte 1
Parte 1
Es interesante ver como la tecnología ha influenciado nuestro diario vivir. Aunque me considero joven, ya dibujo canas y diez años atrás parecen ayer. El hecho es que mi generación no creció con computadoras ni Internet, y aprendimos de ellas con el andar del tiempo. Hoy estos equipos y la cibernética, se han vuelto pan de todos los días y el que no sabe usar estos instrumentos esta totalmente perdido.
Hace apenas unos diez años atrás yo trabajaba en una empresa importante que exportaba la mayor parte de su producción. Yo era el gerente de ventas y me iba muy bien, pues además de de ganar jugosas comisiones viajaba por mucho hospedándome en hoteles de 5 estrellas en las principales ciudades de América Central y América del Sur.
Era casado y gozaba de una vida matrimonial completa y sana, no me faltaba absolutamente nada. Cuando estaba fuera del país, para no sentir la soledad y gozando de buenos viáticos, salía cada noche a shows, restaurantes lujosos, y socializando con clientes y colegas que uno va conociendo en la ruta, manteniendo un ritmo sano y siempre fiel a mi esposa. Sin embargo después de haber viajado por más de un año, al regresar a casa sentía que algo me faltaba.
Es así que encontré una forma de llenar ese vació el Internet y sus chats. No recuerdo como exactamente me introduje en este vicio, porque de hecho es una enfermedad, pero en casi nada de tiempo ya contaba con una recatafila de amigos y amigas con quien conversar en mis ratos libres, la mayoría de los países a los que yo viajaba constantemente. Estos ratos libres cada vez eran mas .prolongando mis días de oficina en Lima hasta las 10:00 u 11:00 P.M. y los Sábados hasta las 8:00 P.M. La excusa perfecta para llegar a mi casa tarde es que tenia harto trabajo y la coartada era ideal pues cuando se hacia tarde y me trataban de buscar siempre me encontraban en mi trabajo.
Es por este medio que conocí a Anita de Quito, una mujer sumamente agradable con quien chatear era un placer. Cada día ansiaba entrar al Internet para buscar a esta mujer sin rostro que me atraía inexplicablemente. Chateábamos de todo, hasta que un día comenzó a contarme de sus cosas mas intimas. Ella era casada y sentía que su marido no le daba la atención que ella merecía, y que a través del Internet había conocido a una persona a la cual se sentía atraída. Era un hombre soltero u de buena posición aunque un par de años menor que ella, y vivía en Puerto Rico; había un pequeño inconveniente ella omitió mencionarle que era casada. Obviamente el terminó con ella, Anita acabó en una depresión bárbara y yo consolándola. Para esto, yo cada vez me sentía mas atraído a esta mujer y aproveche el momento para pedirle que me envié una foto suya
Cuando recibí la foto, creo que me enchuche instantáneamente, ella posaba en una bikini minúscula tirada en un pasto verde al lado de un tigre de bengala disecado. Era una mujer hermosa, parecía una modelito de playboy que si bien pasaba los 35 años se veía como de 21. Su pelo era lacio de color negro, tes morena y ojos color almendra, se veía una mujer de buena altura y con un par de tetas, no era una mujer cualquiera era un mujeron.
Una cosa llevo a la otra y en poco tiempo ya habíamos conectado camaritas a nuestras respectivas computadoras. Ojo que en aquella época no había speedy y nos conectábamos vía MODEM y línea telefónica. Nuestras conversaciones siempre se mantenían en temas cotidianos, de cultura y tonterías sin mayor importancia hasta que un día nos conectamos y la vi llorando .Me dijo que estaba harta de su marido, que si bien no le faltaba nada en lo material, no recibía cariño ni afecto de el. Me contó que esa madrugada al igual que en otras oportunidades el marido despertó arrecho, la despertó, le pidió que se abra de piernas y se la tiró. Según Anita, habían pasado muchos anos sin que ella experimente un orgasmo, ella se sentía joven y deseaba vivir la vida, en otras palabras estaba arrecha. Me pregunto si yo sabia lo que era el Cybersex, y al decirle que no sabia, me ofreció enseñarme una nueva forma de placer sexual.
Las sesiones de sexo por computadora se volvieron diarias y hasta tres veces por día. Ella se desnudaba, yo me desnudaba, nos masturbábamos y nos íbamos viendo por las camaritas. Cuando eso no nos fue suficiente nos hablábamos por teléfono y nos solicitábamos mutuamente que es lo que nos gustaría hacer para brindarnos mas placer. Ella se conseguía todo tipo de juguetes y la verdad que mas que una mujer deprimida, parecía una profesional, y yo pues enchuchadisimo .
Pasaron un par de meses y llego mi oportunidad de viajar a Ecuador, cuando le comente a Anita, primero se puso algo incomoda pues era una mujer casada con cierta reputación a la que debería honrar y según ella nunca le había sido infiel a su marido. Por supuesto que yo le aseguré que sobre todo éramos amigos, y que no haríamos nada que ella no quisiera (yo andaba con la verga dura solo de pensar en el viaje). Lo que sucedió de ahí hasta mi viaje, fueron solo conversaciones de fantasías que nos gustarían vivir cuando por fine estemos juntos. Ella me comentaba sobre su ropa interior, los tipos que usaba y los colores que yo deseaba que ella use, planeamos un días románticos encerrados en un hotel 5 estrellas y un sin fin de poses que nos gustaría experimentar, pero al final de cada charla siempre saltaba el sentido de culpabilidad .
Un día antes de mi viaje acordamos que la llamaría apenas me instale en el hotel, ella me confirmaría recién en ese momento si vendría o no mi vuelo salía a las 6:00 AM del día siguiente y solo me quedaba 48 horas en Quito, uno para Anita y otro para justificar mi estadía (o sea trabajar).
Continuara...